Algunos se empeñan en dar alas al gobierno. Hablan de la “caja negra” del apagón.
No hay tal caja negra. No existe. Es una artimaña de este gobierno tramposo para urdir un relato que se traguen sus adormecidos votantes.
Lo que hay es decenas de antecedentes de países que han pasado por lo mismo (ej, Australia, 2016), y saben bien lo que pasa: cuando se mete demasiado cupo de energía renovable, el delicado equilibrio se esfuma. Porque la renovable no tiene autorregulación; cuando se para el viento o se oscurece el sol, se produce un riesgo: que su aportación al conjunto cae a cero y no les da tiempo a las tradicionales (nuclear, combustible, hidroeléctrica) para llenar el agujero. En el otro sentido - un aumento inesperado de las renovables -, también.
Ah, una cosa. No sé por qué la hidroeléctrica, que no contamina, no está bien vista, no se considera renovable. He oído que este gobierno quiere cargársela (y destruir los pantanos). Pues no sé la razón de esa barbaridad. Debe ser que son devotos de la divinidad de la naturaleza.
Dice Franklin O’Kanu,
“no fue casualidad, sino un pronóstico. Uno que ha sido ignorado durante años por políticos, inversores y medios de comunicación que nos decían que la transición verde nos salvaría.
Cuando se construye una civilización sobre teorías sin fundamento y una devoción religiosa a la culpabilidad por el carbono, se obtiene fragilidad. Se obtienen apagones en cascada.
Se obtiene dependencia y caos disfrazados de "sostenibilidad".
1 comentario:
La "religión de la culpa" ante la naturaleza violentada, los pobres explotados, las mujeres discriminadas y todo lo que haga falta esconde el odio al capitalismo y a la civilización occidental, con todoel odio del resentidoy el fracasado. Ahora es la religión oficial de Occidente. Bien que nos la han metido.
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