"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 3 de abril de 2013

Individualismo como fin y como método

Algunas idea sacadas del excelente post de "Lord Keynes" sobre la base de la metodología austriaca.

Aquí no vamos a hablar el individualismo como fin moral superior, algo que yo no discuto. Para mí es uno de los pilares de la civilización, que me lleva a rechazar cualquier filosofía o ideología basada en el bien de un colectivo social, sea patria, socialismo, o Alá. Pero se ha querido usar este individualismo ontológico como principio métodológico social, que es lo que quiero debatir aquí. Es más, en lo que sigue discuto que el individualismo moral sea alcanzable mediante la sociedad propugnada por el individualismo austriaco. 

Esa base es el individualismo como componente esencial de la sociedad eficiente. El individualismo tiene varias acepciones dentro de la escuela, pero ninguna muy realista, salvo la de Hayek, aunque luego renuncia en gran parte a ese realismo, como veremos.

Según el autor del post, el primero en hablar de "individualismo métodológico" fue Schumpeter en 1908, aunque las derivas que sufrió este concepto en sus sucesores Hayek y Mises, y sobre todo Rothbard, son notables. Este último desdeñaba el método de Hayek.

El individualismo metodológico afirma que el orden social es el que se deriva de las acciones individuales. Una sociedad es la suma de los individuos que la componen. Para entender bien el utopismo de esta idea, piénsese que según ella no hay "consecuencias no esperadas" en el devenir histórico. Si una sociedad es liberal en el sentido austriaco (austérico), y los individuos se comportan siguiendo sus intereses, esa sociedad será próspera, estable y todos se beneficiarán. Si una sociedad se separa de estabidea matriz, caerá en decadencia económica y social.

Es tan poco creíble este concepto de sociedad, que a sus defensores se les escapa por debajo, sin poder evitarlo, una teoría de naturaleza humana verdaderamente... Inhumana. Los hombres y mujeres serían igualmente inteligentes, maduros (no habría adolescencia no vejez), seguirán sus propios fines, lo que beneficiaría a todos si el estado no interviene en ese orden espontáneo. Los individuos fuertes se ocuparían espontáneamente de los débiles (sin especificar hasta qué grado de generosidad), los más capaces sacarían más por su oferta...

Es una metodología utópica, primero porque no reconoce que el individuo nace en una sociedad ya formada, que le inculca uno valores que se diferencian mucho de unos países a otros. Segundo, porque parece definir una especie de individuo santo que no abusa de los demás pese a su superioridad, y no protesta en la adversidad, que achaca enteramente a sus deficiencias o mala suerte (la suerte es considerada por Hayek como in factor neutral, que hay que aceptar estoicamente). Y si no es así, el orden policial está para reprimir cualquier desviación de esa pauta auto flageladora.

Nunca ha existido una sociedad en la que los desprotegidos se han reconcomido sus quejas, pensando que se merecen su desgracia. Es verdad que hay culturas muy diferentes, pero ningún que se acerque a esa idea, y como eso no lo tienen en cuenta los austriacos, pues parece que están hablando de un ente que jamás existió. Es verdad que la sociedad de los primeros protestantes en EEUU, y la que definió la Constitución Americana, se acerca levemente a esa idea, pero es obvio que las cosas han cambiado mucho. Esto me lleva a postular una teoría opuesta: que determinadas culturas crearon unos valores sociales próximos al liberalismo, sobre los cuales los austriacos montaron sus teorías, pero al hacerlo traicionaron la realidad observable.

Obsérvese la diferencia de este principio con el Homo Aeconomicus, base de la economía actual, en que este no tiene tantas pretensiones. Esta es una definición que funciona para obtener conclusiones "como sí" las cosas fueran así, porque hace más manejable el análisis. Eso es una cosa, y otra pretender que el mejor de los mundo es el individualismo extremo, lo cual es dar un paso de la economía positiva, analítica, a la normativa, del "debería ser", que da un salto "al otro lado del espejo."

Pero hay una objeción más importante. Si la sociedad es un conjunto de individuos que interactúan, es realmente pobre no inferir que esa interacción lleva a situaciones nuevas, que hacen cambiar el comportamiento de los individuos.

De hecho Hayek lo reconoció, con su teoría del "Orden Espontáneo" y su visión evolutiva, pero se quedo con los avatares positivos. Un vez la sociedad había alcanzado el grado de madurez que el consideraba perfecto (el individualismo), habría que congelarla en ese estadio.

La historia es en verdad un sucesión de cambios de comportamiento debidos a las novedades que producen la interacción entre individuos -suponiendo que no salimos del modelo individualista estricto. Estos cambios pueden ser transitorios, efímeros, o permanentes, hasta que una novedad inesperada hace cambiar el comportamiento individual. En otras palabras, la escala de valores no puede ser inmutable ante los cambios que lo propios individuos provocan sin querer. El mundo se llena poco a poco de cosas de ideas nuevas, quiéranlo o no los individuos en su acción. La sociedad es fluyente, inesperada, y sólo un deseo de inmovilizarla en su esencia (como el fondo propugnan estos austriacos), puede paralizarla, es decir, todo lo contrario de la "sociedad abierta a los cambios" que tan bien perfiló Karl Popper. La sociedad abierta es, por definición, imposible de controlar, salvo por lo que sus gobiernos democráticos intentan, imperfectamente, apartar de las peores consecuencias.

(Por eso no he entido nunca por qué Hayek pretendía ser un popperiano perfecto. El Popper de "La Sociedad Abierta y sus enemigos" no tiene mucho que ver con Hayek. Hayek, en sentido Popperiano, esun claro "enemigo" más de esa sociedad abierta.)

Sí, es verdad, hay cosas que es mejor dejar a los individuos, que persiguiendo ganarse la vida y mejorarla, producen, son ingeniosos, inventan, crean novedades, y mejoran la vida de los demás. Merecen un premio por ello. Pero necesitan de un poder que proteja sus intereses (Acemoglu) y, por otra parte, se necesita que ese poder impida que la acción individual tenga efectos perversos contra el orden social. Pero la guías para delimitar los campos de unos y otros no son inamovibles ni homogéneas para todos los tiempos y culturas.

3 comentarios:

Santiago dijo...

Buenas tardes, los austriacos son todos anarcocapitalistas?, Hayek lo era?, yo creo que no, defendían o como yo lo entiendo un estado mínimo y que ese individualismo sea la base de todo, no es eso lo que queremos en todos los aspectos?, en la política, en la economía, que sean las decisiones individuales las que lleven a la sociedad por donde esta quiere que vaya, eso implica que saldran cosas nuevas y situaciones no vistas, pues bienvenidas sean, mientras ese estado mínimo marque las lineas de respeto a los demás, no sé porque tenemos que tenerle miedo al futuro.
¿Has oído hablar de Antonio García Trevijano y su Teoría pura de la República¿ ?Que te parece?
Saludos.
Santiago.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Precisamente lo que digo es que hay diferencias enormes entre Hayek y Rothbard.
Aún con eso y con todo, yo creo que para proteger el individualismo metafísico, (de origen cristiano) como bien último de la sociedad, no basta el individualismo económico. Creo que el individualismo económico, sea de Hayek, sea de Mises, es un fracaso. Hace falta un estado que proteja al individuo de sus propios excesos.
En cuanto a lo del señor, ese, no le sigo la pista desde hace mucho, pero no ha sido santo de mi devoción.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Quiero decir, que mucha gente confunde un individualismo con otro, y no se da cuenta. Pero uno no lleva al otro necesariamente.