La ley de Say no suele estar en el centros del debate económico, aunque desde su formulación original por su autor es el punto de división crucial entre economistas (ya en tiempos lejanos, entre Ricardo y Jevons, por ejemplo). Me refiero a economistas del equilibrio general frente a los economistas del desequilibrio, aunque éstos, por falta de herramientas adecuadas, mucha veces tengan que explicar el desequilibrio con ideas de la economía troncal.
En "¿Quien teme la ley de Say?" , de David Glasner, hay un artículo, creo que definitivo, sobre la ley de Say. En él se ve el recorrido a través del tiempo de esa divisoria entre economistas de uno u otro signo. Que no es un signo político, sino de actitud ante la realidad y su modelización. Para los primeros es posible modelizar la realidad económica sobre una teoría simple de los sujetos económicos, y para los otros no. Es más, aunque Marx criticó acerbamente a Say, hoy los economistas de izquierdas parten en su mayoría de los postulados del Equilibrio General: y, por tanto, de la ley de Say.
La ley de Say/Waltas (creo que Walras es una perfección formal de Say), o "ley de los mercados", dice que no puede haber nunca un exceso de oferta. Toda oferta se hace para poder gastar lo ingresado por su venta, por lo que es un "sinsentido" pensar que la gente se va a guardar el dinero y no gastarlo, cuando este es totalmente improductivo (el dinero no es un activo, no guarda valor q través del tiempo). El "ajuste fino" de los precios hará que la mercancía no vendida se abarate, y encaje en el presupuesto de gasto de los consumidores.
La formulación de Walras es más formal: el dinero es uno de los bienes, el enésimo, que se toma como numerario, por lo que los precios de los n-1 demás bienes se expresa en unidades de éste. El dinero es un medio de intercambio sin utilidad. No tiene sentido retenerlo.
Hay una crítica de un economista desconocido hoy en día, Óscar Lange, quién dijo que el equilibrio Walrasiano sólo era posible en una economía de trueque. Si hay dinero, siempre puede haber un conjunto de precios que lleve a un exceso de oferta no vendida, que sería idéntica al exceso de dinero no gastado. Por lo tanto, la ley de Say, referida específicamente al dinero como un medio de pago sin valor temporal (no activo), es una cosa distinta del Equilibrio General.
Clower y Leijonhufvud, dos economistas keynesianos, llegaron más lejos y probaron que para que se cumpliera el equilibrio de Walras y la ley de Say, sería necesario que no hubiera transacciones a precios "falsos", o no de equilibrio final. El equilibrio Walrasiano, o la creencia en que la economía tiende al equilibrio por sí sola, se basa en que la información de los agentes es veraz y segura, y no hay transacciones a precios fuera de ese equilibrio. Para eso se requieren metáforas inverosímiles, como el "Subastador" (auctioneer), quien, como en una subasta de arte, va tanteando precios hasta que se alcanza un acuerdo, pero en esta caso para todo la economía. Si, como sucede en realidad, hay transacciones a precios fallidos, puede haber al final del día excesos de oferta. Además, esos es esos de oferta no tienen por qué corregirse al día siguiente, sino ampliarse, si la información de los agentes no es vera y segura.
Esto, como se comprende fácilmente, lleva al multiplicador keynesiano: hay contracciones o expansiones acumulativas de demanda u oferta que alejan a la economía del equilibrio. La respuesta de los "Clásicos" es que los precios no son flexibles porque hay una interferencia "artificial" en su libre juego. Por ejemplo, los parados tienen la culpa d su situación porque no aceptan salarios más bajos. ¿Les suena?
Para los Neokeynesianos, los precios pueden ser rígidos y desorientadores, lo cual exige políticas monetarias correctoras. Pero al contrario de Keynes, no aceptan que pueda ser duradero.
Por eso he dicho antes que hay dos clases de economistas, y la ley de Say es la que los divide, aunque muchos no lo saben. Hoy yace enterrada en los modelos bajo montones de matemáticas que tapan su simplicidad, por lo que es mucho más difícil criticarlos.
En "¿Quien teme la ley de Say?" , de David Glasner, hay un artículo, creo que definitivo, sobre la ley de Say. En él se ve el recorrido a través del tiempo de esa divisoria entre economistas de uno u otro signo. Que no es un signo político, sino de actitud ante la realidad y su modelización. Para los primeros es posible modelizar la realidad económica sobre una teoría simple de los sujetos económicos, y para los otros no. Es más, aunque Marx criticó acerbamente a Say, hoy los economistas de izquierdas parten en su mayoría de los postulados del Equilibrio General: y, por tanto, de la ley de Say.
La ley de Say/Waltas (creo que Walras es una perfección formal de Say), o "ley de los mercados", dice que no puede haber nunca un exceso de oferta. Toda oferta se hace para poder gastar lo ingresado por su venta, por lo que es un "sinsentido" pensar que la gente se va a guardar el dinero y no gastarlo, cuando este es totalmente improductivo (el dinero no es un activo, no guarda valor q través del tiempo). El "ajuste fino" de los precios hará que la mercancía no vendida se abarate, y encaje en el presupuesto de gasto de los consumidores.
La formulación de Walras es más formal: el dinero es uno de los bienes, el enésimo, que se toma como numerario, por lo que los precios de los n-1 demás bienes se expresa en unidades de éste. El dinero es un medio de intercambio sin utilidad. No tiene sentido retenerlo.
Hay una crítica de un economista desconocido hoy en día, Óscar Lange, quién dijo que el equilibrio Walrasiano sólo era posible en una economía de trueque. Si hay dinero, siempre puede haber un conjunto de precios que lleve a un exceso de oferta no vendida, que sería idéntica al exceso de dinero no gastado. Por lo tanto, la ley de Say, referida específicamente al dinero como un medio de pago sin valor temporal (no activo), es una cosa distinta del Equilibrio General.
Clower y Leijonhufvud, dos economistas keynesianos, llegaron más lejos y probaron que para que se cumpliera el equilibrio de Walras y la ley de Say, sería necesario que no hubiera transacciones a precios "falsos", o no de equilibrio final. El equilibrio Walrasiano, o la creencia en que la economía tiende al equilibrio por sí sola, se basa en que la información de los agentes es veraz y segura, y no hay transacciones a precios fuera de ese equilibrio. Para eso se requieren metáforas inverosímiles, como el "Subastador" (auctioneer), quien, como en una subasta de arte, va tanteando precios hasta que se alcanza un acuerdo, pero en esta caso para todo la economía. Si, como sucede en realidad, hay transacciones a precios fallidos, puede haber al final del día excesos de oferta. Además, esos es esos de oferta no tienen por qué corregirse al día siguiente, sino ampliarse, si la información de los agentes no es vera y segura.
Esto, como se comprende fácilmente, lleva al multiplicador keynesiano: hay contracciones o expansiones acumulativas de demanda u oferta que alejan a la economía del equilibrio. La respuesta de los "Clásicos" es que los precios no son flexibles porque hay una interferencia "artificial" en su libre juego. Por ejemplo, los parados tienen la culpa d su situación porque no aceptan salarios más bajos. ¿Les suena?
Para los Neokeynesianos, los precios pueden ser rígidos y desorientadores, lo cual exige políticas monetarias correctoras. Pero al contrario de Keynes, no aceptan que pueda ser duradero.
Por eso he dicho antes que hay dos clases de economistas, y la ley de Say es la que los divide, aunque muchos no lo saben. Hoy yace enterrada en los modelos bajo montones de matemáticas que tapan su simplicidad, por lo que es mucho más difícil criticarlos.
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