He leído que en Italia las muertes por el virus han aumentado de 244 a 366 en 24 horas. Ya saben que Italia a cerrado el norte del país, con 16 millones de ciudadanos dentro. Esto da una idea de las consecuencias rompedoras para una economía. Dice Larry Summers,
Lo que hemos visto hasta ahora ya ha tenido efectos económicos de largo alcance. Las reuniones internacionales están siendo canceladas. Es probable que los envíos desde Asia al puerto de Los Ángeles disminuyan en un 25 por ciento en febrero. Los mercados financieros, que son prospectivos, perdieron 6 billones de dólares en seis días antes de recuperar parte del terreno perdido. Es casi una posibilidad de que las economías de EE. UU. Y del mundo entren en recesión en los próximos 18 meses.Las preguntas en el momento actual giran adecuadamente en primer lugar en torno a la estrategia de salud pública. Pero también hay mucho que considerar para los responsables de las políticas económicas. Desafortunadamente, la herramienta que ha recibido más atención, la política monetaria, no es probable que sea muy efectiva en una crisis de este tipo, y la forma en que se usa podría crear problemas en el futuro. En general, puede ser deseable reducir las tasas de interés, como votó la Fed el martes, pero el enfoque principal debería estar en otra parte.El sentido común ofrece el apoyo más importante. Cuando, como en la crisis financiera de 2008, la producción está cayendo porque los consumidores y las empresas no pueden pagar los préstamos u obtener otros nuevos, la reducción de las tasas de interés y la disponibilidad de más crédito es la respuesta política natural y adecuada. Pero cuando el PIB cae porque las empresas no pueden obtener los componentes necesarios para generar producción, porque las cuarentenas limitan la capacidad de trabajo de las personas y porque los clientes potenciales tienen miedo racional de ingresar a los espacios públicos, entonces la política monetaria es mucho menos útil.
Y así es. Sabemos que si el virus dura lo suficiente, la contracción económica va a ser profunda. Una contracción con difíciles remedios, cuando por una parte las autoridades se ven impelidas a cerrar las relaciones económicas para luchar contra el contagio y, por otra, para no caer en contracción habría que hacer lo contrario: fomentarlas.
Así que nos encontramos en un agudo dilema: un camino lleva a clausurar empresas y comercios, y el otro a permitir que siga la vida igual, con riesgo de mortandades importantes. En esta tesitura, el estado debería pensar en sustituir al sector privado, pero no puede hacerlo con eficacia, y menos cuando nuestros instintos de conservación le piden lo contrario.
Porque, además, ya no son los poderes los que incitan a restringir la actividad. Son los ciudadanos con su miedo, su pánico, que no hay quien controle.
Lo siento, pero no soy optimista. Creo que los mercados están reflejando sólo la primera riada de ese miedo, y la clave es cuanto puede durar esto y aparecen noticias de que efectivamente se ha controlado el contagio.
A continuación, las recomendaciones de Summers, que me parecen de sentido común pero lamentablemente insuficientes. La mejor solución, el descubrimiento de una vacuna o remedio médico para el virus.
Primero, los bancos centrales deberían desarrollar una facilidad para asegurar que el crédito no se corte a sectores clave de la economía, pase lo que pase. El crédito constantemente disponible es mucho más importante que el crédito de menor precio.En segundo lugar, como sugiere el enorme exceso de capacidad en los principales puertos mundiales, este es un momento para una menor interferencia, no más, en los flujos comerciales. Aunque puede ir en contra de los instintos del presidente, Estados Unidos debe liderar un esfuerzo global para reducir los aranceles como fuente de estímulo durante la emergencia de salud.En tercer lugar, debe comenzar la planificación de la expansión fiscal mediante inversiones presupuestarias federales en áreas como la compra de ventiladores, equipos de videoconferencia y tecnologías de educación a distancia, todo lo cual está directamente relacionado con el problema del coronavirus. Y, por supuesto, existe un riesgo mucho mayor de gastar muy poco en investigación en salud y producción de bienes de salud que gastar demasiado.Cuarto, el fracaso de las instituciones financieras internacionales para ayudar a los países más pobres del mundo en un momento en que podrían sufrir una catástrofe a nivel del SIDA es escandaloso. Estados Unidos debería usar su influencia para asegurar que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los bancos regionales den un paso adelante en nombre de todas las naciones, para todas las naciones.
Estamos en la más grande de las incertidumbres, lo que impide calcular sin crasos errores riesgos a corto y largo plazo. Sobre todo porque no sabemos cuánto va a durar esto. De momento su movimiento es expansivo y amenaza con superar las capacidades sanitarias. Quien crea que un chart le va a orientar, me gustaría que dijera a posteriori como le ha ido. Dios no se proteja de los falsos profetas.