"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 5 de julio de 2015

Domingo de chiringuito

Hoy hemos tenido la idea estrambótica de ir a un chiringuito. Más que nada, por no encerrarnos en casa y pisar la playa en un día tan playero. Error. No había sitio (todo reservado), por lo que nos dieron una mesa hundida en un mar de brazos, piernas,tripa, glúteos, coños y paquetes indistinguibles. Ah, y niños que pasaban por entre esa masa buscando a su mamá. Cuando la habían encontrado, se perdían de nuevo y reemprendían la búsqueda, mientras la abuela, en top less, me clavaba en la la costillas un codo desnudo acerado y puntiagudo.

Estábamos en una mesa cerca de la barra, así que pudimos asistir a un pase de modelos de playa más que interesante. No sé porqué la gente, sobre todo mayor, se empeña en ir sin camiseta, con un taparrabos, a ir a formar en la fila cuatro de la barra con la vana esperanza de que les va a tocar apoyarse en ella. Gilipollas, ¡Pero si no es rotatorio! Los mismos que esperaban cuando llegamos esperaban cuando nos fuimos.
 
Si es desagradable que la gente te avasalle en la civilización, vestida, me imagino que en plan cuerpo serrano, cubierto de crema del sol rebozada en arena, sobre una carne roja (vuelta y vuelta) debe ser para potar. Pues no: la gente estaba encantada de de frotarse unos a otros los pechos u las nalgas por el afán de conseguir una cerveza caliente.
 
Pedimos, por eso del calor, un salpicón de marisco. Lo que nos traen es ininderificable, aparte de algunos trozos, cuatro -dos para cada uno, un detallazo- de esa masa desconstruida que es como un tubo rosa por fuera y blanco por dentro, en trocitos: no sé como se llama y menos cómo se hace. Lo demás, al cabo de pensarlo mucho y darle vueltas con un seudo tenedor, , resulta que era tomate incoloro verdoso. No se si tenía aceite, pero vinagre sí. Marisco, afortunadamente, ni rastro. Han pasado ya tres horas, me encuentro bien, así que no he llamado a urgencias.
 
Eso sí, todo: la bebida, la comida, todo, debidamente "chambré", es decir, caldo-del-tiempo. Muy adecuado para que no te de una faringitis. He pedido una cerveza recién calentada, que echaba humo. Con la esperanza de que estuviera más frío, me he ido a un vino fino, que resulta habían chambreado, en la arena seguramente, desde el amanecer. Por pedir algo con hielo, he pedido tinto de verano, no por que me guste, si no por el hielo que se le supone (como el valor a un militar), pero justo al llegar a la mesa, los cachitos de hielo acababan de esfumarse: al ver ese amasijo informe de carne ahumana humeante, han huido como cobardes.
 
Aprovechando un momento de apogeo máximo de humanidad solidificada, he viso un hueco y, como Messi, me he colado ratonilmente hacia la salida, con la perrita colgando de la correa y mi propia insultadonme por no haberla avisado de que me iba sin pagar. Pero como le he explicado después, a 40* a la sombra, pero a pleno sol cegador, las ocasiones las pintan calvas.
 
Eso sí, el mar, que dicen que estaba precioso, ni lo he visto.
 

1 comentario:

Pablo Bastida dijo...

¡Maravilloso, Miguel! Estaba deseando leer estas crónicas playeras tuyas. Para enmarcar.