(Suppose that, sleep-deprived, you then switch on the radio or TV only to hear that US Federal Reserve Chair Janet Yellen and European Central Bank President Mario Draghi are considering reducing interest rates further. Will you rejoice at the prospect that your financing costs will fall? Will you be motivated to invest your own money now that it earns lower (perhaps even negative) interest?No and no. Your reaction is most likely to be one of alarm: “Oh, my God! If Janet and Mario are considering another interest-rate cut, they must have good reason to believe that demand will remain low!” So you abandon your investment plan. “Better to borrow money at almost no cost,” you think, “and buy back a few more of my company’s shares, boost their price, earn more on the stock exchange, and bank the profits for the rainy days that are coming.”)
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
miércoles, 31 de agosto de 2016
¿Qué hemos aprendido en economía desde 2008?
martes, 30 de agosto de 2016
Por qué los tipos de interés negativos son perniciosos
Imagine you are an entrepreneur with money in the bank, or have a bank eager to lend large sums to invest in your business. You spend sleepless nights wondering whether you should invest in a new product – that is, whether you should exploit your access to money to cause an array of others to work on your behalf. In our current Great Deflation, what worries you most is your customers’ future purchasing power and sentiment. Will they be able and willing to buy your new product at high enough prices and quantities?Suppose that, sleep-deprived, you then switch on the radio or TV only to hear that US Federal Reserve Chair Janet Yellen and European Central Bank President Mario Draghi are considering reducing interest rates further. Will you rejoice at the prospect that your financing costs will fall? Will you be motivated to invest your own money now that it earns lower (perhaps even negative) interest?No and no. Your reaction is most likely to be one of alarm: “Oh, my God! If Janet and Mario are considering another interest-rate cut, they must have good reason to believe that demand will remain low!” So you abandon your investment plan. “Better to borrow money at almost no cost,” you think, “and buy back a few more of my company’s shares, boost their price, earn more on the stock exchange, and bank the profits for the rainy days that are coming.”And so it is that the price of money falls, even as the supply of it burgeons. Central bankers who never predicted the Great Deflation are now busily trying to find a way out with economic and econometric models that could never explain it, let alone point to solutions. Unwilling to question the political dogma that central banks must be apolitical, they refuse to think of money as more than a “thing.” And so they continue the search for a technocratic fix to a problem crying out for a philosophically astute political solution.It’s a futile quest. Once the price of money (interest rates) hit zero, central banks tried buying mountains of public and private debt from commercial banks to give them an incentive to lend freely. The ECB went so far as to pay banks to lend to business while, at the same time, punishing them for not lending (via negative interest rates for excess reserves).But bankers and businesses, viewing these measures as desperate responses to self-fulfilling deflationary expectations, went on an investment strike, while using the central-bank money to inflate the prices of their own assets (stocks, art, real estate, and so forth). This did nothing to defeat the Great Deflation; it only made the rich richer, an outcome that somehow reinforced central bankers’ belief in central bank independence.
Secular Stagnation. Como combatirlo
Los rincones oscuros de nuestras almas
—No soy así —dijo Trond Arnesen, desesperado—. ¡En realidad, no soy así! Sobre la mesa que lo separaba de Yngvar Stubø había cinco sobres reunidos con una goma de pelo. Todas las cartas estaban dirigidas a Ulrik Gjemselund. Las grandes letras mayúsculas eran las mismas que adornaban la primera hoja de un filofax que había junto a la pila de cartas. —Trond Arnesen —leyó Yngvar Stubø martilleando el dedo índice contra el papel—. Tienes una letra muy característica.Podemos acordar que no es preciso un análisis grafológico, ¿no? ¿Zurdo?—¡ De verdad que no soy así! ¡Tiene que creer lo que le digo! Yngvar se balanceó sobre la silla. Se cogió las manos detrás de la nuca. Se pasó los pulgares por los pliegues. Rítmicamente dejaba que el respaldo pegara contra la pared. Se quedó mirando al chico, sin decir nada. Tenía una expresión chata y neutral, como si estuviera esperando algo o a alguien, y se estuviera aburriendo. —Tiene que creerme —insistió Trond—. Nunca he estado con… ningún otro chico. ¡Se lo juro! Y esa noche, esa noche, fue la última vez que iba. Si yo me iba a casar y… Grandes lagrimones le corrían por la cara. Moqueaba por una de las fosas nasales. Se secó con la manga, pero era incapaz de calmar el llanto. Los sollozos sonaban como los de un niño pequeño. Yngvar se balanceaba adelante y atrás. La silla golpeaba. Tam. Tam. Tam.—¿ No podría dejar de hacer eso? —dijo Trond—. ¡Por favor! Yngvar continuó balanceándose. —Sigue. —Me emborraché tanto —dijo Trond—. Sobre las nueve estaba ya como una cuba. Hacía mucho que no veía a Ulrik y entonces…, sobre las diez y media, salí para tomar un poco de aire. Salí del pub para despejarme un poco. Y, bueno, quedaba muy cerca. La calle Huitfeldt, quiero decir…, y entonces…La silla de Yngvar cayó de golpe sobre el suelo. El joven pegó un fuerte respingo. La taza de plástico con agua de la que acababa de beber se volcó. El policía cogió las cartas. Quitó la goma y ojeó los sobres una vez más sin abrir ninguno de ellos. Después volvió a poner la goma diligentemente, y metió todo el montón en una carpeta gris. Trond reconocía al policía amable que había estado en la reconstrucción. Era imposible leerle los ojos, y casi no decía nada.—Sigo escuchándote.—Ha sido bastante difícil —dijo dócilmente, tomando aire entre los hipidos—. Ulrik ha estado…, dice que…, en realidad había pensado contarlo. Quería decir la verdad, pero cuando me di cuenta de que pensabais que me había pasado toda la noche en el Smuget, no entendí bien por qué…, pensé que… —De pronto echó la cabeza hacia atrás—. ¿No podría decir algo? —se lamentó, y se echó bruscamente hacia delante, apoyando las manos sobre la superficie de la mesa—. ¡Podría decir algo, hombre!—Tú eres el que tiene que hablar.—Pero ¡no tengo nada más que decir! Siento muchísimo no haberlo dicho inmediatamente, pero es que… ¡Yo amaba a Vibeke! La echo mucho de menos. Nos íbamos a casar, yo era tan… ¡Tiene que creerme! —Ahora mismo no tiene mucho interés lo que yo piense —dijo Yngvar tirándose del lóbulo de la oreja—. Pero me importa mucho saber cuánto tiempo te ausentaste de la despedida de soltero. —Durante una hora y media, ya lo he dicho. Desde las diez y media hasta las doce. Medianoche. Palabra de honor. Pregunte al resto, pregúnteselo a mi hermano.—Está claro que la última vez que preguntamos se equivocaron. O, si no, mintieron, todos ellos. Juraron que estuviste toda la noche.—¡ Eso creían ellos! Por Dios, era todo un caos, y yo me fui sólo un rato. Tendría que haberlo dicho inmediatamente, pero… me daba vergüenza. Me iba a casar. —Eso ya lo sabemos —dijo Yngvar con dureza—. Lo has dicho unas cuantas veces. —Tendría que haberlo dicho —gimoteaba el joven—. Pero es que me daba tanta…, pensé que… —Pensaste que te ibas a librar —dijo Yngvar Stubø, la voz tenía una inflexión extraña—. ¿No es verdad? Se levantó, se puso las manos a la espalda y recorrió lentamente la habitación. Trond se plegaba; dobló la nuca y encogió los hombros, como si tuviera miedo de que le fueran a pegar. —Lo interesante —agregó Yngvar, la voz había adquirido algo fingidamente paternal, un tono medio afable, medio estricto—. Lo interesante es que me acabas de contar algo que no sabíamos.El chico había dejado de llorar. Se secaba lágrimas y mocos con la punta de la camisa, y por un momento dio la impresión de estar más aturdido que desesperado. —Ahora no entiendo lo que quiere decir —dijo mirando al policía directamente a los ojos—.Es obvio que han hablado con Ulrik y aquella noche…—Te equivocas —dijo Yngvar—. Ulrik no quiere hablar con nosotros. Está metido en una celda en Grønland y no suelta prenda. Hasta cierto punto tiene derecho a hacerlo. A no soltar prenda, quiero decir. Así que sobre esto de que has mentido a propósito de tu coartada, no teníamos ni idea. Hasta ahora no.—¿ En una celda? ¿Qué ha hecho? ¿Ulrik? Yngvar se detuvo a un metro del joven. Colocó el codo derecho en la mano izquierda, y se acarició la nariz con expresión pensativa. —Tan tonto no eres, Trond.—Yo…—¿ Tú qué?—Francamente, no tengo ni idea de qué va esto.—Hummm. Está bien. Así que quieres que crea que has estado con Ulrik de…, de formas no superficiales, se podría decir… Yngvar señaló con la cabeza la carpeta con los documentos. Las cartas asomaban levemente de la apertura. La cara de Trond se puso como un tomate.—Yo…—Sin saber nada de la relación de Ulrik con sustancias prohibidas —continuó Yngvar—. Con todos mis respetos, me cuesta mucho creerlo. Trond tenía pinta de haber visto, por un momento, al mismísimo diablo, con cuernos en la frente y rabo en llamas. Tenía los ojos abiertos de par en par, la boca se le abrió y los mocos empezaron de nuevo a caer sin que hiciera ningún ademán de querer secárselos. Las palabras se convirtieron en sílabas sin sentido. Yngvar se mordió pensativo los nudillos, sin la menor intención de ayudarle. —Drogas —consiguió por fin decir Trond—. De eso yo no sabía nada. ¡Lo juro!—Tengo una cría en casa —dijo Yngvar, y empezó de nuevo a deambular, dando grandes zancadas, de un extremo a otro de la estrecha sala de interrogatorios—. Tiene casi diez años y posee una fantasía envidiable. —Se detuvo y sonrió—. Miente todo el rato. Tú dices «lo juro» con más frecuencia que ella. Eso no refuerza exactamente tu credibilidad.—Me rindo —murmuró Trond, y daba la impresión de que lo decía en serio, se recostó en la silla y repitió—: Me rindo, joder. Los brazos le colgaban sueltos a ambos lados del cuerpo. Echó la cabeza hacia atrás. Cerró los ojos. Separó las piernas. Se quedó sentado como un adolescente desgarbado.—Supongo que tampoco sabías que Ulrik se prostituía —dijo Yngvar con tranquilidad, miraba fijamente la larguirucha silueta para no perderse el más mínimo detalle. No ocurrió nada. Trond Arnesen se limitó a quedarse ahí sentado, con la boca abierta, las rodillas bien separadas y las manos balanceándose al compás.—Del tipo más bien exclusivo —añadió Yngvar—. Pero eso no lo sabías, claro. Porque seguro que tú nunca pagabas. Tampoco esta vez el joven reaccionó. Se quedó mucho rato sentado inmóvil. Incluso las manos le colgaban quietas. Sólo un temblor en los párpados mostraba que había estado escuchando. En el denso aire de la sala de interrogatorios no había más ruido que la respiración constante de Yngvar y el zumbido del sistema de ventilación, que apenas se oía.—No deberías haber escrito esas cartas —dijo Yngvar en voz baja y con rabia, no sabía bien por qué—. Si no hubieras escrito esas cartas, ahora todo estaría bien. Estarías sentado en tu casa. En tu hogar. Contarías con la simpatía de todo el mundo. Antes o después remontarías tu vida. Eres joven. Dentro de medio año habría pasado lo peor y habrías podido continuar. Pero tuviste que escribir las cartas. No fue muy inteligente, Trond. «Estoy siendo malvado», pensó, y se sacó del bolsillo de la camisa un grueso puro con su funda de aluminio. «Lo estoy castigando por mi propia decepción. ¿Qué es lo que me decepciona? ¿Que haya mentido? ¿Que tuviera secretos? Todo el mundo miente. Todo el mundo tiene secretos. No hay vidas intachables sin vergüenzas, sin tacha ni mácula. No lo estoy castigando por ser inmoral, he visto demasiado y he comprendido lo suficiente como para hacer eso. Estoy decepcionado porque me ha engañado. Por una vez decidí creer. Mi vida laboral transcurre entre las mentiras y las infidelidades de los demás, entre sus deserciones y sus traiciones. Sin embargo, había algo en este muchacho, en este hombre inmaduro. Algo de candor. Algo auténtico. Pero me equivoqué, y por eso lo castigo.» Olió el puro. Desenroscó un poco la tapa y olisqueó.Trond se levantó lentamente de la silla. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Una fina línea de saliva le caía de la comisura izquierda de la boca. Tomó aire entre hipidos. —Nunca pagué —dijo, y se cubrió la cara entre las manos—. No sabía que a otros les cobraba. No sabía que tenía a otros…, además de a mí. Después lo volvió a dominar el llanto. No se dejaba consolar por nada, ni por la mano vacilante de Yngvar sobre su hombro, ni por el abrazo que le dio su madre cuando la llamaron media hora más tarde y llegó agitada y muerta de miedo, ni por el tosco abrazo de chico de su hermano en el aparcamiento, antes de que lo montaran en el asiento trasero.—Hace mucho tiempo que es mayor de edad —respondió Yngvar a las numerosas preguntas de su madre—. Tendrá que preguntarle a él de qué se trata.—Pero… tiene que decirme si…, es él…, si fue él quien…—Trond no mató a Vibeke. De eso puede estar segura. Pero ahora no está nada bien. Cuídelo mucho. Yngvar se quedó de pie en el aparcamiento bastante tiempo después de que las luces traseras rojas del coche de Bård Arnesen hubieran desaparecido. Mientras estaba ahí sin abrigo, la temperatura cayó un grado o dos; había empezado a nevar. Se quedó bastante quieto, sin saludar a la gente que salía del edificio y se despedía antes de meterse tiritando en los coches para ir a sus casas a reunirse con sus propias familias, sus propias vidas torcidas. En momentos como éstos recordaba por qué la pasión que en tiempos sintió por su trabajo se había reducido a un mitigado y poco frecuente sentimiento de satisfacción. Seguía pensando que lo que hacía era importante. Seguía encontrando desafíos en su trabajo todos los días. Sacaba partido de su amplia experiencia y reconocía que era valiosa.También la intuición se había reforzado con los años, y se había vuelto más precisa. Yngvar Stubø era un defensor de lo correcto y lo justo, a la manera antigua, y sabía que nunca podría ser otra cosa que policía. A pesar de todo, ya no sentía triunfo ni alegría desbordante cada vez que resolvía un caso, como le había pasado cuando era más joven. Con la edad cada vez se le hacía más difícil vivir con los destrozos derivados de cada investigación. Descalabraba vidas, ponía destinos cabeza abajo. Desvelaba secretos. Los lados oscuros de las vidas de las personas eran sacados de los cajones y los armarios olvidados. El próximo verano Yngvar Stubø cumpliría cincuenta años. Llevaba veintiocho de ellos siendo policía y sabía que Trond Arnesen era inocente del asesinato de su prometida. Yngvar se había topado con muchos como Trond Arnesen a lo largo de los años, con sus debilidades y sus mentiras vitales; personas corrientes que tenían la desgracia de que cada uno de los rincones oscuros de su vida eran enfocados por la investigación. Trond Arnesen mentía cuando se lo amenazaba y era huidizo cuando pensaba que merecía la pena mentir. Era como la mayoría de la gente. Nevaba cada vez con más intensidad y la temperatura caía constantemente. Yngvar seguía ahí de pie, sintiendo el placer de estar con la cabeza al descubierto y poca ropa en un sitio abierto con mal tiempo. El placer de tener frío.
Debate sobre la responsabilidad de Alemania en
Miguel Navascués:La explicación se entiende perfectamente, igual que se entendía en el artículo anterior. A mí no me convence porque me parece un punto de vista demasiado teórico, mientras que en el mundo real hay multitud de factores que no se están recogiendo en una explicación tan teórica. Casi diría que es un ejemplo de "Si los hechos no encajan en la teoría, cambie los hechos"
Hay muchos factores (políticos, históricos, geoestratégicos,...) que pesan mucho en el mundo real y que no se están teniendo en cuenta en una explicación tan de manual de teoría económica de primero de carrera, que por otra parte no tiene nada de novedosa, porque llevo leyendo opiniones similares desde que estalló la crisis griega en 2010. El punto de vista me recuerda un poco a los que anticipaban una inevitable hiperinflación como resultado de la impresión masiva de dinero por los bancos centrales (que no digo que no suceda en el futuro, pero a día de hoy, ni está ni se la espera). Y es que la realidad tiene una tremenda habilidad para saltarse las afirmaciones de la teoría económica. Cómo dicen los que tienen que tomar decisiones importantes: "Los economistas son buenos cartógrafos, pero malos pilotos", dando a entender que son buenos explicando los hechos pasados, pero casi nunca son capaces de anticipar lo que va a suceder en el futuro.
Por supuesto que el desequilibrio comercial actual es un círculo vicioso que va a tender a incrementarse hasta que algún cambio lo reequilibre. Las dos "soluciones" más predicadas por los teóricos serían una ruptura del euro o la unión fiscal de la UE, y que los alemanes financien nuestro exceso de gasto vía transferencias.
El problema es que la realidad es la que es y la realidad tiende a imponerse a la teoría. A mí lo que interesa es poder anticipar el futuro que va a suceder realmente, por eso tomo con mucho escepticismo los modelos tan teóricos. Los alemanes, cuya opinión tendrá un gran peso en las decisiones adoptadas, defienden sus intereses, y ponen sobre la mesa otras soluciones, cómo que se acabe con el abultado fraude fiscal en los países del sur, que se racionalice el despilfarro en el gasto público y otra serie de cosas que ellos ven de sentido común para que todos "tiremos del carro" y no sean ellos los que tengan que solucionarlo todo. Me hacen mucha gracia las soluciones del estilo de "pues rompemos el euro y devaluamos" o, "que los alemanes nos perdonen las deudas y ya está". Yo respeto todos los puntos de vista (incluso los teóricos que na hay forma de encajar en el mundo real) pero me parece que resumir una situación tan compleja como ésta (que además se da en un entorno internacional que es incluso más complejo, con los chinos esperando a que occidente cometa errores estratégicos para comenzar su asalto a la cima del poder mundial) tratando de encajarla en un modelo teórico planteado hace un siglo, creo que es una pérdida de tiempo. La realidad nos sorprenderá en un sentido o en otro, incluso es posible que el euro se rompa, y luego los que ahora pensáis que esa sería una solución válida tengáis que explicarnos los pavorosos efectos secundarios que tendría esa ruptura.
lunes, 29 de agosto de 2016
El continuo desgaste del prestigio de la FED
"For nearly a decade, since the mid 2008 FOMC meetings where many believed that the worst had past, the Fed been too serene about the economic outlook and a return to past regularities. When the Fed predicted last December that it would raise rates four times in 2016, market participants saw a disconnect from reality. It has been that way for a long time. Figure 1 shows the Fed’s forecasts of its future monetary policies since they began releasing them. The Fed has always believed that rate increases and normalization were around the corner but never been able to deliver. Figure 2 looks at the current situation showing the “dots” reflecting Fed forecasts and the market’s prediction of future interest rates. The divergence between the market and even the dovish end of Fed forecasts is clear."
"Even if the September employment report is strong, I do not see a case for a September rate increase. There is no imminent danger of repeating the 1970s experience where inflation expectations ratcheted up leading to stagflation. If a greater than 1/3 chance of a rate increase in September was not in markets, the cost of credit for small business would be lower and mortgage rates would decline. Employers would be more confident about hiring. And pressures would be removed from emerging markets. The world economy would be more robust."
Alemania y su responsabilidad: explicación
Pero no hay esta posibilidad en el euro. Estamos como dos regiones de un país. En ese caso, un país normal, las regiones deficitarias con el resto reciben de manera automática, dado el sistema fiscal personalizado, transferencias del resto que palían el desequilibrio. Cuando hay una razón extra, como una catástrofe, esa transferencia se aumenta por razones humanitarias. Pero siempre hay un juego de transferencias que se deriva del sistema fiscal. En EEUU, por ejemplo, el aumento del paro en un estado hace que reciba más subvenciones que otros de ayuda al desempleo. Eso palía el déficit entre la regional deficitaria y el resto. Además de eso, hay la posibilidad de que se movilicen trabajadores de la región deficitaria a las demás, y que transfieran parte de sus rentas a sus familiares de origen. Todo esto genera transferencias a favor de la region deficitaria. Que, a su vez, pagará menos impuestos, puesto que tiene menos renta.
Es decir, en un país normal, esas transferencias ni se discuten, son efecto del sistema fiscal debatido en el parlamento.
Entre países, el sistema normal de ajuste es el ajuste del tipo de cambio.
En Europa eso no existe, pero tampoco existe la unión fiscal. No existe el sistema de transferencias que hay en cualquier país. Sin el cual no podría existir.
Alemania no permite ni uno ni otro ajuste. Sin el euro, Alemania se revaluaría, y perdería competitividad. La actividad aumentaría en los paises deficitarios, que exportarían más a Alemania.
Luego el euro obliga (no moralmente sólo, por eficacia) a que haya una unión fiscal, incluso una unión política, para que el juego de transferencias fuera similar al de un país normal.
En las discusiones de Bretton Woods, Keynes hizo mucho hincapié que al ser el los tipos de cambio fijos, los ajustes de desequilibrios deberían obligar a a las dos partes.
No sé si así se entiende. Pero si no se entiende esto, no se entiende por qué estamos atrapados en una trampa. Porque Alemania siempre se va a negar a abrir cualquiera de las dos vías, y siempre obligará a que el ajuste lo haga el país deficitario con grandes sacrificios.
Por otra parte, con tantos derechos de cobro acumulados corre el riesgo que un día alguien no pague, y se arme la de san Quintin.
Por qué el excedente alemán es insostenible
"El dato del superávit alemán no muestra sino que circulan en un estadio de inteligencia, responsabilidad y rigor superior al de los demás.
Alemania es Alemania con el marco, con la peseta y con el euro. Ellos saben adaptarse a las circunstancias, a las que sean, las asumen y actúan en consecuencia con responsabilidad, con valor y con rigor.
Nosotros...nosotros somos de los que les decimos a los alemanes lo que tienen que hacer. Con el marco, con la peseta, con el euro...
Y Pablito Krugman también. S2."
"el que quiera peces que se moje el culo".
casi casi desencadena una tormenta perfecta al subir los tipos y despertar una desconfianza total a que España, Italia, Irlanda y Portugal pudieran pagar sus deudas. Gracias a que se fue Trichet y vino Draghi, la simple promesa de que el BCE no dejaría caer la deuda soberana de ningún país, se salvó el euro.("El dato del superávit alemán no muestra sino que circulan en un estadio de inteligencia, responsabilidad y rigor superior al de los demás. Alemania es Alemania con el marco, con la peseta y con el euro. Ellos saben adaptarse a las circunstancias, a las que sean, las asumen y actúan en consecuencia con responsabilidad, con valor y con rigor.". Ni un nazi lo hubiera expresado mejor...)
"A un parado no hay que darle un empleo (sic). Porque si lo haces, le estás abriendo la posibilidad de que lo espere en el sofá. Y ese es truco viejo de marujas, madres sobreprotectoras y caciques.
A un parado, a un crío, a un adolescente o a un jóven hay que crearles las condiciones para que aprendan a pescar. Y enseñarles a pescar.
El que quiera peces, que se moje el culo. O el que no le echa cojones se queda sin mejillones. S2."
domingo, 28 de agosto de 2016
Los políticos no sabían lo que hacían
Hemos hecho de aprendiz de brujo. Hemos creído que la liberalización era la suma de más des regulación comercial y financiera, apertura de fronteras, y menos protección estatal. Aquí Kevin O'Rourke nos explica que a más liberalización hace falta más estado para acoger a los más afectados por esas políticas. Más liberalización, más estado.
After the Brexit vote, it is obvious to many that globalisation in general, and European integration in particular, can leave people behind – and that ignoring this for long enough can have severe political consequences. This column argues that this fact has long been obvious. As the historical record demonstrates plainly and repeatedly, too much market and too little state invites a backlash. Markets and states are political complements, not substitutes.
Kevin O’Rourke at VoxEUIt has recently become commonplace to argue that globalisation can leave people behind, and that this can have severe political consequences. Since 23 June, this has even become conventional wisdom. While I welcome this belated acceptance of the blindingly obvious, I can't but help feeling a little frustrated, since this has been self-evident for many years now. What we are seeing, in part, is what happens to conventional wisdom when, all of a sudden, it finds that it can no longer dismiss as irrelevant something that had been staring it in the face for a long time.
The main point of my 1999 book with Jeff Williamson was that globalisation produces both winners and losers, and that this can lead to an anti-globalisation backlash (O'Rourke and Williamson 1999). We argued this based on late-19th century evidence. Then, the main losers from trade were European landowners, who found themselves competing with an elastic supply of cheap New World land. The result was that in Germany and France, Italy and Sweden, the move towards ever-freer trade that had been ongoing for several years was halted, and replaced by a shift towards protection that benefited not only agricultural interests, but industrial ones as well. Meanwhile, across the Atlantic, immigration restrictions were gradually tightened, as workers found themselves competing with European migrants coming from ever-poorer source countries.
While Jeff and I were firmly focused on economic history, we were writing with half an eye on the ‘trade and wages’ debate that was raging during the 1990s. There was an obvious potential parallel between 19th-century European landowners, newly exposed to competition with elastic supplies of New World land, and late 20th-century OECD unskilled workers, newly exposed to competition with elastic supplies of Asian, and especially Chinese, labour. In our concluding chapter, we wrote that:
"A focus of this book has been the political implications of globalization, and the lessons are sobering. Politicians, journalists, and market analysts have a tendency to extrapolate the immediate past into the indefinite future, and such thinking suggests that the world is irreversibly headed toward ever greater levels of economic integration. The historical record suggests the contrary… unless politicians worry about who gains and who loses, they may be forced by the electorate to stop efforts to strengthen global economy links, and perhaps even to dismantle them…The globalization experience of the Atlantic economy prior to the Great War speaks directly and eloquently to globalization debates today. Economists who base their views of globalization, convergence, inequality, and policy solely on the years since 1970 are making a great mistake. We hope that this book will help them to avoid that mistake— or remedy it."
This time it is not different
You may argue that the economic history of a century ago is irrelevant – after all, this time is different. But ever since the beginning of the present century, at the very latest, it has been obvious that the politics of globalisation today bears a family resemblance to that of 100 years ago.
- It was as long ago as 2001 that Kenneth Scheve and Matthew Slaughter published an article finding that Heckscher-Ohlin logic did a pretty good job of explaining American attitudes towards trade – lower-skilled workers were more protectionist (Scheve and Slaughter 2001: 267).
Later work extended this finding to the rest of the world.
- If the high skilled were more favourably inclined towards free trade in all countries, this would not be consistent with Heckscher-Ohlin theory, but that is not what the opinion survey evidence suggested – the Scheve-Slaughter finding held in rich countries, but not in poor ones (O'Rourke and Sinnott 2001: 157, Mayda and Rodrik 2005: 1393).
You may further argue that such political science evidence is irrelevant, or at least that conventional wisdom could be forgiven for ignoring it. But by the first decade of the 21st century, again at the very latest, it was clear that these forces could have tangible political effects.
- In 2005, a French referendum rejected the so-called 'Constitutional Treaty' by a convincing margin.
While the treaty itself was a technical document largely having to do with decision-making procedures inside the EU, the referendum campaign ended up becoming, to a very large extent, a debate about globalisation in its local, European manifestation.
Opponents of the treaty pointed to the outsourcing of jobs to cheap labour competitors in Eastern Europe, and to the famous Polish plumber. Predictably enough, professionals voted overwhelmingly in favour of the treaty, while blue-collar workers, clerical workers and farmers rejected it. The net result was a clear rejection of the treaty.
Lessons not learned
Shamefully, the response was to repackage the treaty, give it a new name, and push it through regardless – a shabby manoeuver that has done much to fuel Euroscepticism in France. There was of course no referendum on the Lisbon Treaty in that country, but there was in Ireland in 2008. Once again, a clear class divide opened up, with rich areas overwhelmingly supporting Lisbon, and poor areas overwhelmingly rejecting it. Survey evidence commissioned afterwards by the Irish government suggested that what canvassers on the doorsteps had found was indeed the case – hostility towards immigration in the poorer parts of Dublin was an important factor explaining the "No" vote there (O'Rourke 2008, Sinnott et al. 2010).
For a long time, conventional wisdom ignored these rather large straws in the wind – after all, the Irish could always be asked to vote again, while the French could always be told that they couldn't vote again. And so the show could go on. But now Brexit is happening, and the obvious cannot be ignored any longer.
Recent work suggests that exposure to Chinese import competition was a common factor in many British regions that voted to leave the EU (Colantone and Stanig 2016). If this finding survives the scholarly scrutiny that it deserves, it will hardly come as a surprise. But it is nevertheless crucial, since these are precisely the kinds of regions that are voting for the National Front in France. And unlike Britain, France is absolutely central to the European project.
What can be done? Great openness requires greater governments
This is where Dani Rodrik's finding that more open states had bigger governments in the late 20th century comes in (Rodrik 1998). Dani – who was long ago asking whether globalisation had gone too far (Rodrik 1997) – argues that markets expose workers to risk, and that government expenditure of various sorts can help protect them from those risks.
In a series of articles (e.g. Huberman and Meissner 2009) and a book (Huberman 2012), Michael Huberman showed that this correlation between states and markets was present before 1914 as well. Countries with more liberal trade policies tended to have more advanced social protections of various sorts, and this helped maintain political support for openness.
Anti-immigration sentiment was clearly crucial in delivering an anti-EU vote in England. And if you talk to ordinary people, it seems clear that competition for scarce public housing and other public services was one important factor behind this. But if the problem was a lack of services per capita, then there were two possible solutions:
- Reduce the number of 'capitas' by restricting immigration; or
- Increase the supply of services.
It is astonishing in retrospect how few people argued strongly for more services rather than fewer people.
Concluding remarks and possible solutions
If the Tories had really wanted to maintain support for the EU, investment in public services and public housing would have been the way to do it. If these had been elastically supplied, that would have muted the impression that there was a zero-sum competition between natives and immigrants. It wouldnít have satisfied the xenophobes, but not all anti-immigrant voters are xenophobes. But of course the Tories were never going to do that, at least not with George Osborne at the helm.
If the English want continued Single Market access, they will have to swallow continued labour mobility. There are complementary domestic policies that could help in making that politically feasible. We will have to wait and see what the English decide. But there are also lessons for the 27 remaining EU states (28 if, as I hope, Scotland remains a member). Too much market and too little state invites a backlash. Take the politics into account, and it becomes clear (as Dani Rodrik has often argued) that markets and states are complements, not substitutes.
El nuevo Dios y el nuevo hombre
sábado, 27 de agosto de 2016
El lastre alemán
Think about the nature of Europe’s problem. It’s actually twofold, or maybe two-and-a-half fold.
First, the euro area in aggregate suffers from at least the early stages of secular stagnation, which it’s entering with an inflation rate that is half the ECB target and even further below where the target should be. Breaking out of this lowflation problem really needs a fiscal boost.
Second, relative prices and labor costs are still misaligned within Europe, with southern Europe still needing internal devaluation that would be much easier if Germany were booming and experiencing higher inflation.
Second and a half, still a banking problem that surely requires further injections of public funds.
... Finally, as I understand it, it’s basically Germany demanding bail-in of private creditors on bank rescues, largely to block further government borrowing, which is sometimes a good idea but right now is perpetuating the simmering banking crisis.
Lecturas de refresco
La Mora y la pijaflauta,
La turca no está guardada solo por su virtud, que alguna vez cedería, sino también por el turco, que no cede nunca. Para seducir a una turca, la imposibilidad consiste en seducir al turco.
Que no vote nadie
La política española ha perdido ya cualquier esperanza inmediata de redención. La pérdida de sentido empezó en Cataluña. No, no fue en el País Vasco. Por supuesto que matar a un hombre en nombre de los vascas no lo tiene. Pero el Estado persiguió allí el crimen y lo derrotó. En Cataluña el Estado ha permitido la infracción continuada de la ley, y eso no hay moral ni sentido que lo resista. No solo la política. También la opinión lo ha aceptado.
Después de eso ya nada puede extrañar a nadie...
... Solo quería decir que por fin Pp y Psoe están pactando. Para celebrar las terceras elecciones y que no caigan en Navidad.
viernes, 26 de agosto de 2016
Francia y el euro. Cada vez más tensiones subterráneas
Liberalismo Rothbariano
Moral Depravity of Rothbardianism
Described in four easy steps in Rothbard’s own words:(1) “…the parent should have the legal right not to feed the child, i.e., to allow it to die. The law, therefore, may not properly compel the parent to feed a child or to keep it alive.” (Rothbard 1998: 100).And we can add to this that Rothbardian anarcho-capitalism would demand a totally free market in weapons of mass destruction.
(2) “Now if a parent may own his child (within the framework of nonaggression and runaway-freedom), then he may also transfer that ownership to someone else. He may give the child out for adoption, or he may sell the rights to the child in a voluntary contract. In short, we must face the fact that the purely free society will have a flourishing free market in children. Superficially, this sounds monstrous and inhuman. But closer thought will reveal the superior humanism of such a market.” (Rothbard 1998: 103).
(3) “Child labor laws, by restricting the supply of labor, lower the production of the economy and hence tend to reduce the standard of living of everyone in the society. …. Child labor laws may take the form of outright prohibition or of requiring ‘working papers’ and all sorts of red tape before a youngster can be hired, thus partially achieving the same effect. The child labor laws are also bolstered by compulsory school attendance laws. Compelling a child to remain in a State or State-certified school until a certain age has the same effect of prohibiting his employment and preserving adult workers from younger competition. Compulsory attendance, however, goes even further in compelling a child to absorb a certain service—schooling—when he or his parents would prefer otherwise, thus imposing a further loss of utility upon these children.” (Rothbard 2009 [1962]: 1112).
(4) “police may use such coercive methods provided that the suspect turns out to be guilty, and provided that the police are treated as themselves criminal if the suspect is not proven guilty. For, in that case, the rule of no force against non-criminals would still apply. Suppose, for example, that police beat and torture a suspected murderer to find information (not to wring a confession, since obviously a coerced confession could never be considered valid). If the suspect turns out to be guilty, then the police should be exonerated, for then they have only ladled out to the murderer a parcel of what he deserves in return;” (Rothbard 1998: 82).
And these people – especially in Twitter debates – pretend that they have the moral high ground.
Perdone, pero no tiene ninguna razón. Precisamente por que la realidad es terca y se impone. ¿No tenía razón Francia en La Paz de Versalles de exigir unas indemnizaciones a Alemania que se sabía que no podría pagar? Precisamente Keynes dio un portazo, avisando que eso traería otra guerra, después de la ruina de Europa Central. Lo que dicen las teorías son a veces muy congruentes con la realidad, pues dicen: si ud hace eso, puede suceder esto, pero si hace lo contrario, esto otro. Lo que dice lo que llama ud teoría, que no es teoría, es una simple identidad contable, es que si un país tiene continuamente superávit y otro tiene continuamente déficit, y no se soluciona por las únicas vías que hay, el malestar social puede traer conflictos que lleven a la guerra.
Eso es lo que da teoría explica según las circunstancias, según sea una region de un país o un país frente a otro. Es más, el patrón oro era más racional, pues en él cabían ajustes de precios internos simétricos, al alza en uno a la baja en otro, que reequilibraba los flujos de oro, siempre que los paises cumplieran con sus reglas y dejaran que subieran y bajaran los precios.
Lo que ni se puede hacer es pretender que solo una parte se ajuste, mientras la otra no permite que le afecte internamente.
Además, esta ud metiendo consideraciones en su argumento que no vienen al caso. Ya sabemos que romper el euro sería un problema, por la cantidad de deuda denominada en él. Precisamente por eso es menos malo salvar al euro con una unión fiscal, y que poco a poco se absorban las deudas, que se rompiera involuntariamente por llegar a situación insostenible. Y no es verdad que se trata de que Alemania subvencione. Se trata de que acepte de que si hay moneda única, debe haber unión fiscal.
Hay dos caminar alternativos y excluyentes. Seguir haciendo el tonto, hasta que el euro estalle, o hacer las mínimas reformas hacia una unión fiscal y quizás, política. Esto lo veo difícil, pero es lo que hay.
30 de agosto de 2016, 11:21