"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 8 de marzo de 2016

Los grandes mitos de la economía. No saben de qué hablan

En varios post, todos referenciados en éste (The biggest Miths in Economics) Cullen Roche nos enseña la cantidad de idioteces que se dicen diariamente en los medios supuestamente especialistas. 

Les recomiendo que le echen un vistazo. Se desprende uno de telarañas en los ojos, telarañas que cultiva con gran fruición los profesionales más conspicuos. He de reconocer que estos mitos circulaban como moneda común, como cosa sabida, no cuestionada, cuando yo trabajaba en el BdE. 

No voy a desgranar uno por uno cada uno de los mitos, solo voy a hablar de los que se mencionan en la prensa diaria com más frecuencia; que, la verdad, no ella tiene toda la culpa, pues se escuda en lo que le dicen los académicos y profesionales de más alto rango. 

Esta mañana leo en El Confidencial a Roberto Centeno hablar de la "burbuja de deuda". Para él  empieza por el "fracaso del BCE", verdadero origen de esta burbuja de deuda pública que nos va a anegar a todos. 

Vayamos por partes. El BCE no emite deuda, al contrario, la compra y la retira del mercado. Por lo tanto, lo que hace es alejar la amemaza de que la deuda en el mercado sea masiva o elevada, que no haya demanda suficiente de ella. Lo que me sorprende es que otras veces le he visto halagar lo mismo que ha hecho fa FED, pero si lo hace el BCE no vale. El BCE tiene otros deficiencias que veremos después, pero tanto la FED como él hacen bien en comprar deuda que poseen los bancos. Es más, gracias a ello, Draghi salvó  a la UE de un verdadero colapso en 2012, cuando España, Grecia, Portugal e Italia entraron en una vorágine de subidas de las primas de riesgo (vorágine que el propio Presidente de entonces, el infausto Trichet, había provocado subiendo dos veces los tipos de interés en 2011). 

¿Por qué esa vorágine, y por qué Draghi, sucesor de Trichet, la abortó? La respuesta a estas preguntas nos ayudan a deshacer los mitos que circulan como moneda corriente entre los ignorantes que gobiernan y gobernarán, aparte de la pléyade de economistas que solo han estudiado matemáticas y no saben cómo funciona un banco central. 

Primero, la vorágine de la subida en flecha de las primas de riesgo de esos países, que amenazaban con acabar con el euro y la UE. 

Un Gobierno y su deuda están íntimamente relacionados con el banco central. Esta relación permite modular las condiciones de emisión y los tipos de interés, por una razón fundamental: porque la gente sabe que el gobierno nunca quebrará, siempre tendrá a mano el apoyo  del banco central, para hacer frente a sus pagos de interés y amortización . Lo único que puede provocar una emisión excesiva es una inflación, pero como sabemos todos, el riesgo que corremos ahora es el de deflación. 

Curiosos que Roberto Centeno se dedique a culpar de la deflación al BCE, que está haciendo lo que debe -y va a hacer más- para combatirla. No puedes criticar la deflación y luego de decir que la culpa la tiene el BCE que compra la deuda, lo que según Centeno es la raíz de la deflación. 

Todo el error de Centeno y su confusa argumentación se basa en uno de los mitos más comunes y extendidos: el BCE es el que causa los tipos de interés tan bajos, lo que a su vez causa la excesiva emisión de deuda. 

Los tipos de interés tan bajos se deben a que no hay demanda de fondos para inversión privada. Lo que hay es un exceso de ahorro -el reflejo del bajo apetito inversor- que busca refugiarse en el activo más seguro que hay: la deuda pública. Y lo que pasó en la vorágine de tipos de interés es que por un momento se temió que el BCE no iba a actuar como prestamista de última instancia de los paises en dificultades. De hecho fue Alemania, con su intransigencia, la que encendió la peligrosa mecha de la duda, de que los paises cuestionados, al no contar con un banco central propio, podrían dejar de pagar sus obligaciones. 

En cuanto el BCE de Draghi prometió que actuaría como  prestamista de última instancia, el pánico desapareció. 

Ahora viene la segunda parte, no totalmente eficaz, de la actuación del BCE, que es su lucha contra la deflación. La deflación sigue presente. Pero ese fracaso no es por lo que ha hecho, sino por la falta de ayuda de las autoridades europeas, que no han sabido restablecer la confianza en el crecimiento económico que levante la demanda de crédito. 

Porque aquí está el segundo mito en el que descansa Centeno, y es que son los bancos centrales los que crean el dinero en circulación. Esto es totalmente falso, como explica Roche. El dinero lo crean los bancos cuando dan un crédito, crédito que se deposita en un depósito nuevo que se utiliza para gastar. Y no hay crédito por dos razones. Una, porque los bancos europeos están, ¡todavía! en proceso de consolidación, lo que les obliga a restringir el activo a las colocaciones más seguras y de menor riego. Otra, porque no hay demanda de crédito, porque la gente está endeudada y está deshaciéndose de esa duda, con la cual no puedes ir al banco y pedir un crédito sin que te den un portazo. 

Finalmente, otro de los mitos es que la deuda es una carga que se traslada a las futuras generaciones. Primero, en la medida que la duda es detentada por los ahorradores, que transferirán a sus hijos ese ahorro, eso es falso. Segundo, que la deuda es una carga depende de lo que aumente el PIB. Si el PIB crece más que el tipo de interés devengado, la deuda como carga disminuye. Es más un problema de crecimiento que de endeudamiento nominal. De esto se infiere que lo crucial no es el nivel de deuda, sino su uso económico y productivo. Si la deuda sirve para financiar cosas socialmente útiles, como educación, infraestructuras, que tendrán una larga utilidad futura... Pero la verdad que para eso se necesitan políticos realmente responsables y con una mínima visión de futuro, que no estén ansioso por gastarlo en corrupción y educación ideológica. 


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