José García Domínguez lo explica bien claro: las balanzas fiscales no sólo son un señuelo falso, sino que hemos caídos todos en él. Ahora hay 17 poderes regionales peleándose por demostrar que España les roba a ellos, y no a los catalanes.
Sin embargo las BF son una entelequia imposible de reducir a números. Es imposible contabilizar todos los flujos económicos interegionales que sean significativos desde el punto de vista del bienestar. Lo que se puede hacer individuo a individuo - de hecho lo hace todos los años en su declaración de la renta- es imposible hacerlo por regiones. Ya digo, una entelequia con una fuerza de arrastre tan enorme como estúpida.
Supongamos, en beneficio de la claridad, que España es un país fiscalmente neutral: que los tipos impositivos son proporcionales a la renta, que no hay doble imposición, que los impuestos no desvían la asignación óptima de recursos, etc. En ese país, es de suponer que se cumple el óptimo de Pareto: cualquier cambio en beneficio de un individuo perjudicaría a todos los demás.
En este caso, de asignación fiscal perfecta, las regiones más ricas, y o más pobladas, tendrían un saldo fiscal negativo. Es decir, Cataluña, en cabeza de la renta per capita (por cierto, una de las más altas de Europa, como la de Madrid), pagaría más impuestos totales que Extremadura, que es de menor renta per capita y además menos poblada.
Los impuestos de este modelo son proporcionales a la renta, pero podrían ser progresivos que el resultado no cambiaría: en todo caso se acentuaría aún más el saldo negativo de Cataluña. Cuanto mayor fuera su renta per capita (y su riqueza acumulada) más impuestos pagaría.
¿Qué pasa con la distribución de gastos? La decisión de los gastos no sigue el mismo criterio que el de los impuestos. Se da por hecho que los impuestos se recaudan para atender a inversiones con efectos externos positivos que la iniciativa privada no haría nunca, y gastos de suavizacion de diferencias de renta, y atención a los más necesitados. Dejemos de lado si estos gastos están o no bien administrados: supongamos que sí. Pero un mínimo criterio parecido al descrito de nuevo implicaría una redistribución en el gasto hacia las regiones donde viven los más desfavorecidos: es decir, en el gasto se acentuaría el efecto de los impuestos. Cataluña perdería aún más frente a Extremadura.
Sin embargo, en condiciones normales y si está bien gobernada -y aunque no lo esté, como ahora- seguirá teniendo una renta per Capita muy superior a la de Extremadura.
Paradójicamente, si Cataluña quisiera invertir la "balanza fiscal" lo que tendría que hacer es empobrece ser tanto como Extremadura. No creo que le apetezca, aunque no sé, han enloquecido tanto... A lo mejor consiguen con la independencia: uma caída brutal de la renta que les dejará al nivel, tan deseado al parecer, de Extremadura.
Todo esto demuestra, creo yo, que el debate de las BF es estéril para alcanzar algún tipo de conclusión objetiva; pero es terriblemente dañino en el ánimo de los españoles (que cada vez lo son menos), en el sentido de sentirse conciudadanos de un mismo país. Y esto es un daño que tiene, que está teniendo ya, graves efectos convivenciales y por supuesto económicos.
Sin embargo las BF son una entelequia imposible de reducir a números. Es imposible contabilizar todos los flujos económicos interegionales que sean significativos desde el punto de vista del bienestar. Lo que se puede hacer individuo a individuo - de hecho lo hace todos los años en su declaración de la renta- es imposible hacerlo por regiones. Ya digo, una entelequia con una fuerza de arrastre tan enorme como estúpida.
Supongamos, en beneficio de la claridad, que España es un país fiscalmente neutral: que los tipos impositivos son proporcionales a la renta, que no hay doble imposición, que los impuestos no desvían la asignación óptima de recursos, etc. En ese país, es de suponer que se cumple el óptimo de Pareto: cualquier cambio en beneficio de un individuo perjudicaría a todos los demás.
En este caso, de asignación fiscal perfecta, las regiones más ricas, y o más pobladas, tendrían un saldo fiscal negativo. Es decir, Cataluña, en cabeza de la renta per capita (por cierto, una de las más altas de Europa, como la de Madrid), pagaría más impuestos totales que Extremadura, que es de menor renta per capita y además menos poblada.
Los impuestos de este modelo son proporcionales a la renta, pero podrían ser progresivos que el resultado no cambiaría: en todo caso se acentuaría aún más el saldo negativo de Cataluña. Cuanto mayor fuera su renta per capita (y su riqueza acumulada) más impuestos pagaría.
¿Qué pasa con la distribución de gastos? La decisión de los gastos no sigue el mismo criterio que el de los impuestos. Se da por hecho que los impuestos se recaudan para atender a inversiones con efectos externos positivos que la iniciativa privada no haría nunca, y gastos de suavizacion de diferencias de renta, y atención a los más necesitados. Dejemos de lado si estos gastos están o no bien administrados: supongamos que sí. Pero un mínimo criterio parecido al descrito de nuevo implicaría una redistribución en el gasto hacia las regiones donde viven los más desfavorecidos: es decir, en el gasto se acentuaría el efecto de los impuestos. Cataluña perdería aún más frente a Extremadura.
Sin embargo, en condiciones normales y si está bien gobernada -y aunque no lo esté, como ahora- seguirá teniendo una renta per Capita muy superior a la de Extremadura.
Paradójicamente, si Cataluña quisiera invertir la "balanza fiscal" lo que tendría que hacer es empobrece ser tanto como Extremadura. No creo que le apetezca, aunque no sé, han enloquecido tanto... A lo mejor consiguen con la independencia: uma caída brutal de la renta que les dejará al nivel, tan deseado al parecer, de Extremadura.
Todo esto demuestra, creo yo, que el debate de las BF es estéril para alcanzar algún tipo de conclusión objetiva; pero es terriblemente dañino en el ánimo de los españoles (que cada vez lo son menos), en el sentido de sentirse conciudadanos de un mismo país. Y esto es un daño que tiene, que está teniendo ya, graves efectos convivenciales y por supuesto económicos.
2 comentarios:
Efectivamente, los impuestos los pagan las personas, no los territorios. Por ello no tiene sentido hacer balanzas fiscales por territorios, como no tiene sentido hacer balanzas fiscales por profesiones o por nivel educativo.
Estoy convencido de que los ingenieros de caminos tienen balanza fiscal negativa, lo cuál tiene todo el sentido del mundo ya que, en media, son más ricos que el resto de los españoles.
Además pasa otra cosa. El IVA y el Impuesto de Sociedades se recauda en el lugar dónde está radicada la empresa, no dónde se consume el bien o el servicio. Por ello las regiones en las que hay más empresas recaudaran IVA pagado por los consumidores de las regiones en las que hay menos empresas.
Si quisiéramos hacer balanzas fiscales rigurosas, la Caixa tendría que fijar Establecimientos Permanentes fuera de Cataluña y pagar impuesto de Sociedades e IVA en cada territorio por el negocio generado allí.
Pero insisto, esto, además de ser un engorro, sería innecesario. Porque no pagan impuestos los territorios, sino las personas. Porque la progresividad es uno de los principios constitucionales de nuestro sistema fiscal.
Y porque la única Nación que existe es la Española.
PD. Esto también es aplicable al memo de Ignacio González que de ve en cuando dice que los madrileños pagamos más impuestos que los catalanes.
Efectivamente, creo que el único objeto que persiguen las BF es demostrar quién está siendo más maltratado.
Por cierto me parece genial lo de la Caixa pagando IVA e IS por cada región española, pero también incluiría Gas Natural, Endesa y demás empresas que siendo de perfil regionalista están encantados con sacarnos los ojos a todos.
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