Su empresita, el famoso Tesla, se está desmoronando, en parte gracias al Caos sembrado por “Atila” Trump. Eso en el año que pensaban que iba a florecer…
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martes, 22 de abril de 2025
Opinión que comparto
Su empresita, el famoso Tesla, se está desmoronando, en parte gracias al Caos sembrado por “Atila” Trump. Eso en el año que pensaban que iba a florecer…
lunes, 21 de abril de 2025
Trump rompe las estructuras de la economía mundial
Las consecuencias de Trump: La caída del dólar y de la deuda soberana de EEUU
Seguramente no sabía Trump las consecuencias de su famoso movimiento (“geo estratégico”, dicen algunos) de subir los aranceles. Ha intentado rehacer el imperio económico con instrumentos caducos que fracasaron estrepitosamente en los años treinta del siglo XX.
Al jugar con los aranceles ha logrado que los mercados desconfíen del dólar y de la deuda. Como dice Quantum Macro, gráficamente:
“La principal exportación de Estados Unidos son los dólares, ya que es la moneda de reserva del mundo. Cuando Estados Unidos le dice al mundo que no está dispuesto a comprar los bienes globales, el resto del mundo le responde que no va a comprar la principal “mercancía” que EE. UU. vende al mundo: el dólar estadounidense y los bonos del Tesoro.”
Y otro comentario, profético, éste de Krugman:
“El escenario de pesadilla, que vimos desarrollarse en 2008, es que la caída de los precios de los activos provoque una avalancha hacia la liquidez, lo que lleva a ventas forzosas que hacen bajar aún más los precios, y todo el sistema implosiona. De repente, ese escenario ya no parece imposible.”
¿Es reversible el desaguisado? Es muy difícil. No solo por la estrangulación del comercial mundial, como dice Krugman. El presidente ha creado una gran incertidumbre en la mente de los inversores, y la incertidumbre puede ser intratable[1]. El comercio y la inversión mundiales se van a contraer. Es algo sorprendente que el FMI haya diagnosticado que no va a provocar una recesión. Al contrario, muchos, como Krugman, hablan de subida de la inflación y contracción económica (estanflación).
Los tres gráficos siguientes muestran el inesperado resultado de Trump en sus primeros dos meses en La Casa Blanca.
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El primero representa la repentina caída del dólar frente a euro (en dólares/euro) cuando se anunciaron los aranceles. De un valor de 0,98 €, cayó a menos de 0,88 €. El siguiente gráfico da cuenta de la pérdida de confianza en la deuda soberana americana, no menos repentina, por lo que la Reserva Federal ha tenido que comprar deuda, y el gobierno se verá obligado a pagar un interés más alto cuando requiera emitir deuda[2]. El tercero es el aumento de los índices de volatilidad más allá del nivel alcanzado por la pandemia.
Los inversores del mundo entero han mostrado una súbita pérdida de confianza en la solvencia y rentabilidad de la deuda americana, y del dólar como moneda reserva, el más utilizado hasta ahora en los mercados mundiales comerciales y financieros. La explosión de la volatilidad hace patente la mayor incertidumbre de los mercados:
El tumulto se calmó un poco al suspender por un plazo la aplicación de sus aranceles anunciados, pero no se sabe si va a ser suficiente para restablecer la normalidad anterior. A esto hay que añadir la precaria situación en la que Trump ha dejado a la Reserva Federal, dirigiendo a su presidente Jerome Powell Invectivas que rebasan la norma fundacional de la Fed. Esto abre la puerta a una motivación añadida de Trump, que estaría buscando una monetización de la deuda.
En todo caso, algunos, quizás con precipitación, piensan que el euro podría sustituir al dólar como nueva moneda reserva, si la UE hace reformas, cómo propone Luis Garicano.
El euro hasta ahora no ha tenido mucha vocación de ser moneda-reserva, pese las ventajas que ello, supuestamente, reporta: la principal, tener más confianza crediticia del resto del mundo, y por ello financiarse a costes financieros más bajos (tipos de interés, vencimientos, comisiones, etc.). Pero esto tiene sus contrapartidas: puede convertir a la UE en zona de importaciones neta de capitales, lo que redunda en un tipo de cambio alto y, probablemente, un déficit de Balanza de Pagos permanente, como EEUU en los últimos 45 años, con un déficit de cuenta corriente creciente desde 1990, lo que ha causado una Posición endeudada neta frente al resto del mundo, lo que coloca al país en una evidente debilidad. Véase gráfico:
Los pagos regulares de esta posición endeudada creciente es lo que ha alimentado los mercados mundiales del dólar. En realidad, pese a ello, EEUU no ha tenido que demostrar nada para financiarse en buenas condiciones. Al fin y al cabo, es (o era) la economía más productiva, la que más crece, y la que ofrece más rentabilidad-riesgo tanto privada como pública. Su dólar era tan estimado como para no pagar prima de liquidez: tener dólares era tener liquidez disponible en todo el globo[3]. Pero es claro que de continuar aumentando la deuda exterior, llegarían los problemas. (Es como si Trump hubiera adelantado esa percepción bruscamente.)
Por su parte Europa no es, obviamente, una nación unida y hegemónica. Es un mosaico de países que tienen intereses comunes, pero algunos opuestos también. Cuando salen problemas agudos, como ahora, automáticamente cada país de peso se presenta como líder del conjunto, lo que da imagen de desunión larvada. No tiene un gobierno central representativo. Tiene una burocracia, la Comisión, con capacidad de emitir normas a los países miembros, pero sin “accountability”; el parlamento no tiene poder legislativo ni de control de la Comisión, cuestionada cada vez más por decisiones perjudiciales para las economías europeas[4]. Estos puntos débiles requieren atención más urgente que intentar hacer del euro sucesor de dólar. Las instituciones de la UE se han quedado en el molde de Maastritch, pero sin contenido. Y sus ciudadanos no tienen “sensibilidad democrática” para exigir un cambio.
Garicano & al hace mención de unos problemas que deberían ser corregidos para convertir al euro en moneda-reserva, centrándolos en el BCE. El BCE tiene funciones muy importantes, pero no es la única raíz de la fortaleza del euro. Lo decisivo es lo que hay detrás: el poder político que apoye a las instituciones económicas. Ese poder unificado, que tiene EEUU desde siempre, no existe hoy en Europa.
Por eso el BCE no siempre ha actuado con fidelidad a sus objetivos antiinflacionistas: estos no son plenamente compartidos por los distintos países miembros partícipes en el Consejo de Gobierno[5]. Algunos de estos tienen un historial de tolerancia a la inflación y a la emisión de deuda, y su monetización, características que hoy se han visto acentuadas desde las sucesivas crisis habidas desde 2008-12, un período no muy brillante para el euro.
El euro no parece tener una sólida base institucional que ha tenido hasta ahora el dólar. Si Trump deja al dólar malherido (lo que no es imposible, porque está dañando sus reputadas instituciones), el euro no tiene por qué tomar el relevo como divisa en la que se facturan los contratos comerciales y financieros. El mercado del dólar se ha sido forjando espontáneamente, a lo largo de los años, fruto de su solvencia, por una parte, y su liquidez, “gracias”a una oferta de dólares alimentada por el pago de la deuda exterior creciente de EEUU.
Pero el posible deterioro del mercado del dólar no hace más plausible un euro-reserva inmediato. Contemplando los pros y contras, esta ambición para el euro podría suponer un riesgo no menor para la UE. Sería mejor arreglar las disfunciones, cada vez más a la vista, y que el euro encuentre su sitio en el mundo como el mercado determine. Otras monedas que han sido, en momentos de incertidumbre, reservas de valor, como el franco suizo, sus países se encontrado con efectos nada saludables para su economía interna, difíciles de corregir. El Banco Nacional Suizo se vio obligado a poner tipos de interés negativos a los depósitos en francos, reiteradamente, para doblegar sus revalorizaciones perniciosas[6], como se puede ver aquí.
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[1] La incertidumbre de Keynes, que no se podía estimar como el riesgo.
[2] Recuerden la crisis británica, 2022, cuando la primera ministra Liz Truss decidió presentar una bajada de impuestos. Resultado: caída de la deuda de un rendimiento del 3,78% al 4,99% y de la libra hasta 1,03 dólares/libra, la más baja desde 1985. El BoE tuvo que comprar 65000 millones de deuda. El gobierno sólo duró 45 días.
[3] El papel de moneda-reserva no tiene una explicación cerrada. Hay países, como Suiza, que gestionan con más rigor su moneda, y por eso en ocasiones ha sido una moneda refugio, pero no moneda más usada en las operaciones, como lo es el dólar.
[4] Como la crisis industrial.
[5] Que por cierto, decide por unanimidad, sin saberse el voto de cada país miembro. En la Fed es por mayoría y se publica el voto de cada miembro.
[6] Krugman, “Macroeconomía de una economía abierta”.
domingo, 20 de abril de 2025
Vargas Llosa
Me he leído unos 20 artículos, los más favorables y empáticos con la figura y la obra de Vargas Llosa. Algunos son encomiables, otros como un poco forzados por la necesidad de probar, “eh, que yo estuve allí”, lo que desde luego no critico. Están todos bien o muy bien. Claro, no he leído el centón que le ponen a parir por sus ideas liberales, que en estos tiempos lúgubres se llaman “fachismo”. No por nada, sino por que no los he encontrado, ni buscado. Aunque según testimonios, los hay.
viernes, 18 de abril de 2025
La flecha del tiempo no vuela hacia atrás. La caída del dólar y de la deuda soberana USA
Seguramente no sabía Trump las consecuencias de su famoso movimiento “geo estratégico” (dicen algunos) de subir los aranceles. Ha intentado rehacer el imperio con instrumentos caducos del siglo XIX. Como dice Niel Ferguson, “La flecha del tiempo no vuela hacia atrás”.
Ha dañado los flujos comerciales mundiales, ha dañado la renta de casi todos los países del mundo… y ha dañado a su propio país, infligiéndole un duro golpe a su crédito financiero y a la confianza en su moneda, ambos difíciles de recuperar.
Al jugar con los aranceles ha logrado, como dice Quantum Macro,
“La principal exportación de Estados Unidos son los dólares, ya que es la moneda de reserva del mundo. Cuando Estados Unidos le dice al mundo que no está dispuesto a comprar los bienes globales, el resto del mundo le responde que no va a comprar la principal “mercancía” que EE. UU. vende al mundo: el dólar estadounidense y los bonos del Tesoro.”
Y otro comentario, profético, este de Krugman:
“Así que Trump ha iniciado una guerra comercial que interrumpirá nuestras propias cadenas de suministro. ¿Recuerdan la COVID-19 y sus consecuencias inmediatas? ¿Recuerdan cómo la escasez se extendió por la economía e impulsó la inflación? Esos tiempos están a punto de volver, causando daños especialmente graves al sector manufacturero que Trump afirma reactivar.”
¿Es reversible el desaguisado? Es muy difícil, como dice Krugman. El presidente ha creado una gran incertidumbre en la mente de los inversores con sus enloquecidos pasos adelante y atrás, y la incertidumbre puede ser intratable[1]. Ha dilapidado su valor crediticio que le concedían sus inversores, como lo muestra la reacción de los mercados financieros.
Los dos gráficos siguientes muestran el sorprendente resultado de Trump en sus primeros dos meses en La Casa Blanca: un tiro directo a las instituciones económicas - y no económicas - de EEUU.El primero representa la repentina caída del dólar frente a euro (dólar/euro) cuando se anunciaron los aranceles. De un valor de 0,98 €, cayó a menos de 0,88 €. El siguiente gráfico da cuenta de la pérdida de confianza en la deuda soberana americana, no menos repentina, por lo que el gobierno se vería obligado a pagar un interés más alto cuando requiera emitir deuda[2].
Los inversores del mundo entero han mostrado una súbita pérdida de confianza en la supuesta liquidez y rentabilidad/solvencia de la deuda americana, y de la seguridad del dólar como moneda reserva, algo que hasta ahora casi nadie discutía.
El tumulto se calmó un poco al dar marcha atrás en sus aranceles anunciados, pero no se sabe si eso va a ser suficiente para restablecer la normalidad anterior - además de que Trump parece porfiar en ello -. Por no hablar de la precaria situación en la que ha dejado a la Reserva Federal, a la que se ha dirigido públicamente “afeándole” su papel como guardián de la estabilidad de precios e incitando a su Secretario del Tesoro a poner a su presidente Jerome Powell de patitas en la calle[3].
En todo caso, algunos, quizás precipitándose, como el euro se ha revaluado frente al dólar, piensan que quizás el euro tenga la suerte de convertirse en la nueva moneda reserva, si la UE hace bien las cosas, cómo propone Luis Garicano.
Hablemos claramente: el euro hasta ahora no ha tenido mucha vocación de ser moneda-reserva, pese las ventajas que ello, supuestamente, reporta: la principal, tener más confianza crediticia del resto del mundo, y por ello financiarse a costes financieros más bajos (tipos de interés, vencimientos, comisiones, etc.). La contrapartida es que te puede convertir en zona de importaciones neta de capitales, lo que redunda en un tipo de cambio alto y, probablemente , un déficit de Balanza de Pagos permanente, pero financiado holgadamente; como EEUU en los últimos 40 años, con un déficit de Balanza de Pagos creciente desde 1990, lo que ha causado una Posición inversora internacional que coloca al país en una sospechosa debilidad, si bien hasta ahora no reprochada. Véase gráfico:
Hasta ahora, EEUU no ha tenido que demostrar nada para financiarse en buenas condiciones. Al fin y al cabo, es (o era) la economía más productiva, la que más crece, y la que ofrece más rentabilidad-seguridad tanto privada como pública. Por no mencionar su capacidad geo estratégica. Su dólar era tan estimado como para no pagar prima de liquidez: tener dólares es tener liquidez disponible en todo el globo[4] (Trump no parece tener en cuenta el valor implícito de sus contrastadas instituciones).
No sabemos aún si Europa, si es que desea hacer del euro moneda reserva (podemos poner en duda que Alemania tenga esa ambición), será capaz de corregir ciertas grietas que los inversores internacionales conocen bien. Pero Europa no es una nación poderosa, hegemónica, económica y militarmente. Europa es un mosaico de países que tienen cosas en común, pero no un alma nacional[5]. Europa es vocacionalmente exportadora e inversora en el exterior, no deficitaria. Ha logrado formar una burocracia incapaz de tomar decisiones vitales. La entrada de los países del Este en la UE y la OTAN (con gran riesgo para la seguridad y contrarréplica de Rusia), ha aumentado la diversidad cultural y lingüística, lo que no ha dejado de desgastar la unidad. Es claro que todos los países miembros de la zona euro, no podrían encajar la conversión en un país deficitario a cambio de una moneda-reserva.
Garicano & al hace mención de un racimo de problemas que deberían ser corregidos para convertir al euro en moneda-reserva, según él centrados en el BCE. El BCE tiene funciones muy importantes, pero no es la raíz de la fuerza del euro (Como no lo es para el dólar la Reserva Federal.). Lo decisivo es lo que hay detrás, el poder político que apoya las instituciones.
En el fondo, hay un solo problema de raíz: la UE no es una unidad política (ni lo será en breve). EEUU sí lo es. La UE lo ha intentado, sin resultado patente.
Por eso el BCE no ha actuado siempre con fidelidad a sus principios; por la sencilla razón de que no son compartidos de la misma manera por los distintos países miembros. Entre estos, hay unos que priorizan la estabilidad de precios (Alemania, Holanda, Dinamarca…), y otros que no, al menos con el mismo rigor. Algunos de los países tienen un historial de tolerancia a la inflación y a la emisión de deuda y su monetización, características que hoy se han visto acentuadas desde las sucesivas crisis habidas desde 2008, con un aumento peligroso de la deuda (de momento interna). Esto determina que el BCE tenga cada vez más dificultades en resistir a las presiones de los países menos rigurosos para que rebaje su rigor antiinflacionista. El BCE ha estado al borde de la extinción en 2012... una situación de alto riesgo que podría volver a repetirse.
El papel de moneda reserva de una divisa no la decide sólo el país emisor, sino su demanda en los mercados mundiales. El euro no parece tener la sólida base institucional que ha tenido hasta ahora el dólar. Es difícil ver como probable que si Trump deja al dólar malherido ( no es imposible), el euro le sustituya como divisa en que se facturan los contratos comerciales y financieros. El uso del dólar se ha sido forjando espontáneamente, fruto de una gran cantidad de dólares en el mundo[6]. Quizás no sea plausible un euro-reserva inmediato. Es difícil imaginar una UE muy deficitaria por cuenta corriente, por ello endeudada, emitiendo euros al mundo y recibiendo el espaldarazo de los mercados mundiales. Si es así, quedará un mundo multipolar financieramente más inestable, sin las pautas imperantes hasta ahora en las transacciones comerciales y financieras, por ello más costosas… desde luego, a Trump esto le importa poco.
[1] La incertidumbre de Keynes, que no se podía estimar como el riesgo.
[2] Recuerden la crisis británica, 2022, cuando la primera ministra Liz Truss decidió presentar una bajada de impuestos. Resultado: caída de la deuda de un rendimiento del 3,78% al 4,99% y de la libra hasta 1,03 dólares/libra, la más baja desde 1985. El BoE tuvo que comprar 65000 millones de deuda. El gobierno sólo duró 45 días.
[3] Esto da pie a una explicación alternativa: Trump estaría buscando que la FED monetice la deuda. Si es así, la inflación sería para él un mal menor. Adivinar sus intenciones es arduo. Por eso hay tantos hermeneutas espontáneos que se han equivocado.
[4] El papel de moneda-reserva no tiene una explicación completa. Hay países, como Suiza, que gestionan con más rigor su moneda, y por eso en ocasiones ha sido una moneda refugio. Pero moneda más usada en las operaciones, como es el dólar, es distinto. Es liquidez fácilmente asequible y fiable. Eso solo lo puede hacer un país como EEUU, que todos los años aumenta la masa de dólares cuando paga su deuda creciente. Los intentos de China de que el yuang sustituya al dólar han fracasado. China es una país superavitario.
[5] Un “alma nacional” es algo indefinible que no se compra con dinero. Todos los países parecen tener una menos España
[6] Krugman tiene la tesis de que el dólar es demandado… porque a partir de una masa crítica, se ha hecho costumbre, como el Windows, el teclado QUARTY, etc. Es más económico hacer lo que hacen los demás.
jueves, 10 de abril de 2025
La Gran Armada europea
La Gran Armada europea
Luis Garicano tiene un excelente post sobre cómo debería Europa enfrentarse al peliagudo, acaso imposible, problema financiero de montar un ejército eficaz en previsión de futuros ataques de diversas potencias extranjeras. Empieza por descalificar el programa propuesto por la Comisión como completamente inútil y ruinoso, por adolecer de una mínima estructura empresarial eficiente con economías de escala.
“El plan de la Comisión no aborda un problema fundamental: las naciones europeas gastan el presupuesto de defensa de forma ineficiente. La razón es la importancia de las economías de escala en defensa, y de ahí el papel clave que desempeña la contratación unificada. Como dice Garicano,
“En primer lugar, la producción de defensa se beneficia inherentemente de las economías de escala debido a los elevados costes fijos en investigación, desarrollo y producción. Cuando Europa mantiene múltiples sistemas paralelos (12 modelos de tanques diferentes en comparación con uno en Estados Unidos), cada país asume estos costes fijos por separado, lo que reduce el poder adquisitivo de cada euro gastado. Cada pequeña producción impide que los fabricantes bajen la curva de costes.”
A largo plazo, la innovación tecnológica reduce los costes fijos medios (y por ende los costes medios), pero a corto y medio plazo, un aumento del volumen de producción se traducirá en un aumento del coste medio y marginal. La producción armamentista tiene unos costes fijos medios enormes (instalaciones y maquinaria), y por ende unas economías de escala no asequibles para cada uno de los países; por lo que plantearse el aumento del gasto en ejército como simple suma del esfuerzo de cada uno de los países tendría graves consecuencias a largo plazo sobre los presupuestos de todos, en un momento en que los países miembros de la UE están seriamente endeudados. Por el método simple de sumar gastos de cada país no se obtiene el resultado buscado más que a un coste muy superior a los 800 mil millones de € estimados, debido a que la suma de costes fijos/país sería mucho mayor que el coste fijo de una producción centralizada.
No hay más remedio que explorar otras alternativas, una de las cuales es la que propone Luis Garicano. Esencialmente, es un modelo existente que trata de centralizar las decisiones y que cada país produzca coordinadamente bajo ese criterio de eficacia. No obstante, el propio autor citado no deja de mencionar algunos “caveats” que pueden dar al traste con este plan.
Por ejemplo, es difícil no imaginar que algunos países se pueden comportar como “polizones”, es decir, no cumplir con su contribución asignada, arrastrar los pies, contabilizar como gasto en defensa partidas que no tienen nada de defensivas (como Pretende hacer España, contabilizar gasto de medio ambiente y transporte como militar); o países, como Hungría, que se siente más inclinado del lado de Rusia, se aprovecharían de la aportación de los demás para mejorar sus defensas nacionales. En palabras del autor citado,
“En segundo lugar, los países podrían intentar minimizar sus contribuciones mientras se benefician de la seguridad proporcionada por otros, un problema conocido en los debates fiscales de la eurozona. El sistema de voto ponderado otorga mayor influencia a los grandes contribuyentes, pero no puede eliminar el oportunismo (véase el intento actual de España, mi país, de reclasificar el gasto en medio ambiente y transporte como defensa).”
Otra cuestión, quizás la más importante:
“En tercer lugar, quizás el desafío más fundamental: durante una crisis grave, ¿cumplirían todos los miembros del EDM con sus obligaciones? A diferencia de las preocupaciones anteriores, este riesgo no puede mitigarse por completo mediante el diseño institucional. Si bien el EDM se centra en las adquisiciones más que en las operaciones, la propiedad conjunta de activos estratégicos y la dependencia de fabricantes de armas externos al Estado-nación crean dependencias mutuas que algunos países podrían encontrar incómodas en situaciones extremas. Esta sigue siendo una tensión inherente a cualquier acuerdo de defensa multinacional que no esté vinculado a una unión política.”
Hay otras potenciales adversidades: no se dice, pero existe la simple posibilidad de que el ánimo patriótico-belicista europeo, que hoy brilla por su ausencia en una buena parte de la UE, no llegue nunca a consolidarse. Esto de el arrojo bélico puede parecer un mito de tiempos remotos, pero la historia de las guerras y sus estudios más brillantes muestran que esto es un componente esencial de la ecuación; no hay más que leer a Clausewitz
“ porque la voluntad humana nunca extrae su fuerza de sutilezas lógicas.”
Esto no se suple con dinero, que por cierto no hay. Además, en la guerra no te enfrentas a riesgos calculados, sino a una apuesta grandes zonas inciertas. De nuevo Clausewitz:
“La guerra es el reino de la incertidumbre; tres cuartas partes de los factores en los que se basa la acción están envueltos en una niebla de mayor o menor incertidumbre.”
(Esa incertidumbre no sometida a probabilidades, que para Keynes era el peor enemigo de la inversión…)
Dicho todo esto, además existe otro caveat aún más importante: ¿es realmente tan amenazante la amenaza rusa? Esto es muy discutible y cuestiona la actitud tomada por los mandatarios europeos. Pienso lo mismo que dice mi amigo Clemente Polo en un magnífico artículo ,
“Uno se pregunta si realmente, como sostiene Rutte, “la situación [en Europa] no pinta bien” y “no hay ninguna duda de que es la peor de toda mi vida y sospecho que de las suyas también”. No me corresponde valorar las apreciaciones subjetivas del secretario general de la OTAN, nacido en 1967 y quizá demasiado joven para opinar de forma tan categórica, pero si me atrevo a decir que dar por sentado que el resto de los europeos compartimos su valoración de la situación internacional es una hipótesis completamente gratuita, y que su percepción del alto riesgo que entraña carece de fundamento algunos. En realidad, muchos europeos tenemos la impresión de haber vivido situaciones bastante más complicadas que la actual como, por citar un caso, la crisis de los misiles de 1962. Resulta, además, inverosímil otorgar credibilidad a la amenaza rusa que se cierne sobre la UE, porque si alguna conclusión positiva cabe extraer de la guerra en Ucrania es que el ejército ruso ha ido incapaz de ganarla en tres años de feroces combates. Ningún europeo con dos dedos de frente puede pensar que Putin, después de la dura experiencia en Ucrania, está planeando abrir un frente de miles de kilómetros a lo largo de toda su frontera desde Finlandia al Mar Negro.”…
“Incluso quienes no compartimos su concepción mafiosa de las relaciones internacionales, reconocemos que la llegada de Trump a la Casa Blanca ha aportado dosis de realismo y sentido común al cuestionar la continuidad de la guerra en Ucrania, y la sola perspectiva de poner fin en breve a la masacre en Centroeuropa constituye una magnífica noticia para todos los europeos en general, pero sobre todo para quienes han estado librando una guerra de atrición que ya se ha llevado por delante a decenas de miles de combatientes de ambos bandos y va a dejar un país arrasado que tardará décadas en recuperarse. La guerra ha constituido también un desastre económico para los países europeos que han aportado 132.000 millones, 62.500 en ayuda militar y 72.000 en ayuda humanitaria, y han padecido fuertes elevaciones de los precios de la energía, los fertilizantes y los cereales que han asestado un duro golpe a todas las economías de la UE, muy especialmente a la alemana, por su enorme dependencia del gas ruso hasta febrero de 2022.”
No tengo nada que objetar. Yo creo que Luis Garicano, indudablemente un gran economista, yerra al admitir pasivamente la desafortunada visión estratégica de la UE y de la OTAN. Afortunadamente, la ampliación de esta última para meter a Ucrania se ha volatilizado gracias a Trump, y debemos aferrarnos a eso, en contra de nuestros tristes mandatarios europeos de repente belicistas que parecen desear una guerra. Europa debe pensar serenamente sus opciones, que no son tantas. El peor arranque ha sido enfrentarse a EEUU, como si esto fuera una cuestión de derechos históricos. No ha derechos de las naciones, pese al los reiterados intentos de implantar un Derecho de Guerra.
Garicano propone un solución que, aparentemente, mejora la eficiencia del enorme gasto militar, sin embargo, el cual es realmente una amenaza que podría llevarse por delante la UE. Mientras el proyecto Draghi de 800 mm € (curioso, la misma cantidad) en inversiones productivas era viable, este gasto bélico, por el contrario, sería mayoritariamente improductivo, y pondría en peligro millones de vidas, traería ruina, enfermedades pandémicas, y nos puede meter en un círculo infernal de inflación y contracción al más mínimo contratiempo. Europa no es una nación, ni una nación de naciones.
Es posible, aunque improbable, que la UE llegue a ser una unión política, pero eso no sería una unión nacional se la llame como se la llame. Se puede ganar en eficiencia por medios pacíficos, pero una guerra me temo que sería un acercamiento a la tercera guerra mundial, probablemente la última, y sin muchas probabilidades para Europa de salir con bien. Algunos aventureros y jugadores de ventaja piensan que van a enriquecerse con una guerra más. Eso sólo pasa cuando la guerra se juega en otra parte alejada del mundo. En una guerra total los pocos enriquecidos por tráfico de armas disfrutaría en todo caso de su fortuna en un búnker cerrado para siempre al aire exterior.