De las dos concepciones antagónicas de la palabra Mesías, ¿cual encarnó de verdad Jesús? [La palabra hebrea «mesías» significa «el ungido». El término griego «krisma» designa el aceite empleado para ungir. El Mesías, a quien se aplica tal aceite, sería «Kristos» en griego, «Christus» en latín y «Cristo» en castellano.
La tradición católica se apoderó de la palabra griega "Cristo", traducción de lo que los judíos entendían por un Mesías, un libertador político anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento. Pero lo que los judíos esperaban que viniera era un descendiente de la casa de David, un líder enviado por el Dios de Abraham para liberar militarmente al pueblo judío de la opresión. El pueblo judío, salvo en la gloriosa época de David y Salomón, había sido un pueblo oprimido por los imperios que se sucedieron en torno a Israel. Egipcios, Asirios, Babilonios, Persas, se turnaron a lo largo de los siglos para aplastar regularmente cualquier independencia de Israel, que normalmemte fue un un territorio dominado por extranjeros y pagador de una contribución. Aparte de no ser un reino unido más que en la época gloriosa. Varias veces se vieron obligados a exiliarse y abandonar su tierra. En el exilio de Babilonia, fue cuando empezó a tejerse la leyenda de un Salvador. El Mesías, un sucesor de la casa de David libertador del poder extranjero. Los,judíos acabaron interpretando estas desgracias como culpa suya, por alejarse de la Ley de Dios, que les perdonaría cuando volvieran a someterse a ella. El Mesías vendría a restablecer el reino de Dios en la Tierra cuando fueran perdonados.
Por lo tanto, cuando surgió Jesús, considerado por sus seguidores como el verdadero Mesías, gran parte de los judíos lo rechazaron. En primer lugar era Galileo, por lo que no podía se descendiente de David. Ni siquiera era considerado como genuino judío. Sus seguidores, luego llamados apóstoles, eran todos de Galilea menos uno, Judas Iscariote, el único oriundo de judea.
Además, en aquella época el invasor era Roma. Las autoridades judías eran religiosas, gobernaban el Templo, y colaboraban contra el invasor porque temían cualquier rebelión que les quitara el puesto e incluso la vida. Cualquier amenaza de mesianismo era, por lo tanto, rápidamente sofocada con la ayuda de los romanos, que ayudaban a las autoridades del Templo siempre que La Paz se viera amenazada.
El Templo era una rica fuente de rentas para los sacerdotes: desde David, se había declarado único Templo donde se pudiera adorar al Dios judío, lo cual obligaba a los judíos desperdigados por el mundo (la diáspora de los sucesivos exilios) a viajar con frecuencia a Jerusalem y pagar el canon por rendir culto. Había un Interesés natural de Roma para aliarse con los sacerdotes, sobornarlos, dejarles que se enriquecieran y colaboraran en el mantenimiento del orden. Lo que no era fácil, pues había grupos proclives a reverdecer el éxito reciente de los macabeos, que habían conseguido una transitoria independencia de Judea contra el imperio seleucida (una de las piezas en que se dividió el gran Imperio de Alejandro). El recurso de los éxitos de los macabeos habían peligroso cualquier manifestación exitosa de mesianismo.
Roma había acabado con el florecimiento de los macabeos y controlaba la región con mano de hierro. Dejaba el poder en manos de un rey judío, pero si este no imponía el orden era destronado y se ponía en su lugar un funcionario romano. Los reyes, como los Herodes, habían sido edudación en Roma y están amigos del emperador. A Roma le interesaba sobre todo la paz, pues Judea era fronteriza con los imperios orientales, siempre amenazantes.
Por lo tanto, el fervoroso mesianismo de la época era esencialmente anti romano. No obstante, desde el imperio seleucida, Judea y toda la región de Canaan habían pasado por un proceso de helenización, y muchos judíos se habían "secularizado": habían cambiado el nombre por otro de origen griego, y el uso de la lengua griega se había extendido. El griego y el arameo, de origen de un pueblo del este de Israel, eran las lenguas más usadas. Que los evangelios fueran escritos en griego habla de los postreros que fueron a la vida de Cristo y lo lejos de Judea que se escribieron. Los judíos ortodoxos odiaban a los que habían cedido a la helenización: eran la base social, minoritaria, pero no desdeñable, que quería rebelarse contra ese orden.
Cristo no fue admitido como Mesías en el sentido judío, salvo por sus más estrechos seguidores. Fue uno más de los profetas mesiánicos de su tiempo, incluso se le discutió la supremacía sobre Juan el Bautista:
En el evangelio de Mateos, el más judío de los cuatro, parece traslucirse un periodo en que el mismo Jesús se postula como Mesías libertador, lo cual, por otra parte, intentaba ocultar más allá de su círculo, porque sabía que inmediatamente podría ser prendido y ejecutado.
En realidad era el único motivo por el que Roma no transigía: no quería líderes militares que se postulaban para acabar con el poder de Roma. De ellos e aprovechaba los sacerdotes del templo para mantener a raya la amenazas a sus privilegios.
En dicho Evangelio Jesús huye en varias ocasiones de los centros de poder, como Jerusalem, y se va a regiones como Galilea y Tiberiades, donde el ambiente judío es más templado.
Cuando pasa por su propia Nazaret, pues sus hermanos y su madre le dan la espalda.
No se sabe con certeza si en algún momento, o durante toda su vida, Jesús fue un Mesías judío o cristiano. Los evangelios están elaborados para ocultar los primero y resaltar lo segundo, pero hay signos de que Jesús tuvo cierta vocación de libertador: Mesías en el sentido judío. Sus apóstoles así lo creían, e incluso le pedían que cuando venciera les guardara un puesto privilegiado:
Pero él les reprendía y les conminaba a que no divulguaran que era el Mesías. "No ha llegado mi hora", puede querer decir que no tiene todavía la fuerza suficiente para cumplir con su misión terrenal, tanto como no ha llegado mi hora celestial.
Esa confusión entre dos ideas antagónicas de Mesías se mantiene latente durante los evangelios sinópticos (Marcos, Mateos, Lucas), hasta que el evangelio de Juan, muy posterior, viene a cerrar cualquier duda: en el principio de los tiempos era el Verbo, y el Verbo se hizo carne. Es decir, Jesús es el mismo Dios, que se hizo carne para vivir entre nosotros y salvarnos del pecado.
La confusión se origina en el mismo mesianismo judío, pues en él se funden consideraciones religiosas y terrenales. El Mesías de la casa de David era enviado por Dios, pero para establecer su reino terrenal. Los judíos más radicales, los saduceos, no creían en el más allá, ni en la resurección, y por lo tanto un Mesías Salvador en la resurrección de la carne era una aberración. Los fariseos si creían en el más allá, pero no en el paraíso descrito por la tradición cristiana.
Por lo tanto, que Jesús hablara de que venía enviado por Dios, a juzgar y establecer el reino de paz y justicia eterna, no era incompatible con las creencias judías de un reino justo de Dios en la tierra. Es más, estaba escrito en las profecías de Daniel. Los judíos estaban convencidos de que ese reino sería gobernado por el enviado de Dios, en Jerusalem, y todos los pueblos de la tierra vendrían a postrase. Es más, en el monte de los olivos, cuando es prendido por los soldado es del Templo, los apóstoles sacan armas para defenderse, y Pedro le corta un oreja a uno de ellos. ¿Por qué llevaban armas si su mensaje era de ofrecer la otro mejilla? (Ver "La sinagoga cristiana" de José Monserrat)
Además, en Mateo, Jesús no puede ocultar su acentuado judaísmo. No viene a predicar a los no judíos, sino sólo a los suyos, los de la casa de David, los descendientes de las doce tribus. No fue sino después, con San Pablo, que el cristianismo se expande entre los gentiles, y por eso sobrevive y triunfa. Si no hubiera sido por San Pablo, es muy posible que el cristianismo hubiera sido sofocado por los propios judíos. El cristianismo judío que durante un tiempo vivió en Jerusalén, mientras Pablo convertía a los gentiles, no era bien visto los los judíos, a pesar de cumplir escrupulosamente con la ley mosaica, sobre todo la exigencia de circuncidarse para entrar en la iglesia. Ese fue la razón del éxito de San Pablo: rompió con la iglesia de Jerusalem, exonerando a los gentiles de la Ley, especialmente de la circuncisión. Eso le valió al final ser perseguido por los suyos, en quién mandaba Pedro y Santiago, el hermano de Jesús, teniendo que huir de su tierra para no ser ejecutado. Que los más débiles seguidores de Jesús hasta su muerte y después de su muerte fueran tan firmes obedientes de la ley mosaica ¿no es un indicio claro de que Jesús defendía lo mismo? En Mateo dice: "no he venido a sustituir la Ley de Moisés, sino a que se cumpla".
El cristianismo es una reelaboración continúa, como todas la religiones que han sobrevivido. Si lo logran es porque poco a poco se van alejando de su origen. El judaísmo ha sufrido enormes transformaciones, renacimientos sin los cuales hubiera desaparecido. El cristianismo no es menos sujeto de metamorfosis: una religión continuamente reinventada por los herederos. Desde lo que se vislumbra el Mateos hasta ahora, la Iglesia ha sido la primera en urdir tradiciones que venían a sumarse o a sustituir interpretaciones "peligrosas". (Podría pensarse que el Islamismo no ha evolucionado, lo que falsearía la afirmación anterior. Pero el islam se ha adaptado perfectamente a los cambios materiales, a los que usa para desplegar su propia fe. Ña existencia de varias tendencias duramente enfrentadas demuestra que hubo evoluciones a partir de la matriz inicial ).
En todo caso, en la evolución que se trasluce desde el evangelio de Mateo hasta el de Juan, hay un giro coperniquiano del que sólo conocemos fragmentos, ambigüedades alimentadas por las creencias judías y las que luego cuajaron en el cristianismo. Durante un tiempo, que se puede cifrar en entra la muerte de Jesús, la vida de San Pablo, y el evangelio de Juan, el cristianismo intentó florecer dentro del judaísmo, pero no pasó de ser una secta más, desdeñada u odiada. Y, por otra parte, en el Cristo del Evangelio encontramos atisbos de un sesgo judío, emborronado por añadidos posteriores a unos evangelios escritos en griego, lejos del arameo usado en el tiempo de Jesús. ¿Qué pasó de verdad, nació como judío, un "Hijo de Hombre", como el mismo se llama, como el de la profecía de Daniel, Hijo (enviado) de Dios, o más aún, como Dios? ¿murió como Mesías o murió como Jesús Dios? Según
"Mateo 27.46. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: ¡Eli, Eli, lema sabachtani! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Pero según Juan,
Juan 19.30. ... dijo Jesús: Todo está acabado, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu."
"Al igual que Lucas, Juan omite la última expresión de angustia (v. cap. 5). La desesperación sería inconcebible en el Jesús descrito por Juan. En cambio, se limita a anunciar la consumación de su tarea:
(Pasaje de: Asimov, Isaac. "Guía de la Biblia. Nuevo Testamento." iBooks.)
Podría suponerse que es la última exclamación desesperada del «Jesús histórico»: el carpintero de Galilea que sintió el impulso de predicar convencido al fin de que era el Mesías, apegado a su fe hasta el último momento, y que ahora, al final, debió comprender que después de todo no era el Mesías y que su misión entera sólo le había conducido a aquella muerte horrible.
Un misterio apasionante, pero insondable, que difícilmente podremos desvelar.