"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
sábado, 26 de octubre de 2024
El comunismo histórico
jueves, 24 de octubre de 2024
La Economía Política. Verdad versus precisión
“Los países pobres lo son porque quienes tienen el poder toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien, no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito. Para comprenderlo, tenemos que ir más allá de la economía y el asesoramiento experto sobre lo mejor que se puede hacer y, en su lugar, debemos estudiar cómo se toman realmente las decisiones…La comprensión de la política resulta esencial para explicar la desigualdad del mundo.”Añado: No por azar la Economía de antes se llamaba Economía Política. La economía no es neutral políticamente. En la España de hoy tenemos innumerables ejemplos de esto: fracaso económico de un bien intencionado régimen democrático.
martes, 22 de octubre de 2024
El destrozo de Sánchez a España
1. como es patente en lo que han dicho los barones del PP cuando han ido a ver a Sánchez: yo igual y más- No es extraño que Isabel Díaz Ayuso los haya puesto en evidencia; y al mismo Feijóo, su presidente, que cada se entera menos de la gravedad a la que se enfrenta.2. Obsérvese que la debilidad del Estado juega a favor de los planes de Sánchez: cuanto más débil sea la Administración, más débiles serán sus adversarios; empezando por la merma en la financiación de las demás CCAA.
sábado, 19 de octubre de 2024
La elusiva verdad
“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras.”
Hannah Arendt,
Más allá de esta opinión - acertada - de Hannah Arendt, yo veo en la mentira algo congénito al hombre más potente que el deseo de verdad:historiadora y filósofa alemana, desarrolló el concepto de “La banalidad del mal”.
Desde la infancia se aprende a desinformar. Lo llevamos en los genes, no hay más que refinar su capacidad. P.ej., cuando Pedrito le dice a Juanito: “eso es mentira, y lo sabes”, es desinformación si no se pueden comprobar los hechos. No sabemos de cierto quien dice la verdad. En el colegio estábamos todo el día “desinformando” sobre cualquier cosa. Las discusiones eran una pugna por ver a quién se le daba la razón; a nadie le interesaba la verdad. El resultado final no era demasiado ético. En el mejor de los casos, un dictamen lo más ecuánime posible.
La opinión pública es el telar donde se fabrica la alfombra que tapa la verdad de los hechos, y al día siguiente volverá a ser tejida para envolver y ocultar los hechos.
Un ejemplo. Hace meses que no sabemos nada de Ucrania después de unas contundentes victorias en suelo ruso. ¿Qué ha pasado desde entonces? Solo nos hablan de la guerra palestina, nada de la de Ucrania. Sospecho que algo ha cambiado y alguien ha decidido echar la cortina. ¿Esto es debido a la libertad de los medios o a instrucciones de los que deciden de qué se habla?
Desde Galileo, Newton etc., sabemos que la verdad solo se alcanza si hay hechos contrastables que la confirman. Después de cada especulación debe venir la búsqueda de hechos que corroboren la hipótesis, siendo esta siempre provisional hasta que con el tiempo se encuentran otros hechos que no encajan, y alguien formula otra hipótesis más potente que da cuenta de los nuevos hechos. Esto solo existe en las ciencias naturales. En los demás campos, que son la gran mayoría - y los más importantes -, nos conformamos con una burda imitación del método científico, nunca perfecta, y susceptible de ser manoseada por unos y otros.
Por eso decía Josep Pla que los “constructores de pueblos no eran los ingenieros ni los científicos, sino los poetas”. Eso es quizás una maldición del género humano: que las emociones sean más capaces de absorber lo que está en el aire, sin discriminar si es verdad o no.
El mayor sueño distorsionante de la humanidad es, probablemente, el marxismo como fundador de sociedades. El marxismo era una falacia como se comprobó mucho después, setenta años después de su despegue en el 1917 con Lenin. Éste sabía muy bien lo que le convenía para establecer su revolución: mentir y exterminar a sus posibles enemigos, incluidos a los que confiaban más en la democracia pacífica.
Durante años y años, casi hasta 1989, nadie se cuestionó- todo lo contrario - en occidente la veracidad y la nobleza de la sociedad soviética. Algunos intelectuales justificaban los crímenes y hambrunas como “un mal necesario”. Otros sencillamente no lo veían. La opinión pública, durante décadas, tuvo un sesgo a favor del “Hombre Nuevo”, que es lo que estaba surgiendo en ese experimento social sofocante y criminal.
Algunos, pocos, intelectuales anglosajones (los franceses cerraron filas hasta los años noventa, cuando fue publicado por Stéphane Courtois “El libro negro sobre el comunismo”) informaron sobre la realidad de lo que pasaba: Stalin era, sencillamente, un monstruo de maldad no muy diferente a Hitler. Así lo declararon Kingsley Amis y su hijo Martin (Koba el Terrible), posiblemente reanudando la línea abierta por Arthur Koestler, ex comunista y ex miembro del Comintern al servicio de Stalin (hay que leer sus lúcidas memorias). También Kingsley fue miembro del partido, como tantos otros que fueron los primeros en ser conscientes de lo que había dentro. Otro ejemplo: Jorge Semprún, que se enfrentó a Carrillo (y se fue), por su dictadura en el partido y la distopia de éste sobre la realidad de España: estaba empeñado en derribar a Franco con las armas (luego cambió).
Toda esta ceguedad y empanada de occidente fue en buena parte debida a la política de propaganda iniciada por Lenin y seguida por Stalin, que puso en manos de un genio inteligente y malvado (llamado Munzenberg) el Comintern, al que convirtió en la oficina propagandística más eficiente de la historia.
Como dije en un post anterior, su objetivo no era propaganda, sino mentiras contrapropagandistas para que la gente sintiera desconfianza y rechazo hacia su sistema democrático.
Si estos hechos son ciertos, se puede concluir que la mentira es muy rentable, en todo caso más que la verdad, aunque sólo sea por el deseo de muchos de guiarse por ella y sus encantos. La mentira que nos viene cuando los Putines del mundo controlen la IA, posiblemente multiplicará por miles la eficiencia de la mentira sin necesidad de “acción de campo”, sino de potentes ordenadores. Así llegamos a la paradoja de Russell: “lo que dice en la otra cara de esta hoja es mentira. En la otra cara pone: lo que dice en la otra cara es verdad”… En la historia no siempre ganan los buenos.
No le auguro una vida plena a nuestra libertad y desarrollo (íntimamente unidos, no se sabe por qué).
La historia ¿tiene sentido?¿es unidireccional? En Macbeth leemos una frase que siempre me ha fascinado; algo que podría decirse de la historia:
“La vida no es más que una sombra… una historia narrada por un idiota llena de ruido y furia que no significa nada.”
viernes, 18 de octubre de 2024
La conspiración casposa
martes, 15 de octubre de 2024
Con Sánchez hacia el futuro
jueves, 10 de octubre de 2024
Psicopatía
domingo, 6 de octubre de 2024
La rebelión de las masas
La rebelión de las masas
La “Rebelión de las masas” de Ortega y Gasset es uno de los textos más importantes del siglo XX. Como dice Vargas Llosa (2010),
Hace cincuenta años falleció en España don José Ortega y Gasset, y hace 75 se publicó La rebelión de las masas (1930), uno de sus libros más importantes, acaso el que se leyó y tradujo más en todo el mundo. Dos aniversarios que deberían servir para revalorizar el pensamiento de uno de los más elegantes e inteligentes filósofos liberales del siglo xx, al que circunstancias varias –la Guerra Civil en España, los cuarenta años de dictadura franquista y el auge de las doctrinas marxistas y revolucionarias que caracterizó a Europa en la segunda mitad del siglo xx– han tenido arrumbado injustamente en el desván de las antiguallas, o, peor aún, han desnaturalizado, convirtiéndolo en un exclusivo referente del pensamiento conservador. Y entre el liberalismo y el conservadurismo, como mostró Hayek en un ensayo célebre, media un abismo.
Es verdad que Ortega hoy está “mal visto”, si no es un círculo estrecho de expertos y conocedores. Los motivos de este menosprecio que aduce Vargas Llosa son exactos, aunque yo añadiría el deplorable nivel actual de los tiempos y su apogeo de la vulgaridad e ignorancia.
No es que Ortega esté acertado en toda su larga obra. La “España invertebrada”, o “meditaciones del Quijote”, están gravemente lastrados por errores insalvables. Sin embargo, practicó una filosofía alejada de la dogmática y muy próxima a la realidad, con una intuición además muy notable, además con una perspectiva histórica notable. Y creo que es lo que debemos recuperar de él, esa intuición sin rigideces académicas, “a pie de obra”, siempre empeñado en iluminar la vida con su elegante prosa.
Hoy vivimos en el apogeo de la masificación detectada por Ortega en 1930. Masificación que ha de entenderse no en el sentido marxista de clase económica, todo lo contrario. Para Ortega, masificación es el efecto del desgaste de las élites fecundas, y la entronización del ser que cree que lo que le rodea es una cosa natural, sin historia detrás, y a lo que tiene pleno derecho. Esas élites, en una sociedad estable, serían las encargadas de nutrir, con su talento, el cuerpo espiritual básico de una sociedad libre, justa y próspera.
Como Élite, Ortega no se refiere a los políticos exclusivamente, sino también a todos los más destacados en las distintas profesiones y actividades, como médicos, ingenieros, economistas, intelectuales, etc, que con sus trabajos y opiniones fecundan a todo el entramado social. Cuando falla una articulación de individuos (no de grupos o clases) jerárquica, la sociedad empobrece y muere.
Además, contra lo que se cree comúnmente, jerarquía no quiere decir rigidez sostenida por la fuerza, todo lo contrario; se trata de una jerarquía flexible, que permite con naturalidad el ascenso de los mejores, que dan a la sociedad una estructura cultural. Ortega parte, como dice Vargas Llosa,
… de una intuición genial: ha terminado la primacía de las elites; las masas, liberadas de la sujeción de aquéllas, han irrumpido en la vida de manera determinante, provocando un trastorno profundo de los valores cívicos y culturales y de las maneras de comportamiento social. Escrito en plena ascensión del comunismo y los fascismos, del sindicalismo y los nacionalismos, y de los primeros brotes de una cultura popular de consumo masivo, la intuición de Ortega es exacta y establece uno de los rasgos claves de la vida moderna.
Con buen olfato, Ortega señala que uno de los efectos, en el campo de la cultura, de esta irrupción de las masas en la vida política y social será el abaratamiento y la vulgarización; en otras palabras, la sustitución del producto artístico genuino por su caricatura o versión estereotipada y mecánica, y por una marejada de mal gusto, chabacanería y estupidez.
¿Como se forman las élites? Se forman con la educación y la cultura, en un sistema educacional diseñado por un amplio consenso de las fuerzas políticas, aunque debe congeniarse con una oferta privada.
Si contrastamos esta intuiciones de hace cien años con la realidad actual, salta a la vista que el problema detectado en los años 1920 por Ortega se ha agravado muchísimo. Un problema que, como ya detectó el filósofo de la vida, estaba muy extendido en el mundo. Y si constatamos que se ha avanzado mucho, entonces quizás estemos, fatalmente, a pocos pasos de la extinción de nuestra forma de vida. Desde un punto de vista más lejano, digamos desde la más lejana antigüedad, hemos avanzado muchísimo) Y, entre otras cosas, lo que nos dice esa perspectiva que solo el orden de los imperios fue capaz de dar sociedades seguras y modestamente prósperas. Esos imperios cayeron, dejando unas piezas valiosas como herencia de los que vinieron después. Como decía Isaac Newton, “si venís más lejos es porque estamos aupados a los hombros de gigantes que nos precedieron”.
Como dice Harari en su best seller “Sapiens”, nuestro bienestar, tanto material como político y cultural, en democracia libertad y seguridad (valores imprescindibles y cada vez más menospreciados)… cosas que hasta hace poco tiempo eran un sueño inalcanzable, son hoy (de momento) una cosa al alcance de muchos. Los de mi generación y la siguiente, que hemos vivido en el mundo libre, no hemos conocido la guerra, una maldición omnipresente en el pasado (aunque algunos han pagado con su vida por mantener ese orden libre). Se ha reducido la hambruna en el mundo a casi cero. Sólo en África quedan bolsas de pobreza extrema. El sistema democrático, más o menos escrupuloso, se ha extendido a muchos rincones del mundo.
Aún así, este bienestar, nunca vivido en el pasado, es menospreciado por las nuevas generaciones, vendido a la baja por cualquier bagatela. Ya no hay discurso intelectivo enfrente de los valores básicos de nuestra vida. Lo más que obtenemos son frases cortas y sincopadas, que se pisotean unas a otras a gran velocidad. Son la expresión de las masas orteguianas, que se rebelan contra este orden social, quizás el más justo y más libre conocido, que amenaza con derrumbarse como un castillo de naipes, ante la mirada pasiva, o beocia, de la gran mayoría.
En todos los órdenes estamos asistiendo a esa rebelión de las masas, que han delegado su voz a viejos partidos seudo demócratas, cáscaras vacías que representan ahora intereses identitarios que han hecho trizas la igualdad de derechos, base de una democracia. Algunos ejemplos: derechos individuales hechos trizas por la profusión de leyes dictadas en favor de caprichosas entelequias; jóvenes que no vacunan a sus hijos, por las más peregrinas razones, lo cual tiene obviamente efectos colaterales sobre los demás (riesgo de contagio y pandemia); desprotección de la infancia total y absoluta, bajo la idea absurda de que el niño es un adulto con “derechos” que puede defenderse a sí mismo, cuando obviamente es un ser con derecho a ser protegido de ejemplos y abusos que pueden condicionar el resto de sus vidas; fractura total de la familia - además propiciada desde el poder -, unidad básica de la educación que ha perdido casi toda la influencia que debe tener en sus hijos…
Y luego está la guerra, que poco a poco se cierne sobre nosotros por el norte y por el sur. Guerra que amenaza con extenderse hasta nuestra orilla, a la que quizás nosotros les abramos las puertas gentilmente; al fin y al cabo, los mandarines de la guerra llevan décadas infiltrando y engordando su quinta columna en nuestro suelo.
Todo esto es una decadencia sin freno, ya muy avanzada, contra nuestro bienestar material y espiritual (por cierto, una enorme conquista que hayan venido unidos de la mano), hoy cuestionado desde cada vez más focos que, a cambio, no ofrecen ninguna alternativa articulada, sino una acumulación de caprichos de niños malcriados.
Dicen que lo único que debe prevalecer es la esperanza. Esperemos pues que aparezca una señal de que esta trayectoria es sólo un sueño de pesadilla, y que pronto volveremos a visitar nuestras esperanzas y sueños de antaño.
jueves, 3 de octubre de 2024
La triste y moribunda universidad española
martes, 1 de octubre de 2024
El pensamiento confortable
Pensemos en los dogmas de la economía dominante actual, que incluyen la competencia perfecta, los rendimientos constantes, la productividad marginal, la neutralidad monetaria, las expectativas racionales, el potencial autoorganizativo de los mercados supuestamente libres y el equilibrio general. Traducidos a políticas, estos dogmas nos dieron el Consenso de Washington, que exige presupuestos equilibrados, restricción monetaria, privatización, desregulación, libre comercio, mercados de capital abiertos, etcétera.
Los fracasos de política de esta extraña invención son ahora obvios, pero la teoría subyacente aún más extraña se discute poco hoy en día, y es comprensible. ¿Quién quiere admitir que ha sido esclavo de nociones tan peculiares, y mucho menos haber dedicado su carrera a ellas?
Las doctrinas dominantes fracasaron porque sus proselitistas nunca salieron de la complacencia del siglo XVIII -es decir, del diseño inteligente, el orden cósmico y la mecánica clásica- para entrar en la problemática visión dinámica de la ciencia de los siglos XIX y XX: evolución, relatividad y termodinámica. Rechazaron o ignoraron las palabras de Marx y Thorstein Veblen, que invocaron a Darwin; de Keynes, que invocó a Einstein, y de Nicolas Georgescu-Roegen, que invocó la ley de la entropía. Pequeñas desviaciones del reducto del equilibrio general –como los trabajos sobre la competencia imperfecta, la información asimétrica, las regularidades del comportamiento y el caos y la complejidad– no son suficientes para romper los antiguos hábitos del pensamiento cómodo.
sábado, 21 de septiembre de 2024
La trama RUSA en la independencia de Cataluña
“El amigo de Puigdemont [y hombre de confianza Terradellas] estaba convencido de que «si Europa cae, caerá a plomo», según dijo en esos mensajes [a Puigdemont]. Y qué mayor beneficiario del derrumbe de Europa que Rusia. Terradellas, aprovechando sus muchos contactos internacionales, había comenzado a lanzar sus redes, buscando apoyos para el día después de la ruptura con España. Exploró todas las vías posibles. Llegó a ver si en China había algún interés en reconocer a la república catalana. Algunos contactos los tuvo en Eslovenia, una diminuta nación altamente digitalizada. En Austria trabó relación con una delegación que ofrecía la mediación de la casa real de Habsburgo para negociar la ruptura con la España borbónica, una cuestión de justicia, tal vez divina o tal vez poética, entendían ellos, dada la supresión de la autonomía catalana por Felipe V en 1716. Pero aquel 26 de octubre por la tarde ya no eran remotas posibilidades del inescrutable y lejano oriente, naciones diminutas, ni casas reales que no reinaban en ningún país. Venía al Palau de la Generalitat todo un emisario de Putin.Rusia estaría dispuesta a respaldar decisivamente la creación de un estado catalán independiente. Adquiría el compromiso de absorber la deuda pública de Cataluña, con una inyección de hasta 500.000 millones de dólares en apoyo económico directo. Más aún, Rusia ofrecería el despliegue de diez mil soldados en territorio catalán. A cambio de esta monumental apuesta, Sadovnikov reveló que Moscú exigía que la futura nación catalana adoptara legislaciones pioneras en el ámbito de las criptomonedas, transformándose así en el equivalente de una Suiza para el bitcoin, un refugio seguro y opaco para la floreciente economía digital.”
martes, 10 de septiembre de 2024
El informe Draghi
Draghi, el hombre que salvó al euro cuando estuvo a punto de implosionar gracias a Trichet - su predecesor como presidente del Banco Central Europeo -, es un hombre con tan merecido prestigio que le han encargado un diagnóstico del estado catatónico de la Unión. Su diagnosis no ha podido ser más acertada, a la vez que triste. Europa ya no es productiva. Su economía se ha distanciado y ya no es más que el 65% de la de EEUU (nace 25 años se pensaba que les desbordaríamos). Por decisiones erróneas, ligadas al pomposo programa “ecológico” llamado la Agenda 2030 - además del espíritu reglamentista de siempre -, se han cancelado industrias enteras que antes fueron el orgullo de Europa. Entre las industrias más básicas, se han cerrado centrales nucleares (cuando los ecologistas sensatos reconocen que producen una energía limpia). Todo esto se intentó suplir con el gas ruso; mira tú por donde, Putin, cuasimonopolista de ese gas, invadió Ucrania y hubo que renunciar a esa fuente, lo que encareció todos los mercados energéticos. Alemania, con una industria claudicante - ahora el enfermo de Europa -, se vio obligada a quemar carbón.
A todo esto, la UE ha caído visiblemente en iniciativa, en innovación, y no solo recientemente. Leemos en Ambrose Evans-Pritchard (AEP, Telegraph):
“Draghi afirmó que la renta disponible per cápita en la UE ha crecido a la mitad del ritmo de Estados Unidos desde el año 2000. El culpable es el sector tecnológico. “La principal razón por la que la productividad de la UE se desvió de la de Estados Unidos a mediados de los años 90 fue el fracaso de Europa a la hora de aprovechar la primera revolución digital”.
Por eso tiene razón cuando pide una esfuerzo inversor centralizado - es decir, financiado por bonos de la UE -, y le pone un cifra que es un mínimo necesario: 800.000 millones de euros anuales, con decisiones centralizadas en un poder realmente de la UE.
En realidad Europa perdió el tren de la modernidad tecnológica antes de aquellos engañosos años del Tratado de Maastricht. Europa parece haber aspirado siempre a redactar el reglamento de mundo (180 mil páginas de legislación propia lo corroboran), y ahora nos estamos enterando de las consecuencias del espíritu acomodaticio y la falta de inversión, en un momento crítico en el que se desarrolla la IA, con EEUU y China a la cabeza y ya muy distantes, mientras Europa sólo ha hecho un ley preventiva sobre la AI para evitar males imaginarios, que según Evans-Pritchard es un verdadero festín para abogados, que son los que se van a enriquecer con los inevitables litigios antes de saborear los frutos prohibidos.
Hay una vieja y una nueva UE. La vieja, liderada por Alemania y Francia, está en decadencia; la nueva, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Irlanda, crecen más que aceptablemente. (Por cierto, España no va como un tren: va directa al abismo.)
Lo cierto es que la UE es cada vez más una zona económica mediocre, reglamentada, sin iniciativas, a merced de las grandes potencias mundiales, EEUU y China. Son potencias además enfrentadas, y nosotros deberíamos elegir estratégicamente en un mundo conflictivo y duro, sin compasión para los tibios. Para poder tomar decisiones correctas necesitamos una economía solvente, con futuro, cada vez más alejada de nosotros. En todo caso, deberíamos unirnos más para que EEUU no haga algo que está tentado de hacer, que es dejarnos caer en la ignorancia porque ya no somos un aliado fiable. Estoy convencido que de no seguir la propuesta de Draghi, seremos colonia de una de las dos potencias, probablemente China, a la que hacemos grandes reverencias.
¿Cuándo se torció todo? Los costos exorbitantes de la energía son parte de la historia, como lo son también la escasez de capital-riesgo y el fracaso en crear un auténtico mercado de capitales de la UE. Pero el daño se remonta a más atrás y tiene mucho que ver con la silente protección a los intereses creados, como siempre ha sido con las normas de Bruselas.
Pero eso es difícilmente realizable. Razón: la Europa como Alemania y Holanda se niegan. De nuevo AEP:
“Los alemanes y los holandeses se están apretando el cinturón en casa y están decididos a no compartir sus tarjetas de crédito con Bruselas y el cártel de los deudores del sur. El veredicto inmediato de Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, fue lapidario: "Alemania no aceptará esto. No debe haber más confusión sobre la responsabilidad de los estados miembros respecto de sus propios presupuestos". Los fabricantes de automóviles chinos están “una generación por delante de los europeos en términos de tecnología en prácticamente todos los dominios, incluido el rendimiento de los vehículos eléctricos (autonomía, tiempo de carga e infraestructura), el software (niveles de conducción autónoma dos, tres y cuatro), la experiencia del usuario (por ejemplo, las mejores interfaces hombre-máquina y sistemas de navegación de su clase) y el tiempo de desarrollo (de 1,5 a dos años, en comparación con los tres a cinco años en Europa)”. (AEP)
Se me antoja imposible que los principales países, ya en decadencia, emprendan una ruta de mayor unión política y económica, cuando se han negado rotundamente en momentos más eufóricos. Alemania, concretamente, no quiere convertirse en la donante neta de fondos; pero eso además ya no es posible, pues está en recesión, su productividad ya no existe, y está pensando que ella se salvará gracias a su capacidad de ahorro.
Ahorro no es inversión. Alemania ya no está interesada en levantar su industria, que ha claudicado ineluctablemente con los recortes obligados por la agenda 2030, un dislate que sin tener resuelto el problema de la energía limpia, no ha sabido graduar la transición hacia fuentes no productoras de CO2.
En realidad, todos los países antaño líderes de la UE están ensimismados en sí mismos, atenazados por un oposición de extrema derecha que adquiera cada vez más votos, pero, que siguen proponiendo sus antiguas recetas que ya son vacías de contenido. En Francia, un país en tiempos orgulloso de sus servicios públicos, y merecidamente, ya no funciona nada mientras su deuda crece sin obrar. Como en los demás países, por cierto (menos Alemania, ensimismada en ahorrar. Por no hablar del imposible aumento de gasto en defensa que exigiría la geopolítica actual: los líderes europeos todavía se enredan los pies en algo que no va a suceder.
Draghi tiene razón en que solo nos salvaría más estrecha unión política, más proyectos de futuro, que levanten la productividad, única solución en una economía en caída demográfica. Pero me temo que no será fácil sacar de su ensimismamiento a los países fundadores de la UE, que recuerdan cada vez más al viejo Hindenburg en 1933, intentando frenar al imparable Hitler hacia su dictadura total en Alemania.