"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 4 de junio de 2023

Golpe de estado permanente

¿Refundación democrática? Estaría bien, pero para que fuera mínimamente posible se necesita que lo creo el futuro ganador de la elecciones, supongamos que Feijóo. Pero no parece que Feijóo crea en ello. Por sus declaraciones tras el vuelco electoral, parece que no quiere afrontar el problema fundamental de España, que es la nación. No hay nación, ergo la democracia, la constitución y todo lo que conlleva están en entredicho. porque el estado no es aire, es una consecuencia de la Nación.

No hay nación porque unos sujetos dieron un golpe de estado en 2017 para separarse de España y auto proclamarse nación ex Novo, catalana y republicana. Entonces necesito, todo adquirió un tinte borroso de ensueño, nadie quería darse cuenta, salvo el Rey, que en su impecable alocución del 13 de octubre le tuvo que indicar al inútil Rajoy, presidente del gobierno, lo que tenía que hacer. 

Ah, pero Rajoy estaba secuestrado por los sorayos, profesionales del “no pasa nada, y si pasa, no nos damos por enterados”. Rajoy arrastró los pies, no aplicó a fondo el art 155 de la Constitución... y luego vino Sánchez, también gracias a la desgana embebida en whisky de Rajoy, indultó a los golpistas, manoseó las leyes y los tribunales, finalmente indultando a los sediciosos. 

Lo volverán a hacer, han declarado ellos mismos.

Y ante estos hechos, Feijóo, presidente in pectore, dice que va a intentar congraciarse con los sediciosos, “pues él los entiende, él habla gallego cuando está en Galicia”. Sin duda una buena razón para trazar punto y raya en donde lo ha dejado Pedro Sánchez y mirar adelante. Hagamos notar de pasada, que el gallego que habla Feijóo es totalmente artificial: lo entiendo yo... Pero, ¿acaso no ha hecho él inmersión lingüística en Galicia durante su mandato? Si hombre, ya está docilizado, ya sabe cómo apaciguar... A él que le dejen gestionar la economía, lo demás es ruido. 

Gente que le conoce me ha dicho que es un gestor muy eficiente. No lo dudo, nos congratulamos, pero no es eso, no es eso...

Así que parece pensar que docilitará a los catalanes, y a los vascos, mediante una gestión económica (léase concesiones y transferencias) para que el león, con la panza llena, dormite. Pues lo volverán a hacer.

martes, 30 de mayo de 2023

El gobierno de los mejores

Hace más de cien años (1921) que Ortega y Gasset publicó “La España invertebrada”, un bestseller que se sigue citando regularmente. Las tesis de Ortega quizás hayan perdido mucho de su frescor. Ortega no era un científico, no estructuraba su discurso con el rigor científico de hoy - que no deja de ser un oropel más en determinadas cuestiones. Gracias a esa falta de rigor, las conclusiones de Ortega no pueden aceptarse, pero el conjunto del libro, y sobre todo su título, creo que están en todo su vigor. 
La verdad es que la llaneza de ese título es de una solidez y de un vigor envidiable. Es así porque es una aseveración innegociable: la mejor definición de España es que es una nación invertebrada. 
Ahora se prefiere la expresión “Estado fallido”, que es aplicable para muchos países del mundo. España es más que un estado fallido: es una nación fallida porque desde hace siglos - desde que cayó el “Ancien régime” de monarquía absolutista - es decir, desde la invasión napoleónica -, España no ha sabido encontrarse a sí misma. Y cuando ha tenido épocas de cierta estabilidad y acomodación a su entorno europeo, los grupos sociales de siempre han desestabilizado el tablero para inclinarlo a su favor. 
En 1875 se reinstalaba, con la Restauración de Cánovas, una nación acorde con los tiempos, monarquía parlamentaria y separación de poderes. Este régimen de la Restauración puso a España al nivel político de las demás naciones europeas; acabó con las sublevaciones y guerras carlistas, que ensangrentaban y empobrecían a España. También acabó con el desastre de la I República y su alucinantes guerras cantonales, Cartagena contra alicante, Jumilla contra Murcia, y cosas que sólo en pesadillas se pueden concebir. España hollaba más y más en la invertebración. 
Pues bien, en cuanto empezaron a asomarse las izquierdas marxistas-anarquistas y el nacionalismo catalán, siempre aliados, se empeñaron en volver a inclinar el tablero a su favor, y en 1917 (en plena guerra mundial y revolución soviética) montaron un acoso y derribo contra el legítimo gobierno (huelgas, manifestaciones, convocatorias de desobediencia civil, muertos) que a punto estuvo de poner todo patas arriba. 
A partir de ahí no hubo un momento de normalidad. Las fuerzas anarquistas inventaron, con su doctrina alucinatoria, el pistolerismo, es decir, el asesinato en plenamente calle de mandatarios y empresarios (cuyos imagen fue conscientemente desgastada como hoy se encargan de hacer Pablo Iglesias & cia incluso desde el gobierno). El pistolerismo fue especialmente entusiasta en Barcelona, la ciudad más industrial. La inseguridad en las calles propició el golpe de estado del gobernador militar de Barcelona, Miguel Primo de Rivera, en 1923. El rey Alfonso XIII no se opuso, todo lo contrario, lo que años después le costó su corona y la extradición. La Dictadura acabó con la inseguridad y con las guerras africanas, creciente motivo de descontento social. Por eso Primo tuvo un periodo de gracia. Se le acabó pronto. En 1929 Primo de Rivera dimitió. El rey quiso volver al parlamentarismo anterior, pero no le dejaron: había apoyado la Dictadura. Entonces vino la II República, que fue de todo, pero sobre todo de izquierda radical, excluyente de toda la derecha, lo que desembocó  en la Guerra Civil. No fue una República integradora, es lo menos que se puede decir. 

La España Invertebrada se escribió poco antes de la Dictadura De Primo. Años de inestabilidad permanente en Europa, después de la tragedia de la Primera Guerra Mundial. Los desequilibrios europeos se dejaron notar en España, que no fue una excepción a la gran crisis europea de entreguerras, crisis financiera de 1929 incluida. 
Por lo tanto, OyG no fue el único que respiró, y escribió sobre, vientos de crisis. Las estructuras políticas europeas, especialmente el parlamentarismo liberal, habían perdido su capacidad de garantizar el orden y la economía, y nuevos protagonistas estaban presentando su tarjeta de visita para hacerse cargo de la amenaza comunista, el “Fantasma que recorre Europa” (Marx-Engels). Efectivamente, hubo miedo a la expansión del comunismo, miedo que se convirtió el leitmotiv universal para justificar el fascismo. Estas violencias sociales trajeron la II Gran Guerra.
En suma, España no era la única nación invertebrada. Lo normal es que casi todos los países pasaran por crisis profundas en el periodo en el que OyG escribía su libro. 

Pero España ha tenido una particularidad. Desde la guerra napoleónica no ha vuelto a participar en guerras contra enemigos exteriores. Ha vivido de espaldas al mundo, pese a los breves intentos del conde de Romanones de meterla en la I GG, y del presidente de gobierno Juan Negrín para prolongar la guerra civil hasta que estallara la II GG y nos intervinieran los aliados...
Creo, como ya he dicho, que las tesis de Ortega no se sostienen hoy en su mayoría, aunque hay una que me parece acertada: España odia a los que destacan en algo, a los que alcanzan éxito, no digamos ya si son ricos. Los españoles pueden soportar que un estrella del fútbol o un torero sean ricos, pero no un empresario exitoso que crea riqueza para todos. De ahí el desprecio, incluso el odio, a la excelencia, lo que nos lleva a la constatación de que los que nos gobiernan no son precisamente los mejore dotados para ello. Aun así, estos incapacitados se hacen ricos a través de la corrupción, que se perdona fácilmente si pertenecen a la misma bandería. 
La democracia española tiene un grave fallo en esto (y en otros aspectos). Porque los que gobiernan, o aspiran a ello, se adaptan a este medio ambiente y actúan en consecuencia, primando sus intereses y los de su partido. Se ha creado un correoso círculo de profesionales de la política, que aspiran a tantísimos cargos bien pagados que hay en España, que se reparten por cooptación entre los que han resistido años de mediocridad en el partido. Se lleva mucho el honor de no haber estudiado nada “por haber trabajado para el partido” desde jovencito. Nula selección, salvo de obediencia ciega, cortedad de mente y resistencia. Así han sido las “carreras” de varios ministros de los últimos gobiernos. Semi analfabetos, incompetentes, sectarios y además, puteros. Esto se multiplica por 17 regímenes regionales con ilimitadas aspiraciones, que se miran aviesamente unos a otros. El separatismo da muchos réditos electorales, sino no se explica su extensión. En suma, toda una extensa clase extractiva que además agrede a los miembros de la sociedad más eficaces y productivos, asignatura ésta en la que suspendemos sistemáticamente. Pero no importa, aquí lo que importa es las “nivelación” de todos por el mismo rasero.
Muy difícil de enmendar este vicio que está enraizado en la España profunda, el odio a la excelencia y a la diferencia.

lunes, 29 de mayo de 2023

Sánchez a la calle

Gran satisfacción, mayor por inesperada, de las elecciones regionales y locales de ayer: España gana, Pedro Sánchez pierde. 

Se demuestra que el pueblo estaba harto de los despropósitos, de la vanidad, y del abuso de poder de Sánchez, ese presidente que ciertamente pasará a la historia, pero como pasó a la historia ese rey de España felón llamado Fernando VII.

Feijóo le tendió una trampa a Sánchez, le lanzó el envite de hacer de estas elecciones locales un juicio nacional a sus formas dictatoriales y a su entrega obstinada a sus aliados de extrema izquierda. Sánchez, bobamente, aceptó el reto, cuando todos sus cargos regionales y municipales le pedían a gritos que rectificara, y sobre todo que dejara de llevarse del ronzal por sus aliados extremistas desquiciados y sin sentido de la realidad. Lo han pagado duramente él y esos grupos neocomunistas, identitarios, cuya única obsesión es confrontar a la gente y defender a dislates tales como okupas, sediciosos, violadores, y todo aquello que elimina la más elemental convivencia.

En estas elecciones, estos personajes han desaparecido prácticamente del mapa, aunque seguirán berreando, que es lo suyo.

Por ello creo que sería procedente que el incumbente dimitiera y convocara ya las elecciones generales previstas en diciembre. No lo va a hacer, obviamente, por lo que puede seguir haciendo mucho daño a las instituciones que todavía no ha dañado. Lástima que el Rey no tenga el simple recurso de invitar a las fuerzas políticas y comvencerlas de ello.

Así que soportaremos estoicamente 6 meses de agonía de un gobierno que ya no representa a casi nadie, y menos aún representan sus aliados gubernamentales, grandes culpables, junto con la psicopatía del presidente, del descalabro.

Lástima, porque quizás de ahí saldría un PSOE renovado que retomara la senda de la socialdemocracia - Sí eso es posible en un partido laminado por el psicópata, sin líderes, muy ideologizado y sin vocación de gobierno. No es un partido de estado. Pero creo que sería un primer paso. Es satisfactorio también el duro castigo recibido por sus acólitos neocomunistas, y deberían tatuárselo a sangre para no olvidar nunca donde están los límites de la democracia.

Límites que son muy claros: elecciones legislativas, gobierno de mayorías, separación de poderes, es decir, todo lo que ha intentado Sánchez cepillarse rozando el golpe de estado. De hecho ha dejado tocados a muchos tribunales y leyes, que habrá que reparar sin demora para recuperar la estabilidad. 

Esto gobierno lo ha zarandeado todo: desde el Constitucional, pasando por el CGPJ, hasta las empresas más eficientes y emblemáticas españolas, poniendo en peligro a sus trabajadores y su porvenir. 

En esta campaña Sánchez ha presumido mucho de sus logros económicos, que no son más que el resultado de una demanda inflada por el gasto público y la deuda. Eso es una herencia que pagaremos todos, sea quien sea quien gobierne. Pero por favor, que sea otro.

miércoles, 24 de mayo de 2023

La inflación favorece a los autócratas

La inflación, tan perseguida de boquilla por los políticos al mando, en realidad se han hecho adictos a ella. La inflación es para el autócrata como la lluvia para un campo reseco. Como el campesino que hace rogativas para que llueva, el autócrata denuesta la inflación a la vez que hace conjuros para que no se vaya.
Tiene su lógica: la inflación le financia su deuda que necesita emitir para mantenerse en el poder. 
Como dijo hace un siglo Keynes, la inflación es un impuesto eficaz desde el punto de vista recaudatorio, muy eficaz. Simplemente porque las rentas nominales que pagan impuestos suben mucho más, y constantemente, que lo harían sin inflación. De modo que el contribuyente, normalmente indefenso ante la pérdida de su poder adquisitivo, ve además mermada su renta disponible por una recaudación fiscal extra debida al aumento de los precios. Eso el gobierno se lo podría aliviar al pobre “sujeto pasivo” (nunca mejor dicho) corrigiendo los tipos impositivos por la tasa de inflación, ¡pero el gobierno no está interesado en eso!
Al gobierno le interesa, primero y sobre todo, quedarse en el poder. Para ello necesita gastar, no ofrecer una buena tarjeta de gestión impecable. Para gastar necesita ingresos. Por eso le interesa una inflación que infle las rentas. Y, además, si no le alcanza con los impuestos y registra un déficit, tiene la posibilidad de aumentar la deuda nacional, eso sí, con la condición de que el banco central no le suba mucho el tipo de interés que paga por esa deuda. Pero si el tipo de interés del banco central se mantiene por debajo de la tasa de inflación - como ocurre ahora -, ¡el coste de la deuda es negativo en términos reales! Ergo, el gobierno brama contra la inflación, toma medidas que en realidad la fomentan, pero se mantiene satisfecho, sonríe, porque aumenta el poder de gasto que necesita para sus políticas demagógicas, como estamos viendo en esta campaña electoral en España. Recuerden aquella famosa escena del camarote de los hermanos Marx, ¡y dos huevos duros más! 
Hace unos días, Erdogan, autócrata de Turquía, ha ganado las elecciones a pesar de 20 años de corrupción desbocada y ¡una inflación de tres (3) dígitos! (Vean último art. de Daren Acemoglu). Corrupción e inflación enormes.
Esto se puede leer como que estas cosa tan devastadoras no penalizan electoralmente, al revés. Crean clientela, intereses espurios, y bases electorales que ganan elecciones. Por eso predigo que la inflación se va a quedar mucho tiempo: todos los países están muy endeudados, y necesitan endeudarse más. Algunos se endeudan para ir pagando el servicio anual de la deuda...
No, estas cosas no despiertan a la gente, la adormecen; se conforma con que su monedero llegue a fin de mes y el súper esté bien repleto de mercancías. Estas cosas de la economía son demasiado complejas para que ja gente se entere. Además, le da miedo. Además, hay gente que se auto nombran “socialdemócrata” para apoyar con fervor cosas así. 
Que tome nota Feijóo por si acaso se sorprende de que no le vaya tan bien en las elecciones... ojalá no, pero hoy la demagogia más grosera es lo que impera. 

jueves, 18 de mayo de 2023

No nos engañemos

El futuro de España está en vilo, si es que a Uds les interesa que siga siendo una democracia representativa. El futuro de España, como su bandera, se va tiñendo de un sombrío color morado, que fue la aportación de los republicanos, esos alucinados de la II República, que quisieron enterrar de un tajo la mitad de la sociedad española. La nueva bandera simbolizaba eso.
No nos engañemos. La segunda República no fue ni democrática ni integradora. Fue sectaria. Mientras la manejaron ellos, los republicanos por supuesto de izquierdas (sobre todo psoe, Azaña), las cosas fueron marchando mal que bien, con aberraciones como la ley de órdenes religiosas, que ya presagiaba las futuras persecuciones sangrientas. Pero como no les gustó el resultado electoral de 1933, dieron un golpe de estado en 1934 para instaurar la dictadura republicana del proletariado, nada menos. 
Ese golpe fue, según muchos historiadores, el prolegómeno inevitable de la guerra Civil. 
No se conformaron con eso. Con la complicidad de Azaña dieron un pucherazo escandaloso en las elecciones de febrero de 1936, asignándose decenas de actas previa anulación de los candidatos electos de la derecha. Ya  eran dueños de un parlamento a su medida, con un gobierno a su medida, con un presidente de la República a su medida: Azaña. 
¿Quienes fraguaron todos esos desatinos para apoderarse de la voluntad popular, permitir la violencia desatada en las calles, ir hacia una “dictadura del proletariado” diseñada en el magín de Largo Caballero? En ese Magín no cabía alcanzar la dictadura del proletariado más que por la violencia, con la confrontación civil. Por eso cuando los militares sublevados se levantaron en armas ante el magnicidio de Calvo Sotelo, perpetrado por las fuerzas policiales y otros voluntarios adheridos, casualmente guardias de corps de Indalecio Prieto, el gobierno se frotaba las manos porque eso les permitiría aplastar lo poco que quedaba de la derecha “fascista”, y hacerse con el poder republicano, por supuesto de izquierdas.
Hoy estamos a un paso de que le den la patada al rey demócrata, establezcan una República “federal” (es decir, hacer añicos de España), y aquí se establezca un poder de facto compartido por psoe, Bilduetarras, separatistas catalanes, y cada región tirando de la cuerda para coger más migajas que las demás. No es broma. Miren el poderío que tienen en País Vasco Otegui y compaña, que se van a comer a los idiotas del PNV. El árbol y las nueces, jajaja.
Estamos a poco. Ese es el plan. Presentarse como una República aliada a las comunistas de los Foros de Davos y San Paulo, que se pondrán a la sombra de la emergente China, todos contra EEUU. 
Habrá nacionalizaciones sin indemnización- exprópiese-, de empresas y viviendas, con una ley ya en proyecto para castigar con saña (cuatro años de cárcel) a los que ayuden a recuperar su propiedad contra los okupas: ley anti-desokupas. Se nacionalizarán puntos básicos de la alimentación. Supermercados. Mercados centrales. Habrá hambre. El paro y la miseria subirán, pero no aparecerán en las estadísticas, como no aparecen hoy los parados reales. 
Lo que no se sabe seguro es cuándo darán el golpe de estado, como mandarán al rey al exilio, ni como se repartirán los cargos, aunque juraría que el Presidente de la flamante República será Zapatero. Es el que ha sembrado el camino desde aquel fatídico 11 de marzo de 2004.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Sánchez Dragó

“Huérfano no sólo de padre, sino también de patria, he sacudido la arena de ésta del suelo de mis zapatos y de los posos del alma, aunque no, por completo, del tictac del corazón.”

Sólo los hideputas, los pescadores de río revuelto y los descerebrados son capaces de olvidar que en España, como en todas partes, frentepopulismo significa guerra civil.”


Salvador Sostres

Madrid es el sitio que vamos cuando nos frustra Barcelona o lo que nos pasa en Barcelona y Madrid nos acoge muy bien. Muy amable, muy querida ciudad, brillante, algo puta, siempre más excitada que nosotros. Nos fascina el recibimiento, creemos que hemos encontrado el sitio, hasta que poco a poco nuestro mecanismo se atasca, se estropea, colisiona; crece la angustia otra vez, nos miramos en la ciudad y vemos el éxito de lo que hacemos pero en ninguna parte podemos ver quiénes somos. Tenemos amigos, negocios, nos van bien las cosas. Nadie nos molesta, lo ponen muy fácil. Todavía es un distintivo ser catalán en Madrid. Pero hay algo de Barcelona para quien ha vivido siempre que hace que cualquier otra ciudad le acabe resultando inhóspita. Una violencia de bajísima intensidad, una molestia en la mano con la que escribes, una incomodidad difícil de explicar pero que desconcierta a quienes estamos acostumbrados a vivir en la lección intrascendente pero hipnótica del máximo bienestar. Madrid es lo contrario de la resignación, tienen muchas más ganas de vivir que nosotros, pero con la ambición de una vida y de un bienestar, de una calidad y una suavidad que Barcelona ya hace años que la encontramos , elevar, y destilarla al elixir; y siempre que nos alejamos, nos falta. Luego está el grupo de imbéciles que nos rodea, el tel gris con el que promedia la ciudad, la desesperante manera de votar, las convenciones provincianas. Barcelona nunca ha tenido ni una sola idea de por dónde empezar a interpretar el lujo.

Pero hacerse mayor significa aprender a vivir en tu sitio haciendo de lo que tienes el fruto de un arte imprevisible. Esto también lo digo por tu familia. Cada vez que crees que te escapas a Madrid, tus fantasmas y sus angustias y tu frustración se escapan contigo. Y es dulce y liberador pensando que podríamos vivir como si fuera verdad que la generosidad y el agradecimiento son los sentimientos preferidos de Dios. Es fascinante llegar de vez en cuando a Madrid y sentirse bien recibido en una ciudad en la que nadie te molesta por quien eres y todo el mundo te valora por lo que haces. Pero pasan los días y para un barcelonés es inevitable irse sentir incómodo en un lugar que todo lo hace para agradar a Dios pero que Dios no le mimó el día que lo creó.

"Ir a Madrid" no es un destino, es un concepto. No es que vayas a un sitio. Es que haces algo. "Vas a Madrid". “Ir a Madrid” es como los habitantes de L'Hospitalet, la ciudad no capital de provincia más poblada de España: la mitad viven porque quisieron, y la otra mitad eran de cualquier otro lugar, un día van entrar en coche y cuando ya llevaban una semana dando vueltas por aquel laberinto lo dejaron correr y se compraron un piso. La mitad de catalanes que va a Madrid a hacer negocios no va a hacer a negocios, sino que va a Madrid. Huye del laberinto, se compra un piso y levanta una empresa que gana decenas de millones de euros al año. Pero el primer impulso fue huir, "ir a Madrid", poder existir en condiciones más justas, menos insultantes y absurdas, y tener la sensación de que tus interlocutores han salido de una escuela aunque sea pública, y no de una cueva con un jabalí y un garrote, como tan a menudo ocurre aquí.

Madrid es el refugio y no viviremos vidas suficientes para agradecerles el nervio, la hospitalidad, la velocidad. Una ciudad donde lo que ocurre es importante y desencadena lo que pasa al día siguiente. Después volvemos a Barcelona y no viviríamos en ningún otro sitio. Hay una calidad muy de fondo y que tenemos muy incorporada parecida a cuando abrazas a un amigo en invierno, todavía lleva el abrigo puesto, y notas que es imposible que no sea Loro Piana. Barcelona es esta memoria de la piel, y por supuesto iremos y volveremos de donde convenga a hacer entes negocios que hagan falta, pero cuando tocas algo y no tiene ese tacto, hay un mundo interior que te cae tan abajo de dentro de ti que no existe ninguna corte que pueda consolarte.

martes, 16 de mayo de 2023

Un episodio de Galdós

España se descose, le crujen las artificiales costuras que le hicieron por decreto en la Transición. Los baroncitos regionales del psoe no quieren aparecer en la foto con su presidente de gobierno. Pero se ponen de rodillas para pedirle dinero, que es el único que lo tiene. Es el único capaz de que le presten dinero a tipo de interés del BCE. 

Así funciona el cambalache: Cataluña se endeuda y le endosa la deuda, que no puede pagar, al estado central, que le da el dinero. El estado central computa como un activo ese título radioactivo, que nadie compraría (¿Quién le compraría un bono al Barça?). Así, mediante este “activo”, cuando se consolidan las cuentas se cancela la deuda emitida con dicho activo, y sale a devolver una suma ficticia, muy inferior a la real, deflactada por los activos que no son tales, pues Cataluña no va a pagarla. La van a pagar los españoles. 

España se resquebraja mientras la deuda, supuestamente de todos, sube y sube. Pero, ¿quienes somos todos? ¿Somos un todo unido? Cuando esto definitivamente haga crack, ¿quién la pagará? Cataluña no. Aragón tampoco. ¿Madrid? No habrá gobierno central. Habrá revolución, y las revoluciones no se pagan. No habrá euros, nos habrán echado. Lo que sí habrá es hiperinflación, de 17 banqueros centrales emitiendo ¿qué? Papelitos que se depreciarán según salen de las máquinas. ¿Recuerdan la I República, Cartagena bombardeando Alicante, para saquearla? 

Parece una pesadilla, pero lean los Episodios Nacionales de Galdós en esa época. Fue lo que hubo.

domingo, 14 de mayo de 2023

¡Pues claro que ha de haber una recesión!

En EEUU, la economía sigue yendo como un tiro pese a las subidas tan diligentes como poco efectivas de tipos de interés de la FED. El GDPnow, un anticipo del GDP definitivo del Segundo trimestre, todavía no publicado, está creciendo gentilmente, 



Y la tasa de paro ha vuelto a bajar al 3,4%.



Las subidas de tipos han sido muy esforzadas, pero lo único que han cuestionado es los ratios de estabilidad bancaria, lo que ha dado escalofríos a la FED, que ha preferido enfriar un poco su ardor antiinflacionista. 
Si no hay recesión, no habrá control de la inflación. La inflación sólo se controla por una caída de la demanda global. Se suben los tipos, y la gente gasta menos. Cae el consumo y cae la inversión. En consecuencia, los precios se moderan. Cuando lo han hecho suficientemente, la FED puede volver a bajar los tipos para recuperar el pleno empleo.
Pero el empleo ya es hoy pleno. Tendría que aumentar el paro al 5% para enfriar la inflación convincentemente. Lo idóneo sería una recesión mínima, de dos trimestres, pero estamos entre Gargoris y Abidis, con la doble amenaza de que si subes mucho los tipos puedes desatar un pánico de liquidez, y quebrar el sistema. Si no elevas bastante los tipos, la inflación se te irá de las manos para mucho tiempo. 
Que no haya recesión no es una buena noticia, porque se debe en gran parte a la fuerza dada al consumo con la gigantesca emisión de deuda, absurda en un momento en que conviene moderar el gasto, ya que todo el mundo está gastando con frenesí. La deuda pública es un pus que reventará, tanto si se retrae la inflación (bajaría la recaudación de impuestos), como si no y aumentan los tipos de interés. 
Esto último sería un tiro en el pie para el BCE, que tendría que elegir entre volver a comprar deuda a los países díscolos o que el euro tuviera una crisis como en 2012. 
En otras palabras, estamos viviendo alegremente la prórroga de las laxas políticas de cuando la pandemia. Esto, en tiempo electoral, beneficia al incumbente que tiene la manija de la deuda. Cada día puede sacar de la chistera unos miles de millones para gastar en... lo que sea. 
Pero vendrán las rebajas y el llanto y crujir de dientes bíblicos. Habrá revueltas, sediciones y otras alharacas. ¿Qué quedará en pie?



sábado, 13 de mayo de 2023

Réquiem por el cine español

Cabreado con el cine español. 

Ayer vi con placer una película argentina. Salía muy mejorada, comparada con una española que no pude acabar.

¿Por qué el cine español es una basura maloliente? Los actores sobre actúan, los guiones son para tarados, los directores son pésimos profesionales... 

salen mal parados de la comparación con el cine argentino, que viene de un país fallido. 

He de decir que en la película argentina entraba y salía Ricardo Darín, un prodigio de la naturalidad. Es el mejor actor de hoy. Pero los demás que actuaban lo hacían igual de bien que él. El guión era de lo más natural, sin alardes estéticos. La historia, llana y bien contada. Verosimil. 

Como decía Miguel Gila, “mi humor no es surrealista. Cuento cosas extrañas, como que una familia tiene una vaca un un piso para poder beber leche. A la vaca se le cae un cuerno a la calle. Es extraño, pero es verosímil”.

El cine español, por razones que ya se imaginan, ni es verosímil, ni gracioso - es de sal gorda -, el guión es una mierda y los actores están mal dirigidos y sobre actúan demasiado. Eso sí rezuma una carga ideológica  nauseabunda por falsa, da cartón piedra.

Cito al cine argentino como podía citar al de Moldavia. Con la particularidad de que usa nuestra lengua. Y el español argentino es una delicia oírlo (como podría ser el de España y se actuará con naturalidad), pero eso, la naturalidad, está tirada a la alcantarilla. 

El mensaje, que nadie se traga porque nadie va a verlo (es deficitario y subvencionado hasta las trancas) es, basicamente: rojos buenos, graciosos, desternillantes para ellos mismos; “fachas”, malos y tontos, si es que sale alguno. 

Antaño el cine español era bueno. Teníamos a Berlanga, de películas imperecederas. Teníamos actores, tanto más grandes que actuaban con naturalidad. Los guiones tenían maestros como Azcona y Pedro Beltrán. 

En los últimos 10 años sólo recuerdo una película española con admiración, de Leon de Aranoa. Se llama, creo, “un mal día”. 

RIP por el cine español subvencionado e histrionico. Por sus actores patibularios y suficientes, por la falta de escuela, etc. Basura. Basura la pomposa academia del cine, basura los Goya, basura el lameculismo obsceno del ministerio, basura las atengas políticas en tales actos...

jueves, 11 de mayo de 2023

Hiper ventilación

Las economías desarrolladas a ambos lados del Atlántico están hiperactivadas a consecuencia de las políticas anti pandemia - justificadas, pero no retiradas a tiempo. 
Estas políticas se han traducido en un nivel de deuda pública récord, en gran parte financiada (es decir, comprada) por los bancos centrales, que tienen sus cajas repletas de títulos que si fueran puestos a la venta, caería a plomo su valor. En el gráfico, deuda/PIB para EEUU y España, que no le va a la zaga. 



Estas deudas se emitieron primero para ayudar a los damnificados de la pandemia y sostener un mínimo nivel económico. Funcionó, pues la contracción pandémica fue virulenta pero breve. Pero luego los gobiernos hicieron una cosa infumable: aumentar la deuda para luchar contra la inflación, que es un contra dios: no puedes aumentar la demanda cuando tu banco central está contrayendo el crédito para enfriar la economía, lo que entorpece esa lucha antiinflacionista y desvía los fondos de la inversión privada a los caprichos del gobierno. 
Mientras, éste se forra gracias a la inflación que él mismo contribuye a acelerar, pues su recaudación impositiva se ve inflada gracias a la inflación de rentas contributivas. 
Lo llaman socialdemocracia...
Bien, será eso, pero resulta que el capital productivo huye a sitios más seguros jurídicamente, huyen de sitios donde caprichosamente les imponen un nuevo impuesto día sí, día no. 
Lo siguen llamando socialdemocracia, pero...
La huida de la inversión recorta los puestos de trabajo y sus salarios, pues la calificación productiva desciende.
España está en una dinámica de ruina: constante caída de la productividad y de los salarios, cada vez menos cualificados. Mientras, el gobierno se viste de sembrador y lanzaba al erial dinero a espuertas, frenéticamente, pues estamos en modo electoral. España está en el sendero que lleva al subdesarrollo.
No se siembra en balde. El que recoja la cosecha, es decir, el sucesor, tendrá la manos atadas por una deuda límite, un paro asfixiante, y uno se recortes que tendrá que hacer sí o sí para que los mercados no quiebren. 
Pero un aumento del tipo de rendimiento de la deuda es casi inevitable si el BCE quiere contener la inflación. Tendrá que vender deuda, y eso aumentará la prima de riesgo entre países del euro. Sonará un crack. El coste de la inversión privada se pondrá por las nubes, habrá “llanto y crujir de dientes”, sin descartarse una huida de España, para lo que la que está mal dotada (ver post anterior) y un retroceso estructural que sólo un gran líder sería capaz de solucionar. 
No veo a Feijóo en ese papel histórico.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Sanchismo

Lo que no entienden los sanchistas que se creen demócratas, y no sé como no se enteran, es que Sánchez ha dejado trazas gruesas y inequívocas de querer implantar un nuevo régimen autocrático, matando las instituciones que protegen la democracia.
No voy a repasar esta faceta, pues lo hace muy bien Gabriel Albiac en el artículo que he publicado esta mañana. Sólo dedicaré brevemente a su economía. 
La economía de Sánchez consiste en repartir prebendas y contratar miles de funcionarios. Esto lo financia con subidas estrambóticas de impuestos, con una pingüe recaudación gracias a la inflación. A Sánchez le viene muy bien la inflación, pues eso infla la recaudación impositiva sobre personas, autónomos y empresas pequeñas que no se pueden defender contra eso. 
Pero como despilfarra a manos llenas, necesita endeudarse cada vez más. Ha puesto la deuda a niveles estratosféricos cuya devolución se cargará sobre las espaldas de nuestros hijos y nietos. España está endeudada hasta las trancas, lo que obligara al sucesor a hacer unos ajustes que serán inevitablemente muy duros, lo que se traducirá en una serie huelgas y violencia callejera insoportables. 
Esto no es socialdemocracia. Estos es asalto a las instituciones y crear un ambiente propicio para que los separatistas vuelvan a rebelarse contra la Constitución. 
Me comenta una señora Ana que ella está con Sánchez y con España. 
Las dos cosas no, es imposible. 

martes, 9 de mayo de 2023

La ideología Woke

Stanley Payne tiene unas páginas dedicadas a la nueva ideología imperante que por su claridad me permito reproducir. Vienen en un libro magnífico sobre España (“Defendiendo a España”), verdadero baluarte contra lo que nos van a inflingir.

“Una singularidad de la corrección política es que se trata de la primera nueva ideología radical de izquierdas que tiene su origen en Estados Unidos. Además, es la primera ideología importante de izquierdas que no posee ni un nombre oficial ni una definición canónica. En ocasiones, sus defensores insisten en que no existe como tal más allá de la imaginación de sus oponentes, mientras que los autores que la critican utilizan expresiones como The Silent Revolution o la ideología invisible[184]. No se plasma en un único partido político ni en un movimiento cultural concreto, sino que es multiforme: son muchos los partidos y grupos sociales que la encarnan. En realidad, es una cultura de élites y de activistas que está presente en las principales organizaciones políticas occidentales y en casi todas las instituciones —las excepciones son muy pocas— y, a diferencia de los movimientos radicales anteriores, su objetivo no es derrocar el sistema político, sino transformarlo desde dentro de la democracia por medio de la manipulación. La democracia, cuando se pone en práctica, muestra tendencias igualitarias y deconstructivas, con una propensión a igualar tanto las instituciones como las costumbres. Este planteamiento no es nuevo, y por eso el liberalismo clásico decimonónico se cuidaba mucho de evitar los excesos de la democracia y planteaba restricciones, como, por ejemplo, el sufragio censitario, que limitaba el voto. En otras épocas era posible encontrar instituciones pseudoliberales oligárquicas que reconocían algunos derechos que estaban restringidos a una pequeña élite, pero esto ya no ocurre con el liberalismo moderno occidental, que ha dado lugar al proceso político más dinámico de la historia, imposible de detener a largo plazo. El liberalismo fue el resultado de la conjunción de poderosas corrientes en la cultura, en la sociedad e incluso en la religión; de ahí que, pese a todas sus restricciones y al elitismo de su forma clásica, no haya podido evitar la evolución hacia la democracia y, con ella, hacia un igualitarismo que ha llegado a ser radical, homogeneizando las instituciones y las estructuras, y desafiando y relativizando creencias. La tendencia natural hacia el igualitarismo y la eliminación de las estructuras más jerarquizadas, habitual en Occidente, presentaba serios problemas a la hora de llevarla a la práctica, ya que el igualitarismo es un concepto y un objetivo que no se encuentra reflejado en la realidad: los seres humanos no son iguales ni en el plano físico ni en el intelectual ni en el moral. Cuando las estructuras políticas del siglo XX, a través de los Gobiernos, comenzaron a imponer unas condiciones más igualitarias, los éxitos y los fracasos se sucedían con suma facilidad. Así lo constató la experiencia comunista, y también los países democráticos impusieron ciertas medidas de coerción para conseguir la igualdad. En la segunda mitad del siglo XX se produjeron numerosos cambios en la cultura y en la sociedad occidentales, pero la igualdad, objetivo inherentemente imposible, no se alcanzó, lo que ha llevado a imponer nuevas medidas de coerción en un círculo vicioso que no tiene fin. Al relacionarse de modo contradictorio con la economía de mercado y la globalización, la ideología del igualitarismo produce más desigualdades y, nuevamente, el Estado adopta más medidas coercitivas. Este problema se aprecia claramente en la señaló hace dos siglos Alexis de Tocqueville al hablar de Estados Unidos. El movimiento actual surgió en la década de 1960, y en los veinte años posteriores abandonó el izquierdismo original —en parte anarquista y en parte colectivista— para centrarse, primero, en la cultura y en la sociedad y, después, en el llamado «individualismo radical», que se manifiesta, sobre todo, en el estilo de vida. Poco a poco fue introduciéndose en las facultades de humanidades y ciencias sociales, llegando a convertirse en la corriente dominante de los últimos años del siglo pasado. Su más clara expresión en Estados Unidos y en España se produjo durante los Gobiernos de Obama y de Rodríguez Zapatero. Este último es el campeón de lo políticamente correcto y de la doctrina del igualitarismo, pero Obama lo superó en su tendencia a gobernar por decreto ignorando la legislación.”

Lo más desconcertante es esa falta de agrupamiento combativo para defender y propagar sus ideas. Se han infiltrado en todos los ámbitos e instituciones antaño pilares de la sociedad abierta popperiana, corroyéndolo por dentro como la termita a las vigas de casa. No hay manera de enfrentarlo, no tiene línea de combate, y ya se ha instalando en la conciencia de miles de millones de personas. Personas que ven natural que se reescriban libros clásicos para adecuarlos Ali espirito de hoy, que no es espíritu, sino ideología. 
Será difícil vencerlo antes de que acabe con la civilización.

domingo, 7 de mayo de 2023

Europa no tiene recursos para afrontar una crisis bancaria

Como nos cuenta fríamente Evans-Prichard, Europa carece de la mínima artillería suficiente para sofocar la amenazante crisis bancaria, por mucho que el BCE nos jure que las entidades a su cargo tienen una sólida posición. Sobre el papel los coeficientes de solvencia y liquidez son envidiables. Lo malo es lo que se denomina “solvencia” y “liquidez” en una tesitura tan volátil como la que tenemos. La subida de tipos de interés contra la inflación, que el BCE ha amenazado con redoblar, ha horadado las posiciones reales de los bancos, por muy sólidas que sean sobre el papel. No es lo mismo, además, el riesgo de una entidad que el riesgo de todo el sistema de entidades entrelazadas por activos y pasivos cruzados. Y una buena parte de esos activos, los más elogiados, se componen de deuda pública que se compró al 100% en la emisión a tipos de interés cero%, y ahora rinden más del 3% en el mercado. Por ende, se han devaluado un 30%. Si un banco vende esos activos para reponer liquidez tendrá pérdidas que avivarán la caída de sus acciones, generando más sospechas y más ventas. Países como Italia y España, con deudas que el BCE detenta de cuando hizo Expansión Cuantitativa, podrían tener una prima mayor que la deuda de países solventes como Alemania. 
¿Como haría el BCE para sostener fija la prima entre países  la vez que sube más los tipos de interés.
Otros instrumentos de apoyo a la banca, como los famosos TLTROs (créditos a plazo a los bancos), vencen en fecha próxima  hay bancos de países más endeudados sin liquidez para cancelarlos. Por que hay que cancelarlos, y en una política anti inflación se supone que hay que restringir el crédito.
El sistema de regulación del Euro es curioso. Los bancos centrales nacionales son responsables de la estabilidad de los bancos, pero no tienen los medios para gestionar un banco en apuros, y menos para insuflar liquidez en caso de corrimiento de depósitos. En caso de que suban la prima de la deuda española respecto a la de Alemania, no pueden acudir a comprar la suya, siquiera temporalmente, para taponar una crisis de deuda, por lo que ésta se convertirá en un caos de deuda y bancos. Evans Prichard:

Si algo sale mal, y hay una alta probabilidad de que así sea, dada la contracción galopante de la oferta monetaria, la eurozona todavía carece de la maquinaria necesaria para contener una crisis bancaria.

Las autoridades de la UE no tienen el poder legal para llevar a cabo el tipo de medidas de rescate que acaban de inventar el Tesoro de EE. UU., la Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, actuando de manera concertada.

Esto no quiere decir que Washington haya hecho una buena gestión: Estados Unidos inadvertidamente ha invitado a una espiral descendente más amplia al insistir en que los bancos deben ser incautados y los accionistas y tenedores de bonos deben ser eliminados antes de que pueda haber una adquisición subsidiada.

Ahora es aún más difícil para cualquier prestamista en apuros reunir capital o encontrar un comprador.

¿Quién es exactamente el responsable de un rescate bancario en la eurozona y en qué términos legales?

La Directiva de Resolución y Recuperación Bancaria (BRRD) no permite a los gobiernos nacionales rescatar a los depositantes no asegurados en una crisis.

No existe un equivalente a la cláusula de "exención de riesgo sistémico" de EE. UU., con la que limitó el contagio (brevemente) después del colapso de Silicon Valley Bank.

Con eso la triada FED, FEDIC, Tesoro, querían salvar bancos en apuros uno a uno, sin aumentar la liquidez más que puntualmente por uña ventanillas epecial, para que la lucha anti inflación no se viera afectada.

El BRRD europeo no es nada de ese tipo. .

Su objetivo es garantizar que los contribuyentes nunca más se vean afectados por la quiebra de los bancos. Lo que hace en cambio es garantizar el caos. 

Eso es un  desideratum bienintencionado, pero que despierta todas las alarmas por el riesgo cierto de que los acreedores se encontraran atrapados en un corralito como el de Chipre.

Los términos son tan duros y tan contradictorios que muchos bancos europeos no podrían alcanzar el umbral de “rescate interno” sin tener que confiscar los depósitos de los ahorradores ordinarios (como sucedió en Chipre).

Es decir, un corralito, con todo lo que eso supone de ruina y contracción de la economía.

El Fondo del asunto es que la eurozona nunca completó su prometida unión bancaria. Todavía no existe un seguro de depósito compartido para los bancos. El infame bucle fatal de 2011-2012 sigue vivo.

Cada país sigue siendo responsable de rescatar sus propios bancos aunque no pueda imprimir su propio dinero o fijar sus propias tasas de interés, y ya no tenga su propio prestamista de última instancia; y aunque no tiene medios para bloquear peligrosas entradas de capital especulativo (como le sucedió a España). La creación del MUS, aparente organismo supranacional, no es más que un complemento mal desarrollado.

Una crisis bancaria todavía amenaza con arrastrar al abismo a cualquiera de los estados altamente endeudados de la eurozona.

El otro punto básico es que Alemania, los Países Bajos y los estados acreedores del Norte aún se niegan a aceptar la unión fiscal y la emisión permanente de deuda conjunta, por la razón legítima de que esto evisceraría la soberanía de impuestos y gastos de sus propios parlamentos.

Tampoco quieren compartir su crédito con las economías altamente endeudadas no reformadas del Sur, verdadera amenaza latente para los países “serios”. Esto deja al bloque expuesto a un drama de "propagación" de riesgos cada vez que surgen problemas.

El Banco Central Europeo está en una posición nada envidiable, en parte por su propia culpa. La inflación subyacente se ha estancado en el 5,6% después de subir durante varios meses, pero la economía de la eurozona se ha estancado y se encuentra en condiciones próximas a la recesión. Los préstamos bancarios se están contrayendo.

La inflación no es el riesgo prioritario, ante la amenaza de un crisis bancaria que propicie un corrimiento hacia los depósitos y más que una recesión, con una crisis de deuda, declaraciones de default, y ruptura del euro no mal aceptada por los países acreedores. Pues Europa se divide en altos acreedores y no menos grandes deudores, lo que ensombrece cualquier atisbo de crisis bancaria.
Eso sería un desastre para el proyecto europeo. 

La última encuesta de préstamos bancarios del BCE dice que los prestamistas han estado ajustando los estándares de crédito neto al ritmo más rápido desde la crisis de la deuda de la eurozona, lo que tendrá potentes consecuencias en una economía con mercados de capital primitivos que todavía dependen de los préstamos bancarios para el 93% del crédito total.

El problema es que el valor de esos activos pueden caer a plomo cuando los mercados duden y empiecen a ver que los bancos, para recomponer su liquidez, necesitan vender deuda Pública adquirida al 100% de su valor y que, debido a las subidas de tipos de BCE, ha caído un tercio de su valor mientras el crédito cae a alta velocidad (la subida del tipo de interés implica una caída del valor de mercado del título).

viernes, 5 de mayo de 2023

El ahorro excesivo

Para los economistas clásicos - llamamos así a los economistas anteriores a Keynes - el ahorro era una virtud, pues era la financiación del futuro. Para ellos la definición del ahorro era “la parte de renta no consumida”. Por lógica, consideraban que la oferta de ahorro era igual a la demanda de fondos para la inversión. Su recompensa era el tipo de interés cobrado al vencimiento de la deuda. Si el ahorro subía, y no lo hacía la inversión, el tipo de interés de equilibrio bajaría. Un proceso contrario hacía subir e tipos de interés. El mecanismo perfecto del mercado devolvía el equilibrio. Automáticamente, el tipo de interés de equilibrio garantizaba el pleno empleo, siempre que los salarios fueran flexibles para ajustarse al óptimo. Todavía hoy los seguidores de esos clásicos asumen que si hay paro es porque los trabajadores fijan un salario medio superior al compatible con el pleno empleo. Creer esto exige que haya mercados flexibles, perfectamente informados, y que se ajusten fluidamente  los cambios.
Keynes, durante casi toda su obra, había asumido esta teoría clásica, hasta su “Teoría general de la renta, el interés y el dinero”. Vamos a ver cómo lo explicó.
Para Keynes, una hipótesis fundamental de los clásicos (en realidad neoclásicos-marginalistas) era que se suponía que el dinero era el medio de intercambio y sólo se retenía por poco tiempo, exclusivamente por motivo de transacción. El dinero no rentaba, sólo servía para comprar. Era un medio de cambio que no tenía valor como inversión, como sí lo tenía un bono o un activo acción. Esa falta de rentabilidad le hacían ininteresante como posesión. 
Por lo tanto, el público lo gastaría rápidamente en bienes reales o en títulos de inversión financiera, de renta fija o variable. La suma del escaso dinero retenido, más los títulos, formaban el ahorro, por definición igual a la cantidad no consumida. Como hemos visto, ese ahorro se igualaba a la demanda de inversión en el tipo de interés de equilibrio.
Keynes explicó en su última obra que no era así. Descubrió que había momentos en que la demanda de dinero crecía desmesuradamente, en ciertas circunstancias de gran incertidumbre sobre el futuro. Esta incertidumbre impedía con mayor o menor peso hacerse una idea cabal y precisa de la rentabilidad de la inversión, la cual dependía de las expectativas de los inversores. En realidad, los inversores no tenían medios para estimar con precisión cuánto rentaría una inversión a varios años de un capital humano o físico, ni cual sería su vida útil, ni la volatilidad de los costes, ni otros imprevistos que en algunos momentos pueden pesar mucho. En suma, la rentabilidades de la inversión - que según los clásicos debería igualar al tipo de interés devengado al ahorro - era una variable difícilmente estable y calculable.
Piénsese en una inversión en capital humano. Por ejemplo, una carrera universitaria. A la hora de decidir qué carrera elegir, cuánto tiempo vas a tardar en recuperar el capital invertido, estimar el tiempo de encontrar un puesto cuando se acabe, etc, debería poder concretarse en una cifra que fuera el valor actualizado de las rentas futuras actualizadas al tipo de interés. 
Es fácil comprender la imposibilidad de estimación siquiera aproximada de tal cifra. Una decisión de invertir en capital físico tiene similares problemas.
Por lo tanto, la oferta de ahorro no determinaba el nivel de inversión a un tipo de interés de equilibrio. El inversionista no se fija si hay mucho o poco ahorro. Compara su rentabilidad estimada a x años con el tipo de interés que le ofrece el mercado, que es el coste unitario de su financiación, y tendrá que tener muy claro que el margen es suficiente para cubrir esos imprevistos que podrían llevarlo a la ruina. 
Además, Keynes advirtió - y ésta fue una de sus aportaciones clave - que la demanda de dinero no era estable, pese a su nula rentabilidad. Era un activo de referencia para cualquier cartera inversionista, pues en caso de crisis todo el mundo vendería sus activos y querrían liquidez incondicionalmente: como decían Keynes, la demanda de líquido se podía hacer infinitamente elástica a cualquier tipo de interés. Si el banco central quisiera aumentar la oferta de liquidez y bajar el tipo de interés para combatir una situación de recesión, tendría un límite de bajada del tipo porque es posible que el tipo de pleno empleo se encuentre en una zona negativa, a la que no puede llegar el banco central - sólo puede llegar a un tipo de interés nominal cero. Por culpa de la deflación, ese tipo de interés real sería positivo y mayor que las bajas expectativas de rentabilidad del capital -. A la gente le conviene entonces atesorar liquidez.
En suma, la oferta de ahorro no determina la inversión, como creían los clásicos, y el tipo de interés no es el igualador del ahorro e inversión. El tipo de interés depende también de la demanda de liquidez, que según Keynes no es estable y puede provocar crisis sistémicas, de retirada de instrumentos líquidos y grandes quebrantos de entidades en principio solventes. 
En todo caso, el ahorro y la inversión responden a estímulos muy diferentes: no juegan a encontrarse en dos líneas de coordenadas interés-cantidades. 
Entran muchos otros factores que determinan el tipo de interés, como la calidad del sistema financiero, la larga o escasa tradición mercantil, el cumplimiento de los contratos, las instituciones garantes de la propiedad, que se haga justicia si hay desacuerdo, la solidez mostrada en la historia, la contrastada liquidez de los mercados a la hora de liquidar el capital, la libertad y acceso incuestionable de todos los mercados, etc, etc... estas cosas y otras, que suman puntos a la confianza y credibilidad, condicionan el tipo de interés. El Banco Central, por su oarte, determina el tipo de interés básico, y como tal su trayectoria es un factor importante en la forma de la curva de rendimientos. 
Hay un sistema financiero que se encarga de gestionar y colocar el ahorro de todos, y un sistema empresarial que se encarga de determinar qué capital y cuánto se requiere. Pero la intermediación no es fluida y sin escollos. Hay incertidumbres (ausencia de información) que impiden prever mínimamente el futuro. Lo que Keynes llamó los “Animal Spirits” - los reflejos menos racionales - marcan muchas veces las decisiones. El “Efecto manada” (instinto de imitación) está presente casi siempre: si la mayoría piensa que la bolsa va a subir, sube. No es por nada, es porque a veces no hay otra forma de información.
¿Puede ser el ahorro excesivo? El ahorro es el no consumo, y su aumento hace descender a éste. Eso contrae la demanda, lo que supone se transmitirá negativamente a la inversión, con efectos de segunda ronda. Keynes creía que la economía podía estar en equilibrio estable sin pleno empleo. No creía que hubiera un tipo de interés de equilibrio único con pleno empleo (llamado por los clásicos tipos de interés “natural”). Veía posible un equilibrio ahorro-inversión insuficiente para el pleno empleo y que ninguna fuerza, salvo la intervención pública, podría sacar espontáneamente a la economía de su parálisis en subempleo.


jueves, 4 de mayo de 2023

Credibilidad

La Reserva Federal ha anunciado el resultado de su reunión del 2-3 de mayo. En su comunicado, cabe destacar unas líneas de “forward guidance” ajustada a las presentes turbulencias:
“The Committee will closely monitor incoming information and assess the implications for monetary policy. In determining the extent to which additional policy firming may be appropriate to return inflation to 2 percent over time, the Committee will take into account the cumulative tightening of monetary policy, the lags with which monetary policy affects economic activity and inflation, and economic and financial developments.”
El BCE, un día más tarde, ha seguido ese mismo sendero marcado por la FED.
En el fondo puede leerse como una declaración de impotencia. Vendría a decir que la FED y el BCE están gravemente preocupados por las cercanas amenazas del sistema financiero, y que no tiene más remedio que, de momento, sopesar los riesgos opuestos y elegir. La balanza se inclina más y más por el riesgo sistémico que por la inflación, que, lo admiten, no parece remitir. Pero Naturalmente, no puede reconocer su derrota ante la inflación. Parodiando a Churchill, podría decirse “querías la estabilidad de precios y financiera, y no tendréis ni la una ni la otra”.
Desde la post guerra, como se puede ver en los gráficos de abajo, todos los intentos de la FED de acabar con la inflación han acabado en una recesión, a veces leve, otras veces profunda y duradera. Una de las más severa fue la de 1981, cuando Paul Volcker, presidente de la FED, se enfrentó a una inflación de dos dígitos. Consiguió bajarla a un 4%, pero provocó una recesión penosa, agravada además por una apreciación del dólar. 


Durante las últimas décadas, los bancos centrales (BC) se han ganado una benevolente confianza de todos en su promesa de no dejar asomar la cabeza a la inflación. 
Esta prima de confianza se ha esfumado en buena parte, en poco tiempo, debido al error de menospreciar la inflación iniciada tras la pandemia y la guerra. Demasiado tiempo con tipos artificialmente negativos han devuelto a primera línea las expectativas inflacionistas. El esfuerzo desplegado por los BC para atajar este incendio no ha doblegado la inflación, pero sí ha puesto en peligro la estabilidad financiera.
En marzo pasado empezaron a caer varias entidades, y se salvó el contagio general mediante acciones puntuales de ayudas vehiculadas por ventanillas ad hoc. Salvo en algunos casos, no eran problemas de solvencia. 
Hoy siguen temblando varios bancos porque la subida de tipos ha horadado la liquidez del mercado, como se puede ver en la contracción de la oferta monetaria y los depósitos. O lo que es lo mismo, el crédito bancario, contrapartida de los depósitos y la oferta monetaria, están cayendo.



El problema no es del balance de las entidades. Como decía Walter Bagehot, en su famosa obra “Lombard Street”,

“Una «alarma» es una opinión de que ciertas personas no pagará a sus acreedores cuando esos acreedores quieren que se les pague. Si es posible, la mejor manera de responder a esa alarma es permitir que esas personas paguen a sus acreedores en el momento preciso. Para este propósito, solo se necesita un poco de dinero. Si esa alarma no se atiende así, se agrava hasta convertirse en pánico, que es la opinión de que la mayoría de la gente, o muchísima gente, no pagará a sus acreedores; y esto también sólo puede lograrse permitiendo que todas esas personas paguen lo que deben, lo que requiere una gran cantidad de dinero. Nadie tiene suficiente dinero, ni nada parecido, sino los tenedores de la reserva bancaria.”

Bagehot escribió esto en los finales del XIX. Que yo sepa, es el primero que describió con total  acierto lo que es una crisis de liquidez en un sistema bancario que fue la matriz del nuestro. 
Si una parte del sistema, por ejemplo un banco, tiene problemas para hacer efectivos su depósitos a la demanda de sus clientes, bastaría una pequeña cantidad de liquidez para permitirle satisfacer las primeras demandas sin que la alarma se corriera a otros depositantes. 
Si no se atiende esa puntual necesidad de efectivo, los demás de depositantes podrían captar la señal y entrar en el juego de demandar la liquidación de sus depósitos, lo que aumentaría la presión sobre los activos bancarios. Eso todavía se podría solucionar con una pequeña cantidad adicional de liquidez. 
Ahora bien, si el rumor se extiende, y otros bancos son alcanzados por la onda expansiva, se generalizará la retirada de depósitos, y no sólo de clientes bancarios, sino de cualquier tipo de entidad que vea que sus balances están en peligro
¿Por qué en peligro, si su activo es en principio firme? Porque cuando empieza el corrimiento hacían la liquidez, se produce un efecto dominó: tarde o temprano, incluso las más solventes entidades, se ven necesitadas de vender sus activos más líquidos, que suelen ser los bonos públicos, recomendados, irónicamente, por el Regulador. El siguiente escalón es que si se ponen en venta los “fiables” bonos del Tesoro, sus precios caen a plomo y descuadran el equilibrio del balance de todo el sistema. Esto incrementa la desconfianza.
Por supuesto, antes de llegar a eso, los bancos han estado contrayendo el crédito, lo que descoloca los planes de gasto del sector prestatario, familias y empresas. Es decir, la demanda cae mientras no se restaure la confianza perdida. Todo el mundo quiere liquidez, congela el gasto, y los precios de bienes y servicios se moderan, y luego caen. 
El proceso puede llegar a generar una deflación como la de 1929, que no se paró hasta 1933, cuando el recién llegado presidente Roosevelt decretó el abandono del patrón oro (el $ se devaluó un 30%) para que los tipos de interés internos pudieran bajar drásticamente. El efecto fue fulgurante. La sangría fue taponada y los precios y la producción volvieron a crecer. Pero el intervalo de los cuatro años deflacionistas se llevó a la tumba un incalculable volumen de riqueza humana y física. 
Y este es el doble riesgo al que se enfrentan hoy los BC. Un riesgo que obliga a priorizar la estabilidad bancaria frente a la lucha contra la inflación. La elección es naturalmente la estabilidad financiera. 
Loa agentes se darán pronto cuenta de que la inflación va a seguir presente, por lo que, en principio, intentarán recobrar la renta real perdida. Esto alimentará las expectativas inflacionistas, que hasta hace poco parecían totalmente doblegadas. 
Los bancos centrales se han atribuido el mérito de todo lo que, aparentemente, había salido bien. Sin embargo, ha tenido ayudas de circunstancias beneficiosas. 
Por ejemplo, la década de los noventa, llamada “The Great Moderation”, recibió la inestimable ayuda de la globalización de los mercados mundiales, a lo que hay que sumar el aumento de la productividad debido al choque positivo de la innovación de la informática. Fue un periodo de estabilidad y crecimiento que se extendió por el mundo. La globalización arrastró hacia a abajo los costes de producción, y la productividad dejó un saldo neto de millones de nuevos puestos de trabajo. No todo fue mérito de los BC. 
Sin embargo, en el intermedio se estaba cociendo la enorme burbuja que se pinchó en 2007-8, de la mano, como siempre, de la subida de los tipos de interés de la FED. Burbuja alimentada por unos desequilibrios ahorro-inversión internacionales que merecerían un análisis aparte.
Empezó a vislumbrarse que un inflación dormida no significa equilibrio en el sector financiero, que tiende cada vez más al corto placismo y al apalancamiento... se descubrió que el tipo de interés de equilibrio de la economía real no tiene por qué coincidir con el del sistema financiero. 
La distancia entre la economía real y la financiera no ha hecho más que aumentar junto con la aparente estabilidad de precios. 
A ello ha contribuido la dejación de la vigilancia bancaria, bajo una ideología liberal fomentada por las propias entidades bancarias, según la cual las instituciones se autorregulan mediante el libre mercado. Esto ha sido totalmente refutado en la crisis 2008, pese al premio Nobel de Eugene Fama, adalid de la eficiencia de los mercados financieros. En realidad, la teoría de la autorregulación es fomentada por los que saben que sus pingües excesos serán cubiertos por los BC cuando no tengan más remedio que intervenir in extremis suministrando liquidez. Eso se llama estabilidad a costa del contribuyente.
Esta intervención desgasta, naturalmente, la credibilidad de los BC sobre su firme posición anti inflacionista, que es a lo que estamos más asistiendo ahora.

lunes, 1 de mayo de 2023

La “amenaza” de la AI

La AI, Inteligencia Artificial, se nos va a presentar en breve. Nuestra reacción parece ser el espacio amplio que hay entre la indiferencia (vuelva ud mañana) y la actitud de alarma apocalíptica. La segunda se centra en dos polos: que la máquina amenaza con sustituir al hombre, y que, corolario, habrá una gran caída de los puestos de trabajo.

Si así fuera, lo que hemos visto en tiempos recientes de la invasión de la informática es que se han creado más puestos de trabajo diferentes, más cualificados (lo que creo que es bueno), y que en todos los aspectos de las necesidades vitales ha sido un nuevo y rico acerbo que nos ha enriquecido. 

Tenemos a nuestra disposición infinidad de nuevos bienes que nos ayudan a vivir mejor. No hace falta enunciarlos. Eso sí, las necesidades han cambiado su orden de prioridad. Valoramos más un iPhone que una bandeja de acelgas. ¿Que abusamos? Ciertamente. ¿Quién no va por la calle ensimismado en una conversación con alguien físicamente lejano, sonriendo, aprobando o no, lo que oye? Algunos dirán que ese aislamiento del entorno físico no es bueno, será causa de disturbios mentales, etc. pero es algo que hemos elegido libremente. Comparar lo de hoy con un pasado idealizado es creer que el campesino se comunicaba con la vaca y eran felices. Yo creo que es mejor el ensanchamiento del cerebro y el horizonte que el apagamiento prematuro.

La AI, mientras sea útil para nuestras necesidades que libremente elegimos, nos traerá mejor vida. Lo que se debe exigir, aprovechando la AI, es que se desregule la inmensa red de trabas burocráticas, a la que han aficionado es el estado. Por ejemplo, acabando de una vez con la obligatoriedad presencial para trámites kafkianos. ¡Que sigan siendo  kafkianos, pero que haya menos ventanillas!

Otro problema es el de la sustitución de la mano de obra por máquinas inteligentes. Si vemos la historia de la evolución tecnológica de la humanidad, eso siempre ha pasado y para bien. Se han creado mejores puestos de trabajo, más productivos, por ende con mejores salarios, y una innegable mejora general de la oferta. 

Esa sustitución de lo que había por lo que hay, y más barato, siempre se ha visto acompañada de un aumento general del nivel de vida. Quien desdeñe el aumento de nivel de vida que se vaya a meditar a un lejano país o se apee de este autobús. Aunque conozco a muchos capaces de compartir su budismo con la mejora tecnológica.

Esta visión positiva no está exenta de riesgos evidentes. La bondad del salto tecnológico, como siempre ha sido, puede ser utilizado por los “malos”, como Putin utiliza la informática actual para invadir Ucrania. Los científicos de todo tipo, médicos por ejemp., harán grandes avances en curar enfermedados hoy incurables. Pero también los ejércitos se beneficiarán, como los sistemas educativos, como el poder de la magia... siempre ha sido así. 

Por lo tanto, estamos ante un avance en el bienestar, con sus riesgos colaterales que debemos aprender a sofocar. Como siempre. Lo que me preocupa es el anémico estado de la democracia, que no se debe al avance tecnológico.

Los que auguran un Apocalipsis terrible siempre han estado ahí. No suelen basarse en un modelo analítico contrastado, sino en creencias e ideas obsoletas, superadas por el cambio de la historia. Religiones , filosofías, ideologías, que intenta siempre controlar el mundo porque en un y otra época lo han poseído. Hay que recordarles, precisamente, el dolor que causaron sus ideas donde tuvieron el poder. Cientos de millones de muertos, esclavos, desnutridos. Todo está Documentado. A lo mejor la AI facilita la difusión de setas tenebrosas fases de la humanidad que hasta ahora los herederos han logrado ocultar...

domingo, 30 de abril de 2023

El PSOE no es democrático

Desde 1959 a 1975, año de la muerte de Franco, el PIB creció un 7% anual de media. Fue el país que más creció de Occidente. España se incorporó en nivel de renta al 80% de renta de los 6 países europeos más ricos, los que componían la Unión Europea de entonces. 
Entre 1975 hasta el máximo nivel de PIB en 2018 (ver gráfico), el PIB de España creció un 4% anual de media. Es un buen crecimiento. 



A partir de 2008, año de la crisis financiera, hasta hoy, España ha crecido un mero 0,4% anual, lo que es una señal malísima del estado actual de los mínimos fundamentos económicos. Es un desastre sin paliativos
Obsérvese que en ese periodo de estancamiento los precios, medidos por el deflactor del PIB, ha pasado a crecer más que el PIB, 
Un día comprendí que si no se respetaban ciertos principios, el socialismo podía dañar, o acabar, con la libertad. Pero no hay líneas precisas. Además, como economista, vi que lo importante era la eficiencia frente a la igualdad. Por resumir, la eficiencia genera más nivel de renta y más trozo de la tarta a repartir entre los más necesitados. 
Esto es así desde hace muy poco: la Revolución Industrial. Milenios antes no había mejora, sólo estancamiento. La mejora permite tener más recursos para todos, obtener más ahorro, atender mejor a los necesitados. 

Por ser breve: si quieres repartir todo en el presente, como propone el socialismo español, te quedas sin futuro para ti y tus hijos.

Salvo en la época de Felipe González, que obtuvo buenos resultados (un 4% anual, como hemos dicho), nuestro socialismo no es democrático. Es decir,

NO es social-demócrata. Todavía hay mucha gente que no se ha percatado.

Es claro que eso ha tenido consecuencias económicas serias. 


viernes, 28 de abril de 2023

La importancia de las instituciones

La Economía académica actual está dominada por los modelos matemáticos. Estos son totalmente estériles. Acaban demostrando lo que ya presuponen de principio: que los mercados son eficientes, se regulan a sí mismos, y siempre alcanzan unos vectores de precios y cantidades óptimos. Esto es una ilusión flagrante que casa mal con la realidad. Los mercados financieros son ineficientes y tienden a formar grandes crisis, como la de 2008. Otros mercados, como los de materias primas y energía, tienden a ser monopolistas y politizados, lo que obliga al estado a presentarse con una política de MP y energética que proteja a sus ciudadanos. El estado no debe tirar el dinero en igualar la renta, sino gastar sabiamente en la igualdad de oportunidades, misión ya olvidada. Estos no san más que unos pocos ejemplos de una amplia gama que exige una coordinación entre el estado y las empresas, algo que debería estar protegido de toda ideología.

Al menos, los economistas historiadores se fijan en cosas más relevantes, como la buenas Instituciones como condición sine qua non para que la economía funcione. Acemoglu explica muy bien porqué hay países ricos y países pobres. La base es un substrato amplio de instituciones públicas y privadas que protejen y fomentan la libertad, el Imperio de la Ley, la protección de la propiedad privada, una justicia equitativa, una educación eficaz, un sistema impositivo no extractivo, protección a los más débiles...

En fin, dichas instituciones privadas y públicas deben coordinarse para alcanzar los fines presentes, pero tambien futuros, pues la economía no puede funcionar sin un encauzamiento de las expectativas futuras. Y el futuro está condicionado por las decisiones de hoy. Si estas son cortoplacistas, o simplemente erróneas, la rectificación es muy difícil, pues una vez decidido algo (una ley, una inversión, un puesto de trabajo), los agentes implicados se ajustarán a esa decisión, y puede que no sea óptima la cadena de decisiones que devienen de una decisión presente errónea. La cadena que parte de un error tiende a aumentarlo y prolongarlo. No creo que haya que decir que cuando son muchas decisiones erróneas, se marcha hacia un futuro de problemas. En otras palabras, la magnitud intertemporal es tan inevitable como crucial, y que sea propicia depende de que existan instituciones  eficaces que amparen decisiones que lleven a ampliar el abanico de alternativas disponibles. La riqueza está en poder elegir entre cada vez más numerosas alternativas, en aumentar lo que Popper llamada el “Tercer Mundo” el acerbo no material creado por el hombre y que pasa y se enriquece de generación en generación. 

Las instituciones son, inevitablemente adaptativas a los cambios, pero las más eficientes cambian muy lentamente, y permanecen pese a que se ha olvidado el motivo de su presencia. ¿Alguien se molesta en recapacitar cuando va a trabajar, o a la compra, por qué parecen funcionar las cosas como el transporte, el dinero, la seguridad, la normalidad misma? Nadie repara en la cantidad de instituciones que hacen posible actos tan usuales como necesarios. Por ejemplo el dinero, el banco, la tarjeta de crédito, la congelación de alimentos, su caducidad, los instrumentos de trabajo, y largo etcétera que damos por hecho pero que cuando faltan, hay escasez, necesidades no satisfechas, hambrunas, frustraciones, que llevan a vivir al margen de todo viso de legalidad, seguridad y eficacia. 

Es esencial la coordinación de lo público y lo privado, basada en la confianza en ambos sectores, y no es fácil de encontrar. Pocos países han dado el salto hacia un marco económico institucional adecuado. 

En este sentido, España es un ejemplo de fracaso y de pérdida de unas instituciones eficaces. Eso es visible en la cada vez menor renta per capita comparada con otros países, como Irlanda, que un día decidió ponerse en marcha y nos sobrepasó ampliamente (ver gráfico). 




No debe creerse que ese marco nos exige más trabajo y menos retribuido. Es un marco que permite, en nuestro día a día, tener mejores condiciones laborales y de ocio, más alternativas a nuestro alcance, un capital adecuado para lograr un avance continuo de la productividad. En definitiva, un futuro más prometedor para la siguiente generación.

Pero en España hemos renunciado a ello, y nadie es inocente, porque nosotros hemos elegido gobiernos demagógicos que nos regalan caramelos para acallarnos, pero cada vez más toman decisiones contraproducentes. Para lograrlo es necesario un pacto social implícito, de amplia base, un entendimiento mínimo del arco parlamentario. Es lo que hubo en España en la Transición, pero sus logros fueron pronto denegados por posiciones partidistas mezquinas. España no es hoy mismo un estado eficaz. Y tiene muchas papeletas para convertirse en un estado fallido - Sí no lo es ya. La Constitución y la ley se conculcan reiteradamente por los que más deberían respetarlas. Hemos pasado ya varias oportunidades para coger el tren del futuro. Deberíamos aprender más de los países que eran como nosotros o más pobres y han continuado su marcha hacia delante.


lunes, 24 de abril de 2023

Las Crisis bancarias pueden volver

La crisis bancaria puede volver

El mundo financiero no se ha tranquilizado tras la crisis bancaria de marzo. Siguen flotando en el aire sombras de una duda sobre la posibilidad de otras crisis - o peor, una crisis sistémica - que hagan tambalear las cotizaciones en los mercados mundiales. 
La caída del Banco Silicon Valley (SVB) es un perfecto ejemplo de la oscuridad en la que se mueven las entidades financieras y los bancos centrales, principales salvaguardias de la estabilidad de precios y financiera. 
A veces estas dos funciones se compaginan mal, y hoy estamos en un momento de esos, por otra parte no muy frecuente. 
La contradicción no cerrada es que los bancos centrales han tenido que contraer la liquidez para frenar la inflación que ellos mismos crearon, cuando la economía ya estaba creciendo tras la Pandemia. Eso permitió que el alza de los precios de las materias primas por la guerra y otras razones alimentara una escalada de salarios y precios. La prueba del nueve de que la excesiva liquidez era el principal culpable es que los precios energéticos y otras materias primas han caído a su nivel pre pandémico, pero la inflación sigue sin bajar decisivamente. 
Eso hace sospechar que los bancos centrales, siguiendo su mandato, deberían seguir contrayendo liquidez. Y así lo dicen. Por ejemplo el gobernador del Banco de Bélgica y miembro del Comité Ejecutivo del BCE: mientras los salarios no den muestras de moderarse, tendremos que seguir subiendo tipos. 
Pero, por otra parte, también se teme que la subida de tipos puede hacer descarrilar a los mercados financieros. Como, por ejemplo, pasó en 2008.
Estos dos riesgos, entre perseguir sin flaquear a la inflación o ceder ante el temor de una crisis sistémica, son de imposible valuación. En realidad hay una gran incertidumbre invaluable. Esto ya de por sí ha enrarecido algunos sectores del mercado, como el crédito bancario, que se está contrayendo intensamente... lo que a su vez, aún sin crisis sistémica, va a contraer Ia demanda efectiva y provocar una recesión. 
El SVB era un banco con ratios de capital y solvencia en regla. Pero tenía en el Activo capital de las “start-ups”, empresas se joint ventures prometedoras pero de gran riesgo, y deuda pública considerada de riesgo nulo, pues se puede mantener hasta el vencimiento y no tener pérdidas por que baje en el mercado su cotización. 
En el Pasivo tenía depósitos muy superiores a los más 250 m dólares asegurados por la FEDIC. Ergo, en caso de pánico, esos depósitos, que eran propiedad de grandes empresas, podrían volatilizarse y debilitar el activo.
Y es lo que pasó. La FED empezó a subir los tipos de interés a marchas forzadas. Eso causó necesidades acuciantes de liquidez. Las empresas depositarias empezaron a retirar sus depósitos del SVB, lo que sembró dudas sobre la solidez de su activo si tuviera que venderlo a la baja. La famosa deuda pública que tenía como colchón, y que se jactaba de usarlo solo como colateral de préstamos, se pusieron bajo la lupa porque no tenía en realidad otros activos líquidos. 
Retirada de los depósitos y caída del valor del activo: eso no hace más que avivar las sospechas y la pésima imagen en unas pocas horas. Hoy en día las cosas van más deprisa, también las operaciones interbancarias, en las que se puede vender o comprar activos tecleando unas teclas. 
En otras palabras, un banco aparentemente en regla se vuelve insolvente por un momentáneo y veloz problema de liquidez. Este problema siempre ha existido (fue la causa de la crisis de 1929), pero ahora, gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más fácil que ocurra. 
¿Y la Regulación? Bien Gracias, la que queda en pie.
Como se lee en el informe del Financial Times, en 2018, bajo el mandataria de Trump, de “aligeró” la ley Dodd-Frank que intentaba restablecer una regulación, reforzando, entre otros, los coeficientes de liquidez.

Those reforms followed bipartisan legislation passed in 2018 that rolled back portions of the post-crisis Dodd-Frank law for small and midsize lenders. That resulted in less frequent stress tests, less onerous capital requirements and an exemption from the so-called liquidity coverage ratio rule, which requires banks to hold enough high-quality liquid assets that they can sell to cover outflows during times of stress.

Los republicanos opinan que los recortes de la regulación no ha tenido nada que ver, mientras que los demócratas opinan lo contrario e intentan restablecer la ley anterior. Los primeros se inspiran en una doctrina liberal extrema, que confía a ciegas en los mercados financieros autoregulados. Los hechos han mostrado reiteradamente que la estabilidad financiera no existe si se deja al arbitrio de los participantes. Siempre han sido, y ahora más, mercados mucho más veloces y volátiles que los mercados de bienes y servicios. Pocas veces, si alguna, se dan las condiciones para valorar los riesgos sin una sombra de incertidumbre más o menos grande. Incertidumbre ujier decir ausencia de información, y eso es recurrente en un mercado que se ve obligado a prever el futuro.
Por lógica, un impedimento legal a ciertas posiciones de apalancamiento podría haber frenado la crisis bancaria.
De todas formas, a la velocidad y libertad con que se mueven las decisiones y los flujos de activos intra y trans fronterizos, es difícil poner redes perfectas que las entidades no puedan sortear, como ocurrió en la crisis de 2008, que llevó al pánico y crisis de liquidez. Pueden cumplirse las cnsicienos más drásticas sobre el capital de los bancos, que el problema real es de posible contagio de demanda al alza de liquidez: sistémico en definitiva. Y eso no se debe a descapitalización, sino a la naturaleza misma de los instrumentos financieros. Un momento son líquidos, y al minuto siguiente dejan de serlo. La imperiosa necesidad de venderlos acarrea la crisis, a menos que el banco central compren la mercancía averiada (QE) o al menos baje el coste de la liquidez. 
La regulación ayuda, en principio, a estabilizar las expectativas, pero, por las razones aducidas, no es omnipotente en estos días. Hoy es difícil acotar las operaciones silenciosas que abocan a una emergencia. Los bancos tienden a horadar las normas con una contabilidad impenetrable. Y si no fuera así, siempre habrá expectativas que, como en el caso SVB, destrocen la solidez de los balances con una simple sospecha que se extienda, disparando antes de apuntar. No hay prisioneros.