"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 19 de octubre de 2014

Desigualdad y crecimiento

Yanet Yellen ha hablado de las consecuencias de la aguda desigualdad de la renta y la riqueza para el crecimiento económico.

Algunos se han felicitado por ello, otros no. Los austéricos, por supuesto, no. Otros que no han tragado bien que un "policymaker" no se dedique a lo suyo -la política monetaria- y entre en cancha ajena, son los Market Monetarists. Vean aquí el desconcierto que han sentido. No es de extrañar: tienen un dogma: dinero y mercados.

Pero es que, precisamente, se trata de indagar si una desigualdad aguda afecta o no al crecimento económico, con lo que la política monetaria podría ver mermada su efectividad para hacer su trabajo. Es lo que dice Yellen, y lo que también afirma Mohamed El Erian: la desigualdad afecta al crecimento.

Ya vimos que en House of Debt se demuestra que la crisis ha traído una mayor desigualdad se renta y patrimonio. La crisis ha sido un sutnami que se ha llevado todo el parrimonio de los más pobres y sólo les ha dejado las deudas. Me parece no ofender a nadie plantear esta hipótesis: si las rentas más bajas ven caer sus rentas y su parrimonio, las ganas de endeudare y gastar se difuminan. Lo mismo pasa con las rentas empresariales y la inversión.

Si las expectativas de ganancias futuras son inciertas, y las deudas presentes son inmensas, la demanda de consumo e inversión se retrae. No me parece una monstruosidad decir eso. Sobre todo porque parece bastante evidente.

Y parece evidente que sólo la política monetaria no va a ser capaz de generar crecimiento. Sí, Janet Yellen debe dedicarse a lo auto, pero no pasa nada porque doemule una hipótesis. Al fin y al cabo, el Banco de España se ha pasado toda su puta p-t- BID disidiendo que los salarios en España eran excesivamente altos. Era una hipótesis razonable, y la decía: que había que reformar algo en el mercado de trabajo. Lo que no es razonable es decir siempre lo mismo como un papagayo.

Es fácil ver que la crisis ha dejado un barrizal de deudas y unas rentas mucho menores. Eso ha de afectar a las expectativas, o no somos economistas. Las expectativas de futuro son la clave de la economía capitalista. Si las expectativas de ganancia en la inversión son inciertas, no habrá inversión. Si no hay inversión, no hay crecimento, por mucho tiempo que este el tipo de interés del BC en cero.

Entonces Yellen y EL Erian reconocen que una política fiscal podría colaborar con la monetaria en acortar el plazo en el que se reponen las expectativas, que puede se tan largo como siete años o más, como se ve en España. El Erian:

As a result, most countries face a trio of inequalities – of income, wealth, and opportunity – which, left unchecked, reinforce one another, with far-reaching consequences. Indeed, beyond this trio’s moral, social, and political implications lies a serious economic concern: instead of creating incentives for hard work and innovation, inequality begins to undermine economic dynamism, investment, employment, and prosperity.
Given that affluent households spend a smaller share of their incomes and wealth, greater inequality translates into lower overall consumption, thereby hindering the recovery of economies already burdened by inadequate aggregate demand. Today’s high levels of inequality also impede the structural reforms needed to boost productivity, while undermining efforts to address residual pockets of excessive indebtedness.
This is a dangerous combination that erodes social cohesion, political effectiveness, current GDP growth, and future economic potential. That is why it is so disappointing that, despite heightened awareness of inequality, the IMF/World Bank meetings – a gathering of thousands of policymakers, private-sector participants, and journalists, which included seminars on inequality in advanced countries and developing regions alike – failed to make a consequential impact on the policy agenda.
Policymakers seem convinced that the time is not right for a meaningful initiative to address inequality of income, wealth, and opportunity. But waiting will only make the problem more difficult to resolve.

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