Como es de esperar, dada la abundante "cosecha" de paro, la renta salarial es la que más sufre, con una reducción de su aportación a la renta disponible que apenas se compensa con las prestaciones y ayudas. En realidad, las rentas privada (es decir, de la propiedad y los salarios), son las que hacen caer la renta de las familias un 1,5%; y solo la ayuda pública evita que esa caída sea mayor, del 3%. Es decir, estamos aumentando la renta disponible gracias a la ayudas.
Esto expresa dolorosamente la tesitura en la que estamos: la renta que viene de la economía productiva se contrae, pero, debido al esfuerzo de consolidación fiscal, que no ha hecho más que empezar (véase la leve mejora, en el cuadro, del desahorro público (del 5,6% al -5,1%), y lo que falta por recortar (como ha advertido el Gobernador del BE) debemos esperar que la renta familiar empeore, pues, forzosamente, recibirá menos ayudas.
A menos que la tan cacareada recuperación de la economía productiva se presente con fuerza... cosa que se ve con escepticismo, excepto por el gobierno. Pero esa recuperación, en el mejor de los casos, supondrá un aumento de la renta similar al que se ha perdido, del 1,5% (siendo oficialmente optimista como el gobierno)
nuestro proceso de desapalancamiento está en vilo, pues no se ve una ruta firme, un criterio unificado, y cualquier tropiezo podrá suponer un doloroso aumento de la desconfianza de los prestamistas, y un aplazamiento de la recuperación.

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