Nos fascina el mal. El mundo está lleno de mal. Lo sabemos muy pronto en la vida. De hecho, es lo primero que aprendemos: Bien, mal, premio, castigo, constituyen los sentimientos más naturales, aunque ahora se crea que lo natural es el sexo, y que la moral es un corolario de la razón.
Es verdad que el niño siente atracción por el mal, pero como oposición al bien. sabe que el bien no existiría sin el mal, ni el mal sin el bien. Lo sabe por puro instinto: nacemos con sentimientos morales; si no fuera así, hubiéramos perecido hace mucho como especie.
Eso es lo que nos atraía a los de mi niñez, de la películas. Nos completaban la visión de la vida que nos inculcaban en el colegio y la familia.
Quizás fuera la atracción por algo que no vivimos en lo cotidiano. Una película de gánsters, por ejemplo, nos gusta porque nos sumerge en un mundo lleno de tensión, y luego salimos de ese mundo limpios, como si no fuera con nosotros. Y nos atrae también el bien que se encuentra entre tanto el mal. El gánster medio bueno.
El pistolero del western con buen fondo, iba a decir; pero los western han fenecido, la verdad. Lo que se hace ahora como tal no es western, pues aquello era épico, cosa de héroes solitarios ante la adversidad, ante un telón de fondo ya de por sí épico, mientras que lo de ahora es cosa de grupos contra grupos, mafias en definitiva. Antes, el héroe podía no ser ejemplar, pero era héroe. Él estaba sólo en un medio hostil, aunque tuviera amigos, o amores. Ahora esas cosas no se llevan. Por no hablar de esa de los amores homosexuales de dos hombres fracasados, que no encuentran otro aliciente para vivir que estar solos en la montaña nevada.
Otro signo más del cambio al que asistimos, unos con angustia, y otros con esperanza. Lo que se siente de niño queda para toda la vida como una parte -sino es toda- de la conciencia. Los que vivimos con esas sueños de héroes, buenos o malos, pero trágicos, no podemos ser iguales que los niños y jóvenes que han formado su conciencia con dos desesperados de la vida, despojos humanos, sin más anhelo que encontrase juntos bajo una tienda de campaña.
El mundo que se nos viene, ¿será mejor, será sostenible con ese tipo de sentimientos? No estoy hablando de la ejemplaridad sexual (que no deja de ser importante), sino de algo distinto. Estoy hablando de los sentimientos sobre la vida que se están forjando en la cabeza de los niños de hoy, a los que les enseñan, antes que nada, sus "derechos", que son derechos de nueva creación: al sexo libre, al placer antes que nada, y otra serie de deseos humanos que antes eran considerados, como mucho, una suerte llegar a tocarlos, pero no un derecho. un mundo; no es lo mismo la alegría de que te toque el gordo que creer que es un derecho.
Lean si quieren la ley de Educación para la Ciudadanía, todo un programa de ¿Nihilismo? Yo diría que de narcisismo. Yo creo que se está enseñando a los niños a sentir el falso y al final amargo placer del narcisismo. En todo caso, todo menos la satisfacción del deber cumplido, que creo que es humanísismo; o siquiera la satisfacción del sacrificio por lograr una noble aspiración; lo que Valle-Inclán, ese escritorazo, llamaba "la voluptuosidad del ayuno".
Por el contrario, ahora aprobar el bachillerato es un derecho; antes era un premio, incluso si copiabas en los exámenes: te podía dar la satisfacción del esfuerzo ahorrado, pero eras consciente de que los otros habían tenido más mérito y mayor satisfacción.
Es un programa que fracasará, pero dejará un malestar muy hondo en sus víctimas, pues el hombre necesita constantemente justificarse. Si necesita oscuramente ver el mal, no quiere identificarse con él. Por el contrario, desea que si hay mal, sean otros los que lo hacen, y que sean castigados ejemplarmente es lo más natural del mundo.
Ahora se pretende hacer pasar por socialismo la socialización del mal, la naturalización, como si fuera la condición humana. Como si fuera un derecho.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
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