El ministro de Exteriores (lo que en otros países se llama ministro de Estado) Margallo ha propuesto un "nuevo" modelo autonómico: la ruptura total del Estado.
No sabía que este señor se consideraba economista. Su "genial" propuesta es como sacar de un libro polvoriento de los años setenta, cuando en la Transición circulaban ideas a cual más loca y desmochada.
Él mismo lo dice alegremente: serían 17 comunidades forales, es decir, de espaldas unos a las otras. El estado central se quedaría corto de recursos. La fractura entre los intereses generales y los particulares sería total. ¿Como puede este señor ser ministro de Estado? A quién se cree que representaría como tal en un país más roto aún que el de hoy? La experiencia de las Comunidades forales, en lo que nos liquidan anualmente al los españoles, le puede dar una idea de lo que sería esto.
Acemoglu & Robinson, en su libro "Why Nations Fall", ponen como coronación de su obra histórica que la condición de que un país prospere y se enganche a la civilización es que tenga un estado central que proteja el funcionamiento de la economía, los derechos individuales, y proteja a los débiles frente a los fuertes. Un estado integrador. No es una idea sacada de la chistera. Es una teoría contrastada históricamente con miles de ejemplos de países que se quedaron en la cuneta porque no lograron, en el momento crítico, un estado central que hiciera funcionar las sinergias sociales.
El federalismo (que es lo que propone este "cinglé": tronado) funciona si está coronado por un estado central que mantiene la supremacía. Ejemplo, EEUU. Y, digamoslo, tiene el derecho de revertir una competencia cuando considere que podrá que afecta a todos. Sólo un gobierno central que mantiene las riendas puede legislar para todos los individuos igual. Centrifugar los recursos económicos haría al estado central la comunidad número 18, supeditada a lo que decidieran la demás. Dada la tendencia de España a la ruptura, no es imposible que dos comunidades se marcharan e intentaran integrase por su cuenta en la UE, otras se asociaran para lograr supremacía sobre las demás, y la más pobres bajarán al nivel de pobreza de país emergente. No habrá ninguna interesada en tomar el gobierno central. ¿Para qué?
Los escenarios posibles son varios, pero todos acabarían en un bajón considerable de la extensión del mercado interior, un estado sin las economía de escala que tiene todo estado central, lo que aumentaría la presión fiscal para mantener unos servicios sociales mínimos.
De hecho ya hemos recorrido mucho trecho en esa dirección, pero la culminación sería el modelo Gargallo. Una locura. Y lo que no es creíble es que un estado central sin recursos tendría la fuerza suficiente para imponerse sobre las comunidades forales, y menos sobre varias asociadas.
Él mismo lo ha dicho: foralismo, es decir, feudalismo, en el que todo dependería de la voluntad de los señores feudales en cumplir con los compromisos con el rey. Es decir, una negociación continúa, hacia la que casi hemos llegado, pero que mejor sería parar el proceso, no acelerarlo. Es una propuesta anti histórica, como decía Jouvenel en su libro "Sobre el Poder", pues la historia de Europa es una lenta recuperación del poder central por la corona, apoyado por el pueblo, que prefería la lejana disciplina del monarca que la incontrolable cercanía del Señor. El rey va recuperando sus poderes gracias a la creación de una clase funcionarias nueva, los letritas, que gestionan sistemáticamente lo que antes estaba dejado al azar. Esa nueva clase va dictando leyes, y poco a poco desaparece la arbitrariedad, pero para eso había que recuperar el poder económico de los feudos. Una historia de recentralización teniendo como mito el antiguo imperio romano, la guía última de los reyes europeos.
Repito: ¿Cómo puede este señor ser ministro de Estado? Uno que está repleto de ideas viejas, que él cree "a la page", cuando dice:
No sabía que este señor se consideraba economista. Su "genial" propuesta es como sacar de un libro polvoriento de los años setenta, cuando en la Transición circulaban ideas a cual más loca y desmochada.
Si lo entiendo, este señor propone que "cada palo aguante su vela" que es lo que quieren la Comunidades ricas: vivir de sus recursos, y no dar euro a los demás. El estado central se financiaría (es un decir) con el IVA y los impuestos de sociedades.Del mismo modo, ha indicado que "la corresponsabilidad fiscal, no es tanto transferir agua como dejar a las autonomías que exploten sus propios pozos". En este sentido, ha indicado que "debería implantarse una figura que podría ser fundamental en el futuro: los precios públicos". "Aquí nos hemos obsesionado en discutir el copago sanitario, pero los laboristas británicos debaten la posibilidad de establecer tasas en las autovías en función de lo que contaminen los coches y de las horas a las que transiten. ¿Qué ventaja tiene este sistema? De alguna manera, se alcanza un resultado muy parecido a los conciertos de los territorios forales", ha indicado.
Él mismo lo dice alegremente: serían 17 comunidades forales, es decir, de espaldas unos a las otras. El estado central se quedaría corto de recursos. La fractura entre los intereses generales y los particulares sería total. ¿Como puede este señor ser ministro de Estado? A quién se cree que representaría como tal en un país más roto aún que el de hoy? La experiencia de las Comunidades forales, en lo que nos liquidan anualmente al los españoles, le puede dar una idea de lo que sería esto.
Acemoglu & Robinson, en su libro "Why Nations Fall", ponen como coronación de su obra histórica que la condición de que un país prospere y se enganche a la civilización es que tenga un estado central que proteja el funcionamiento de la economía, los derechos individuales, y proteja a los débiles frente a los fuertes. Un estado integrador. No es una idea sacada de la chistera. Es una teoría contrastada históricamente con miles de ejemplos de países que se quedaron en la cuneta porque no lograron, en el momento crítico, un estado central que hiciera funcionar las sinergias sociales.
El federalismo (que es lo que propone este "cinglé": tronado) funciona si está coronado por un estado central que mantiene la supremacía. Ejemplo, EEUU. Y, digamoslo, tiene el derecho de revertir una competencia cuando considere que podrá que afecta a todos. Sólo un gobierno central que mantiene las riendas puede legislar para todos los individuos igual. Centrifugar los recursos económicos haría al estado central la comunidad número 18, supeditada a lo que decidieran la demás. Dada la tendencia de España a la ruptura, no es imposible que dos comunidades se marcharan e intentaran integrase por su cuenta en la UE, otras se asociaran para lograr supremacía sobre las demás, y la más pobres bajarán al nivel de pobreza de país emergente. No habrá ninguna interesada en tomar el gobierno central. ¿Para qué?
Los escenarios posibles son varios, pero todos acabarían en un bajón considerable de la extensión del mercado interior, un estado sin las economía de escala que tiene todo estado central, lo que aumentaría la presión fiscal para mantener unos servicios sociales mínimos.
De hecho ya hemos recorrido mucho trecho en esa dirección, pero la culminación sería el modelo Gargallo. Una locura. Y lo que no es creíble es que un estado central sin recursos tendría la fuerza suficiente para imponerse sobre las comunidades forales, y menos sobre varias asociadas.
Él mismo lo ha dicho: foralismo, es decir, feudalismo, en el que todo dependería de la voluntad de los señores feudales en cumplir con los compromisos con el rey. Es decir, una negociación continúa, hacia la que casi hemos llegado, pero que mejor sería parar el proceso, no acelerarlo. Es una propuesta anti histórica, como decía Jouvenel en su libro "Sobre el Poder", pues la historia de Europa es una lenta recuperación del poder central por la corona, apoyado por el pueblo, que prefería la lejana disciplina del monarca que la incontrolable cercanía del Señor. El rey va recuperando sus poderes gracias a la creación de una clase funcionarias nueva, los letritas, que gestionan sistemáticamente lo que antes estaba dejado al azar. Esa nueva clase va dictando leyes, y poco a poco desaparece la arbitrariedad, pero para eso había que recuperar el poder económico de los feudos. Una historia de recentralización teniendo como mito el antiguo imperio romano, la guía última de los reyes europeos.
Repito: ¿Cómo puede este señor ser ministro de Estado? Uno que está repleto de ideas viejas, que él cree "a la page", cuando dice:
Es decir, no hemos hecho más que avanzar en Europa. ¿Eueopa, que va aplastando países como si fueran enanos? . ¿Pero en qué mundo vive?Para el titular de exteriores hay que tener en cuenta que las circunstancias han cambiado radicalmente. "Han pasado 30 años y ya tenemos una experiencia, formamos parte de la UE y se ha producido una auténtica revolución en el escenario económico mundial y en el terreno de las ideas", ha señalado, para añadir que "en ese mundo nuevo, es obvio que la organización territorial del Estado es uno de los aspectos que hay que considerar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario