En la historia de España se ha producido muchas veces una curiosa forma de pertenecer a Occidente.
España pertenece a Europa y a Occidente, por mucho melón que no lo entienda. No haya más que ver con quién comparte sus fronteras a un lado y a otro. Pero en las luchas de Occidente ha tenido la curiosa tendencia a combatirlas dentro de sí misma.
España es romanizada como lo es gran parte de la Europa que luego será occidental. Luego, esa romanización será absorbida por los Godos, al igual que en Francia por los Francos, en Italia por los lombardos, etc. Los godos son el nuevo germen de Occidente. Su principal misión es absorber la cultura romana a través de su cristianización. La Iglesia es el vehículo de vieja la civilización romana, y los bárbaros se cristianizan y potencian su poder civilizador adoptando la fe. Los valores cristianos, mezclados con la ley romana, son el germen de Occidente.
Además, el mito del gran Imperio romano se convierte en el máximo impulso moral de la Gran Europa, bajo la forma de sucesivos mandatarios que, desde Carlo Magno, sueñan con recuperar la antigua grandeza. Nuestro Alfonso X el sabio fue uno de nuestros primeros candidatos al título de emperador del sacro imperio de Roma, que finalmente obtuvo Calos I, el primero y el último. (Por cierto, no por las armas, sino sonornando a lao príncipes electores, obteniendo el dinero mediante préstamo de la Casa Fugger).
El proceso de normalización y adaptación de los Bárbaros es largo, y cuando llega a su máximo desarrollo, llega la invasión del Islam en el setecientos. Tenemos el dudoso honor de ser la primera tierra conquistada por la nueva religión. En la lucha colectiva de los países europeos contra esainvasión, se forjará la primera idea consciente de una Europa unida. Lógicamente el cristianismo juega un papel esencial, pues se trata de rechazar unos valores arropados en una religión que produce rechazo en los pueblos invadidos. El cristianismo es la bandera común de loa países más importantes, la coraza protectora, y la fuente de valores, que se oponen a la invasión, al principio victoriosa.
¿Alguien ha pensado alguna vez qué sería de Europa si el Islam no hubiera sido expulsado por la alianza de loa países cristianos? Se suele creer que la Historia se cae por su propia lógica, que siempre ganan los que tenían que ganar. Es decir, que los cristianos eran los vencedores predestinados. Nada más falso. Igual que el Islam se apoderó de toda la franja norte de África romanizada, tan culta o más que algunos países europeos, podría haberse apropiado de gran parte de lo que ahora conocemos como civilización.
Entonces la historia sería otra, y a los lectores de ella les parecería lógica, pero sería muy distinta.
Como decía antes, desde que comenzó la forja de Europa en su lucha contra el islam, España iba a ser aliada firme de Europa y la occidentalización, pero dentro de sus fronteras. No envió misiones de ayuda a guerras contra el islam de otros (salvo cuando fue cabeza de imperio), aunque por el contrario, Europa mandó contingentes importantes en nuestra lucha contra el reino musulmán del Sur, empezando por la batalla decisiva de las Navas de Tolosa. Y desde entonces, en todas las batallas decisivas de Occidente, hasta la Segunda Guerra Mundial, España no ha participado fuera de sus fronteras, aunque tuvo su propia guerra civil, desde luego, marcada por las ideas por las que se combatía en Europa. (Aunque muchos prefiere pensar que fue una guerra de españoles, los españoles eran intérpretes de un guión escrito muy lejos y mal traducido).
Es decir, los españoles siempre se han dejado contagiar de las ideas de los demás, pero superficialmente, sean éstas las ideas democráticas, las comunistas antidemocracticas, y el fascio (aunque éste fue el menos penetrante en la sociedad, si no es un una minoría de locos). Cuando esas ideas fueron causas de una gran guerra, España ya habrá tenido su propia guerra interna, y estaba bajo la mano de hierro de Franco.
Así pues, la gran guerra exterior fue vista con lejanía y suspicacia. Franco se retiró de sus acuerdos con Hitler a medida que se vio claro que iba a perder. Hubo que esperar cierto tiempo a que una visión pro occidental de la guerra. Esta vino principalmente por el cine, y el cine era casi únicamente el americano, el gran arte propio de EEUU, y el gran propagandista, como lo han sido siempre las grandes artes, sea la pintura renacentista propaganda de la Iglesia, sea la literatura del gran Virgilio, escritor negro de Agusto, o el gran cine americano. La propaganda es lo que es, y lo que no tiene sentido es negar sus efectos en favor de un discurso más exquisito: eso siempre será minoritario.
Eso empezó a filtrarse en España en los años cincuenta. Quizás los primeros acuerdos de EEUU respaldando el régimen franquista hizo que nuestros primeros reconocimientos de los valores occidentales fueran antes americanos que europeos. Europa, además, nos miraba con absoluto desdén.
Desgraciadamente ese conocimiento nunca fue desarrollado del todo, contrastado con otras fuentes, así que fue un conocimiento superficial y deforme. Un poco más tarde, en pleno desarrollismo, se mezcló con otra corriente, que fue el auge de la propaganda marxista. Es curioso que en pleno franquismo, era más fácil acceder a las ideas marxistas (mal digeridas, por supuesto) que a las ideas demócratas, mucho más cercanas y asequibles. Pero el Régimen debía pensar que éstas eran más peligrosas, siendo las otras, al fin y al cabo, minoritarias. En la Universidad de entonces, era corriente vejar la idea de democracia como un artilugio "burgués" que servía para oprimir a las clases trabajadoras. La Iglesia, entonces muy de izquierdas (repito: muy de izquierdas), deseando quitarse el estigma del apoyo al régimen, hizo un gran papel en difundir el marxismo como más cercano al cristianismo que la democracia. Entones eran bastante corrientes los "curas rojos", que en las parroquias de extraradio difundían la nueva doctrina "social" de la iglesia, nacida en el Concilio Vaticano II, en los años sesenta, rápidamente deformada y convertida en un pasteleo entre el Evangelio y Marx.
Sí, lo han advininado: una "Teología de la Liberación", antes de ser exportada a LATAM -que a su vez influyó probablemente en el Papa Beloggio actual-. Su única encíclica hasta hoy es un canto a la ideología marxista y al materialismo, bajo la forma de un panteismo encubierto muy interesante, viniendo de un papa cristiano, aunque es posible que él no se haya enterado.
Obviamente, no se debe menospreciar el peso de la iglesia en esta papilla ideológica española que siempre acaba sintonizando muy bien con un marxismo superficial. Es de sus pocos elementos identificables, que siempre sale a relucir en cualquier conflicto, sea el secesionismo, sea el de la relación laboral. Estuvo presente (y no ha desaparecido) en ETA y el apoyo de la iglesia vasca; está presente en el secesionismo catalán. Está presente en las nunca terminadas instituciones laborales que siguen oliendo a catolicismo franquista que apesta (leed "¿Era Franco de izquierdas?, de J. Mosterin)... Y esa omnipresencia es imposible de explicar si se quita a la Iglesia y su poder sobre las conciencias.
Por eso me pregunto qué sentido tiene el anticatolicismo furibundo hoy en boga, como el de Pedro Sánchez. Pero cada uno tiene sus fantasmas.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)
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