No soy fiscalista, pero sé lo que sabe cualquier economista Por experiencia: que los impuestos lo pagan no el sujeto pasivo, sino otro u otros que además no se enteran de donde les biene la pedrada. Los impuestos tienen un efecto carambola que hace difícil saber su repercusión final.
Pero dicho esto, la propuesta de manuel Lagares me parece muy razonable, porque creo que reduce la arbitrariedad y los impactos negativos de la fiscalidad española, que son clamorosos pese a que la presión fiscal, 37% del PIB, es la más baja o de las más más bajas de la zona euro.
La prueba del nueve de que tiene buena pinta es que los nacionalistas, y, sobre todo, los barones del PP, han dicho que no van a cumplirla. La racionalización del impuesto empieza por las CCAA, y si no me equivoco, les obligara a racionalizar el gasto. El problema acuciante del gasto en España no es su nivel, sino su arbitrariedad, duplicidad, injusticia, y al final de la cuerda, del mamoneo de las desviaciones a bolsillos particulares.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con una cosa que se ha dicho: que la reforma aumentaría un 1% el PIB. Eso depende de muchas cosas, de circunstancias ajenas al fisco. Puede aumentarlo un X%, o no, veremos como las demás políticas contrarrestan los inevitables efectos negativos sobre la demanda, que también los hay.
España, o lo queda de ella, tiene un problema de asignación de gasto. Está total y arbitrariamente politizado. El gobierno lo decide por el método de ir tapando agujeros según la presión de que es capaz el beneficiado. Una recentralización del gasto es urgente, porque con la estructura actual han conseguido que haya ciudadanos de primera segunda y tercera, y cuarta también; que unos, los más productivos, que tienen un salario fijo, paguen más que otros, que tiene a su disposición una panoplia de vías de evasión, además sin riesgo.
Pero dicho esto, la propuesta de manuel Lagares me parece muy razonable, porque creo que reduce la arbitrariedad y los impactos negativos de la fiscalidad española, que son clamorosos pese a que la presión fiscal, 37% del PIB, es la más baja o de las más más bajas de la zona euro.
La prueba del nueve de que tiene buena pinta es que los nacionalistas, y, sobre todo, los barones del PP, han dicho que no van a cumplirla. La racionalización del impuesto empieza por las CCAA, y si no me equivoco, les obligara a racionalizar el gasto. El problema acuciante del gasto en España no es su nivel, sino su arbitrariedad, duplicidad, injusticia, y al final de la cuerda, del mamoneo de las desviaciones a bolsillos particulares.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con una cosa que se ha dicho: que la reforma aumentaría un 1% el PIB. Eso depende de muchas cosas, de circunstancias ajenas al fisco. Puede aumentarlo un X%, o no, veremos como las demás políticas contrarrestan los inevitables efectos negativos sobre la demanda, que también los hay.
España, o lo queda de ella, tiene un problema de asignación de gasto. Está total y arbitrariamente politizado. El gobierno lo decide por el método de ir tapando agujeros según la presión de que es capaz el beneficiado. Una recentralización del gasto es urgente, porque con la estructura actual han conseguido que haya ciudadanos de primera segunda y tercera, y cuarta también; que unos, los más productivos, que tienen un salario fijo, paguen más que otros, que tiene a su disposición una panoplia de vías de evasión, además sin riesgo.
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