"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 24 de febrero de 2016

Alvin Hansen, "inventor" del Estancamiento secular

Tim Taylor tiene un post donde explica brillantemente el antecedente histórico de la secular stagnation, que es la aportación más importante al debate de Larry Summers sobre el estancamiento económico. Me atrevería a decir que es la idea más original que se ha formulado desde que comenzó la crisis, en 2007.

Alvin Hansen formulaba su hipótesis del "estancamiento secular" en 1938. Es curioso que fuera en esa fecha, cuando la política revolucionaria de FD Roosevelt había conseguido la gran hazaña de sacar a la economía de EEUU de su Gran Depresión, mediante un esfuerzo monetario y fiscal de gran envergadura. Roosevelt llegó a la presidencia en 1933, cuando el paro estaba en una tasa del 25%, y una deflación de cifras similares. Con su firme decisión de sacar al país de la pobreza, sacó al $ del patrón oro, lo que le dio independencia para marcar unos tipos de interés internos muy bajos. Además, hizo su programa de expansión fiscal. Ambas cosas convencieron a los inversores que la decisión era firme, lo que reanimó la inversión y la producción industrial, que creció un 60%, como se puede ver en el gráfico, el primer año después de las medidas. 


Lamentablemente, en 1937 el dinamismo adquirido pésimo cierto pánico a las autoridades, que tomaron medidas para frenar tal desenfreno, o al menos eso se creía. En 1937-38 se inicia una fuerte recesión que desanima a los americanos. Es en ese momento cuando Hansen lanza su hipótesis de que no ha habido un ciclo normal, sino una depresión que puede hacerse secular si no se actúa con decisión. 

Hansen era discípulo de Keynes, quien, por otra parte, había asesorado a Rooselvet. Pero Hansen aporta un matiz especial: cree que el peoblema no es sólo estimular la demanda mediante el gasto público y la financiación barata. Hay un problema de falta de oportunidades de inversión rentables, de caída poblacional (probablemente causada por la dureza de la crisis), y de parón en la innovación tecnológica. Por lo tanto, no es sólo para él un problema de demanda, sino de oferta, que el sector privado por sí mismo no puede resolver. Digamos que Keynes había muerto dos años antes, por lo que no pudo aportar nada al debate. 

Resumiendo: para Hansen, había que estimular la demanda pero de manera muy selectiva, para que no se produjeran desviaciones de gasto público a objetivos superfluos, sino que apuntalaran los fallos se la oferta como la educación y la tecnología; aunque, por otra parte, era escéptico en cuanto a la capacidad de gestión de la Administración pública. 

La verdad es que, como se puede ver en el gráfico, la recesión de 1937-38 duró muy poco, porque se cortaron en seco las medidas contractivas. La producción industrial volvió a crecer hasta un 30%. Este boom enlazó luego con los gastos de guerra, que mantuvieron muy alta la actividad económica, aunque no era precisamente eso en lo que pensaba Hansen. Pero el esfuerzo de guerra fue un gran dinamizador. 

Ahora Larry Summers ha tomado el relevo a Hansen; se ha inspirado en él para lanzar su opinión de que la recesión después de la crisis ha durado mucho porque no es un ciclo normal, sino porque las razones que aducía Hansen (caida de la población, en innovación, falta de oportunidades, el hecho de que la inversión de hoy, como Facebook, origine enormes beneficios sin apenas inversión ni empleo...), están más presentes que nunca. 

Es curioso que una de las pruebas que aporta Summers, y la más original, pues nadie se había dado cuenta, es la caída secular de los tipos se interés, que ciertamente se produce desde  hace tres décadas al menos, hasta niveles inauditos, como se ve en el gráfico. 




 
Para Summers esto es una prueba de la falta creciente de oportunidades de inversiones rentables.

¿Qué pasó cuando lanzaba Hansen su teoría? Pue vemos que los tipos también cayeron.




 
Para ver la relación entre los tipos de interés y las oportunidades de inversión, debemos imaginar la economía como una cadena en el tiempo en que cada uno de los agentes interactúa entre el presente y el futuro mediante ahorro y préstamos, que luego recompensan el ahorro con un tipo de interés. 

La cadena empieza en las personas, que son las que consumen y ahorran, prosigue en la banca, que es la que toma el ahorro a corto plazo y lo convierte en préstamos a largo plazo a los inversionistas, que son los que organizan la producción de bienes y servicios mediante la inversión y la contratación. Cuando más alta sean la expectativa de rentabilidad de la inversión, más estarán dispuestos a pagar altos tipos de interés. Ergo, cuando la cadena de tipos de interés no se eleva por sus últimos eslabones, es porque no hay expectativas de rentabilidad: la inversión flaquea, y la inversión es la fuente a largo plazo del empleo, pero también de la innovación, es decir, de la productividad. Sin inversión no hay empleo. Sin empleo no hay consumo. Se puede producir una espiral a la baja  de expectativas auroconfirmadas, cada vez menos producción y empleo, cada vez menores tipos de interés. 

Cuando la economía va bien, los tipos de interés suben, porque las expectativas se auto satisfacen. La expectativa no son el producto de un calculo racional, decía Keynes, porque no hay información suficiente par que el empresario vea lo que va a pasar de aquí a tres años, menos aún a diez años. 

En suma esa cadena que hemos imaginado se estira con el crecimiento, el pleno empleo, la expectativa de ganancias, de aumentos de sueldo... Aumenta la diferencia entre último eslabón (el beneficio empresarial) y el primer eslabón, el interés del tipos corto plazo. 

Sensu contrario, una cadena aplanada no indica nada bueno. Como decía Friedman a Japón, "un tipo de interés muy bajo no significa un estímulo, sino que anteriormente ha estado muy alto". 

Japón es el primer ejemplo de mala salud traducida en un tipo de interés muy bajo. La economía está estancada desde hace tres décadas mientras que los intereses caen



 Además, Japón tiene todos los ingredientes aducidos por Summers como factores determinantes: caída demográfica, caída de la productividad, y falta de entusiasmo inversionista. 

Esto contradice la teoría de que los tipos de interés están bajos porque los bancos centrales los han bajado. Lo cierto es que no es así. Los bancos centrales han podido trasladar a los tipos a corto plazo su presión a la baja, pero la oferta de tipos bajos en la liquidez básica no explica la falta de demanda de crédito por parte de las personas y las empresas. La banca ha recibido de los bancos centrales un gran volumen de liquidez, pero han preferido almacenarlo a prestarlo; por su parte, los potenciales demandantes de crédito, están más preocupados por saldar sus deudas contraídas durante la burbuja anterior, que pensar en endeudarse. 

La endeblez de esa teoría que culpa a los bancos centrales de los bajos tipos se demuestra con lo que ha pasado cuando la FED, por primera vez en ocho años, ha subido un cuarto de punto, del 0,25% al 0,50%, su tipo oficial interbancario. Si la teoría fuera cierta, los tipos a largo tendrían que haber subido. Pero no lo han hecho, al revés: han bajado.



 



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