"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 20 de octubre de 2013

De José García Dominguez

En twiter. Recién pillado, Artículo del ABC de JGD. Muy bueno.

Lo en verdad asombroso de esa ola de optimismo a cuenta de un fin inminente de la crisis, la que estos días ha hecho eclosión con brotes de euforia bursátil incluidos, es que la élite económica haya llegado a creerse su propia fantasía. Tras más de cinco años desde el inicio de la Gran Recesión, diríase que todavía no han comprendido que es distinta a todas las anteriores. No han comprendido lo obvio, a saber, que una vez inserta su economía en la moneda única, España solo dispone de dos alternativas posibles: o igualar la productividad de Alemania, o continuar con el proceso de voladura incontrolada su tejido industrial, la destrucción masiva de instalaciones fabriles que se inició en 2007. Y es que, sin el viejo escudo protector de la peseta, no hay ninguna otra opción.
Tan desoladoramente simple y, sin embargo, ni en la derecha ni en la izquierda lo acaban de entender. De ahí que ambas sigan predicando estrategias propias de un mundo que ya únicamente existe en las enciclopedias, el del Estado-nación soberano previo al nacimiento del espacio euro. Todos esos interminables debates bizantinos sobre galgos y podencos, esto es a propósito del déficit y de la deuda pública, orillan el problema fundamental. Porque deuda y déficit apenas representan síntomas epidérmicos de una enfermedad tal vez incurable: la ineficiencia comparativa de gran parte de nuestro aparato productivo. Tara congénita que el espejismo de la burbuja inmobiliaria logro ocultar a la vista durante casi un década. Una enfermedad, la nuestra, que, por cierto, no se cura con el fácil recurso de mutilar los salarios. Al cabo, en los tiempos de la peseta, las regiones deprimidas del sur también tenían sueldos mucho más bajos que las zonas ricas del norte como Cataluña o el País Vasco. Circunstancia que de nada les sirvió a efectos de corregir su secular postración industrial y permanente declive relativo. Como España y Alemania, hoy. Por desgracia, esos optimistas sueñan despiertos.

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