La moda siniestra del Chicken Game

En su columna de hoy, José Antonio Zarzalejos critica la actitud de Mas & Junquera de "Chicken game", a todo o nada, o también "ruleta rusa", a ver quien es el primero que se acobarda. El que más aguanta gana, o produce la muertes de los dos contrincantes, por eso es un juego en que el premio es máximo, pero el posible castigo también. No hay posiciones intermedias.
El Chicken, la gallina, se supone que es él gobierno, es decir, Rajoy: se cuenta con que se retire "prudentemente" de la lucha para evitar mayores males; cosa que ha venido haciendo hasta ahora, según el patentado modelo arriolistico.

¿Se han fijado en la cantidad de retos "Chicken Game" que hay en el presente? ¿Hay algua razón oculta para que se multipliquen estos retos precisamente ahora?

Tenemos un antecedente para tirar paralelismos, que es el convulso periodo de la crisis de los años treinta del pasado siglo. Entonces, como hoy, había una crisis y desorientación en el mundo occidental. La crisis económica (dejemos ahora sus causas, que ya he explicado en otros post -aquí y aquí- , pero que están magistralmente narradas en el último libro de Barry Eichengreen, "Hall of Mirrors"), produjo un profundo malestar en las sociedades europeas. Malestar que se reflejó en las obras literarias de entonces, de las que puedo citar "La Rebelión de las masas" de OyG y, por si pesimismo mesiánico, "La decadencia de Occidente", de Splenger.

Pero en mi opinión el más ajustado a la realidad fue "Las consecuencias económicas de La Paz" de Keynes, en el que predecía que La Paz de Versalles fue un error de magnitud enorme, que traería otra guerra por la ruina y el malestar que iba a causar en centro Europa.

Keynes se quedó desde entonces con la preocuación de que el mundo europeo se estaba hundiendo, y escribió su magna obra, "General Theory..." apresuradamente, Intentando explicar las razones de la crisis económica que estaba moviendo el suelo europeo como un terremoto constante.

Y lo que estaba pasando en los paises europeos, occidentales o no, era una multiplicación enloquecida del "Chicken Game", de nuevos grupos políticos, aventurera, desdeñados en sus comienzos por su escasa relevancia, pero que al cabo de 10 años de crisis barrían del tablero político a los partidos democráticos y se apoderaban de las instituciones. Mussolini, Hitler son los más conspicuos, pero todo el suelo europeo se vio conquistado por audaces y violentos grupos -no se les puede llamar partidos- que, con impaciencia, se desembarazaron de lo "antiguo", del turno parlamentario y de las dinastías que, hasta ahora, habían gobernado pacíficamente.

Pero ya no era el turno de La Paz, sino de ensalzar la violencia.

Concretamente, en España, de manera muy similar a otros países, se produjo el golpe de Primo de Ribera, en 1923, golpe que fue seguido de una vorágine que la República no pudo controlar. La vorágine se creía, erróneamente, que era interna, cuando en realidad era un ventarrón europeo que dividió al continente en dos polos de atracción: Fascismo y Comunismo; excepción hecha, naturalmente, de Gran Bretaña, pese a los conflictos internos y externos (Irlanda) aún mayores a los que se enfrentaba.

Ese fue el resultado del Chicken Game europeo de entonces. Un juego inconcebible mientras las cosas van razonablemente bien, o engañosamente bien, es decir, cuando hay trabajo y esperanza. Entonces es más difícil movilizar a las masas, que lo quieren conseguir su lugar al sol, y que sus hijos tengan el suyo. No es posible el Juego de la gallina, porque no hay adversario y no hay seguidores. Hay que esperar -en los cuarteles de invierno, o en las alcantarillas, o al calor de un pequeño puesto en una universidad degradada-, hay que esperar que se envenenen las cosas para salir a la conquista del cielo, que como dijo alguien, a él se llega con violencia.