"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 1 de septiembre de 2012

Oro, salarios y capacidad adquisitiva. Inflación, deflación

En Econbrowser, James Hamilton se congratula de que el partido Republicano haya desarmado o enfriado su propuesta de volver al patrón oro. Era de prever, pero como los locos andan suelto, una razón para alegrarse.

Hamilton propone el siguiente ejercicio ¿Que hubiera pasado ai en el año 2000 se hubiera implantado el patrón oro en USA, dada la evolución de precios del oro, y dada la evolución de los salarios? Pues que el salario medio americano hubiera hecho lo que el gráfico muestra: una caída a los infiernos.

Eso se deduce de la relación salario/oro en 2000 y en 2012. En 2000, el salario equivalía a 5 onzas. En 2012, 1,2 onzas de oro. En dólares, seria una caída salarial de 13,75 $ e 2000 a 3,45$ en 2012.

¿Y el poder adquisitivo? Los precios de la cesta de consumo tendrían que haber caído en una proporción similar para que el poder adquisitivo se mantuviese inalterable. En otras palabras, a salarios reales invariables, hubiéramos tenido una deflación (salarial) acumulada del 74,9 %, que supone un 6,2% anual.


En cambio, lo que ha habido en realidad es una inflación (salarial) del 43,8%, o un 3,6% anual. Pero los dos escenarios no son alternativos. no se puede elegir en función de un salario real si preferimos obtenerlo con inflacion o deflación. Pero podemos hacer un juicio:

Simplemente, háganse el siguiente razonamiento. Supongamos que la inflación es tan mala como la deflación, sin atender a tasas de cambio anuales. La inflación es mala porque desvirtúa lo precios relativos; la deflación es mala por lo mismo. Ambas se traducen en una dañina desviación de recursos. ¿Qué es peor, una deflación del 6,2% anual o una inflación del 3,6% anual?

Alguno dirá, ni una ni otra, unos precios estables. Pero unos precios estables "son muy inestables": se consideran muy cercanos a la deflación, que se teme porque es difícil corregirla. En realidad, se consideran precios estables una inflación muy moderada que permita a todos defenderse contra ella. En todos los países se considera el optimo una inflación del 2% anual.

Pero si suponemos que la inflación y la deflación son igual de malas, ¿Por qué no podría ser el objetivo del banco central una deflación del 2%? La inflación genera expectativas de más inflación; la deflación genera expectativas de mas deflación. El problema es que los agentes tienen menos defensas contra ella, básicamente porque el tipo de interés nominal no puede ser menor que cero. Una inflación se refleja en unos tipos de interés que suben con las expectativas de inflación, lo cual es un cortafuegos contra la inflación. Pero al revés nos encontramos con un tope: los bancos no pueden bajar el tipo de interés por debajo de cero. Si los precios caen al 2% anual, el tipo de interés real seria el el tipo nominal más la tasa de deflación. Si el tipo de interés nominal es cero, el tipo real estaría determinado por la tasa de deflación. Eso conduce a más deflación... Y a mas altos tipos de interés.

Se puede concebir un mundo en el que los agentes preven perfectamente cual es el nivel de precios reales de equilibrio, y solo miran al tipo de interés real. ¿Pero, se puede imaginar un Banco concediendo créditos a tipo de interés negativo porque sabe que el tipo de interés del activo es menos negativo que el del pasivo? Su contabilidad no está en términos reales, sino nominales.

Y ningún agente contabiliza sus ingresos y pagos, activos y pasivos, en términos reales. Otro ejemplo: diganles a los sindicatos que los salarios en en bajar un 5%, porque los precios van a bajar un 6%, con lo cual, al final del ejercicio habría un aumento del poder adquisitivo. Dirían que nones. Y Keynes, además, decía que era mejor para la economía que dijeran que no.

Ergo, aunque pueden considerarse simétricas, es más fácil combatir la inflación que la deflación. Esto, por no hablar de los distintos efectos que tienen sobre las deudas y los activos, de lo que hemos hablado ampliamente.

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