Sánchez es especialista en prometer lo que no está en sus manos cumplir o incumplir. Aquí la trampa consiste en insinuar que la independencia de Cataluña o el derecho de autodeterminación dependen de la voluntad del presidente del Gobierno. No sucederá ninguna de esas dos cosas, al margen de que el presidente sea Sánchez o cualquier otra persona. Ni siquiera Torra en la Moncloa podría hacer posibles la autodeterminación o la independencia. Porque están radicalmente fuera de la Constitución y cualquier movimiento gubernamental en esa dirección sería cortado de forma fulminante por el Tribunal Constitucional(salvo que antes se reforme la Carta Magna para habilitar la secesión, lo que está completamente fuera del alcance de Sánchez).
Sánchez "nunca" aceptará el referéndum: "No hay diálogo posible fuera de la Constitución"
Juanma RomeroEl presidente subraya que jamás dirá sí a la autodeterminación. Y avisa de que en la concentración de este domingo se verá una España "en blanco y negro" frente a la "moderación"
El compromiso es tan gratuito —por tanto, tan fullero— como si asegurara que con él de presidente no habrá pena de muerte en España, que no enviaremos misiles nucleares a China o que en invierno hará más frío que en verano. En este postulado, el truco semántico es presentar lo accidental (“mientras yo sea presidente”) como lo esencial.
La formulación honesta de un dirigente responsable sería decir que con esta Constitución la independencia de Cataluña es imposible, gobierne quien gobierne. Pero eso no le sería útil para la campaña.
- “En Cataluña no hay un problema de independencia, sino de convivencia”
Hay un problema de convivencia porque se ha creado un problema de independencia. No se puede honradamente afirmar el primero para eludir el segundo. El 'procés' no es el producto de un previo clamor social, sino de una estrategia incubada en la cúpula política del nacionalismo. Si Mas y compañía no se hubieran lanzado a la aventura secesionista, la convivencia cívica en Cataluña no estaría destruida para varias generaciones.
El planteamiento de Sánchez es tan falaz como si en tiempos de ETA alguien hubiera sostenido que en el País Vasco no había un problema de terrorismo sino de convivencia. Es confundir interesadamente el efecto con la causa. Aún peor, manipular el efecto para camuflar la causa.
- “La solución es ampliar el autogobierno sin reformar la Constitución”. Dice Varela,
Reconozcamos que, al menos, esta mentira es nueva. Hasta Rubalcaba admitió que para llevar el autogobierno de Cataluña más allá de sus límites actuales hay que pasar por una reforma de la Constitución. El problema es que ello exigiría un consenso transversal que Sánchez es incapaz de articular.
Cataluña es un cáncer que va a durar decenios, desgraciadamente, y va a estar alimentado por fuerzas internas y externas. Ha alcanzado ya en la calle un grado de tensión patente en gente que conozco, que ha hecho o está haciendo el petate para marcharse. Catalanes de toda la vida, con sus pasiones bien enraizadas allá - como el Barça -, cambian sus viviendas con un gran sacrificio personal y económico que el gobierno de España, sea el de Rajoy, sea el de Sánchez, ha desdeñado y no ha tenido a bien enfrentarse con ese problema español tan lacerante y corrosivo. Que sea por razones de más o menos apoyos parlamentarios, no me parece excusa ni siquiera mencionable.
Y es en eso en lo que discrepo con el editorial: Sanchez nunca va a defender a los catalanes no separatistas, por lo que la tendencia a escapar para salvar la normalidad familiar, y el empoderamiento de la brutalidad secesionistas, será una lucha desigual hasta que tengan ventaja apreciable. Entonces... Ergo, sólo veo en la derecha más o menos empuje en este problema que no se piensa con la gravedad debida.