Cuál es el valor que damos a la libertad? Nos quieren convencer que la libertad total es cojonuda, pero no creo que en España, hoy, que hay libertad para abortar a la carta, orinar en la calle, Escrachear a tu vecino -basta que le denuncies por un pelín de que no te caiga bien - seamos un paraíso de la libertad.
La libertad sin una seguridad razonable no es libertad. La libertad que no se valora en España -porque no se analiza- es la libertad negativa, una calificación que hizo Isahia Berlin frente a la libertad positiva. Ésta última es la libertad de juntarte con unos compis e ir de botellón o de escracheo. Es decir, la libertad de participar en politica, y en España se participa en politica escracheando. La primera es la libertad de que no te monten el botellón en tu casa, o el escracheo.
Es decir, la libertad verdadera, que es la libertad de que no actúen contra ti impunemente, es igual a la seguridad que te ofrece el estado de que así sea. Por lo tanto, depende de un juicio de valor de sentido común: tengo derecho, como todo el mundo, a que no me escracheen. Desde el momento que grupos de opinión ponen en duda este juicio, y el estado se pliega a ellos, este tipos de libertad negativa se borra el mapa de libertades. Si nadie garantiza la libertad, no hay libertad.
La libertad negativa está directamente relacionada con los controles del poder. Cuanto más incontrolado es el poder, menos seguridad tienes de que tu libertad individual, privada, sea respetada. Por una parte, un poder tiránico es una nula seguridad. Pero poder nulo, endeble o timorato que se va plegando a los grupos de presión tampoco es un poder defensor de la libertad.
En España se ha declarado el derecho a la Picota. El derecho a la Picota es un derecho medieval por el que se podía hostigar, humillar y denigrar a alguien con el apoyo del poder. Ahora es un deporte libre, perfectamente organizado, y ante el que el gobierno se siente acobardado.
El miedo es libre y cuando se le da suelta es lógico que aumenten y se refuercen los grupos que sacan ventaja del miedo. Pero el miedo es el primer enemigo de la libertad. En un estado de miedo, no se siente uno libre de hacer lo que haría normalmente. Por ejemplo, cumplir con sus obligaciones. No es cuestión de cantidad de gente: basta que uno viva bajo el terror para sospechar de la calidad de la libertad en esa sociedad. Además, si no se frena cuando empieza, con la excusa que las víctimas son pocas, es seguro que se extiende.
España no es un gran país liberal. Es un país anarcoide, del "porque me da la gana" o "me sale de los cojones". El liberalismo histórico español en realidad era represivo, criado en la logias masónicas, nada amantes del respeto o de las garantías legales. Era más protosocialista e inquisitorial que defensor de la libertad, tan conspirativo como el poder que quería derribar. Y cuando tuvo el poder (1920-23) lo administró peor aún que el nefasto Fernando VII.
Desgraciadamente, el PSOE nunca ha caído tan bajo como ahora: prefiere coquetear con estos movimientos que hacer política de estado, y eso que dicen que Rubalcaba es un "estadista". El gobierno conservador se ve acosado como otras veces en la historia lo ha sido: en la turbulenta historia de España de 1909 a 1923. Entonces, como ahora, el catalanismo se unió a los republicanos, a la izquierda, y a los militares descontentos para acabar con el régimen. Los síntomas que se ven ahora de acoso y derribo de las instituciones, menos de las autonomías, claro, no son casuales. No lo fueron entonces y no lo son ahora.
No creo que sea un problema de reformar unas leyes, la constitución, y ya está. No, porque no es esa la voluntad de los acosadores-escracheadores-amedrentadores. No buscan reformitas, sino socavar. No tienen un plan concreto, salvo derribar lo que hay. Desgraciadamente los hay de derecha moderada que creen que cuando llegue lo "nuevo", lo que sea, les van a dejar participar en su edificación. Se creen que va a ser como una nueva transición, un pacto de caballeros. Será un pacto en el que toda buena voluntad de conciliación será excluida, como en el pacto de San Sebastián (1930), que abrió la puerta a la República, mismamente. Saben que una vez derribado el régimen se producirá un vacío (como en 1931) que no tendrán más que ocupar, como lo ocuparon entonces cogiendo un taxi y plantándose en Gobernación, Puerta del Sol, donde entraron por la puerta grande con la guardia civil firmes y saludando. Eso sí, no había nadie de derecha moderada en ese grupo (¿no cabían en el Taxi?) en el que estaba un tipo desconocido, muerto de miedo, con la tez verde de pánico, llamado Azaña. Como era el único que sabía escribir (aunque no gobernar), llegó muy lejos.
Bueno, pero esto sólo es una faz del problema. El otro es Europa, a la que le importa una higa que nos hundamos. (Lean el artículo de George Soros. Ver post anterior.)
En esas estamos. Dos derivas por las que se fuga la seguridad. Es decir, la libertad. Eso que llaman algunos la "libertades burguesas". Cotizan a fuerte descuento.
La libertad sin una seguridad razonable no es libertad. La libertad que no se valora en España -porque no se analiza- es la libertad negativa, una calificación que hizo Isahia Berlin frente a la libertad positiva. Ésta última es la libertad de juntarte con unos compis e ir de botellón o de escracheo. Es decir, la libertad de participar en politica, y en España se participa en politica escracheando. La primera es la libertad de que no te monten el botellón en tu casa, o el escracheo.
Es decir, la libertad verdadera, que es la libertad de que no actúen contra ti impunemente, es igual a la seguridad que te ofrece el estado de que así sea. Por lo tanto, depende de un juicio de valor de sentido común: tengo derecho, como todo el mundo, a que no me escracheen. Desde el momento que grupos de opinión ponen en duda este juicio, y el estado se pliega a ellos, este tipos de libertad negativa se borra el mapa de libertades. Si nadie garantiza la libertad, no hay libertad.
La libertad negativa está directamente relacionada con los controles del poder. Cuanto más incontrolado es el poder, menos seguridad tienes de que tu libertad individual, privada, sea respetada. Por una parte, un poder tiránico es una nula seguridad. Pero poder nulo, endeble o timorato que se va plegando a los grupos de presión tampoco es un poder defensor de la libertad.
En España se ha declarado el derecho a la Picota. El derecho a la Picota es un derecho medieval por el que se podía hostigar, humillar y denigrar a alguien con el apoyo del poder. Ahora es un deporte libre, perfectamente organizado, y ante el que el gobierno se siente acobardado.
El miedo es libre y cuando se le da suelta es lógico que aumenten y se refuercen los grupos que sacan ventaja del miedo. Pero el miedo es el primer enemigo de la libertad. En un estado de miedo, no se siente uno libre de hacer lo que haría normalmente. Por ejemplo, cumplir con sus obligaciones. No es cuestión de cantidad de gente: basta que uno viva bajo el terror para sospechar de la calidad de la libertad en esa sociedad. Además, si no se frena cuando empieza, con la excusa que las víctimas son pocas, es seguro que se extiende.
España no es un gran país liberal. Es un país anarcoide, del "porque me da la gana" o "me sale de los cojones". El liberalismo histórico español en realidad era represivo, criado en la logias masónicas, nada amantes del respeto o de las garantías legales. Era más protosocialista e inquisitorial que defensor de la libertad, tan conspirativo como el poder que quería derribar. Y cuando tuvo el poder (1920-23) lo administró peor aún que el nefasto Fernando VII.
Desgraciadamente, el PSOE nunca ha caído tan bajo como ahora: prefiere coquetear con estos movimientos que hacer política de estado, y eso que dicen que Rubalcaba es un "estadista". El gobierno conservador se ve acosado como otras veces en la historia lo ha sido: en la turbulenta historia de España de 1909 a 1923. Entonces, como ahora, el catalanismo se unió a los republicanos, a la izquierda, y a los militares descontentos para acabar con el régimen. Los síntomas que se ven ahora de acoso y derribo de las instituciones, menos de las autonomías, claro, no son casuales. No lo fueron entonces y no lo son ahora.
No creo que sea un problema de reformar unas leyes, la constitución, y ya está. No, porque no es esa la voluntad de los acosadores-escracheadores-amedrentadores. No buscan reformitas, sino socavar. No tienen un plan concreto, salvo derribar lo que hay. Desgraciadamente los hay de derecha moderada que creen que cuando llegue lo "nuevo", lo que sea, les van a dejar participar en su edificación. Se creen que va a ser como una nueva transición, un pacto de caballeros. Será un pacto en el que toda buena voluntad de conciliación será excluida, como en el pacto de San Sebastián (1930), que abrió la puerta a la República, mismamente. Saben que una vez derribado el régimen se producirá un vacío (como en 1931) que no tendrán más que ocupar, como lo ocuparon entonces cogiendo un taxi y plantándose en Gobernación, Puerta del Sol, donde entraron por la puerta grande con la guardia civil firmes y saludando. Eso sí, no había nadie de derecha moderada en ese grupo (¿no cabían en el Taxi?) en el que estaba un tipo desconocido, muerto de miedo, con la tez verde de pánico, llamado Azaña. Como era el único que sabía escribir (aunque no gobernar), llegó muy lejos.
Bueno, pero esto sólo es una faz del problema. El otro es Europa, a la que le importa una higa que nos hundamos. (Lean el artículo de George Soros. Ver post anterior.)
En esas estamos. Dos derivas por las que se fuga la seguridad. Es decir, la libertad. Eso que llaman algunos la "libertades burguesas". Cotizan a fuerte descuento.
2 comentarios:
Chapeau. España es un país anarcoide, pero a la vez muy envidioso.
¿Por qué queremos libertinaje para hacer lo que nos dé la gana pero odiamos lo que otros consiguen por sí mismos en uso de su libertad?
Ah, claro. Que queremos un libertinaje anarquista subvencionado. Es decir, que el Estado proteja al anarquista (¿?) poniéndole en la misma situación que sus conciudadanos de mejor posición.
Esto es liberalismo político y teoría del "nivel de vida mínimo" asegurado por el Estado.
Un nivel de vida mínimo, por cierto, muy "máximo"...
Libertinaje anarquista subvencionado, eso está bien. Me ha gustado.
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