"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 15 de mayo de 2016

Keynes, sobre la izquierda

(del libro de Benn Steil, "La Batalla de Bretton Woods").
A diferencia de los socialistas, Keynes nunca defendió abiertamente la distribución de la riqueza. Es cierto que consideraba el desempleo como un claro lastre social, y que las reducciones de ingresos eran sufridas de forma desproporcionadamente alta por grupos específicos de trabajadores, como los mineros, debido a políticas deflacionarias equivocadas; pero nunca abogó por la implantación de políticas diseñadas para reducir los ingresos de algunos grupos para incrementar los de otros. A pesar de su desencanto con el Partido Liberal, siguió mostrándose tan hostil hacia el Partido Laborista como los conservadores: el Partido Laborista es un «partido de una clase social muy concreta», escribió, «y esa clase no es mi clase. Si en algún momento decido perseguir intereses clasistas, perseguiré los míos. [...] La guerra de clases sociales me encontrará del lado de la educada bourgeoisie ».
 En su época, Keynes fue un radical en términos de pensamiento sobre el papel del Estado a la hora de lograr objetivos específicos, y criticaba con impaciencia a aquellos que aconsejaban control y contención, fuese por tradición o por miedo a las consecuencias no deseadas. Pero también era un conservador afín a las ideas de Edmund Burke en el sentido de que creía que, en todo momento, los objetivos y métodos de la política económica debían construirse sobre la base de la sociedad, y que dicha sociedad nunca debería verse forzada a aceptar abstractos principios económicos, independientemente de que estos principios hubieran sido o no efectivos a la hora de implantar políticas concretas en el pasado. «Debemos inventar una nueva sabiduría para una nueva época», escribió, «y mientras tanto, si realmente queremos hacer algún bien, debemos mostrarnos poco ortodoxos, problemáticos, peligrosos y desobedientes ante aquellos que nos engendraron.» 55 Aunque era profundamente escéptico sobre los beneficios de intentar diseñar un cambio social, Keynes sí tenía una fe inquebrantable en la habilidad de los expertos a la hora de crear los remedios adecuados para cualquier tipo de enfermedad económica que en cualquier momento pudiese afligir a la nación. En su característico estilo tonificante, escribiría que «es un error fatal que un gobierno capitalista tenga principios. Debe ser oportunista en el buen sentido de la palabra, y gobernar de forma acomodaticia y con sentido común». 56 La cuestión del dinero su función, su historia, su gestión y su psicología—se convirtió para Keynes en un tema cada vez más fascinante, tanto intelectualmente como visceral y emocionalmente.
Keynes afirmaba que era la propia política monetaria la que necesitaba adaptarse a las «tendencias naturales» de la sociedad y al «sistema de ganancias y beneficios tal y como es».

No hay comentarios: