... "Un buen día leí en letras capitales en la primera página de mi periódico matinal de entonces, La Nazione de Florencia, la noticia de la gran concentración fascista que se estaba produciendo sobre Milán, con gente llegada de toda el área del valle del Po y de la Alta Italia. Según La Nazione, la concentración era muy numerosa y su bloque principal había iniciado una marcha hacia Bolonia para llegar, tras haber cruzado los habituales collados de los Apeninos, a Florencia, y dirigirse, desde esta población y por la carretera directa, hacia Roma. El periódico aseguraba que Mussolini dirigía personalmente la operación, flanqueado por sus cuatro principales adláteres: el general De Bono, el marqués de Vecchi, Italo Balbo y Michele Bianchi, que al parecer encarnaba el matiz más extremista del fascismo y que, según decían, era el hombre a quien el Duce más apreciaba en aquel momento.Acabado el desayuno (más bien escaso) de la Pensione Balestri, me asomé a la Piazza Mentana. Estaba negra de gente, la concentración humana era muy espesa. Cantaban el himno fascista. El Giovinezza. Puede que lo cantaran con un aire ligeramente expectante, pero lo hacían con cierto aplomo y en medio del jolgorio general. Como aquellos días oí cantar repetidamente el Giovinezza, voy a reproducir ahora un fragmento, para darlo por acabado.Giovinezza, giovinezza Primavera di bellezza , Il fascismo è la salvezza Della nostra civiltà . Per Benito Mussolini , Cia, cia, a-la-là!Confieso que leí la información de La Nazione sin inmutarme mucho, porque los hechos eran inevitables. Hacía apenas cuatro días el partido fascista había celebrado en Nápoles un congreso importantísimo. En su discurso, Mussolini había reclamado el poder por enésima vez. Había transcurrido poco tiempo, pero el tiempo transcurrido era considerado prudencial para obtener algún tipo de respuesta, oficiosa u oficial. No había existido respuesta alguna. Los jerarcas fascistas habían vuelto a Milán exasperados. Al cabo de poco de haber vuelto, Mussolini, incapaz de contener a su gente, que él mismo había exasperado, ordenó la marcha sobre Roma para forzar con el alzamiento popular (a mi modesto entender) la voluntad del monarca. Era la puesta en práctica de lo que venía anunciándose desde hacía tantos meses. La primera parte de la información de La Nazione había sido, pues, largamente pronosticada. La segunda era mucho más curiosa. Consistía en manifestar que la marcha proseguía con toda normalidad y que, durante su proceso, no se había producido el más mínimo obstáculo, el más ligero contratiempo, ni por parte de la policía del Estado ni por parte de los grupos de acción de los partidos contrarios.Si bien lo último ya causaba bastante extrañeza, más raro parecía lo que a mi modo de ver era lo fundamental de la situación, a saber, que ante la actuación de los fascistas, el ejército, la policía y el bloque del Estado en general acababan de adoptar una postura de neutralidad de neutralidad favorable, en definitiva—. El bloque general del Estado había jurado la Constitución y era evidente que servía a la Corona. La Corona, hasta la fecha, no había dicho en público esta boca es mía. De lo que no cabía la menor duda era de que sus servidores, de puertas afuera al menos, se habían anticipado.Bajé a la Piazza Mentana y entré en contacto con gran cantidad de gente. En la mismísima puerta del Fascio quiso la casualidad que me encontrara a un fascista importante, el onorevole Finzi, a quien conocía de los medios periodísticos locales y que en aquel momento salía de casa. Me dijo con gran vivacidad lo que yo quería preguntarle:Non ne parlamo più, caro signore! Il Re è d’accordo, Auguri! Arrivederci ...Salí del creciente empalago patriótico de la Piazza Mentana y me dirigí al centro de la ciudad. En un café frecuentado por periodistas, hallé a unos cuantos. Estaba formándose la concepción general. El hecho de que la marcha no hubiera encontrado obstáculos, ni tan siquiera en los sitios más adversos, era un indicio de que el fenómeno, si no avalado, cuanto menos había sido aceptado. En aquella época yo conocía muy poco poquísimo—Italia.Me llevé una sorpresa al constatar la felicidad de los italianos ante el hecho consumado. Les gustan los ganadores. A nosotros, en cambio, parecen gustarnos los perdedores. Son dos posturas radicalmente opuestas. Ante la inmediatez de un cambio, el gran problema de un italiano es situarse de un modo favorable. Nosotros solemos entenderlo de forma diferente: a veces por dignidad, a veces por recalcitrante testarudez. Por la tarde, casi toda Florencia había llegado a la conclusión de que la marcha, aunque no prosiguiera con la bendición, había sido aceptada por las más altas instituciones. La gente iniciaba la aceptación... Cosa vuole? se oía decir a la gente—. Capirà ...Al día siguiente empezaron a llegar fascistas a Florencia. Llegaron muchos. Todo parecía perfectamente orquestado. Llegaron primero los que venían en tren en los trenes normales, además de los trenes especiales—. Estos tenían su importancia, pero no tanta como los que venían por carretera, en una procesión interminable de medios de transporte basados en el motor de explosión: automóviles de todas las formas y categorías, de todas las edades, de todas las marcas, ómnibus, camiones, etc. Los fascistas llegados en tren habían hecho mucho ruido, pero habían resultado mucho más visibles los llegados por carretera, sobre todo la población rural, a la que Mussolini valoraba al máximo. Unos y otros llegaron a la misma hora o casi—.Es muy posible que la marcha hubiera empezado en un ambiente más bien frío quiero decir, de fría expectación—; lo cierto es que a medida que bajaban hacia el sur el ambiente iba caldeándose. Florencia había sido, hasta hace bien poco, un covo di sovversivi. Con la llegada de los primeros pelotones, la ciudad empezó a imbandierarsi ; primero con cierta parsimonia; luego, todas las fachadas quedaron saturadas. En la Piazza Mentana no había quien diera, literalmente, un paso. Tuve trabajos para llegar a la pensión. En mi habitación había dos camas; cuando entré, un fascista dormía vestido se había desprendido tan solo de las armas—sobre la cama que yo no ocupaba. Daba la impresión de estar cansado, porque dormía como un tronco absolutamente vegetal. Abandoné la habitación de puntillas y volví a la plaza. La música, las canciones, llenaban literalmente el aire. La Giovinezza llegaba de los cuatro puntos cardinales. También se cantaban muchas canciones de la pasada guerra. Me acuerdo de aquella del Piave : E il Piave mormoró: non passa lo straniero! También se cantaban las de sabor geográfico-provincial, como aquella de Venecia, tan maltratada: Andiamo in gondola , andiamo in gondola , andiamo in gondola , a conspirar ... Y muchas más. Era sorprendente la cantidad de canciones que sabía aquella gente. Cuando acababan una, empezaban otra, sin parar, horas y horas... A medida que crecía la riada humana, Florencia iba cogiendo un aire insólito, inaudito. Por la Señoría y sus alrededores, por Santa Croce y el Museo, Tornabuoni, Santa Maria Novella, la estación ferroviaria, por los jardines de Boboli, o al otro lado del Arno, el gentío era impresionante.¡Cuántas camisas negras! La densa negrura de las camisas le daba al aire, a las cosas, una negrura general, vastísima, continua. Florencia, que a través de su historia ha visto tantas cosas, ¿había visto nunca desde el punto de vista del color, sobre todo—semejante espectáculo? La negrura, al principio, me produjo cierta extrañeza. Después, no me gustó en absoluto. No estoy diciendo que en Italia el negro no sea un color popular el negro del duelo, de los entierros, el color de los vestidos de tanta gente, el domingo sobre todo—, pero quizá había demasiado. En los cafés, en los hoteles, en las calles, no se podía dar un paso. En las calles del centro, que no se caracterizan por su anchura, se veían coches de caballos, automóviles, carros volcados, bloqueados por la gente. ¡Y cuántas armas, válgame Dios!En las calles estrechas, la prostitución iba a todo gas. Florencia estaba convirtiéndose en el remolino fascista de todo el norte de Italia. El desorden era considerable, prueba tal vez de que el fenómeno tenía un fondo de seguridad en los dirigentes. Este desorden quizá no llegó nunca a ser cafarnaúmico debido tal vez a la visión de las armas que llevaban los fascistas—. La gente confraternizaba, cantaba, se abrazaba, se besaba, se traslucía en su cara la temperatura de los sentimientos patrióticos. La temperatura era elevada; no había forma de ver una cara con facciones normales; todos parecían algo demudados y frenéticos. Algunos parecían un poco cansados. Había algún fascista maduro; viejos, poquísimos; la juventud menor de treinta años era abundantísima.Observando el panorama humano, podían distinguirse grosso modo—los dos tipos: el fascista arreglado, bien vestido, generalmente con guantes, reaccionario de conversación convencional, disciplinado, perfil estilizado, pelo rizado a veces; y el fascista popular y echado a perder, hablando de cualquier manera, con las facciones ligeramente desencajadas, muy parlanchín, tránsfuga, por lo general del anarquismo y el sindicalismo los anarquistas y sindicalistas que Mussolini había convertido al patriotismo garantizándoles, probablemente, seguridad frente al mecanismo de la policía—. Estos sujetos no eran muy amantes de la disciplina, eran sentimentales y cínicos, pero el fascista de buena casa los adoraba porque constituían, en definitiva, la base popular del partido y tenían una historia de subversividad muy similar a la de Mussolini.En aquella riada humana, no alcancé a ver o así me lo pareció—a mucha gente típica de la industria o del comercio. Había más bien clase media, empleados y muchos campesinos de toda clase propietarios, y campesinos que iban a la mezzadria—. Vi a personas de ojos azules, rubias, de piel blanca, de la parte del Véneto, que parecían algo intimidadas por aquel alboroto, y a hombres de ojos oscuros, de la Emilia, de Lombardía y del Piamonte de esta región, menos—, que se movían con mayor libertad y holgura. Aquella tarde di una larga caminata por Florencia nada cómoda y con muchos empujones—.Cerca de la estación terminal, vi un coche con una pancarta que decía «Presse». Me acerqué. En realidad no era un coche: eran dos taxis de Milán que llevaban la pancarta «Presse». Eché una ojeada, y mi primera impresión fue que los coches estaban vacíos. La luz no les daba de lleno. Mi segundo examen fue más fructífero: vi a un hombre, con un vestido claro, tumbado en los asientos traseros de uno de los taxis. Intenté abrir la puerta. El tumbado levantó la cabeza con total indiferencia. Lo reconocí enseguida: era un periodista danés, de la Agencia Telegráfica escandinava, al que había conocido en París y tratado en la Conferencia de Génova; un hombre conocido por Tomsen pero ignoro si se llamaba así—. «Allo!», me dijo al reconocerme. Y abrió la puerta enseguida. Me hizo sentar en el automóvil y fumamos unos cigarrillos. «Mais qu’est-ce que vous faites ici?», me dijo con aire compasivo. Le respondí que al ver un automóvil que decía «Presse» había tomado la decisión de seguir la marcha hasta Roma al precio que fuera. Que no disponía de unas finanzas lo suficientemente boyantes como para tomar un taxi por mi cuenta y seguir el itinerario fascista. Que la verdadera solución sería encontrar un sitio en cualquiera de aquellos taxis alquilados por los compañeros de la prensa extranjera pagando a escote, naturalmente—. El periodista danés me dijo que en los taxis había sitio, que él, personalmente, no veía dificultad alguna en el proyecto, pero que la respuesta estaba condicionada a la opinión de sus amigos. «¿En los coches solo hay periodistas?», le pregunté. «Sí, señor. Está toda la ménagerie, como dicen en París: ingleses, franceses, un holandés, escandinavos...» «¿Y dónde están estos amigos?» «Divagando por Florencia. Están pensando en el telegrama que enviarán por la noche.» «¿Les verá usted en alguna parte?» «Nos encontraremos para cenar en el restaurante de la estación. Casi con toda seguridad, en este restaurante es donde habrá menos fascistas. La gente tiene tendencia a ir para el centro.» «¿Usted, no se ha movido?» «No, señor.» «¿No le interesa?» «Pse... Claro que sí. Pero estos espectáculos son siempre iguales. Llevo más de veinte años haciendo lo mismo. Esta noche redactaré los telegramas, que serán aproximadamente como los de los demás. Usted es joven, pero quizá me comprenda...» Le pregunté enseguida si a él y a sus compañeros les importaría que yo cenara con ellos. Me respondió que no creía que a nadie le importara. Así, para esperar la cena, pasamos el rato, sentados en el automóvil, fumando cigarrillos. La conversación se alargó en exceso. (Me figuré que la noche anterior aquel grupo de periodistas había bebido copiosamente.) De pronto, el escandinavo pareció despertarse y me preguntó bruscamente. «¿Lleva usted mucho equipaje?» «No, señor; una serviette .» «En este caso, prácticamente le puedo asegurar que viajará con nosotros. Hace bien llevando poco equipaje. Esta historia durará poco. Pasado mañana, Mussolini será presidente del Consejo de Ministros.» «¿Está seguro?» «¿Acaso no se da cuenta de que ya lo es? Mirando el espectáculo, se ve clarísimo. Falta la tramitación... Nada más.»Estuvimos hablando muchísimo, aunque de forma espaciada, hasta la hora de cenar. De vez en cuando, el periodista se dormía, descabezaba un sueño. No podía más. De golpe, se despertaba y me miraba, triste y sonriente. En uno de sus momentos de lucidez me dijo unas palabras que me han quedado grabadas para toda la vida. Me dijo que el régimen de Mussolini sería espectacular y que, desde el punto de vista periodístico, daría un gran rendimiento. «Las agencias de noticias y los periódicos van a ganar mucho dinero. Será algo nuevo, de ahí que vaya a interesar a la gente... El resultado... comprenderá que a mí tanto me da...»Cuando llegó la hora, fuimos al restaurante de la estación Firenze-Termini. Cené con aquellos compañeros periodistas. La cena fue silenciosa y morosa, porque los periodistas no suelen ofrecer nunca noticias antes de haberlas transmitido. Me aceptaron en su viaje hacia Roma. Después de cenar chianti abundante—, fuimos a telegrafiar. Yo llegué dificultosamente—a la Piazza Mentana para recoger una serviette. En la cama sobrante de mi habitación no había ni rastro del fascista; otro uniformado había ocupado su puesto y dormía profundamente como el primero. A las dos de la madrugada, se pusieron en marcha los coches y emprendimos el camino de Roma siguiendo la riada fascista. Era una verdadera riada. Tomar una velocidad cualquiera resultó imposible. Se impuso la cola inevitable. La noche era magnífica. Los periodistas empezaron a dormir. Las canciones habían ido muy a la baja. Se oía tan solo el ruido sordo de la carretera bajo las estrellas inmóviles e indiferentes. Íbamos encontrando a tanta gente que me pareció que la cola no tenía principio ni final. Esto me abrió los ojos: la estancia de los fascistas en Florencia había durado solamente unas horas; a medida que iban llegando, hacían salir a los que ya se encontraban allí. Internamente, la cosa parecía desorganizada; ahora bien, las líneas generales de la organización de la marcha eran perfectas. Al rayar el alba, pareció que los periodistas se despertaban. Se pasaron un poco de colonia por la cara y, a pesar de la devastación y el cansancio, parecieron reponerse. Uno - un francés—planteó enseguida un problema. «¿Dónde está Mussolini?», preguntó. El periodista holandés salió con una teoría del honor y dijo y afirmó que la vergüenza exigía que Mussolini estuviera al frente mismo de la manifestación, rodeado por los grandes jerarcas. Tal composición de lugar fue considerada tan infantil que ni siquiera se discutió. Cayó en la pura inanidad. Como el periodista francés afirmó enseguida que la primera obligación era acercarse a Mussolini, un periodista escandinavo sugirió sin empeñarse demasiado en ello—que el Duce debía de estar seguramente en la cola de la marcha, como el pastor tras sus ovejas. Un periodista inglés preguntó entonces, riendo, dónde estaba la cola de la marcha: ¿en Florencia, en los collados de los Apeninos, en Carrara? El periodista francés, sin embargo, se hizo fuerte en la necesidad ineludible de ver a Mussolini. Ante todo, ordenó que el chófer tratara de llegar como fuese a la vanguardia de la marcha; al poco, el intento fue abandonado por imposible. Le tocó el turno entonces a la segunda solución, y el periodista propuso aparcar en la boca de una carretera lateral, ceder el paso al grueso de la marcha y tratar de ver si al final estaba Mussolini.Estuvimos parados mucho rato y casi nos dormimos, cansados como estábamos de ver pasar la procesión. El periodista francés era excelente, pero no me cabe la menor duda de que ignoraba por completo la longitud que las cosas pueden llegar a tener. Perdimos un tiempo considerable. Presenciamos el paso de los fascistas por las tierras de secano de la parte sur de Umbría: les recibieron de forma entusiástica y muchos campesinos de la más variada condición se unieron a la marcha vestidos de paisano. En cambio, al llegar a Perusa, y de esta ciudad hacia abajo, me pareció que el recibimiento dentro de la universal curiosidad, naturalmente—se volvía más frío. Llegamos a Roma después de comer y casi muertos de hambre. Lo primero que hicimos nada más llegar a la capital fue ir a la oficina estatal de prensa. Allí, le oímos decir a un portavoz oficial que Mussolini saldría de Milán en un tren expreso aquella misma noche y que a la mañana siguiente sería recibido por el rey. El funcionario dejó entrever que de la entrevista saldría la investidura de Mussolini como presidente del Consejo de Ministros.En realidad, el fenómeno de la marcha estaba acabado. Muchos participantes ni siquiera entraron en Roma. Fueron devueltos a sus lugares respectivos. Y así empezó el Gobierno de Mussolini y la era llamada fascista, que duró muchos años y ha tenido, en nuestra época, una importancia decisiva."
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
sábado, 15 de abril de 2017
Mussolini. La marcha sobre Roma
viernes, 14 de abril de 2017
Procesiones y progres
jueves, 13 de abril de 2017
Las consecuencias económicas de Keynes
"Dejando al margen las distorsiones que ciertas políticas puedan generar (muy en especial, la rebaja artificial de los tipos de interés), la cuestión clave sigue siendo: ¿y por qué los consumidores y los inversores, de un modo u otro –con impuestos o con la dilución del valor de sus divisas–, tienen que acabar pagando por una producción que no quieren? Pues únicamente porque se ha fijado como objetivo social que el desempleo no aumente. El problema es que por esta vía disolvemos la economía y la división del trabajo: si una parte ineficiente de la población fabrica unos bienes que la otra parte más eficiente no desea, forzar a que los segundos entreguen sus valiosas mercancías a cambio de las de los primeros equivale obligarles a realizar un intercambio no beneficioso."
"Se nota que no ha leído a Keynes, sino sólo críticas de la escuela austriaca. Keynes predijo en su "Consecuencias económicas de La Paz" (1919) la Segunda Guerra Mundial. Todo por gente que pensaba como ud."El problema no es que me obliguen a comprar algo que no quiero. Es que no puedo vender mis activos, o mi trabajo, para comprar lo que quiero. Y cuando eso ocurre masivamente, por millones y miles de millones, lo que dice ud no tiene nada que ver. Es decir, crítica austriaca superficial."
Un nuevo riesgo electoral en Francia: Mélenchon
miércoles, 12 de abril de 2017
Titulares de prensa indescifrables, para entendidos, o incitadores a la risa
martes, 11 de abril de 2017
¿Por que Keynes, por qué Friedman?
lunes, 10 de abril de 2017
Sartori y Popper
domingo, 9 de abril de 2017
El euro no caerá en un referéndum
Think about a foreign investor. If you expect Italy to denominate its debt into a new currency — call it lira — that new currency would devalue. What would happen to Italian sovereign bond yields, say a 10-year bond that pays a coupon of 2 per cent? If an investor expects a 40 per cent devaluation, the yield would rise to 6 per cent right away.
Investors would not wait until a referendum. Once it became clear that Mr Di Maio was the next prime minister, a rational investor would assume an exit vote was probable, estimate the size of the devaluation, and calculate how much the yield would have to rise right now to neutralise a future re-denomination. On election night, Mr Di Maio would have to deal with a run on the Italian financial system. The banks would be insolvent the next morning. Mario Draghi, European Central Bank president, would not give a whatever-it-takes guarantee to a politician threatening a referendum. Mr Di Maio would have at most 24 hours to get out, or call off the vote. And he is not prepared for the former.
Greece briefly toyed with the idea of a parallel currency during the Athens Spring of 2015 — but Alexis Tsprias, prime minister, considered the idea too risky. I see no signs that Ms Le Pen, Mr Grillo or Mr Maio are any more serious than Mr Tsipras.
The one forecast I will make is this: if Italy, France or anybody else were to leave the euro, it would not happen through a referendum, but an accident. The bad news is that accidents do happen.
¿Quién ganará el Brexit?
sábado, 8 de abril de 2017
Giovanni Sartori. Nación, democracia.
La Democracia de pardidos nació en los paises anglosajones.
No concibo que pueda existir una democracia fuera de una nación. La pretensiones de la izquierda de este país - ahora y en tiempos de la Republica - de conceder la razón a los separatistas me parece un de las razones de su fracaso. No hace falta una demostración analítica sesuda, basta con observar la historia.Es posible que primero deba existir la nación unificada, y recién después aparecer las divisiones en partidos, subdivisiones compatibles con la unidad. La relación entre el pluralismo político y la regla de la mayoría, es que ésta indica que la mayoría debe respetar a la minoría, porque sino puede caerse en la tiranía de la mayoría, como sostenían Madison, Tocqueville y John Stuart Mill. Las asociaciones favorecen un clima pluralista, cuando son múltiples (poder afiliarse a varias agrupaciones sociales a la vez) y voluntarias.
viernes, 7 de abril de 2017
La productividad huida
In the period from 1995 to 2004, there was a boom in capital intensity growth across most assets, particularly in information capital and software. This period is associated with high labor productivity growth. What is striking is that the most recent period, 2009 to 2014, coincides with both exceptionally low productivity growth and low capital intensity growth across all types of assets. Thus, this period has not only been exceptional due to the lack of accelerating productivity sectors, but the low pace at which capital services per hour worked has been rising, across all forms of capital."
Analysis by the OECD finds growing divergence in productivity levels of global frontier firms relative to others since 2001, which the OECD interprets as a symptom of slower productivity diffusion. According to their analysis, frontier firms have continued to raise their productivity levels. This suggests it is a lack of diffusion of best practices that is driving the slowdown in productivity growth, rather than a lack of innovation of the productivity frontier. ...
jueves, 6 de abril de 2017
El nacionalismo nace del multiculturalismo
¿Dónde están los ingresos fiscales?
El segundo aspecto que hay que subrayar es que los ingresos públicos han tenido un papel positivo pero menos definido en la reducción del déficit. Después de la subida de tipos de gravamen de los impuestos directos en 2012, la reducción de esos tipos en 2014 y 2015 se ha traducido en una fuerte caída de sus recaudaciones en el primer trimestre de 2016 y una cierta recuperación en los tres siguientes, dando como resultado total del año una modesta subida del 1,9%. En los impuestos indirectos la desaceleración de las recaudaciones parece, sin embargo, bastante más importante pese a que experimentaron apreciables subidas de tipos de gravamen en 2012. En definitiva, el conjunto de los impuestos desaceleró sus recaudaciones desde un crecimiento del 5,2% en 2015 hasta un aumento de tan solo el 1,7% en 2016, mientras que el total de los ingresos públicos también redujo en 2016 su crecimiento al 1,6% pese a que el PIB creció un 3,6% en términos nominales. Esas desaceleraciones de los impuestos y del total de los ingresos públicos han supuesto mayores capacidades de compra en el bolsillo de los consumidores y han debido impulsar el aumento del consumo de los hogares en términos reales desde un 2,8% en 2015 hasta un 3,3% en 2016. Gastos públicos prácticamente congelados e ingresos crecientes en el año, aunque de forma desacelerada, han conducido a un nivel de déficit público que nos ha permitido en 2016 cumplir rigurosamente por primera vez nuestros compromisos con Europa.
miércoles, 5 de abril de 2017
La Bolsa USA, el mercado más capitalizado del mundo
Repensando los presupuestos
Pretende, recaudar 200.963 millones de euros, un 7,9% más que en 2016, confiando en la creación de empleo, el crecimiento económico y el aumento del consumo.
Pues, mal empieza usted, señor Rajoy. Los ingresos por IRPF, hasta febrero, crecieron la mitad: un 4%. El índice general anual de comercio minorista se sitúa en el 0%, que, sumado a que el IPC de marzo vuelve a caer, sus previsiones por ingresos por IVA tienen mal pronóstico.
En cuanto al cuadro de previsión de ingresos por el impuesto de sociedades, dónde pretende recaudar 24.399 millones de euros (un 12,3% más que en 2016), su contenido es totalmente incoherente. Usted pretende recaudar 2.721 millones más que en 2016, con un crecimiento estimado del PIB del 2,5%, cuándo en 2016 se recaudaron 1.029 millones más que en 2015, con un crecimiento del PIB del 3,2% y anticipando más de 4.000 millones de 2017, que este año tiene usted que devolver a las empresas. Esto, señor Rajoy, es un claro ejemplo de que el papel, el qué usted utiliza, lo soporta todo.
Ahora, me voy a referir a una de las “justificaciones” que usted esgrime en el PowerPoint, con el objetivo de que le aprueben los presupuestos en el Congreso. Me refiero, a lo que ustedes han llamado “Reducción del empleo temporal hasta un 90% en 3 años”. Es decir, que, según su gobierno, la aprobación de sus presupuestos propiciará que nueve de cada diez contratos que hoy son temporales sean indefinidos en 2020. Esto, con todos los respetos, es una tomadura de pelo.
Ayer su gobierno anunciaba, a bombo y platillo, que los datos de empleo de marzo eran fabulosos, diciendo que el paro registrado bajó en 48.559 personas, y la afiliación media a la seguridad social fue de 161.752 cotizantes.
El 31 de marzo de 2017 hubo 214.028 bajas en la afiliación a la seguridad social
Sobre los datos de paro registrado, ya sabemos todos que no tienen nada que ver con la encuesta que refleja una imagen más fiel del paro, la EPA, y, por lo tanto, no son creíbles y ningún analista serio los tiene en cuenta.
En cuanto a los datos de afiliación a la seguridad social, sí que se considera un dato relevante, aunque dependerá del volumen de cotización que implique, porque, con los salarios que su gobierno promueve, las cotizaciones son muy bajas. Pues bien, señor Rajoy, lo que su gobierno no dice es que el 31 de marzo de 2017 hubo 214.028 bajas en la afiliación a la seguridad social. Esto, señor presidente, destroza su titular falaz de las “afiliaciones medias” y nos da la realidad del empleo que usted crea en España.
Por último, según los datos del ministerio de empleo y seguridad social, los ingresos hasta febrero han crecido un 1,67% respecto a 2016, pero resulta que los gastos, señor Rajoy, le han crecido un 3,51% respecto a 2016. Entiendo que usted y su gabinete saben lo que esto supone ¿verdad, señor presidente? ¿Se han estudiado, usted y sus ministros, estos datos antes de hacer el presupuesto?
martes, 4 de abril de 2017
El misterio de los saldos del TARGET2
L’Italia accusa nel sistema di pagamenti Target2un saldo negativo di 358,6 miliardi, secondo i dati più recenti (novembre 2016). Nella missiva, Draghi ricorda di avere già precisato a fine novembre che «il recente incremento dei saldi Target2 riflette in prevalenza i flussi di liquidità derivanti dal Programma di acquisto di attività» (Paa), e cioè il Qe varato dalla Bce per risollevare l'inflazione e contrastare i rischi di deflazione. In aggiunta, si legge ancora nella lettera, i saldi Target2 «sono rimasti elevati poiché la liquidità creata dal nostro programma si e' concentrata soprattutto in certi Paesi. Questo fenomeno riflette la struttura finanziaria dell'area dell'euro, in cui le banche con modelli imprenditoriali in grado di attrarre maggiori disponibilità liquide sono in genere situate in pochi centri finanziari».
lunes, 3 de abril de 2017
¿Debe el capitalismo crecer constantemente?
La salud de la banca española
Si realmente hubiese velado por el interés de sus conciudadanos deberían haber obligado a que parte de las recapitalizaciones de las entidades intervenidas corrieran a cargo de sus acreedores, más allá de los accionistas. Pero además hubo otros problemas importantes. En el banco malo no se incluyeron ni préstamos o créditos a particulares, PYMES, Administraciones Públicas o participadas. No se limpió, de una vez por todas, toda la porquería de nuestro sistema bancario. Y de aquellos barros, un sistema bancario cuasi-zombi.