(La barriga de) Benítez. Reseteemos los cerebros: El fútbol es cosa de machos (Hugo Sánchez).

No sé como se le ocurrió, la verdad, a Floper -ese gran esteta vendedor camisetas-, fichar a un entrenador con una barriga desproporcionada. Tenía razón Mou, cuando la esposa de Benítez le lanzó una puya furbolera -ella, esa tipa rara que prefiere vivir en Liverpool que en Madrid- y Mou le contestó que mejor sería que se ocupara de la dieta de su marido. Es que es verdad, joé.

Benítez se ha ido. Estábamos todos hasta la coronilla de verle salir del banquillo con la barriga bamboleante, la cara congestionada, dando mal ejemplo a la chiquillería. Una y otra vez, y total para qué, Sergio Ramos no se entera y ni le interesa. Era claro que no le hacían ni puto caso. Además, es que no lo entendía ni yo, con sus manitas regordetas amasando el aire.

Al final se puso un chaleco, lo que era de agradecer, pero demasiado tarde, Rafa. Mira Mono Burgos, qué bien lo ha hecho, un régimen de hierbas, y pis pas, hecho un pincel. El colesterol almacenado a la vista de todos es un mal ejemplo, aparte de antiestético, como decía Kant. Es decir, es amoral, y además, horroroso, como suele suceder, si se piensa bien.

Flo se dio cuenta que se había equivocado demasiado tarde. Fue el que le dijo lo del chaleco, pero no funcionó. En su cerebro no podía evitar que surgieran la imagen de Benítez y la de Zidane, equidistantes, y claro, no había color. Un caballero guapo, sin un gramo de más, de dos metros de altura, que va a reactualizar el interés de los medios en el banquillo de RM. Algo es algo.

Lo de jugar es otra cuestión. Depende de muchos albures. El más importante, que las estrellitas "exfoliadas" (Jorge Bustos, en "juguetes asexuados", dixit) dejen de mirarse en el espejo preguntando, "espejito espejito, quién es más guapo, Ronalda, o yo? No hay ni uno solo macho, ni uno, en esa recua, y el fútbol es cosa de machos, por lo menos alguno entre tanto manso. El único macho que había, Sergio Ramos, no tiene cerebro en esa cabeza cada vez más trabajada por su peluquero. Al menos para esto del fútbol. Bueno, no tiene cabeza ni para hacerse selfies con su hijo. Publica uno, y por un no sé qué tortuoso motivo, resulta que es el hijo de Messi. Repito, por si no lo han entendido: Ramos elige una foto de su hijo, y le cae e las manos una del hijo de Messi. ¿Why is it possible, cojones? ¿Será que no los distingue, o que está obsesionado con Messi? Misterio acongojante.

Y se queda tan pancho. Porque eso es lo malo, Sergio se queda tan pancho cuando la pifia con la foto de su hijo y cuando la pifia en el campo.

Una limpia es lo que hace falta, una limpia de señoritas ensimismadas. Hemos empezado por la estética. Bien. Vayamos ahora a los cerebros.