"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 31 de julio de 2015

Notas a un libro

Acabó de terminar el libro de Emilio Campmany, "Verano del 14; una crónica diplomática".
Me considero más un indocumentado que otra cosa en la materia, sobre la que he leído pocos libros, entre los incontables a que ha dado lugar. Creo que éste es recomendable por su enfoque y documentación, además de su claridad y orden.
 
Las relaciones diplomáticas jugaron un papel esencial en el desarrollo de esas fuerzas imparables, que nadie supo controlar, hacia una guerra que todos sabían iba a ser imensamemte destructora, y que además dejó en pie los conflictos que llevaron hasta la Segunda Guerra Mundial. La diplomacia dejo una ingente documentación que el autor ha sabido ordenar y usar de base para relatar esta historia.
 
Si algo se puede sacar en claro sobre culpabilidades y errores, ligerezas e irresponsabilidades, el enfoque de Campmany permite iluminar un panorama confuso que otros libros no me habían ayudado a aclarar.
 
La guerra empezó con el asesinarlo del heredero al trono de Austia-Hungría, en Sarajevo, apenas dos meses antes de que comenzara el conflicto, en agosto de 1914. El atentado desató las iras del Imperio austro-húngaro, que quiso ver en ello una acción terrorista dirigida por Serbia contra la Doble Corona. Viena decidió que era el momento de aplastar las ambiciones serbias sobre territorios eslavos que Austria-Hungría se había anexionado poco antes (Bosnia-Hezergobina, en cuya capital se cometió el atentado).
 
Nadie pensaba que ese conflicto iba a desencadenar la guerra más implacable de la historia hasta entonces. Como mucho, se veía con una lejana posibilidad. Además, Ninguna de las potencias negaba el derecho de A-H a contener las ambiciones serbias, país no muy estimado por sus métodos fuera del derecho internacional. La única que defendía a Serbia en su eslavismo expansionista y sus objetivos declarados de una Gran Serbia (que, sin lugar a dudas, volverán a renacer) era Rusia. Además, Rusia tenía intereses estratégicos en la zona, especialmente el acceso al Mediterráneo de su flota, cercenado por Gran Bretaña y Turquía.
 
En esta alianza ruso-serbia tenemos el primer eslabón de la cadena de intereses entre potencias, cadena que al final fue la que llevo inexorablemente a la guerra total, pese a ser todos conscientes de que nadie la podría ganar.
 
Los demás eslabones de la férrea cadena eran, por una parte, la "Triple Alianza" entre Alemania, A-H, e Italia (que pronto se desmarcó de ella), y por otra la "Entente" entre Rusia-Francia, y el apoyo implícito, nunca formulado, de Gran Bretaña.
 
Estas alianzas mantenían un delicado equilibrio en Europa. La Triple Alianza era mas fuerte que el pacto franco-ruso, más defensivo, y que no contaba mas que con un apoyo condicional de Gran Bretaña. Ésta última solo estaba interesada mantener el equilibrio de fuerzas y defender su integridad y la de su imperio.
 
Cada uno de estos países tenían un imperio o colonias, sobre todo Gran Bretaña. Éste último requería que las comunicaciones marítimas fueran fluidas con los territorios, lo que afianzaba el interés en mantener una Europa en equilibrio (por otra parte, fundamental objetivo de Inglaterra a lo largo de su historia).
 
Alemania era el país que menos hizo por evitar la guerra, pese a que el kaiser Guillermo II no la deseara. En el libro se describe como, varias veces, es engañado o desinformado por sus ministros. Especialmente belicosa fue la actitud de Von Moltke, jefe del estado mayor, que veía con inquietud el rearme de Rusia. Creía que era mejor enfrentase a Rusia antes de que completara su preparación bélica, cuando fuera imposible de parar. Por otra parte, Alemania no quería que se tambaleara su aliada la Austria-Hungría, que era esencial para su seguridad.
 
Francia y Gran Bretaña siempre quisieron mantener la razón de su parte, u dejar claro que si interés era defensivo, incluso poniendo en riesgo sus intereses defensivo (Francia deaplegó su ejército a 40 km de la frontera alemana, para probar su estrategia defensiva).
 
Pero Alemania sabia que si A-H atacaba a Serbia, Rusia se pondría del lado de Serbia, lo que supondría un ataque a A-H, lo que la obligaría a defender a su aliada y, por ende, atacar a Rusia. En gran parte era un deber deseado por razones estratégicas. No obstante, Francia era declarada aliada defensiva de Rusia, lo que supondría una guerra en dos frentes, este y oeste, la peor pesadilla para Alemania.
 
Hay que explicar un factor que jugó un papel primordial: la estrategia militar alemana, en teoría defensiva, pero que no dejaban de ser invasiva para países de su entorno, en principio neutrales y defendidos por el derecho internacional. El plan de "defensa" alemán era en realidad, para evitar una guerra en dos frentes, una guerra relámpago contra Francia, y una vez vencida volviendo sus ejércitos inmediatamente al este, para parar a Rusia. Su estrategia mas básica era la velocidad mayor de despliegue y el ataque preventivo.
 
En realidad, Alemania justificaba sus acciones bélicas en nombre de la defensa, pero eso incluía invadir Francia. No sólo eso, sino que consideraba legítimo arrasar Bélgica con sus divisiones, pues era el terreno más fácil para llegar a Francia. En suma, su defensa pasaba por arrasar dos países neutrales.
 
Sin embargo, Bélgica y su neutralidad eran cruciales en la visión de Gran Bretaña. Gran Bretaña no tenía una alianza declarada ni con Rusia ni con Francia, pero consideraba Casus Belli la integridad de Bélgica; no sólo tenía un compromiso declarado de defenderla, es que además, una Bélgica Alemana, más una Francia vencida sería, para Edward Grey (secretario del Foreign Office), una reversión de los equilibrios y un escenario hostil, con una Alemania dueña de Europa y a dos pasos de la costa. Eso ponía en peligro su integridad y la de su imperio. El dilema de Gran Bretaña era, por tanto, adelantarse a esa pesadilla o esperar que se produjera y afrontarla en desventaja manifiesta.
 
Gran Bretaña era entonces el país más democrático, por lo que el gobiernos tenía que rendir cuentas al Parlamento. Éste era el que decidió en realidad ir a la guerra, una vez oídas y sopesadas las razones y los hechos que le presentó el gobierno. La invasión de Bélgica y la necesidad de apoyar por el mar a Francia, desguarnecida por estar su flota en el Mediterráneo, fueron las razones que puso Grey ante el Parlamento, y fue lo que en gran parte reorientó a la opinión pública, hasta entonces reacia a la guerra.
 
En este país, por lo menos, las decisiones se tomaron a la luz pública, mientras que en los otros, especialmente Rusia, Alemania y su aliada A-H, se decidió todo en gabinetes secretos. Esos gabinetes estaban en continúa comunicación telegráfica con sus embajadores, que jugaron un papel clave de enlace en esa red férrea de intereses de las potencias. Fue seguramente el último momento decisivo de la diplomacia.
 
Impresiona asistir a cómo todos los protagonistas se van dando cuenta de las consecuencias del conflicto, pero se declaran impotentes parar las ruedas de ese tren en marcha y a creciente velocidad. El único que intenta una acción diplomática para pararlo es Edward Grey, que quiere organizar una conferencia para impedir que A-H invada a Serbia. La respuesta de otros países es tibia, y de franco desinterés de Alemania ( es cuando se ve claro que los ministro están ocultando información al kaiser). Desde el principio ve que Gran Bretaña deberá entrar, pero también que va a ser desastroso para ella y todos.
 
En ruso, por su parte, hay intentos de que la guerra se limite a los Balcanes, para desactivar la amenaza alemana, pero los militares se confabulan para que la movilización sea total. Las necesidades de la maquinarias militares, que los política no entienden bien, pero han de aceptar, son una guasa profunda de la feria dinámica que nadie puede parar.
 
Si hay un país netamente a favor de la guerra es Alemania, por mucho que algunas de sus líderes, empezando por el Káiser, no la quisieran (aunque éste apoyaba sin fisuras a A-H). Se ve una conspiración belicista en Moltke, jefe del ejército, que actúa por su cuenta y con decisiones que luego nadie puede más que refrendar.
 

2 comentarios:

interbar dijo...

He leído que algunas guerras perjudican, al final, a todos los que participan; nadie gana nada. Y hay otras inevitables por las circunstancias. La Primera Guerra Mundial es de las primeras.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Desde luego. Y la primera fue la antesala de la segunda. Como previó Keynes.