Desde que el mundo es mundo, desde que el hombre es hombre, y la mujer mujer -no olvidemos a la mujer- Nos hemos guiado por dos tendencias opuestas: el optimismo de Pelagio, o el pesimismo agustiniano. El primero quería quitar al hombre el pecado original del cristianismo , un peso excesivo para algunos, del que se querían liberar. Pelagio, el gran enemigo de san Agustín, era su profeta. san Agustín persiguió a Pelagio, con su palabra y con las armas. lo debatió en público (cuando era obispo de Hipona, cuando África era, en su zona conocida, una parte de Roma cristianizada). Agustín sabía que si triunfaba la ñoñez de Pelagio, la Iglesia se hundiría, y con ella la civilización que él había conocido.
La posteridad le dio la razón, pese a que Roma cayó, cuando él moría, en las manos de Alarico: La pervivencia de la Iglesia salvó la civilización en los tiempos más oscuros, durante un milenio, y esa cultura eclesial y también profana fue la semilla que volvió a fructificar en Europa al cabo de mil años.
Como dice Shopenhauer, el gran pesimista increyente: sí, la religión es absurda - decía él-, pero gracias a su alegoría se hace comprender al hombre que es falible, y la sociedad también. Sólo los hombres sabios pueden comprender la metafísica, que no está hecha para la mayoría. La metafísica enseña lo mismo que las grandes religiones...
Sin embargo, la lucha entre pelagianos y agustinianos ha sido constante. De un lado, los optimistas que siempre han creído en la verdad de la utopía, de la felicidad perenne en la tierra: los Voltaire, Diderot, Rousseau... Y de otro lado los Montaigne, los Pascal... Los Hayek... Los unos fueron los que tomaron la delantera en la Ilustración, cuyo programa no ha dejado de ser constantemente renovado desde entonces en una eterna metamorfosis, de tal manera que se crea siempre que es una novedad: El ser humano es bueno, por lo que, liberado de las cadenas que le oprimen -la propiedad-, saldrá su bondad y será armonioso y feliz. Ahí se reconoce la raíz Roussoniana, pero también marxista, y cómo no, bakuniana. Ahora ecologista-republicana, etc...
Y ahora, pregunto retóricamente, ¿Por qué los países anglosajones se han librado en gran parte -y hasta ahora- de esta lucha, en especial EEUU? ¿Por qué han conservado esa tendencia a la estabilidad, al consenso social? Respondo: Por el pesimismo de Lutero, profundamente paulista-agustiniano, cuyo epicentro fue el pecado original.
Es decir, por pura casualidad. Si esos protestantes persguidos no hubieran huído a las colonias americanas, a fundar "colonias pesimistas (basadas en el pesimismo sobre el antropos)"....
Ahora lo que se impone es el más optimista y melifluo pelagianismo, cuyo máximo líder es Zapatero, naturalmente. Esto es perfectamente lógico, ya que España es un país pelagiano a tope, en el que todas las utopías han tenido y tienen su asiento. Repásese nuestra historia, y se verá que desde los progresistas y liberales del XIX, a los anarquistas republicanos y socialistas de ayer y hoy, todo es una avasalladora falta de realismo.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)
1 comentario:
Muy buena reflexión.
No creo, sin embargo, que la raíz de ese incuestionable "optimismo" español sea de índole ideológica o religiosa. Ha de ser algo más racial, más profundo e incrustado en el ADN. Es la innata creencia en el milagro, --a la cual se llega bruscamente, tras el más profundo escepticismo frente a todo--. Así éste es el país en que los curanderos y saludadores se hacen ricos; el motor de agua llegó a ser un invento digno de consideración incluso para algunas "autoridades"; es tal vez el único país de la tierra en que las comunas ácratas fueron seriamente intentadas como forma de vida, o la más reciente parida de los cinco mil millones de ahorro con los coches eléctricos es considerada como una opción.
Si luego no resulta será seguramente por la opsición de las multinacionales, que nos odian a muerte y no perdonan a quien tenga ideas originales.
Hay quien, tras decenas de años, siguen manteniendo que el original invento español del motor de agua, fracasó por el boicot del capitalismo internacional.
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