Cayetana Alvarez de Toledo (@cayetanaAT) | |
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“No tenía más remedio que darme a conocer, estrictamente hablando”. Yo era guapo, pero no frívolo”.
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El calvario de Paloma Alonso comenzó en el año 2004, cuando su padre "murió por culpa de una negligencia médica" en Palencia. Ella entonces tenía solo 23 años. Según su testimonio, el fallecido tenía junto a sus otros tres hermanos un patrimonio que constaba de "5 viviendas, algo de efectivo y un terreno en Palencia donde iban construir viviendas, que era el grueso de todo". Su padre falleció antes de empezar las obras y su única hija pasó a heredar el 25% de todas sus propiedades. "Nuestro gestor calculó que debía pagar 41.000 euros por la herencia, y así lo hice", cuenta. Paloma tuvo dos años y medio de paz hasta que en 2007 recibió una carta de Hacienda "en la que me decían que no compartían la liquidación que habíamos hecho, y que tenía que pagar 600.000 euros".En ese momento se me vino el mundo encima. Valoraban mi parte en más de 2 millones de euros porque el solar lo valoraban en 8 millones de euros en pleno boom inmobiliario. Entonces, el Impuesto de Sucesiones en Castilla y León estaba en el 32%, por lo que me correspondía pagar esa cuantía, pero no teníamos ni liquidez ni nada", recuerda. "Si mi padre se hubiera muerto en Madrid, me hubieran pedido 20.000 euros", denuncia.
Paloma intentó pedir un crédito avalado con la herencia para poder pagar esa estratosférica cifra, "pero los bancos no me lo daban porque no valoraban mis bienes de la misma forma que la Administración", explica.
Su víacrucis continuaba. "Meses después me llegó una sanción de 300.000 euros por no pagar, y empezó una tortura con la que llevo media vida. Yo no puedo tener nada a mi nombre, ni tener un duro en el banco, ni cobrar un salario porque sólo me dejan lo justo para sobrevivir. Tengo todo embargado, hasta los 30 céntimos que me salieron a devolver en una declaración de la renta me los reclamaron", relata.
Finalmente, los pisos del terreno de su padre se construyeron y se vendieron, lo que le permitió a Paloma pagar algo a Hacienda. "Pagué con eso 400.000 euros, pero no dio para más. La crisis estalló y nadie me daba más dinero. Los intereses seguían subiendo y las cartas de Hacienda seguían llegando. Un mes me entregaron hasta 17 cartas. Cada vez que sonaba el timbre me echaba a temblar por si venía el cartero y no quería ni abrirle. Me han anulado como persona", se lamenta.
"No me va a quedar nada de la herencia"
Lo más escandaloso de la historia de Paloma es que la Administración se va a quedar con la totalidad de la herencia de su padre y ella seguirá teniendo una deuda impagable. "Han puesto todos los pisos a subasta y se han quedado desiertas. No sólo es que no me va a quedar nada de la herencia de mi padre, es que no puedo seguir viviendo. Si dicen que valen 300.000 ¿luego lo van a vender por 50.000 y yo sigo debiendo lo mismo?¿dónde está la justicia?", se pregunta.
Actualmente, Paloma está en el paro y es gracias al salario de su marido como sacan adelante a su hijo de 2 años. "Las empresas no contratan a una persona que esté embargada. Ya tienen que pagar el día 1 a Hacienda, que les supone un problema, y además, les genera desconfianza, piensan que eres una cabra loca. Me ha ocurrido que después de que me cogieran, les expliqué mi situación y me rechazaron", asegura. Según sus cálculos, "aunque ganara 5.000 euros al mes, ni siquiera sería capaz de pagar los 70.000 euros de intereses de la deuda que me exigen al año. Y esto sigue subiendo, en 10 años deberé 3 millones de euros".
“Soy un representante -por eso puedo escribir autobiografías-, soy un buen representante de mi generación. Con mi generación me refiero a los que empezamos a tomarnos en serio la política a partir de Felipe González. Antes de Felipe González éramos, como aquí explico antes de la pintura, políticamente éramos paleolíticos, éramos todos comunistas, maoístas... Después el neolítico es Felipe González y ahí empieza una deriva para convertirnos en demócratas. Porque hay una cosa que la gente olvida, la extrema izquierda es antidemocrática, comunistas, maoístas, estalinistas y tal no son demócratas. Y hacen todo lo posible para cargarse la democracia.
La gente olvida que la extrema izquierda es antidemocrática.”
P. En el prólogo de 'Volver la mirada', defiendes el regreso a los maestros como bálsamo contra el “extremo peligro” de la actualidad. ¿Cuál es ese extremo peligro?
“R. Cuando hablo de “extremo peligro” me refiero a que se están volviendo a formar los bloques nacionalistas. Lo dice Valls, el futuro alcalde de Barcelona, espero, y tiene toda la razón: el nacionalismo es guerra. La palabra nacionalismo quiere decir guerra. Ahora tienen mucho poder en lugares como Italia, pero también en Polonia o Dinamarca van tomando fuerza. Hay un punto de inflexión en que la balanza se puede volcar, y si llegan a subir o pasar de ese punto tendremos guerra. Yo creo que tendremos guerras en Europa.
Se están volviendo a formar los bloques nacionalistas; tendremos guerra en Europa.”
1. Mesa de diálogo al margen del cauce institucional, es decir, a espaldas del Parlamento.
2. Con relator independiente.
3. Compuesta por una representación paritaria de los partidos catalanes y estatales.
4. Abierta a que cada participante pueda plantear sus propuestas con toda libertad, es decir sin exclusiones.
5. En el marco de la seguridad jurídica (fórmula abstrusa ideada ex profeso para omitir la referencia a la Constitución).
“Jordi podrá hacérsela la próxima vez que viaje al Palacio de Miraflores. El domingo le aseguró al asesino que lo habita que está dispuesto a entrevistarle cada mes (aunque no precisó si en Miraflores o en Guantánamo), y el asesino parecía complacido. Jordi, es verdad, no le preguntó esta vez por esos 5.535 cadáveres. Ni por los 250. Ni siquiera por los calientes. Jordi, a veces, se queda como tonto, y no remata, no remata. Tiene un antiguo problema con los asesinos. Siente su llamada, responde a su magnetismo, llega a ellos con facilidad... pero entonces el asesino empieza a llamarle Jordi y Jordi bizquea, escarba mansurrón con sus patitas y apenas le sale ya un hilillo de voz para hacerle al asesino este implícito reproche: Presidente, ¿cuando va a llevar usted a la Constituyente el matrimonio homosexual?”
El ludismo fue un movimiento encabezado por artesanos ingleses en el siglo XIX, que protestaron entre los años 1811 y 1816 contra las nuevas máquinas que destruían el empleo. Los telares industriales y la máquina de hilar industrial introducidos durante la Revolución Industrial amenazaban con reemplazar a los artesanos con trabajadoras menos cualificadas y que cobraban salarios más bajos, dejándolos sin trabajo.
Aunque el origen del nombre ludita es confuso, una teoría popular es que el movimiento recibió su nombre a partir de Ned Ludd, un joven que supuestamente rompió dos telares en 1779, y cuyo nombre pasó a ser emblemático para los destructores de máquinas.[1][2][3] El nombre evolucionó en el imaginario general ludita Rey Ludd, una figura que, como Robin Hood, era famoso por vivir en el bosque de Sherwood.[4] El historiador Eric Hobsbawm ha considerado a este movimiento de destrucción de máquinas como una forma de "negociación colectiva por disturbio", lo que sería en esta formulación una táctica utilizada en Gran Bretaña desde la Restauración, ya que la diseminación de fábricas a través del país hizo que las manifestaciones a gran escala fueran poco prácticas.