"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 22 de agosto de 2013

El austerismo

Mark Blyth explica muy buen los efectos de la politica de austeridad impuesta por las autoridades del euro. No es que diga nada nuevo, es simplemente que lo explica muy bien.

La austeridad, o mejor el austerismo, se debe al errror garrafal de concepto de creer que la deuda pública es la culpable de la debilidad del euro. El euro se fundó sobre muchos errores y silencios, y su signo de solidez se depositó en unos déficits y deudas máximos de los gobiernos.

Cuando la crisis llegó, la contracción de la demanda (esa cosa que para los sesudos economistas de la oferta no existe) derrumbò los ingresos fiscales y aumentó los gastos sociales, lo que se llama en teoría los "estabilizadores automáticos": es decir, algo que sirve para suavizar la caída de la economía privada y que se cierra cuando la economía vuelve al crecimiento. Es un trasvase de deuda transitorio del sector privado al público, que se supone que tiene más fácil y barato su financiación. El sector privado, que tiene que sacar sus excesos de deuda, se encuentra así con más facilidades para hacerlo. La recuperación permitirá recuperar los ingresos fiscales perdidos.

Lo que pasa es que la brutalidad de la crisis (que pudo haber sido mucho más intensa) disparó la cifras de deuda a niveles que asustaron a los gobiernos. En el G-20 de Toronto, en 2010, decidieron que el mayor problema era la deuda y que la política debería a orientarse a la consolidación fiscal, que era la propuesta de la UE.

Que el problema no era el desequilibrio fiscal lo demuestra que la deuda pública española, antes de la crisis, era ridícula: 36% del PIB. España había hecho una política fiscal anticíclica, es decir, había reducido su deuda en la fase alcista. La brutalidad de la fase contractiva fue la causa principal del aumento de la deuda/PIB española.

Por lo tanto, intentar consolidarse fiscalmente en plena recesión no era acertado. A ello vino a sumarse la terrible política monetaria del BCE, que se descubrió que NO era prestamista de última instancia, lo que dejaba en el aire la valoración del riesgo de la deuda de los países del euro. Durante una crisis, y más de las dimensiones de la actual, no sólo la política monetaria expansiva es necesaria, sino que se ha de instrumentar con compras del Banco Central del exceso deuda emitida para absorber la deuda privada.

Garantizar la estabilizadas del precios de esa deuda, o lo que es lo mismo, que su rendimiento sea lo más bajo posible para evitar caer en la trampa de la liquidez, como hizo la FED, es necesario para contrarrestar los impulsos recesivos que dominan a la economía privada, endeudada y con una pérdida del valor de sus activos que contrae la demanda de consumo de inversión. Pero el BCE demostró en toda su magnificencia los graves defectos de diseño con que se lanzó. Defectos que se resume en uno:no tiene un gobierno dueño de él, sino 16, y las deudas de los 16 no le ofrecen la misma garantía. De repente, el capital de BCE se convierte en un tema crucial, pues la adquisición de bonos soberanos dudosos obligaría a recurrentes ampliaciones de capital de los países miembros, o eso se ha puesto de excusa para no hacer su papel de Back stop de los mercados de bonos.

El capital de un Banco Central es normalmente un tema de lejana preocuación, más en momentos de emergencia. Pero el BCE es especial: quiere mantener una imagen de rigor que, sin darse cuenta, se refleja en la caída libre de la imagen de lao bancos a los que cubre. La solidez del BCE depende de la fragilidad de los bancos con los que opera.

Si los bonos soberanos entran en sospecha, como entraron, y empiezan a debilitarse, las reglas dicen que el BCE debe imponer Hair Cuts a esos bonos cuando la banca acude al BCE a por préstamos de liquidez, con pérdida importantes que agravan su situación, ya de por sí delicada por la crisis. Además, los mayores tenedores de deuda de un país son sus bancos, por lo que las caídas de su valor en el mercado imponen pérdidas a la banca que han de provisionarse. Es de esta forma que la crisis de deuda soberana se une y potencia a la crisis del sistema financiero.

Todas estas funciones que el BCE no ha podido asumir las ha paliado con una serie de operaciones alternativas heterodoxas, que no han sido en todo caso suficientes. La Policy Mix (coordinación de la política fiscal y monetaria), que es clave en la eficacia de ambas, no ha logrado ni reducir la deuda ni adelantar la recuperación, ni restablecer la confianza en la banca. Pero, ¿como se coordina una política monetaria orientada a contener la inflación con una fiscal de austeridad de cada país, sin tener en cuanta lao efectos externos? Pues el resultado ha aifo el único punto en el que podían coincidir ambas políticas divergentes: el BCE declaró que estaría dispuesto a comprar deuda de un país si éste ofrece garantías de reducir drásticamente su déficit. No es precisamente una buena Policy Mix para salir de la recesión.

Teóricamente, una buena Policy Mix debería ser una política de consolidación a largo plazo, pero a corto plazo una política de endeudamiento y de aumento del gasto, financiado por el BCE.

Como dice Blyth en el artículo citado,

When a country gives up its monetary sovereignty, its banks are effectively borrowing in a foreign currency, making them exceptionally vulnerable to liquidity shocks, like that which sparked turmoil in Europe’s banking system in 2010-2011. The government, unable to print money to bail out the banks or increase export competitiveness through currency devaluation, is left with only two options: default or deflation (austerity).

Cuando un país cede su soberanía monetaria, si banca de hecho esta financiándose en una moneda extranjera, lo cual le hace vulnerable a una crisis de desconfianza que desate una crisis de liquidez (no soluble por el BCE extranjero) y de competitividad, por la imposibilidad dedevaluar. La primera puede iniciar una huida de depósitos y agravar la crisis bancaria, la segunda impide el ajuste de precios de los activos para el capital exterior.

Todos estos fallos persisten. Se habla ahora de recuperación del crecimiento en la Eurozona, pero estos fallos gigantescos no parecen una garantía de crecimiento estable duradero.

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