"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 9 de julio de 2013

Trampa de la liquidez. Una cuestión de activos y pasivos

La trampa de la liquidez no es comprendida del todo por los economistas. Si un profano pregunta a un profesional (por mas señas, español) como explica este concepto Keynesiano, probablemente le dirá que no lo sabe, y que no importa, puesto que no existe: es falso. La Trampa de la Liquidez fue baneada de lao programas universitarios desde al menos los años setenta.

Entonces, si le preguntara si es partidario de Friedman, que rechazaba la trampa de la liquidez, y creía que sólo con la política monetaria se podría salir de una crisis, te dice que sí (monetarista); o por el contrario, te dice que no, que no es partidario de ninguna política específica contra la crisis, salvo liberalizar los mercados, especialmente el de trabajo (lucasiano-libertario-austérico).

Y si le dijera que si los mercados están ya máximamente liberalizados, que no se pueden liberalizar más, y sin embargo la economía está hundida, entonces te dice que lo único que se puede hacer es esperar a que los precios y salarios toquen fondo, para que la demanda de consumo y de empleo se recuperen, y si le pides un ejemplo de una economía que haya salido de esa manera de una depresión, te dice que la historia está llena de ejemplos. Por ejemplo, en un lejano tiempo en que había libertad bancaria y los bancos eran emisores, y emitían con cuidado de no dañar su imagen, por lo que emitían justo lo que necesitaba la economía. O tiempos menos lejanos en que el patrón oro inducía una estabilidad gracias a su compromiso de no emitir más dinero que el que el precio oficial del oro y la cantidad poseída permitían.

Sin embargo, esta reseñado que entonces había crisis financieras (Gorton:"Misunderstanding Financial Crisis").

Todo esto tiene en origen una creencia común, y es que no hay saldos financieros, pasivos y activos. Los precios de los mercados de bienes devuelven a la economía real a su equilibrio natural.

Sin embargo, las crisis como la presente sólo se piden explicar introduciendo los desequilibrios financieros entre los agentes.

Ahora definamos la trampa de la liquidez como hace Pilkingtonphil citando a Minsky:

After a debt deflation that induces a deep depression, an increase in the money supply with a fixed head count of other assets may not lead to a rise in the price of other assets. (Stabilizing an Unstable Economy, p202)
So, what happens in such a scenario? Well, interest rates on assets that are not considered almost perfectly liquid rises sharply. Here is Minsky from his earlier book John Maynard Keynes:
The view that the liquidity-preference function is a demand-for-money relation permits the introduction of the idea that in appropriate circumstances the demand for money may be infinitely elastic with respect to variations in the interest rate… The liquidity trap presumably dominates in the immediate aftermath of a great depression or financial crisis. (John Maynard Keynes, p36)
La trampa de la liquidez es cuando la preferencia por el dinero líquido es insensible al tipo de interés. En condiciones normales, la preferencia entre activos es una escala graduada desde la máxima liquidez sin riesgo (dinero) a la máxima rentabilidad con riesgo (renta variable). En una trampa de la liquidez rodó el mundo prefiere vender sus activos para detentar sólo liquidez.
Así hemos definido la Trampa de la liquidez en contraposición a los demás activos, que caen todos de precios (sube su tipo de rendimiento), pese a lo cual, nadie querrá comprarlos de nuevo durante mucho tiempo. Un economista clásico dirá que esta situación no es duradera, pues tarde o temprano la caída de precios incitará la vuelta de la demanda de esos activos. Sin embargo, la experiencia dice que puede prolongarás mucho esa caída de precios.

A partir de aquí divergen los monetaristas y los keynesianos. Los primeros dicen que basta aumentar el dinero en circulación hasta que la gente se sienta saturada y acuda al mercado a gastar en consumo e inversión, lo que menosprecia el problema de que su deuda está fijada, mientras que sus activos se han esfumado. Veamos lo que decía Friedman en 1998 respecto a Japón, en su citado artículo "Reviving Japan", en el que coinciden todos los monetaristas de la línea Market Monetarist:


The surest road to a healthy economic recovery is to increase the rate of monetary growth, to shift from tight money to easier money, to a rate of monetary growth closer to that which prevailed in the golden 1980s but without again overdoing it. That would make much-needed financial and economic reforms far easier to achieve.




Defenders of the Bank of Japan will say, "How? The bank has already cut its discount rate to 0.5 percent. What more can it do to increase the quantity of money?"
The answer is straightforward: The Bank of Japan can buy government bonds on the open market, paying for them with either currency or deposits at the Bank of Japan, what economists call high-powered money. Most of the proceeds will end up in commercial banks, adding to their reserves and enabling them to expand their liabilities by loans and open market purchases. But whether they do so or not, the money supply will increase.
There is no limit to the extent to which the Bank of Japan can increase the money supply if it wishes to do so. Higher monetary growth will have the same effect as always. After a year or so, the economy will expand more rapidly; output will grow, and after another delay, inflation will increase moderately. A return to the conditions of the late 1980s would rejuvenate Japan and help shore up the rest of Asia.
No es que sea desaconsejable, pero es sorprendente que no tiene en cuenta las deudas acumuladas y y la caída de la renta de muchos personas, que han pedidos su trabajo o han visto caer su cartera de activos mientras las deudas siguen ahí, exigibles. En particular, ss sorprendente que no tenga en cuanta la crisis bancaria de Japon en aquelloa años, que exigió toneladas se dinero publico para rescatarla. Cuanto menos parece faltar la consideración de que el Banco de Japón ha de comprara otros activos, ya que el canal e transmisión u comunicación entre mercados de activos parece gravemente atascado. En otras palabras, parec que lao mercados no son tan eficientes para rehabilitarse por sí solos, sin una intervención coordinada del gobierno y el banco central dirigida a objetivos precisos, como restablecer la confianza en la banca y evitar el colapso en cadena de todos los mercados.
Si la caída de renta y de cartera ha aumentado sustancialmente el valor de la deuda respecto renta y patrimonio, porque la deuda se contrajo con falsas expectativas de que el activo no iba a caer jamás de precio, no parece que la trampa de la liquidez (la demanda ilimitada de dinero) se resuelva con inyecciones sin límite, más cuando estas inyecciones se relacionan con un indicador de flujo, como el PIBN o los precios, de manera que se inyecten hasta que el PIBN crezca un x% o los precios un z%. Son los precios de los activos en relación a la deuda lo significativo.

Este desparejamos patrimonial afecta a todos los sectores, familias, empresas no financieras, y bancos. Todos han quedado dañados en su solvencia. Los monetaristas dicen que la inyección de liquidez permitirá que se paguen las deudas, y que se reactiven los mercados de activos. No es que esa política sea desaconsejable, al revés. Pero el proceso es lento, más si no de ve impulsada por una acción decisiva del gobierno. La morosidad de unos a otros aumenta. La capitalización de los bancos cae gravemente. La pérdida de empleo y el aumento del paro no se restablecen inmediatamente. Y esto sucede por muy desregulados que estén los mercados. No reconocerlo, por creer que los mercados son eficientes, trae la consecuencia en la que estamos inmersos ahora.

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