"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 29 de diciembre de 2011

Ilusión humana

Hace tiempo cambié el título de este blog "Cuaderno de arena", por "Ilusión monetaria". El motivo inmediato fue que descubrí el blog de Scott Sumner (Money Illusion), pero la razón de fondo era el rechazo de la pretenciosa exactitud matemática de los economistas, como algo ajeno al mundo real.
Ilusión monetaria es para mí imprecisión humana. En realidad, creo que, consciente o inconscientemente, lo que pretenden los racionalistas, es borrar tan terca como inútilmente le imprecisión, hasta que la sociedad resulte en sus modelos tan racional como una lápida. Me recuerda el famoso e irónico título de Kant: "la paz perpetua", tomado del lema de un cementerio. La guerra, esa "imperfección" se puede evitar racionalmente: sin embargo, siempre está ahí, amenazando.
La ilusión monetaria no es más que una de las facetas de la Ilusión humana: o lo que Erasmus llamó  "El elogio de la locura", la Moira (uno de los libros sabios que se escribían antaño), cuando el conocimiento del hombre era la razón primera de filosofar. El racionalismo cartesiano fue reduciendo la parte anímica en los modelos de conocimiento, y eso dio entrada a un idealismo mucho peor: que la naturaleza humana es perfectible si se impone la primacía de la razón.
No estoy diciendo que no se pueda analizar racionalmente el comportamiento humano, sino que no se hace verazmente si no se tiene en cuenta el componente anímico. Este componente es simplemente una muestra de imperfección cognitiva. Almacenamos y combinamos información deficientemente -lo cual es el mensaje principal de Kayek, por otra parte.
En economía lo llaman "animal spirits"en honor de Keynes, concepto que siempre entra por la puerta de atrás, pues impide cerrar elegantemente los fríos y puros modelos matemáticos. Si Keynes aportó algo a la economía, fue el acercamiento de ésta a la realidad, renunciando a la precisión mecanicista. El núcleo keynesiano es que el tipo de interés puede no equilibrar el ahorro y la inversión al máximo nivel de la economía, por lo que el exceso de paro puede ser permanente. El capitalismo, según Keynes, es inestable, tiende a deprimirse o a exultarse, es bipolar. Pero es que la sociedad lo es: porque a su vez lo es el ser humano. Y cuando ese ciclo anímico es masivo, unánime, no cesa hasta que cae y no se levanta hasta que pasan años y la memoria borra el pozo en el que se cayó.
El olvido intencionado de la Ilusión es el "factor humano", que se borró de las cláusulas prudenciales en la creación del euro. Si hay un trabajo pionero, básico, imprescindible sobre la viabilidad de las uniones monetarias, es el tan famoso como imprescindible artículo de Mundell, A theory of Optimum Currency Areas, en el que al final resume la cuestión en un ajuste entre la conveniencia de la ilusión monetaria y la reducción de los costes de transacción que implican demasiados tipos de cambio.
T h e  thesis  of  those  who  favor flexible ex-change rates is t h a t  t h e  community i n  question is not willing  t o  accept variations  in  i t s   real  income  through  adjustments  in  its   money  wage  r a t e   or price  level,  b u t   t h a t  i t  is willing  to  accept virtually  t h e  same changes  i n  its real  income  through  variations  in  the rate  of  exchange.
I t  may not be implausible t o  suppose t h a t  there is some degree  of  money  illusion  in  t h e   bargaining  process  between  unions  and management  ( o r  frictions a n d  lags having t h e  same effects), b u t  i t  is unrealistic to  assume  t h e  extreme  degree  of  money  illusion  t h a t  would  have  t o   exist  in small  currency  areas.  Since  t h e  necessary  degree  of  money  illusion  becomes greater the smaller are currency areas, i t  is plausible to  conclude t h a t  this also imposes a n  upper limit on t h e  number of  currency areas.
Si se lee con atención el breve artículo, es claro que los políticos y economistas responsables del euro seccionaron de él, sin pudor, la parte inconveniente para sus proyectos. El euro, como cualquier utopía social, pretende cambiar el factor humano con la fundación una institución constructiva: todos seremos más racionales si nos prohibimos lo que la costumbre nos dictaba. Las instituciones deben hacerse a la medida del hombre, no el hombre a la medida de las instituciones. 

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