"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 12 de junio de 2022

El error de Occidente

TEL AVIV – Los imperios nunca caen en silencio, y las grandes potencias derrotadas siempre desarrollan aspiraciones revanchistas. Este fue el caso de Alemania después de la Primera Guerra Mundial: un acuerdo de paz humillante y la oferta de antiguos territorios alemanes a los vecinos más débiles del país ayudaron a sentar las bases para las terribles aventuras revisionistas de la Segunda Guerra Mundial. Y es el caso de Rusia hoy.
En 2005, el presidente ruso, Vladimir Putin, calificó el colapso de la Unión Soviética como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Entonces, con el pretexto de proteger a las minorías étnicas rusas fuera de las fronteras de Rusia, está intentando revertirlo. 
Shlomo Ben-Ami


El gran error de EEUU y Occidente en los años más noventa, cuando cayó el Muro de Berlín, fue expandir la OTAN humillando así gravemente a Rusia, hondamente dolida por la desmembración de la URSS. Sus dirigentes creían que poseían un país, pero era un Imperio que cayó estruendosamente.
Putin ya avisó, cuando no tenía dónde caerse muerto, que los rusos estaban profundamente dolidos, cuando vieron avanzar hacia ellos las fronteras se la OTAN, que de estar a 1300 kilómetros de Leningrado acabaron a menos de doscientos. De esta expansión fue complice la Unión Europea, incorporando en su seno países del antiguo bloque comunista, con lo que el sentimiento ruso de humillación se unió al miedo “geoestratégico” de verse asfixiado.
Como dijo Putin hace años, “Uds. tienen su lógica y nosotros la nuestra, y a ver quién tiene razón”, amenaza nada velada que nadie se tomó en serio, pensando que la debilidad de Rusia, su desmembramiento, quedaba redoblado con la asfixia de la OTAN.
Eso movilizó a Putin, midiendo muy bien los tiempos, calibrando acertadamente la debilidad progresiva de Occidente, tanto de EEUU como de Europa. Tenía razón, pues la OTAN contiene a muchos países, pero sólo apenas uno con el poder militar suficiente para afrontar el desafío.
Lo malo de esta guerra es que no se ve cercano su fin, y además se puede prever que ese fin siga trayendo complicaciones. Primero, aunque Rusia gane, no será fácil la reconstrucción, si los ucranianos siguen por su cuenta una lucha de sabotaje y resistencia. Apaciguar el país no será fácil, a menos que Rusia se imponga por una victoria “Cartaginesa”. Segundo, sin embargo, si se impone, no sabemos cuándo, ni si ahí acabarán sus ansias de revancha. Rusia es una incógnita para nosotros. Sólo sabemos que ha renunciado fácilmente a su propio progreso por satisfacer su orgullo herido.  Tercero, sea como sea su victoria, nos encontraremos en otro mundo, no sabemos muy bien cuál, pero no será el mundo globalizado que prioriza el comercio libre. Putin no cree en la libertad de comercio, es un nacionalista, como casi todos los rusos. Seguramente el nacionalismo resurgirá wn muchos países.
Probablemente este año sufriremos una crisis de abastecimiento que desde luego la pandemia no provocó. Esta vez no dispondremos de palancas para solventar la escasez. Los gobiernos deberían inquietarse por eso.

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