"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
jueves, 3 de octubre de 2024
La triste y moribunda universidad española
martes, 1 de octubre de 2024
El pensamiento confortable
Pensemos en los dogmas de la economía dominante actual, que incluyen la competencia perfecta, los rendimientos constantes, la productividad marginal, la neutralidad monetaria, las expectativas racionales, el potencial autoorganizativo de los mercados supuestamente libres y el equilibrio general. Traducidos a políticas, estos dogmas nos dieron el Consenso de Washington, que exige presupuestos equilibrados, restricción monetaria, privatización, desregulación, libre comercio, mercados de capital abiertos, etcétera.
Los fracasos de política de esta extraña invención son ahora obvios, pero la teoría subyacente aún más extraña se discute poco hoy en día, y es comprensible. ¿Quién quiere admitir que ha sido esclavo de nociones tan peculiares, y mucho menos haber dedicado su carrera a ellas?
Las doctrinas dominantes fracasaron porque sus proselitistas nunca salieron de la complacencia del siglo XVIII -es decir, del diseño inteligente, el orden cósmico y la mecánica clásica- para entrar en la problemática visión dinámica de la ciencia de los siglos XIX y XX: evolución, relatividad y termodinámica. Rechazaron o ignoraron las palabras de Marx y Thorstein Veblen, que invocaron a Darwin; de Keynes, que invocó a Einstein, y de Nicolas Georgescu-Roegen, que invocó la ley de la entropía. Pequeñas desviaciones del reducto del equilibrio general –como los trabajos sobre la competencia imperfecta, la información asimétrica, las regularidades del comportamiento y el caos y la complejidad– no son suficientes para romper los antiguos hábitos del pensamiento cómodo.
sábado, 21 de septiembre de 2024
La trama RUSA en la independencia de Cataluña
“El amigo de Puigdemont [y hombre de confianza Terradellas] estaba convencido de que «si Europa cae, caerá a plomo», según dijo en esos mensajes [a Puigdemont]. Y qué mayor beneficiario del derrumbe de Europa que Rusia. Terradellas, aprovechando sus muchos contactos internacionales, había comenzado a lanzar sus redes, buscando apoyos para el día después de la ruptura con España. Exploró todas las vías posibles. Llegó a ver si en China había algún interés en reconocer a la república catalana. Algunos contactos los tuvo en Eslovenia, una diminuta nación altamente digitalizada. En Austria trabó relación con una delegación que ofrecía la mediación de la casa real de Habsburgo para negociar la ruptura con la España borbónica, una cuestión de justicia, tal vez divina o tal vez poética, entendían ellos, dada la supresión de la autonomía catalana por Felipe V en 1716. Pero aquel 26 de octubre por la tarde ya no eran remotas posibilidades del inescrutable y lejano oriente, naciones diminutas, ni casas reales que no reinaban en ningún país. Venía al Palau de la Generalitat todo un emisario de Putin.Rusia estaría dispuesta a respaldar decisivamente la creación de un estado catalán independiente. Adquiría el compromiso de absorber la deuda pública de Cataluña, con una inyección de hasta 500.000 millones de dólares en apoyo económico directo. Más aún, Rusia ofrecería el despliegue de diez mil soldados en territorio catalán. A cambio de esta monumental apuesta, Sadovnikov reveló que Moscú exigía que la futura nación catalana adoptara legislaciones pioneras en el ámbito de las criptomonedas, transformándose así en el equivalente de una Suiza para el bitcoin, un refugio seguro y opaco para la floreciente economía digital.”
martes, 10 de septiembre de 2024
El informe Draghi
Draghi, el hombre que salvó al euro cuando estuvo a punto de implosionar gracias a Trichet - su predecesor como presidente del Banco Central Europeo -, es un hombre con tan merecido prestigio que le han encargado un diagnóstico del estado catatónico de la Unión. Su diagnosis no ha podido ser más acertada, a la vez que triste. Europa ya no es productiva. Su economía se ha distanciado y ya no es más que el 65% de la de EEUU (nace 25 años se pensaba que les desbordaríamos). Por decisiones erróneas, ligadas al pomposo programa “ecológico” llamado la Agenda 2030 - además del espíritu reglamentista de siempre -, se han cancelado industrias enteras que antes fueron el orgullo de Europa. Entre las industrias más básicas, se han cerrado centrales nucleares (cuando los ecologistas sensatos reconocen que producen una energía limpia). Todo esto se intentó suplir con el gas ruso; mira tú por donde, Putin, cuasimonopolista de ese gas, invadió Ucrania y hubo que renunciar a esa fuente, lo que encareció todos los mercados energéticos. Alemania, con una industria claudicante - ahora el enfermo de Europa -, se vio obligada a quemar carbón.
A todo esto, la UE ha caído visiblemente en iniciativa, en innovación, y no solo recientemente. Leemos en Ambrose Evans-Pritchard (AEP, Telegraph):
“Draghi afirmó que la renta disponible per cápita en la UE ha crecido a la mitad del ritmo de Estados Unidos desde el año 2000. El culpable es el sector tecnológico. “La principal razón por la que la productividad de la UE se desvió de la de Estados Unidos a mediados de los años 90 fue el fracaso de Europa a la hora de aprovechar la primera revolución digital”.
Por eso tiene razón cuando pide una esfuerzo inversor centralizado - es decir, financiado por bonos de la UE -, y le pone un cifra que es un mínimo necesario: 800.000 millones de euros anuales, con decisiones centralizadas en un poder realmente de la UE.
En realidad Europa perdió el tren de la modernidad tecnológica antes de aquellos engañosos años del Tratado de Maastricht. Europa parece haber aspirado siempre a redactar el reglamento de mundo (180 mil páginas de legislación propia lo corroboran), y ahora nos estamos enterando de las consecuencias del espíritu acomodaticio y la falta de inversión, en un momento crítico en el que se desarrolla la IA, con EEUU y China a la cabeza y ya muy distantes, mientras Europa sólo ha hecho un ley preventiva sobre la AI para evitar males imaginarios, que según Evans-Pritchard es un verdadero festín para abogados, que son los que se van a enriquecer con los inevitables litigios antes de saborear los frutos prohibidos.
Hay una vieja y una nueva UE. La vieja, liderada por Alemania y Francia, está en decadencia; la nueva, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Irlanda, crecen más que aceptablemente. (Por cierto, España no va como un tren: va directa al abismo.)
Lo cierto es que la UE es cada vez más una zona económica mediocre, reglamentada, sin iniciativas, a merced de las grandes potencias mundiales, EEUU y China. Son potencias además enfrentadas, y nosotros deberíamos elegir estratégicamente en un mundo conflictivo y duro, sin compasión para los tibios. Para poder tomar decisiones correctas necesitamos una economía solvente, con futuro, cada vez más alejada de nosotros. En todo caso, deberíamos unirnos más para que EEUU no haga algo que está tentado de hacer, que es dejarnos caer en la ignorancia porque ya no somos un aliado fiable. Estoy convencido que de no seguir la propuesta de Draghi, seremos colonia de una de las dos potencias, probablemente China, a la que hacemos grandes reverencias.
¿Cuándo se torció todo? Los costos exorbitantes de la energía son parte de la historia, como lo son también la escasez de capital-riesgo y el fracaso en crear un auténtico mercado de capitales de la UE. Pero el daño se remonta a más atrás y tiene mucho que ver con la silente protección a los intereses creados, como siempre ha sido con las normas de Bruselas.
Pero eso es difícilmente realizable. Razón: la Europa como Alemania y Holanda se niegan. De nuevo AEP:
“Los alemanes y los holandeses se están apretando el cinturón en casa y están decididos a no compartir sus tarjetas de crédito con Bruselas y el cártel de los deudores del sur. El veredicto inmediato de Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, fue lapidario: "Alemania no aceptará esto. No debe haber más confusión sobre la responsabilidad de los estados miembros respecto de sus propios presupuestos". Los fabricantes de automóviles chinos están “una generación por delante de los europeos en términos de tecnología en prácticamente todos los dominios, incluido el rendimiento de los vehículos eléctricos (autonomía, tiempo de carga e infraestructura), el software (niveles de conducción autónoma dos, tres y cuatro), la experiencia del usuario (por ejemplo, las mejores interfaces hombre-máquina y sistemas de navegación de su clase) y el tiempo de desarrollo (de 1,5 a dos años, en comparación con los tres a cinco años en Europa)”. (AEP)
Se me antoja imposible que los principales países, ya en decadencia, emprendan una ruta de mayor unión política y económica, cuando se han negado rotundamente en momentos más eufóricos. Alemania, concretamente, no quiere convertirse en la donante neta de fondos; pero eso además ya no es posible, pues está en recesión, su productividad ya no existe, y está pensando que ella se salvará gracias a su capacidad de ahorro.
Ahorro no es inversión. Alemania ya no está interesada en levantar su industria, que ha claudicado ineluctablemente con los recortes obligados por la agenda 2030, un dislate que sin tener resuelto el problema de la energía limpia, no ha sabido graduar la transición hacia fuentes no productoras de CO2.
En realidad, todos los países antaño líderes de la UE están ensimismados en sí mismos, atenazados por un oposición de extrema derecha que adquiera cada vez más votos, pero, que siguen proponiendo sus antiguas recetas que ya son vacías de contenido. En Francia, un país en tiempos orgulloso de sus servicios públicos, y merecidamente, ya no funciona nada mientras su deuda crece sin obrar. Como en los demás países, por cierto (menos Alemania, ensimismada en ahorrar. Por no hablar del imposible aumento de gasto en defensa que exigiría la geopolítica actual: los líderes europeos todavía se enredan los pies en algo que no va a suceder.
Draghi tiene razón en que solo nos salvaría más estrecha unión política, más proyectos de futuro, que levanten la productividad, única solución en una economía en caída demográfica. Pero me temo que no será fácil sacar de su ensimismamiento a los países fundadores de la UE, que recuerdan cada vez más al viejo Hindenburg en 1933, intentando frenar al imparable Hitler hacia su dictadura total en Alemania.
lunes, 9 de septiembre de 2024
Los paísitos
viernes, 6 de septiembre de 2024
La PSOE
jueves, 5 de septiembre de 2024
La intuición
martes, 3 de septiembre de 2024
La firma de Stalin
La gratitud de Stalin era mortífera. Sólo su indiferencia dejaba vivir a la gente. Otto Katz fue arrestado y ejecutado en Praga como una de las víctimas de las purgas Rajk-Slánský, la serie de procesos políticos que se llevaron a cabo en todos los países del Este europeo entre 1948 y 1952 y que formaban parte de una vasta y demencial aunque significativa operación por la cual Stalin consolidó su paranoico poder en los recién conquistados territorios.
Las purgas Rajk-Slánský fueron el detonante para el inicio de la guerra fría. En 1948, mucha gente como Otto Katz, grandes figuras entre los dirigentes veteranos «antifascistas», muchos de los que habían sentado las bases en Europa para la expansión del poder comunista a lo largo de los años treinta y la propia guerra, salían a la palestra esperando la merecida recompensa. El autócrata los consideró sirvientes comprometedores y jubilados. Muchos de ellos, además, eran judíos. Había llegado la hora de deshacerse de ellos.
A cientos, incluso a miles, se les arrestó, condenó y ejecutó. Los políticamente invisibles o inutilizables simplemente fueron ejecutados sin más. A las figuras más conspicuas se las llevó al juicio político, acusadas generalmente de una lista de delitos inventados que sirvieran de propaganda y dejaran al descubierto la doble vida del desertor. De ese modo, décadas de servicio secreto se convertían en vidas sospechosas de traición, a la manera socialista. En todas las capitales de Europa Oriental dio comienzo un grotesco circo de confesiones y muertes; fue una gira circense de terror político que no se detuvo durante cinco años. Muchas de las «confesiones» que se producían de ciudad en ciudad eran extravagantes contorsiones precisamente del tipo de historia que aquí estamos indagando; de hecho, una parte esencial del fenómeno fue el esfuerzo sistemático por reescribir la historia desde cero.
lunes, 26 de agosto de 2024
Gerard Brenan y España
“Está lleno de relámpagos iluminadores. Por ejemplo, la trasmutación del carlismo en el nacionalismo conservador vasco del PNV y en el catalán de la Lliga, la relación entre la represión de Severiano Martínez Anido y los crímenes en la retaguardia barcelonesa o lo que significó para el sindicalismo español el asesinato del moderado Salvador Seguí y la marginación de Ángel Pestaña. También, el impacto que tuvo la independencia cubana dentro del empresariado catalán como impulso nunca reconocido del nacionalismo: «La pérdida de Cuba, en la que los industriales tenían cuantiosos intereses, provocó un sentimiento de irritación con Madrid, a cuya intransigencia se atribuía tal pérdida. Lo cual no era completamente justo, pues la oposición de los propietarios de fábricas catalanas a la autonomía de Cuba había sido uno de los factores que contribuyeron al desastre».”
domingo, 25 de agosto de 2024
La “respuesta” al desafío catalán
lunes, 19 de agosto de 2024
La inevitable desintegración de España
“Si el diagnóstico es incorrecto, el paciente no se cura. Es desolador escuchar a altos responsables del principal grupo de oposición insistir en que el Estado de las Autonomías es un “modelo de éxito”. Por desgracia, son una exigua minoría en España a estas alturas de la película de terror en la que estamos atrapados los que perciben con claridad la naturaleza y alcance de este error fundamental y se atreven a denunciarlo.“ Alejo Vidal Cuadras en Voz Populi, domingo 18 de agosto
Las fuerzas políticas y las instancias sociales que en estos días tormentosos claman justamente contra el último y tremendo golpe de Pedro Sánchez contra la unidad nacional, el orden constitucional y la solidaridad interterritorial esgrimen argumentos sin duda válidos cuando señalan que el acuerdo de investidura de Salvador Illa con los separatistas dañará gravemente el principio de igualdad de los españoles y desbaratará la Hacienda estatal al privarla del control fiscal del 20% de nuestro PIB. Sin embargo, lo que no advierten ni comprenden es el origen de la postrera fase, iniciada tras el fallecimiento de Franco, de este alarmante fenómeno que Julián Marías llamó en su imprescindible libro La España inteligible un “proceso de desagregaciones”. Tampoco las decadentes elites políticas que en el arranque del siglo XIX dirigían un imperio transatlántico tricentenario supieron reaccionar ante el ataque avasallador de un poder tiránico extranjero y actuaron con una mezcla lamentable de cobardía, bajeza y completa ausencia de visión estratégica, dejando al pueblo abandonado a su suerte y obligado a combatir heroicamente para salvar por lo menos el solar peninsular. Y ¿qué decir del Desastre de 1898, resultado asimismo de una flagrante ceguera que impidió ver que la marcha de la Historia requería medidas reformadoras de la relación entre el Reino y sus provincias de ultramar que evitasen la explosión de pulsiones secesionistas tan bien aprovechadas por potencias hostiles?Ahora, la pesadilla conocida como “sanchismo” revela de nuevo que las hipótesis erróneas conducen a soluciones inadecuadas. Ya he señalado en otras ocasiones que la Transición, que alumbró sin traumas destacables la Constitución de 1978, apaciguó con aceptable éxito cuatro de nuestros viejos demonios familiares, la cuestión social, la militar, la religiosa y la de la tensión monarquía-república. El Estado social de Derecho, la supeditación de los ejércitos a la autoridad civil, la aconfesionalidad del Estado y una Corona democrática y parlamentaria sentaron las bases de un sistema institucional, jurídico y político homologable a los imperantes en los demás países de la Europa occidental. Ahora bien, el quinto elemento de discordia, el territorial, no fue abordado de manera correcta. El intento fue innegablemente bien intencionado, impregnado de la mejor voluntad de arreglo, generoso hasta límites arriesgados y no exento de nobleza, pero es sabido que el infierno está empedrado de los más loables propósitos.
El planteamiento, tan ingenuo como desprovisto de conocimiento del nacionalismo identitario como doctrina política y del pasado de estos movimientos supremacistas y racistas en Cataluña y en el País Vasco, consistió en transformar un Estado centralista en uno de los más descentralizados política y administrativamente del mundo. Los padres constituyentes y los demás actores principales del diseño de la nueva estructura creyeron que la aceptación de una parte sustancial de las reivindicaciones nacionalistas atribuyendo a todas las Comunidades Autónomas amplias facultades legislativas y ejecutivas, lengua cooficial allí donde la hubiere, reconocimiento de sus símbolos y el control de la educación, calmaría sus exigencias y el conjunto de los ciudadanos de estos territorios podría vivir en armonía interna y con el resto de los españoles. Nada más lejos de la realidad. No sólo las concesiones sucesivas no disminuyeron las pretensiones desaforadas de los particularistas, sino que las exacerbaron, y fueron interpretadas por sus líderes como debilidad del Estado, al que siempre presentan, en contra de toda evidencia, como opresor y abusivo, incrementando sus desafíos y su deslealtad al pacto establecido en el tránsito de la dictadura a la democracia.
La persistencia por parte de los dos grandes partidos en la técnica de las cesiones a pesar de la reiterada constatación de que a mayor autonomía otorgada más intensa ofensiva separatista desatada, ha desembocado en la desastrosa situación actual, en la que un ególatra carente de moral y patológicamente obsesionado por mantenerse en La Moncloa a toda costa está dispuesto a desguazar la Nación y desmontar el Estado.
No hay salida posible a semejante catástrofe que no sea traumática porque cuarenta y cuatro años de Autonomías han creado una clase política cuyo modus vivendi está indisociablemente ligado a un modelo territorial disfuncional, divisivo, financieramente insostenible e ineficiente y una sociedad infectada con el virus identitario hasta el punto de que asistimos a espectáculos tan grotescos como la existencia de corrientes de opinión crecientemente agresivas que demandan una comunidad leonesa diferenciada o la resurrección del bable como lengua oficial en Asturias. El hecho de que a raíz de la decisión del Gobierno de imponer una financiación “singular” para Cataluña análoga al cupo vasco, los presidentes autonómicos de las restantes Comunidades únicamente afirman enojadamente que no tolerarán ningún perjuicio resultante para “la suya” con absoluta pérdida de la perspectiva nacional, nos da la medida del nivel de confusión conceptual en el que nos hallamos.
Si el diagnóstico es incorrecto, el paciente no se cura. Es desolador escuchar a altos responsables del principal grupo de oposición insistir en que el Estado de las Autonomías es un “modelo de éxito”. Por desgracia, son una exigua minoría en España a estas alturas de la película de terror en la que estamos atrapados los que perciben con claridad la naturaleza y alcance de este error fundamental y se atreven a denunciarlo.
viernes, 16 de agosto de 2024
Política, preeminente de la economía
“Defenderemos la idea de que, para comprender la desigualdad del mundo, tenemos que entender por qué algunas sociedades están organizadas de una forma muy ineficiente y socialmente indeseable. Algunos países logran adoptar instituciones eficientes y alcanzan la prosperidad, pero, por desgracia, son un número reducido de casos.
La mayoría de los economistas y los encargados de formular políticas se han centrado en «hacerlo bien», mientras que lo que se necesita realmente es una explicación de por qué los países pobres «lo hicieron mal». En general, su situación no se debe a su ignorancia ni a su cultura. Como mostraremos, los países pobres lo son porque quienes tienen el poder toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien, no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito.
Para comprenderlo, tenemos que ir más allá de la economía y el asesoramiento experto sobre lo mejor que se puede hacer y, en su lugar, debemos estudiar cómo se toman realmente las decisiones, quién las toma y por qué estas personas deciden hacer lo que hacen. Éste es el estudio de la política y los procesos políticos.
Tradicionalmente, la economía ha ignorado la política, pero la comprensión de la política resulta esencial para explicar la desigualdad del mundo. Tal y como señaló el economista Abba Lerner en la década de 1970: «La economía ha ganado el título de reina de las ciencias sociales eligiendo como campo los problemas políticos resueltos». Defenderemos la idea de que lograr la prosperidad depende de la resolución de algunos problemas políticos básicos.
Y es precisamente porque la economía ha asumido que los problemas políticos están resueltos por lo que no ha sido capaz de aportar una explicación convincente a la desigualdad mundial. Para explicar la desigualdad mundial, todavía es necesario que la economía comprenda que los distintos tipos de Estados y acuerdos sociales afectan a los incentivos y a los comportamientos económicos. Pero también es necesaria la [comprensión de] la política.”
jueves, 15 de agosto de 2024
Independentistas asfixiados
martes, 13 de agosto de 2024
Excelente, y sin embargo…
sábado, 10 de agosto de 2024
Puigdemont y el futuro nacionalismo
viernes, 9 de agosto de 2024
El número de la cabra que se sube a un taburete
domingo, 4 de agosto de 2024
Acuerdo Illa-Aragonés
sábado, 3 de agosto de 2024
La “federalización” de España
La gran novedad del proyecto era la organización federal («La forma de gobierno de la Nación española es la República federal», art.39) resultado de un pacto que daba nacimiento a una Nación española compuesta por «los antiguos reinos de la monarquía», cuya relación como Estados (regionales) aparecía en el artículo 1º, con la llamativa ausencia de León, y en la que se incluyó a Cuba y a Puerto Rico como forma de resolver el problema colonial —añadiéndose más adelante que leyes especiales regularían la situación de las otras provincias ultramarinas, pudiéndose convertir en Estados en el futuro—:1918
Artículo 1.º Componen la Nación Española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales.
viernes, 2 de agosto de 2024
Irreversible
miércoles, 31 de julio de 2024
Juan Benet
“Es sin duda la tensión, a veces ruidosa y a veces callada pero siempre manifiesta, de un pueblo que por la fuerza de los hechos se ha lanzado a una aventura que sus padres no habían previsto.”