Dícese de mentecateces de "grandes" economistas... en su casa. Ejemplo:
Garicano aquí: propone un ente nuevo, un fideocomiso, al que entregaríamos nuestra recaudación fiscal, y él, después de pagar religiosamente nuestras deudas, nos devolvería lo que quedara para que nos "apañáramos". Es la mayor estupidez que he oído en mi vida.
Primero, porque supone que los gestores del fideocomiso van a ser menos corruptos que los políticos nacionales elegidos. Segundo, porque se trata de suavizar el pago de las deudas, de tal manera que se pueda crecer y aumentar la recaudación. ¿De dónde sale el crecimiento, si el BCE se inhibe de sus mínimas obligaciones? Tercero, porque, ¿qué pasa con el problema principal, la absoluta falta de liquidez? ¿es que no se han dado cuenta que toda solución de verdad empieza por ahí? y se dejan engatusar por baratijas como el fideocomiso.
Yo prefiero el modelo que diseñó Friedman hace muchos años y que, quizás, tendría provecho ahora (ver el original un-mundo-imperfecto-comentarios-a-milton-friedman):
El nivel de gasto fiscal se decide una vez y para siempre (en su relación al PIB), y los ingresos se deciden en función de esos gastos para que en equilibrio no haya superávit ni déficit (es lo que nos piden ahora, ¿no?). El Banco Emisor emite dinero a un un ritmo fijo. En esos gasto se incluyen los gastos corrientes y de capital.
Cuando se produce una recesión, caen los ingresos fiscales, que suplen automáticamente el banco central, sin carga de intereses. ese dinero se gasta inmediatamente por el estado, aumenta la demanda, y de nuevo los infresos fiscales se equilibran a coste cero. Es, llanamente, una monetización de deuda controlada. Cuando hay un boom, por el contrario, los ingresos fiscales sobrepasan los gastos, y ese exceso de recaudación va al banco central, lo que restringe la circulación de dinero y el boom se amortigua. Dado que todo el mundo conoce las reglas del juego, que son sencillas, las expectativas son seguras y se orientan sin dificultad hacia el resultado correcto. Hay muchos puntos que fijar, pero no es una garicoñada.
Claro que en el tinglado en derrumbe que tenemos ahora, realmente descabezado, es difícil hacer propuestas efectivas. Pero ha de reconocerse que la de Friedman no resta soberanía a los países, mientras que hace el juego anticíclico mucho más eficaz y sin cargas futuras. Ahora se le pide al BCE que compre deuda, a lo que se resiste. Con tal esquema, primero levantaría las economías deprimidas de la zona, con la seguridad de que no llegaría a provocar una "hiperinflación" (como dicen algunos mentecatos).
Queda el problema de si puede haber "moral hazard = si un país puede hacer trampas y seguir endeudándose aún en tiempos de ciclo alcista. Según las reglas no puede, pero las reglas han de ser vigorizadas por alguien. Para mí la mejor solución es que el país incumplidor pudiera ser expulsado del euro sin contemplaciones, lo que ningún miembro desearía. No como ahora, que precisamente por no poder salir ni ser expulsado, siguen haciendo trampas.
Siempre he creído que la política fiscal y la monetaria han de ser coordinadas. Esta es la forma más sencilla y eficaz que he visto. Los políticos no se pueden endeudar más que por el juego de los "estabilizadores automáticos", los cuáles, a su vez, no se financian con deuda, sino con emisiones de dinero justo cuando la recesión lo necesita. Esa emisión de dinero desaparece cuando vuelve el crecimiento y, con él, el equilibrio presupuestario.
Hay muchas ventajas y muchas incógnitas también. Estamos ante una propuesta naturalmente naciona, cosa que no es la eurozona. Pero en el contexto actual me parece justo lo que se necesita, al menos en los aspectos principales: un QE del BCE sin restricciones, a la par que un modelo de castigo sencillo al país no cumplidor, que no desearía salir de una zona que promete soluciones mejores que fuera de ella. Lo que no se puede hacer es operar sin anestesia.
Garicano aquí: propone un ente nuevo, un fideocomiso, al que entregaríamos nuestra recaudación fiscal, y él, después de pagar religiosamente nuestras deudas, nos devolvería lo que quedara para que nos "apañáramos". Es la mayor estupidez que he oído en mi vida.
Primero, porque supone que los gestores del fideocomiso van a ser menos corruptos que los políticos nacionales elegidos. Segundo, porque se trata de suavizar el pago de las deudas, de tal manera que se pueda crecer y aumentar la recaudación. ¿De dónde sale el crecimiento, si el BCE se inhibe de sus mínimas obligaciones? Tercero, porque, ¿qué pasa con el problema principal, la absoluta falta de liquidez? ¿es que no se han dado cuenta que toda solución de verdad empieza por ahí? y se dejan engatusar por baratijas como el fideocomiso.
Yo prefiero el modelo que diseñó Friedman hace muchos años y que, quizás, tendría provecho ahora (ver el original un-mundo-imperfecto-comentarios-a-milton-friedman):
El nivel de gasto fiscal se decide una vez y para siempre (en su relación al PIB), y los ingresos se deciden en función de esos gastos para que en equilibrio no haya superávit ni déficit (es lo que nos piden ahora, ¿no?). El Banco Emisor emite dinero a un un ritmo fijo. En esos gasto se incluyen los gastos corrientes y de capital.
Cuando se produce una recesión, caen los ingresos fiscales, que suplen automáticamente el banco central, sin carga de intereses. ese dinero se gasta inmediatamente por el estado, aumenta la demanda, y de nuevo los infresos fiscales se equilibran a coste cero. Es, llanamente, una monetización de deuda controlada. Cuando hay un boom, por el contrario, los ingresos fiscales sobrepasan los gastos, y ese exceso de recaudación va al banco central, lo que restringe la circulación de dinero y el boom se amortigua. Dado que todo el mundo conoce las reglas del juego, que son sencillas, las expectativas son seguras y se orientan sin dificultad hacia el resultado correcto. Hay muchos puntos que fijar, pero no es una garicoñada.
Claro que en el tinglado en derrumbe que tenemos ahora, realmente descabezado, es difícil hacer propuestas efectivas. Pero ha de reconocerse que la de Friedman no resta soberanía a los países, mientras que hace el juego anticíclico mucho más eficaz y sin cargas futuras. Ahora se le pide al BCE que compre deuda, a lo que se resiste. Con tal esquema, primero levantaría las economías deprimidas de la zona, con la seguridad de que no llegaría a provocar una "hiperinflación" (como dicen algunos mentecatos).
Queda el problema de si puede haber "moral hazard = si un país puede hacer trampas y seguir endeudándose aún en tiempos de ciclo alcista. Según las reglas no puede, pero las reglas han de ser vigorizadas por alguien. Para mí la mejor solución es que el país incumplidor pudiera ser expulsado del euro sin contemplaciones, lo que ningún miembro desearía. No como ahora, que precisamente por no poder salir ni ser expulsado, siguen haciendo trampas.
Siempre he creído que la política fiscal y la monetaria han de ser coordinadas. Esta es la forma más sencilla y eficaz que he visto. Los políticos no se pueden endeudar más que por el juego de los "estabilizadores automáticos", los cuáles, a su vez, no se financian con deuda, sino con emisiones de dinero justo cuando la recesión lo necesita. Esa emisión de dinero desaparece cuando vuelve el crecimiento y, con él, el equilibrio presupuestario.
Hay muchas ventajas y muchas incógnitas también. Estamos ante una propuesta naturalmente naciona, cosa que no es la eurozona. Pero en el contexto actual me parece justo lo que se necesita, al menos en los aspectos principales: un QE del BCE sin restricciones, a la par que un modelo de castigo sencillo al país no cumplidor, que no desearía salir de una zona que promete soluciones mejores que fuera de ella. Lo que no se puede hacer es operar sin anestesia.
2 comentarios:
Es un mecanismo sencillo. útil, y posiblemente eficaz, pero como lleva el apellido Friedma...costará sacarlo adelante. Sinceramente, en todo este guirigay es lo más razonable que he oido.
No es directamente aplicable, es cierto. Pero me parece que contiene unos sólidos principios para no tocar la soberanía fiscal y a la vez tener un mecanismo anticíclico potente.
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