"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 12 de enero de 2016

Interconexión de mercados

Los mercados se conectan a través de las expectativas. Si un mercado registra un cambio de precio, esa información se transmite a otros mercados en los que se cotizan expectativas asimilables, en un horizonte temporal que es similar. Todos los mercados de bienes duraderos tienen una mirada hacia el futuro. Es decir, tienen un componente financiero, aunque la materia cotizada tenga un uso industrial. Por ejemplo, el mercado del petróleo y los mercados de bonos.
El precio del petróleo está cayendo a niveles históricos, al menos en términos reales. El rendimiento en el mercado del bono del Tesoro USA a 10 años está bajando. Si comparamos éste con el bono emitido deflactado de inflación, tenemos las expectativas de inflación de los inversores en bonos. Cuanto mayor la inflación prevista, mayor será el diferencial, y viceversa.

En el gráfico, comparamos el precio del petróleo (eje derecho) con las expectativas de inflación cotizadas en el mercado de bonos (rendimiento de bono nominal menos el deflactado). (No comparamos niveles, sino variaciones). El resultado es elocuente: expectativas de inflación en el 1,5%, y precio del crudo en menos de 40$/b, en niveles muy bajos, y una correlación evidente de las variaciones entre ambos, aunque no en niveles.

Expectativas similares se reflejan en ambos mercados. Esto es así por lo que dije antes: el mercado del petróleo tiene un componente financiero, y no solo refleja el precio esperado del petróleo, sino también la inflación general esperada. Hay expectativas que se refuerzan unas a otras, y una caída del crudo está conectada con una posible caída de la demanda mundial, y por ende, de la inflación.

Por otro lado, obsérvese que las expectativas de inflación no se ciñen probablemente a EEUU, pues el mercados de bonos USA es internacional, y copta tanto o más inflación esperada mundial que nacional.

En la siguiente imagen, vemos que lo dicho para el petróleo se puede aplicar al oro, aunque este mercado es mucho más estrecho que el del petróleo. La correlación entre precio del oro y expectativas de inflación no es tan estrecha.

Y mucho menos lo es si relacionamos el indicador de inflación esperada con un índice de bolsa, cuyo precio es un índice sintético, y además incorpora expectativas más complejas, y a plazos más cortos.

Si siguiéramos comparando, veríamos que los mercados de carácter financiero se han mundializado, reflejando expectativas (ciertas o erróneas) mundiales. Es lo ue afirma Cullen Roche: la macroeconomía domina cada vez más laomeracsos financieros, mientras que los resultados de unaempresa cotizada cada vez menos.

En cambio, los mercados del trabajo son difícilmente homologables, si no es por los movimientos migratorios, lentos y de efectos a largo plazo, y no siempre positivos.

Es más, en Europa, con una moneda común, como EEUU, no tiene un mercado laboral homogéneo. Aunque el mercado financiero europeo funcionara bien, su mercado de trabajo es más rígido y fragmentado que el de un país cualquira del mismo nivel de renta, y por supuesto que el de EEUU. Y quien dice el mercado de trabajo dice cualquier mercado de un bien común, como el de los coches. Esta mayor rigidez comparada hace que los choques financieros sean mejor absorbidos por EEUU que por Europa, por mucho que su economía sea más grande que la de EEUU.

A ello se une la evidente asimetría financiera entre los miembros de la Zona Euro, asimetría que intensifica la diferencia de respuestas ante una política común. Eso se vio en los efectos asimétricos aquel tuvo el lanzamiento del euro, propiciando movimientos de dinero del Norte a Sur, hinchando la burbuja, pero cortando en seco esas entradas de capital cuando estalló la crisis.

Próximo capítulo: debate sobre la libertad o no de los movimientos de capital.

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