Arrancar el alma al pueblo

No puedo expresar el asco que me ha producido leer las palabras de Zapatero en el congreso socialista, de las que extraigo una muestra:
Ahora dicen que una parte de los españoles hemos perdido los complejos. No lo entienden. Es respeto, no complejos. Respeto a un símbolo que sólo debe ser usado cuando nos representa a todos. Eso es lo que han hecho con alegría los españoles y eso es lo que hemos sentido todos los ciudadanos. Deben dejar de usar los símbolos de todos, los sentimientos de todos, como si fueran sólo suyos; y sobre todo, deben dejar de usarlos contra otros españoles. Seguro que así harán un gran servicio a la unidad de nuestro país.bajado tenazmente para que los ciudadanos y ciudadanas sean fuertes; por eso ahora nuestra causa está más segura, porque hemos dado la solidez de las leyes a los principios de libertad, de igualdad y de solidaridad...."
Las expongo como ejemplo de capacidad de mentir sin vergüenza alguna.
Más asco aún me produce el verdadero contenido de ese congreso, que no sé que alcance social tendrá, pero que se acerca peligrosamente al laicismo agresivo de Azaña con su "España ha dejado de ser Católica".
Es posible que ya no seamos católicos; Pero eso es una cosa y otra muy distinta que ya no tengamos respeto por la moral católica. Yo veo en la calle, aparte de los chulos de siempre, Un autocontrol y una contención que no puede venir más que de la educación recibida y de unos criterios que, por el tiempo transcurrido, no vienen ciertamente de este gobierno mostrenco. Es un residuo de la moral católica que vimos que durante los primeros años de la transición se quiso preservar.
Eutanasia, aborto, matrimonio homo, no son derechos del hombre. Son sencillamente un ataque a la civilización milenaria en la que la vida era un valor por encima de todos. Es un muro de contención cuyo derribo traerá una sociedad odiosa en la que los poderosos y ricos -por mucha redistribución que haya- podrán ejercer violencia sobre los indefensos. Pues un Estado no se pone a defender deseos particulares sin la fatal consecuencia de perder la autoridad.
No estoy contra la libertad sexual. Que cada uno haga lo que quiera; pero que no fuercen a todos a admitir y a pagar caprichos que siempre han llevado a la infelicidad de la constante insatisfacción y el deseo a probarlo todo. No hagamos creer a los niños que van a ser más felices por seguir el ejemplo del alarde sin responsabilidad, carnavalesco, propagandístico, de unos tipos y tipas que, por muchos que sean, es claro que no tienen la verdad con ellos, y que su felicidad parece forzada y exhibicionista. ¡Mira que feliz soy! es una expresión que nunca ha tenido muchos seguidores, salvo ahora, en que la autoridad ha decidido propagar la fe en la bacanal.
Este desalmado no cree en la infancia. Tiene, al parecer hijas, pero no sé cómo las ha educado.
Espero que su cinismo abismático y su capacidad de cambiar según la audiencia le hayan permitido darles una educación adecuada. Porque es lo que es: un cínico agarrado al poder y capaz de cualquier cosa para mantenerse.
Ahora bien, es demasiada mentira, y desde luego ha habido siempre gobernantes que han mentido. Sí, pero lo han hecho al revés. Sabían que la estabilidad social exige un respeto a lo más profundo: la verdad en la que cada uno cree.
Sí, la historia está llena de gobernantes cínicos -como Clinton, sin ir más lejos- excelentes gobernantes porque no han querido robarle las creencias al pueblo llano. Este hijo de su madre sí, se atreve con todo. hasta con arrancar de cuajo el alma al pueblo. Espero que esto le pase factura.