"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 6 de octubre de 2024

La rebelión de las masas

La rebelión de las masas

 

La “Rebelión de las masas”  de Ortega y Gasset es uno de los textos más importantes del siglo XX. Como dice Vargas Llosa (2010),

 

Hace cincuenta años falleció en España don José Ortega y Gasset, y hace 75 se publicó La rebelión de las masas (1930), uno de sus libros más importantes, acaso el que se leyó y tradujo más en todo el mundo. Dos aniversarios que deberían servir para revalorizar el pensamiento de uno de los más elegantes e inteligentes filósofos liberales del siglo xx, al que circunstancias varias –la Guerra Civil en España, los cuarenta años de dictadura franquista y el auge de las doctrinas marxistas y revolucionarias que caracterizó a Europa en la segunda mitad del siglo xx– han tenido arrumbado injustamente en el desván de las antiguallas, o, peor aún, han desnaturalizado, convirtiéndolo en un exclusivo referente del pensamiento conservador. Y entre el liberalismo y el conservadurismo, como mostró Hayek en un ensayo célebre, media un abismo.


Es verdad que Ortega hoy está “mal visto”, si no es un círculo estrecho de expertos y conocedores. Los motivos de este menosprecio que aduce Vargas Llosa son exactos, aunque yo añadiría el deplorable nivel actual de los tiempos y su apogeo de la vulgaridad e ignorancia. 

No es que Ortega esté acertado en toda su larga obra. La “España invertebrada”, o “meditaciones del Quijote”, están gravemente lastrados por errores insalvables. Sin embargo, practicó una filosofía alejada de la dogmática y muy próxima a la realidad, con una intuición además muy notable, además con una perspectiva histórica notable. Y creo que es lo que debemos recuperar de él, esa intuición sin rigideces académicas, “a pie de obra”, siempre empeñado en iluminar la vida con su elegante prosa. 

Hoy vivimos en el apogeo de la masificación detectada por Ortega en 1930. Masificación que ha de entenderse no en el sentido marxista de clase económica, todo lo contrario. Para Ortega, masificación es el efecto del desgaste de las élites fecundas, y la entronización del ser que cree que lo que le rodea es una cosa natural, sin historia detrás, y a lo que tiene pleno derecho. Esas élites, en una sociedad estable, serían las encargadas de nutrir, con su talento, el cuerpo espiritual básico de una sociedad libre, justa y próspera. 

Como Élite, Ortega no se refiere a los políticos exclusivamente, sino también a todos los más destacados en las distintas profesiones y actividades, como médicos, ingenieros, economistas, intelectuales, etc, que con sus trabajos y opiniones fecundan a todo el entramado social. Cuando falla una articulación de individuos (no de grupos o clases) jerárquica, la sociedad empobrece y muere.

Además, contra lo que se cree comúnmente, jerarquía no quiere decir rigidez sostenida por la fuerza, todo lo contrario; se trata de una jerarquía flexible, que permite con naturalidad el ascenso de los mejores, que dan a la sociedad una estructura cultural. Ortega parte, como dice Vargas Llosa, 


… de una intuición genial: ha terminado la primacía de las elites; las masas, liberadas de la sujeción de aquéllas, han irrumpido en la vida de manera determinante, provocando un trastorno profundo de los valores cívicos y culturales y de las maneras de comportamiento social. Escrito en plena ascensión del comunismo y los fascismos, del sindicalismo y los nacionalismos, y de los primeros brotes de una cultura popular de consumo masivo, la intuición de Ortega es exacta y establece uno de los rasgos claves de la vida moderna.


Con buen olfato, Ortega señala que uno de los efectos, en el campo de la cultura, de esta irrupción de las masas en la vida política y social será el abaratamiento y la vulgarización; en otras palabras, la sustitución del producto artístico genuino por su caricatura o versión estereotipada y mecánica, y por una marejada de mal gusto, chabacanería y estupidez.

 

¿Como se forman las élites? Se forman con la educación y la cultura, en un sistema educacional diseñado por un amplio consenso de las fuerzas políticas, aunque debe congeniarse con una oferta privada. 

Si contrastamos esta intuiciones de hace cien años con la realidad actual, salta a la vista que el problema detectado en los años 1920 por Ortega se ha agravado muchísimo. Un problema que, como ya detectó el filósofo de la vida, estaba muy extendido en el mundo. Y si constatamos que se ha avanzado mucho, entonces quizás estemos, fatalmente, a pocos pasos de la extinción de nuestra forma de vida. Desde un punto de vista más lejano, digamos desde la más lejana antigüedad, hemos avanzado muchísimo) Y, entre otras cosas, lo que nos dice esa perspectiva que solo el orden de los imperios fue capaz de dar sociedades seguras y modestamente prósperas. Esos imperios cayeron, dejando unas piezas valiosas como herencia de los que vinieron después. Como decía Isaac Newton, “si venís más lejos es porque estamos aupados a los hombros de gigantes que nos precedieron”.

Como dice Harari en su best seller “Sapiens”, nuestro bienestar, tanto material como político y cultural, en democracia libertad y seguridad (valores imprescindibles y cada vez más menospreciados)… cosas que hasta hace poco tiempo eran un sueño inalcanzable, son hoy (de momento) una cosa al alcance de muchos. Los de mi generación y la siguiente, que hemos vivido en el mundo libre, no hemos conocido la guerra, una maldición omnipresente en el pasado (aunque algunos han pagado con su vida por mantener ese orden libre). Se ha reducido la hambruna en el mundo a casi cero. Sólo en África quedan bolsas de pobreza extrema. El sistema democrático, más o menos escrupuloso, se ha extendido a muchos rincones del mundo. 

Aún así, este bienestar, nunca vivido en el pasado, es menospreciado por las nuevas generaciones, vendido a la baja por cualquier bagatela. Ya no hay discurso intelectivo enfrente de los valores básicos de nuestra vida. Lo más que obtenemos son frases cortas y sincopadas, que se pisotean unas a otras a gran velocidad. Son la expresión de las masas orteguianas, que se rebelan contra este orden social, quizás el más justo y más libre  conocido, que amenaza con derrumbarse como un castillo de naipes, ante la mirada pasiva, o beocia, de la gran mayoría. 

En todos los órdenes estamos asistiendo a esa rebelión de las masas, que han delegado su voz a viejos partidos seudo demócratas, cáscaras vacías que representan ahora intereses identitarios que han hecho trizas la igualdad de derechos, base de una democracia. Algunos ejemplos: derechos individuales hechos trizas por la profusión de leyes dictadas en favor de caprichosas entelequias; jóvenes que no vacunan a sus hijos, por las más peregrinas razones, lo cual tiene obviamente efectos colaterales sobre los demás (riesgo de contagio y pandemia); desprotección de la infancia total y absoluta, bajo la idea absurda de que el niño es un adulto con “derechos” que puede defenderse a sí mismo, cuando obviamente es un ser con derecho a ser protegido de ejemplos y abusos que pueden condicionar el resto de sus vidas; fractura total de la familia - además propiciada desde el poder -, unidad básica de la educación que ha perdido casi toda la influencia que debe tener en sus hijos…

Y luego está la guerra, que poco a poco se cierne sobre nosotros por el norte y por el sur. Guerra que amenaza con extenderse hasta nuestra orilla, a la que quizás nosotros les abramos las puertas gentilmente; al fin y al cabo, los mandarines de la guerra llevan décadas infiltrando y engordando su quinta columna en nuestro suelo.

Todo esto es una decadencia sin freno, ya muy avanzada, contra nuestro bienestar material y espiritual (por cierto, una enorme conquista que hayan venido unidos de la mano), hoy cuestionado desde cada vez más focos que, a cambio, no ofrecen ninguna alternativa articulada, sino una acumulación de caprichos de niños malcriados.

Dicen que lo único que debe prevalecer es la esperanza. Esperemos pues que aparezca una señal de que esta trayectoria es sólo un sueño de pesadilla, y que pronto volveremos a visitar nuestras esperanzas y sueños de antaño.

 


jueves, 3 de octubre de 2024

La triste y moribunda universidad española

Cuando yo fui a la universidad española, las cosas eran bien distintas. Era una universidad pobre, pero asequible a las clases medias y a bajas, que conseguían por méritos propios una beca. 
Como en todo los países de Europa, algunos pocos soñaban con alcanzar la excelencia de la universidad de EEUU, inalcanzable para un país entonces pobre, aparte de que esas universidades inalcanzables eran privadas. Sí, privadas. Algunos españoles destacados en sus estudios podían aspirar a ir allí mediante becas de la administración americana. Yo conocí a algunos de ellos, que me contaron cómo funcionaba esa cosa milagrosa. 
“Las universidades americanas, me decía un amigo beneficiario, compiten entre sí para llegar a la excelencia. Se financian con  el cobro de un precio a los que pueden pagarlo, pero también tienen acceso los estudiantes brillantes mediante una beca concedida por la universidad, que a su vez se financiaba por aportaciones de fondos e instituciones privadas, receptores éstas de donaciones de gente rica a cambio, o no, de una rebaja impositiva”. Mi amigo consiguió la beca Fullbraith, como otros españolitos, que luego fueron destacados profesionales e incluso premios Nobel, como Severo Ochoa, que, como otros, decía que no podría haber llegado donde llegó si no fuera por EEUU.
(En EEUU la presión fiscal es 10pp más baja que en Europa, pero las donaciones de los más ricos a la sanidad, educación y demás servicios públicos, representan casi ese porcentaje de diferencia. Esto ha sido una diferencia fundamental entre Europa y EEUU: ambas, en los años dorados de 1945-2000, han sido de hecho sociedades socialdemócratas, pero con una mínima carga impositiva en EEUU (cuya presión fiscal es del 18% de PIB, frente al 38% de España).
Lo importante es que las universidades tenían solo un afán, que viene marcado nada menos que por Jefferson, uno de los padres fundadores: la búsqueda de la excelencia para beneficio de toda la sociedad. Se buscaba formar óptimamente a los mejores para que su trabajo posterior tuviera efectos externos al resto de la sociedad, y que la nación estuviera a la vanguardia de la investigación. No es casual que EEUU sea el país con más premios Nobel (errores y corruptelas aparte, que nunca faltan). Tampoco es casual que en EEUU no haya como aquí el odio más o menos patente contra el éxito del rico, que allí se da por supuesto, mientras no haya pruebas en contra, que es fruto de sus capacidades y su esfuerzo. 
Con lo que he dicho, es fácilmente visible que aquí sería muy difícil imitar con éxito ese modelo. No son los mismo valores sociales que permiten esa predisposición a que los más dotados triunfen. Además, lamentablemente - aunque seguro que muchos se alegran -, ese modelo claudicó con el tiempo cuando empezaron a cambiar sigilosamente los valores sociales, y comenzó la injerencia de diverso signo, como los cupos reservados a mujeres, a personas de raza negra, o de minorías “perseguidas”, etc., lo que hizo un agujero creciente en el objetivo de la excelencia…
No se han librado, por lo tanto, de los efectos de la infiltración de las nuevas ideas que invaden a nuestras sociedades, como el Woke, Me too, y otros, que han dinamitado por dentro las instituciones básicas para el funcionamiento de la democracia, la separación de poderes, y todas esas ideas que un día fueron el alma de la revolución liberal. Revolución que ha devenido en algo en lo que ya nadie cree, aunque hayamos vivido en una sociedad guiada por esas creencias y sepamos de sobra lo acontecido con otros sistemas políticos. 
El caso es que, hace algunos años, en España se intentó imitar ese sistema, pero con un lastre desde la raíz: la intención de muchos para llenarse los bolsillos ante la posibilidad de captar fondos nuevos que luego se distribuirían entre bandoleros. Ejemplo, la llamada cátedra de “Begoña”, con la complicidad de dirigentes corruptos y empresarios no menos corruptos, a la que todavía no se le ha dado el cierre definitivo pese a que ya nadie se atreve a poner dinero. 
En definitiva, el gran paso de la universidad hacia la colaboración con la empresa de disponer de más fuentes de recursos y medios, ha sido una carrera, maricón el último, para atrapar los billetes voladores lanzados al aire por taimados empresarios que esperan una recompensa fiscal, o de otorgamiento de un concurso público, etc. 
el resultado ha sido, salvo excepciones, una degradación de la calidad de la educación enorme. En este artículo se puede leer sobre una de las innumerables plagas que están matando a la universidad, como es el aprobado general y la salida del centro con la mente en blanco. 
Hace años, comentando con unos compañeros estos temas, uno preguntó: “vosotros pensáis que un día sería posible tener una universidad de calidad similar a la de EEUU?”
Todos decían que sí, con rotundidad, aunque alguno dijo que eso era una leyenda, que la española era mejor…
Yo dije que no, por la distinta sociedad en la que están implementadas. Me miraron con frialdad manifiesta, y alguno me preguntó qué tenía de decisivo que fueran privadas… efectivamente - contesté -, no es el único condicionante decisivo.

martes, 1 de octubre de 2024

El pensamiento confortable

En Project Syndicate encuentro un artículo de James Galbraith de lo más sugestivo, (aunque no comparto la totalidad de su valoración): una teoría alternativa al creciente fracaso de la economía practicada en nuestro mundo libre, que cristalizó (y esto es discutible) en el llamado “Consenso de Washington(*)”. Dicha teoría “mainstream”, dominante en Occidente - y en aquellos países que han recibido alguna vez ayuda de Occidente - no es más que una síntesis (matematizada, por supuesto) de la teoría neoclásica nacida en el XIX de la mano de Jevons, Menger y Walras (y sus herederos los racionalistas), que era una formulación solapada de la bondad sin tasa del capitalismo libre. El mercado lo soluciona todo, incluso la distribución equitativa de la renta, pues él mismo se encarga de retribuir a cada uno según su aportación al producto total que conciliar, milagrosamente, en una remuneración justa. Y si es verdad que el capitalismo se ha demostrado mucho más eficiente en crecer y aumentar el nivel de vida - como jamás sospecharon los marginalistas -, también es cierto que el “Laisser faire” no ha sido más que un reglamento sistemáticamente violado. Gracias a esa transgresión, las economías libres han prosperado por intervención de un estado democrático y con una visión de futuro que no tienen algunos mercados. Pero los supuestos que sustentaron ese modelo anacrónico se han ido al guano. Como dice el historiado Darem Acemoglu, “lo que ha funcionado no ha sido la libertad sin reglas, sino un sabia combinación de política y economía” lo que ha mantenido equilibrios sociales sin los que sería inimaginable, como vemos hoy, la paz social de la segunda mitad del siglo XX. Porque no es creíble la prosperidad sin unas leyes que encaucen los mercados, que se preocupen de la distribución de la renta, de incentivar los motivos que son propicios a la prosperidad y la confianza en un futuro mejor. Incluso el derecho de propiedad que sustenta todo el entramado se debe a una política de defensa de ese derecho. El modelo ‘confortable” no tenía en cuenta los desequilibrios innatos originados en la importancia de articular el presente con el futuro, algo que se ha demostrado imposible de gestionar sólo por mercados libres. 
 Es claro que algo pasó al cambiar de siglo, y que la teoría dominante entró en una confusión precipitada. Esta confusión se ha expandido a toda la sociedad, que ya no cree que valga la pena una serie de valores antaño indiscutibles: tener hijos, incentivar los motivos productivos, crear empleo, que la gente pueda ahorrar y legar a sus hijos… 
Todo esto se ha hundido en un mar de confusión. El problema poblacional es alarmante, y  la solución dictada por la teoría decadente al uso ha sido la inmigración masiva (muy aplaudida por nuestros gobiernos), algo que YA ha hecho tambalearse a la sociedad democrática de manera casi irreversible(**). La base de la redistribución de la renta se ha basado, en las décadas prodigiosas de 1945-2000, en la creación de empleo remunerado por el avance de la productividad, lo que permitía unas recaudaciones de impuestos capaces de corregir los mercados de difícil acceso, como la educación superior. Ahora, como dice Galbraith, ya no ha productividad, los salarios han caído a niveles casi de miseria sin futuro para engendrar riqueza y una familia a quien legarla. Ahora los hijos son una carga, su coste de mantenimiento y educación es prohibitivo para los padres, además de quedar cada vez menos horizontes sin nubes.
Aunque, en mi opinión, el fallo más estrepitoso del dogma confortable es la liberación total de los mercados financieros (que se supone que son los expertos en conectar el presente con el futuro), que no han aportado nada al equilibrio ahorro/inversión y sí ha contribuido a un desequilibrio latente, que se ha traducido en crisis financieras cada vez más graves hasta la de 2008, que podría haber sido tan grave o más que la de 1929. Tan solo la intervención masiva de los mercados y una política monetaria extrema nos salvó de caer en una situación crítica. Lejos de el acceso de todos a la financiación, la liberación de la globalización financiera, propiciada para integrar a todos en la prosperidad, solo ha servido a los intereses geoestratégicos de China, que fraudulentamente se apoderó de los mercados occidentales, primero los de consumo y luego los financieros y de inversión.

Cedo la palabra a Galbraith…
(Otro día comentaré sus propuestas para sustituir el “mainstream”.)

Pensemos en los dogmas de la economía dominante actual, que incluyen la competencia perfecta, los rendimientos constantes, la productividad marginal, la neutralidad monetaria, las expectativas racionales, el potencial autoorganizativo de los mercados supuestamente libres y el equilibrio general. Traducidos a políticas, estos dogmas nos dieron el Consenso de Washington, que exige presupuestos equilibrados, restricción monetaria, privatización, desregulación, libre comercio, mercados de capital abiertos, etcétera.

Los fracasos de política de esta extraña invención son ahora obvios, pero la teoría subyacente aún más extraña se discute poco hoy en día, y es comprensible. ¿Quién quiere admitir que ha sido esclavo de nociones tan peculiares, y mucho menos haber dedicado su carrera a ellas?

Las doctrinas dominantes fracasaron porque sus proselitistas nunca salieron de la complacencia del siglo XVIII -es decir, del diseño inteligente, el orden cósmico y la mecánica clásica- para entrar en la problemática visión dinámica de la ciencia de los siglos XIX y XX: evolución, relatividad y termodinámica. Rechazaron o ignoraron las palabras de Marx y Thorstein Veblen, que invocaron a Darwin; de Keynes, que invocó a Einstein, y de Nicolas Georgescu-Roegen, que invocó la ley de la entropía. Pequeñas desviaciones del reducto del equilibrio general –como los trabajos sobre la competencia imperfecta, la información asimétrica, las regularidades del comportamiento y el caos y la complejidad– no son suficientes para romper los antiguos hábitos del pensamiento cómodo.


(*) 
Wikipedia. Aunque las propuestas de dicho consenso no son tan disparatadas, pues contempla, por ejemplo, la inversión pública como una clave esencial para aumentar la productividad. A lo que apela es al equilibrio financiero/patrimonial, que ha saltado por los aires con la globalización. El formulador del consenso, Williamson, declara:
 Yo por supuesto nunca tuve la intención de que mi término implique políticas como la liberación de la cuenta de capital (...deliberadamente excluí eso), el monetarismo, la economía centrada en la oferta, o de un Estado Mínimo (quitando al estado de la Previsión Social y la redistribución de los ingresos), las cuales creo que son las ideas neoliberales por excelencia. Si así es como el término es interpretado, entonces todos podemos disfrutar de sus consecuencias, aunque permítasenos al menos tener la decencia de reconocer que rara vez estas ideas han dominado el pensamiento de Washington y ciertamente nunca han dirigido un consenso allí ni en otro lugar...” Yo me declaro 100% de acuerdo con él.

(**) si la solución de futuro  de España es la inmigración, tendría que haber en 2050 45 millones de población inmigrante, lo que sería irrelevante porque ya no existirí.

sábado, 21 de septiembre de 2024

La trama RUSA en la independencia de Cataluña

En este libro, 




el autor, David Alandete, ex periodista de El País, informa sobre el apoyo firme de Putin a la independencia de Cataluña en aquellos aciagos días de 2017, en los que hubo de hecho una república catalana durante unos segundos… no cuajó por muchas razones; la principal fue la falta de seguridad de que las grandes potencias lo apoyaran; salvo Putin, que estaba decidido en abrir una brecha más en Occidente, como lo había hecho en su descarada injerencia en el Brexit, o en la victoria de Trump. Le interesaban los movimientos de independencia, como el de Crimea, que apoyó para poco después anexionarse en 2014. 
Recojo aquí algunos párrafos del Prólogo. Ha de advertirse que lo que viene en el libro está en el sumario abierto por el juez Aguirre sobre los hechos acaecidos y el papel de Rusia en esta siniestra comedia que puede acabar en tragedia, pues Sánchez también parece interesado en la disgregación de España. Hay mucha gente, muchos periodistas, que recitan como un mantra que el motivo Sánchez para lo que está haciendo, no es más que la ambición de estar en la Moncloa indefinidamente. Creo que es erróneo: para Sánchez no son incompatibles ambos fines, y mientras pueda llevar ambos cómodamente lo hará. En realidad esta irresponsabilidad del PSOE viene de antes. Está inscrito en su ADN desde su fundación, que le define como un partido “federal”, entroncando así con 
la malhadada primera república española de 1873, en la que los distintos cantones se declararon la guerra entre ellos, en una de las más tristes historias de España. Aunque como se sabe, lo que la el PSOE federal es un pastoso engrudo que se describe mejor como confederal, que es completamente lo opuesto. Sospecho que esta ambigüedad y confusión es consecuencia tanto de la ignorancia como del interés en no decir claramente las cosas. Felipe González hizo borrar de los estatutos el carácter marxista de partido, pero se le olvidó el que quizás sea el mayor veneno: el federalismo. Cito del libro:

Putin tenía mucho interés en meter cizaña en Europa. Qué mejor que Cataluña se separara y se convirtiera en un protectorado de Rusia, un centro financiero basado en el Bitcoin que tanto gusta a Putin. Para hacer de Cataluña un Estado independiente (hasta su posterior anexión), Putin ofrecía a Puigdemont financiación sustanciosa y 10 mil soldados:

“El amigo de Puigdemont [y hombre de confianza Terradellas] estaba convencido de que «si Europa cae, caerá a plomo», según dijo en esos mensajes [a Puigdemont]. Y qué mayor beneficiario del derrumbe de Europa que Rusia. Terradellas, aprovechando sus muchos contactos internacionales, había comenzado a lanzar sus redes, buscando apoyos para el día después de la ruptura con España. Exploró todas las vías posibles. Llegó a ver si en China había algún interés en reconocer a la república catalana. Algunos contactos los tuvo en Eslovenia, una diminuta nación altamente digitalizada. En Austria trabó relación con una delegación que ofrecía la mediación de la casa real de Habsburgo para negociar la ruptura con la España borbónica, una cuestión de justicia, tal vez divina o tal vez poética, entendían ellos, dada la supresión de la autonomía catalana por Felipe V en 1716. Pero aquel 26 de octubre por la tarde ya no eran remotas posibilidades del inescrutable y lejano oriente, naciones diminutas, ni casas reales que no reinaban en ningún país. Venía al Palau de la Generalitat todo un emisario de Putin.
Rusia estaría dispuesta a respaldar decisivamente la creación de un estado catalán independiente. Adquiría el compromiso de absorber la deuda pública de Cataluña, con una inyección de hasta 500.000 millones de dólares en apoyo económico directo. Más aún, Rusia ofrecería el despliegue de diez mil soldados en territorio catalán. A cambio de esta monumental apuesta, Sadovnikov reveló que Moscú exigía que la futura nación catalana adoptara legislaciones pioneras en el ámbito de las criptomonedas, transformándose así en el equivalente de una Suiza para el bitcoin, un refugio seguro y opaco para la floreciente economía digital.”

De algún modo, en un rapto de lucidez de Puigdemont, vio que no iba a ser viable esa revolución, pues aparte de la reacción de gobierno de España, no se veía mucho interés y predisposición en otras grandes naciones. También debió pesar la evidencia de que Rusia podría ser el único apoyo, y eso hacía prever una dependencia creciente con una posible anexión, de hecho o de derecho.
Es sintomático que en España apenas se haya interesado nadie en esta historia digna de nuestro pobre país abandonado de la mano De Dios. Parece que nadie o muy pocos reza en España a Dios por su salvación. Me propongo leer el resto del libro y ir haciendo comentarios. 







martes, 10 de septiembre de 2024

El informe Draghi

Draghi, el hombre que salvó al euro cuando estuvo a punto de implosionar gracias a Trichet - su predecesor como presidente del Banco Central Europeo -, es un hombre con  tan merecido prestigio que le han encargado un diagnóstico del estado catatónico de la Unión. Su diagnosis no ha podido ser más acertada, a la vez que triste. Europa ya no es productiva. Su economía se ha distanciado y ya no es más que el 65% de la de EEUU (nace 25 años se pensaba que les desbordaríamos). Por decisiones erróneas, ligadas al pomposo programa “ecológico” llamado la Agenda 2030 - además del espíritu reglamentista de siempre -, se han cancelado industrias enteras que antes fueron el orgullo de Europa. Entre las industrias más básicas, se han cerrado centrales nucleares (cuando los ecologistas sensatos reconocen que producen una energía limpia). Todo esto se intentó suplir con el gas ruso; mira tú por donde, Putin, cuasimonopolista de ese gas, invadió Ucrania y hubo que renunciar a esa fuente, lo que encareció todos los mercados energéticos. Alemania, con una industria claudicante - ahora el enfermo de Europa -, se vio obligada a quemar carbón. 


A todo esto, la UE ha caído visiblemente en iniciativa, en innovación, y no solo recientemente. Leemos en Ambrose Evans-Pritchard (AEP, Telegraph):

“Draghi afirmó que la renta disponible per cápita en la UE ha crecido a la mitad del ritmo de Estados Unidos desde el año 2000. El culpable es el sector tecnológico. “La principal razón por la que la productividad de la UE se desvió de la de Estados Unidos a mediados de los años 90 fue el fracaso de Europa a la hora de aprovechar la primera revolución digital”.


Por eso tiene razón cuando pide una esfuerzo inversor centralizado - es decir, financiado por bonos de la UE -, y le pone un cifra que es un mínimo necesario: 800.000 millones de euros anuales, con decisiones centralizadas en un poder realmente de la UE.

 En realidad Europa perdió el tren de la modernidad tecnológica antes de aquellos engañosos años del Tratado de Maastricht. Europa parece haber aspirado siempre a redactar el reglamento de mundo (180 mil páginas de legislación propia lo corroboran), y ahora nos estamos enterando de las consecuencias del espíritu acomodaticio y la falta de inversión, en un momento crítico en el que se desarrolla la IA, con EEUU y China a la cabeza y ya muy distantes, mientras Europa sólo ha hecho un ley preventiva sobre la AI para evitar males imaginarios, que según Evans-Pritchard es un verdadero festín para abogados, que son los que se van a enriquecer con los inevitables litigios antes de saborear los frutos prohibidos. 


Hay una vieja y una nueva UE. La vieja, liderada por Alemania y Francia, está en decadencia; la nueva, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Irlanda, crecen más que aceptablemente. (Por cierto, España no va como un tren: va directa al abismo.)

Lo cierto es que la UE es cada vez más una zona económica mediocre, reglamentada, sin iniciativas, a merced de las grandes potencias mundiales, EEUU y China. Son potencias además enfrentadas, y nosotros deberíamos elegir estratégicamente en un mundo conflictivo y duro, sin compasión para los tibios. Para poder tomar decisiones correctas necesitamos una economía solvente, con futuro, cada vez más alejada de nosotros. En todo caso, deberíamos unirnos más para que EEUU no haga algo que está tentado de hacer, que es dejarnos caer en la ignorancia porque ya no somos un aliado fiable. Estoy convencido que de no seguir la propuesta de Draghi, seremos colonia de una de las dos potencias, probablemente China, a la que hacemos grandes reverencias. 


¿Cuándo se torció todo? Los costos exorbitantes de la energía son parte de la historia, como lo son también la escasez de capital-riesgo y el fracaso en crear un auténtico mercado de capitales de la UE. Pero el daño se remonta a más atrás y tiene mucho que ver con la silente protección a los intereses creados, como siempre ha sido con las normas de Bruselas.

 

Pero eso es difícilmente realizable. Razón: la Europa como Alemania y Holanda se niegan. De nuevo AEP:


“Los alemanes y los holandeses se están apretando el cinturón en casa y están decididos a no compartir sus tarjetas de crédito con Bruselas y el cártel de los deudores del sur. El veredicto inmediato de Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, fue lapidario: "Alemania no aceptará esto. No debe haber más confusión sobre la responsabilidad de los estados miembros respecto de sus propios presupuestos". Los fabricantes de automóviles chinos están “una generación por delante de los europeos en términos de tecnología en prácticamente todos los dominios, incluido el rendimiento de los vehículos eléctricos (autonomía, tiempo de carga e infraestructura), el software (niveles de conducción autónoma dos, tres y cuatro), la experiencia del usuario (por ejemplo, las mejores interfaces hombre-máquina y sistemas de navegación de su clase) y el tiempo de desarrollo (de 1,5 a dos años, en comparación con los tres a cinco años en Europa)”. (AEP)


Se me antoja imposible que los principales países, ya en decadencia, emprendan una ruta de mayor unión política y económica, cuando se han negado rotundamente en momentos más eufóricos. Alemania, concretamente, no quiere convertirse en la donante neta de fondos; pero eso además ya no es posible, pues está en recesión, su productividad ya no existe, y está pensando que ella se salvará gracias a su capacidad de ahorro. 

Ahorro no es inversión. Alemania ya no está interesada en levantar su industria, que ha claudicado ineluctablemente con los recortes obligados por la agenda 2030, un dislate que sin tener resuelto el problema de la energía limpia, no ha sabido graduar la transición hacia fuentes no productoras de CO2. 

En realidad, todos los países antaño líderes de la UE están ensimismados en sí mismos, atenazados por un oposición de extrema derecha que adquiera cada vez más votos, pero, que siguen proponiendo sus antiguas recetas que ya son vacías de contenido. En Francia, un país en tiempos orgulloso de sus servicios públicos, y merecidamente, ya no funciona nada mientras su deuda crece sin obrar. Como en los demás países, por cierto (menos Alemania, ensimismada en ahorrar. Por no hablar del imposible aumento de gasto en defensa que exigiría la geopolítica actual: los líderes europeos todavía se enredan los pies en algo que no va a suceder.


Draghi tiene razón en que solo nos salvaría  más estrecha unión política, más proyectos de futuro, que levanten la productividad, única solución en una economía en caída demográfica. Pero me temo que no será fácil sacar de su ensimismamiento a los países fundadores de la UE, que recuerdan cada vez más al viejo Hindenburg en 1933, intentando frenar al imparable Hitler hacia su dictadura total en Alemania.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Los paísitos

Quien quiera entender, o ver, abra bien los ojos y oídos.
“Sánchez… anuncia que permitirá a todas las CCAA gestionar su fiscalidad”, titulaba ayer tarde este diario, tras el Comité Federal. Y si todas las CC.AA. van a poder gestionar la totalidad de sus impuestos, como Cataluña, entonces decae el Estado, sobra el Estado, se derrumba por innecesario como un castillo de naipes. Sobra el Estado y sobra también la nación, sustituida por 17 estaditos y sus nacioncitas respectivas.
Si cae el Estado, cae con él el Estado de bienestar, puesto que caerá su capacidad impositiva. Indefectiblemente. Todos los gastos públicos esenciales (policía, seguridad, defensa, educación…) deberán caer masivamente, pues los 17 paísitos no podrán tener capacidad para sostener el nivel actual. Aumentarán las diferencias de renta media entre los 17 paísitos. Posiblemente el malestar generará conflictos de envergadura entre los paísitos, de los que algunos,quizás, entren en la UE, pero no la mayoría. Se erigirán 17 fronteras, con sus defensas y pasaportes. Ya solo eso aumentará los costes de transacción, hoy invisibles. 
Seremos mucho más pobres y pagaremos más impuestos de nuestra renta. Tenemos un precedente: la I República Española, tan insensata que los cantones se declaraban la guerra entre ellos. 
Esa es la lógica infernal que Sánchez va a pactar con los independentistas catalanes. Vean la cara de satisfacción de los fautores de este crimen. La gente piensa: no pasará. Pues en 1873 pasó.

viernes, 6 de septiembre de 2024

La PSOE

Al hilo con los comentarios del post anterior, España está destruyéndose por una causa principal y otra secundaria: la principal, me temo, es la indiferencia del pueblo español a la democracia. Eso es histórico. España ha tenido dos períodos democráticos: la Restauración, de 1876 a 1923; la Transición, de 1978 al presente. Ninguna llega a los 40 años. En esos dos períodos, España se acercó lo que era normal en Europa, pero la oposición interna a esos regímenes por jabalís de tinto diverso, como socialistas, republicanos, y separatistas - incluso unidos a los sindicatos militares en 1917 -
Pero no menos culpa tiene la forma madiosa de operar de “la PSOE” desde sus principios. Desde las amenazas de muerte de su fundador y seguidores, con tal de alcanzar el poder, hasta la edificación de las siniestras chekas en la república y la guerra incivil. ¿Como ha podido sobrevivir el orgullo del partido “socialdemócrata”, si nunca han sido demócratas ni socialistas, más bien leninistas, empezando por Largo Caballero y siguiendo hasta el último mono, pasando por el asesino de Calvo Sotelo, y un golpe de estado en 1934 contra su propia república ? 
Es acoxonante: el primer libro de historia de España moderna que me llegó a las manos, cuando empezó la transición, era del comunista Tuñón De Lara, para el que la infame república fue la Arcadia feliz. Tuvieron que ser Stanley Paine, Pio Moya, y otros pocos los primeros que rompieran las barreras de la documentación que había pero que la historia académica no quería saber más que para ocultara. :y donde está ahora Pio Moya? Proscrito por todos, cuando la brecha que abrió en la historia oficial fue enorme. Por no hablar de la historia del bachillerato, corrompida por la PSOE y no enmendada por el PP, derrotado una y otra vez cuando quiso reformar la infame LOGSE. 
Ahora la cosa se ha enfangado unos metros más, porque todo eso ha dado lugar a una generación de jóvenes totalmente analfabeta y pueril, que se quejan que “no les llega”. ¿Cómo te va a llegar, si no tienes nada que ofrecer? El escaso capital humano válido, huye pavoroso a donde sea. No tengo ninguna esperanza de que se enmiende el rumbo a la catástrofe que preveo.

jueves, 5 de septiembre de 2024

La intuición

Vienen tiempos farragosos, en los que querrán convencernos, más o menos a hostias acompañadas de intrincados y espesos argumentos, de que es factible que Cataluña tenga un concierto fiscal singular sin que las demás autonómicas pierdan.
Déjese llevar por la intuición y no intente desencriptar los obscenos argumentos de los malhechores que nos gobiernan: la intuición dice que es imposible que todos mejoren cuando a Cataluña se le de un trato prioritario. 
Si quieren cargarse de razón y vacunarse contra la batería de drones y misiles trufados de mentiras, léase el artículo-entrevista de El Mundo de hoy con Angel de la Fuente, un experto mundial en economía de la hacienda. Al final reforzará su intuición básica: que si una región, digamos Cataluña, se beneficia de un concierto especial, las demás sufrirán un recorte económico muy importante, especialmente las más pobres y de población más envejecida. Es decir, habrá una separación más grande de riqueza que la de ahora. 
Además, de pasada aprenderá Ud que lo que hace Madrid bajando lo máximo sus impuestos, no atañe al resto, pues Madrid sigue contribuyendo exactamente igual a la caja común. Una cosa es tener un saldo con el Estado que se debe a la normal imposición en Madrid y su aportación a Hacienda, y otra cosa es como se gestione internamente el resultado neto: o bajando los impuestos para atraer más inversión, o subiendo la recaudación para ofrecer más servicios públicos. Lo que no se puede es las dos cosas a la vez, y como dice Angel de la Fuente, la elección la deciden los votantes. Y parece que a los votantes de Madrid les complace el sistema de Ayuso en favor de las empresas, el avance y el empleo. 
Claro que todo esto es más o menos provisional, pues Sánchez está dándole vueltas a ver cómo se carga este molesto chiringuito totalmente contrario a su ideología de asfixiar a las clases productivas con impuestos alzados una y otra vez, recurrentemente, y ofrecer servicios públicos a discreción para los que votan a la PSOE. Aparte de que si no le basta, vuelve a subir la deuda nacional, que está por las nubes. 
Lean el artículo, por favor. 

martes, 3 de septiembre de 2024

La firma de Stalin

Transcribo aquí unos párrafos de “El fin de la inocencia”, de Stephen Koch. La razón es muy sencilla. En unas líneas nos resume cómo el comunismo cambiaba la historia matando, cuando le venía en gana, a sus mejores servidores. Stalin fue el más virtuoso… en seguir las enseñanzas de Lenin.

La gratitud de Stalin era mortífera. Sólo su indiferencia dejaba vivir a la gente. Otto Katz fue arrestado y ejecutado en Praga como una de las víctimas de las purgas Rajk-Slánský, la serie de procesos políticos que se llevaron a cabo en todos los países del Este europeo entre 1948 y 1952 y que formaban parte de una vasta y demencial aunque significativa operación por la cual Stalin consolidó su paranoico poder en los recién conquistados territorios. 
Las purgas Rajk-Slánský fueron el detonante para el inicio de la guerra fría. En 1948, mucha gente como Otto Katz, grandes figuras entre los dirigentes veteranos «antifascistas», muchos de los que habían sentado las bases en Europa para la expansión del poder comunista a lo largo de los años treinta y la propia guerra, salían a la palestra esperando la merecida recompensa. El autócrata los consideró sirvientes comprometedores y jubilados. Muchos de ellos, además, eran judíos. Había llegado la hora de deshacerse de ellos. 
A cientos, incluso a miles, se les arrestó, condenó y ejecutó. Los políticamente invisibles o inutilizables simplemente fueron ejecutados sin más. A las figuras más conspicuas se las llevó al juicio político, acusadas generalmente de una lista de delitos inventados que sirvieran de propaganda y dejaran al descubierto la doble vida del desertor. De ese modo, décadas de servicio secreto se convertían en vidas sospechosas de traición, a la manera socialista. En todas las capitales de Europa Oriental dio comienzo un grotesco circo de confesiones y muertes; fue una gira circense de terror político que no se detuvo durante cinco años. Muchas de las «confesiones» que se producían de ciudad en ciudad eran extravagantes contorsiones precisamente del tipo de historia que aquí estamos indagando; de hecho, una parte esencial del fenómeno fue el esfuerzo sistemático por reescribir la historia desde cero.

lunes, 26 de agosto de 2024

Gerard Brenan y España

Ya hace muchas décadas que no leo a Gerard Brenan, y solo recuerdo de él una portentosa capacidad para calar muy hondo en el alma española. Creo que no lo he vuelto a sentir con nadie más, aunque haya leído muchos otros ensayistas e historiadores veraces. Pero la ventaja de Brenan es que no estaba sometido a ninguna ideología, ni política ni de cualquier otro tipo. Fue un miembro, un poco arrinconado y escéptico, del Grupo Bloomsbury, en mi opinión muy sobrevaluado: creo que el único miembro con peso histórico real fue Keynes, quien además era el que se hacía cargo de mantener y financiar a esos hijos de papá hipersensibles que se creían venir de un ángel caído. Ni las pinturas dejadas por Vanessa Bell, ni los escritos de su hermana Virginia Wolf, ni otros intentos de iniciar una nueva ética y estética, han pasado el filtro de la historia, si bien algunos se recuerdan con agrado. 
A cambio, Keynes encontró ahí desahogo contra la frustración de la rigidez social británica, cobertura y alivio a sus deseos homosexuales perseguidos, y un ámbito donde respirar aires de libertad inencontrables en aquella pacata sociedad.
Porque, eso sí; si algo no abrazado por sus miembros era el marxismo, que es que lo hace interesante a esta isla de intelectuales quizás absurdos, quizás un pelín esteticistas, pero liberales en el amplio sentido de la palabra.
Brenan venía de ser el amante de de Dora Carrington, una de las musas más importantes del grupo; pero él tenía demasiado carácter como para vivir de la nada en ese ambiente estéril. Por efectos de la I Guerra Mundial, desengañado de casi todo, decidió buscarse la vida en un país que no estaba entre los países devastados, regañando estos por las migajas que quedaban tiradas por el solar europeo: España, que además tenía la virtud de que la vida allí era muy barata. Y Brenan tenía pocos recursos y no pensaba ganarlos en mucho tiempo, siendo su proyecto un largo periodo de estudio y lectura de libros que no había podido leer. Un proyecto autodidacta, por definición, y ese fue casi su único bagaje: libros y libros, aislamiento, soledad en la naturaleza, en fin, empezar de cero en un país ignoto para él, España. Y acabo echando raíces en la sierra de Granada. 
Este tan improbable personaje se afincó en lo más arrisco de España y le debemos una libros que retratan, con gran objetividad, los acontecimientos de ese convulso periodo que desembocó en la II Guerra Mundial; sin la participación de España en ninguno de los dos conflictos, sino convirtiendo el conflicto europeo en nuestra visión particular de la historia. Leyendo a Brenan se entiende algo de esa diferencia - y gran indiferencia - de nosotros hacia los demás. Quiero decir que la no participación de España en los conflictos donde participaron todos los demás es harto elocuente de un gen nuestro particular, y Brenan arroja mucha luz sobre esas zonas de sombras. 
En ese artículo de Ricardo Cayuela, El hilo de Brenan, encontramos una valiosa remembranza de Brenan y su forma de vernos, bajo su óptica personal, única e irrepetible. Como se dice ahí, 

“Está lleno de relámpagos iluminadores. Por ejemplo, la trasmutación del carlismo en el nacionalismo conservador vasco del PNV y en el catalán de la Lliga, la relación entre la represión de Severiano Martínez Anido y los crímenes en la retaguardia barcelonesa o lo que significó para el sindicalismo español el asesinato del moderado Salvador Seguí y la marginación de Ángel Pestaña. También, el impacto que tuvo la independencia cubana dentro del empresariado catalán como impulso nunca reconocido del nacionalismo: «La pérdida de Cuba, en la que los industriales tenían cuantiosos intereses, provocó un sentimiento de irritación con Madrid, a cuya intransigencia se atribuía tal pérdida. Lo cual no era completamente justo, pues la oposición de los propietarios de fábricas catalanas a la autonomía de Cuba había sido uno de los factores que contribuyeron al desastre».”
Dos iluminaciones fugaces que yo no recuerdo haber visto en otras obras. Efectivamente, la madre del separatismo fue el carlismo fracasado, y en Cataluña este separatismo se hizo adulto cuando su burguesía perdió la riqueza de Cuba. 
Es decir, estamos perdiendo una batalla contra unos sujetos que devienen de una locura religiosa ultramontana que provocó tres guerras civiles, y que se irritó con Madrid cuando éste perdió, en 1898, nuestras últimas posesiones coloniales, y decidió echarse al monte e irritarse continuamente con Madrid.
Y continúan irritados, esta vez por la falacia que ellos pagan más impuestos que nadie a ese Madrid sucio y pendenciero
Les invito a que lean el buen artículo de Cayuela y les llegue el aroma de este hispanista de raza, original y único. 

domingo, 25 de agosto de 2024

La “respuesta” al desafío catalán

Vomitivo. La respuesta del resto de España al latrocinio catalán, basada en nacionalismos regionales que NO existen. Ya solo falta sacar en procesión al islamista Blas Infante. Si esta va a ser la “respuesta” del PP, bye bye, Feijoo.
Fracaso seguro. Como tender una alfombra roja al paso de la comitiva catalana triunfante…


lunes, 19 de agosto de 2024

La inevitable desintegración de España

“Si el diagnóstico es incorrecto, el paciente no se cura. Es desolador escuchar a altos responsables del principal grupo de oposición insistir en que el Estado de las Autonomías es un “modelo de éxito”. Por desgracia, son una exigua minoría en España a estas alturas de la película de terror en la que estamos atrapados los que perciben con claridad la naturaleza y alcance de este error fundamental y se atreven a denunciarlo.“ Alejo Vidal Cuadras en Voz Populi, domingo 18 de agosto

A continuación reproduzco el artículo de Vidal Cuadras que expresa mejor que nadie el panorama que se vislumbra tras el órdago de Cataluña a Sánchez, que éste ha aceptado frotándose las manos. Un panorama de pesadilla diseñado por un loco con una tiza. 
Ya he dicho otras veces que la fragmentación de España en 17 comunidades crearían intereses centrífugos. Ya está sucediendo. Menos Madrid, las demás comunidades, ante el regalo a Cataluña, sólo les preocupa “que hay de lo suyo”. Imbécil: Lo tuyo NO existirá si deja de existir España. Y España dejaría de existir, y se convertiría en un pieza de caza muy apetitosa. Lo lógico es que ante tan suma debilidad, alguien sacaría provecho, por ejemplo dos o tres potencias repartiéndose el solar. 

Las fuerzas políticas y las instancias sociales que en estos días tormentosos claman justamente contra el último y tremendo golpe de Pedro Sánchez contra la unidad nacional, el orden constitucional y la solidaridad interterritorial esgrimen argumentos sin duda válidos cuando señalan que el acuerdo de investidura de Salvador Illa con los separatistas dañará gravemente el principio de igualdad de los españoles y desbaratará la Hacienda estatal al privarla del control fiscal del 20% de nuestro PIB. Sin embargo, lo que no advierten ni comprenden es el origen de la postrera fase, iniciada tras el fallecimiento de Franco, de este alarmante fenómeno que Julián Marías llamó en su imprescindible libro La España inteligible un “proceso de desagregaciones”. Tampoco las decadentes elites políticas que en el arranque del siglo XIX dirigían un imperio transatlántico tricentenario supieron reaccionar ante el ataque avasallador de un poder tiránico extranjero y actuaron con una mezcla lamentable de cobardía, bajeza y completa ausencia de visión estratégica, dejando al pueblo abandonado a su suerte y obligado a combatir heroicamente para salvar por lo menos el solar peninsular. Y ¿qué decir del Desastre de 1898, resultado asimismo de una flagrante ceguera que impidió ver que la marcha de la Historia requería medidas reformadoras de la relación entre el Reino y sus provincias de ultramar que evitasen la explosión de pulsiones secesionistas tan bien aprovechadas por potencias hostiles?

Ahora, la pesadilla conocida como “sanchismo” revela de nuevo que las hipótesis erróneas conducen a soluciones inadecuadas. Ya he señalado en otras ocasiones que la Transición, que alumbró sin traumas destacables la Constitución de 1978, apaciguó con aceptable éxito cuatro de nuestros viejos demonios familiares, la cuestión social, la militar, la religiosa y la de la tensión monarquía-república. El Estado social de Derecho, la supeditación de los ejércitos a la autoridad civil, la aconfesionalidad del Estado y una Corona democrática y parlamentaria sentaron las bases de un sistema institucional, jurídico y político homologable a los imperantes en los demás países de la Europa occidental. Ahora bien, el quinto elemento de discordia, el territorial, no fue abordado de manera correcta. El intento fue innegablemente bien intencionado, impregnado de la mejor voluntad de arreglo, generoso hasta límites arriesgados y no exento de nobleza, pero es sabido que el infierno está empedrado de los más loables propósitos.

El planteamiento, tan ingenuo como desprovisto de conocimiento del nacionalismo identitario como doctrina política y del pasado de estos movimientos supremacistas y racistas en Cataluña y en el País Vasco, consistió en transformar un Estado centralista en uno de los más descentralizados política y administrativamente del mundo. Los padres constituyentes y los demás actores principales del diseño de la nueva estructura creyeron que la aceptación de una parte sustancial de las reivindicaciones nacionalistas atribuyendo a todas las Comunidades Autónomas amplias facultades legislativas y ejecutivas, lengua cooficial allí donde la hubiere, reconocimiento de sus símbolos y el control de la educación, calmaría sus exigencias y el conjunto de los ciudadanos de estos territorios podría vivir en armonía interna y con el resto de los españoles. Nada más lejos de la realidad. No sólo las concesiones sucesivas no disminuyeron las pretensiones desaforadas de los particularistas, sino que las exacerbaron, y fueron interpretadas por sus líderes como debilidad del Estado, al que siempre presentan, en contra de toda evidencia, como opresor y abusivo, incrementando sus desafíos y su deslealtad al pacto establecido en el tránsito de la dictadura a la democracia.

La persistencia por parte de los dos grandes partidos en la técnica de las cesiones a pesar de la reiterada constatación de que a mayor autonomía otorgada más intensa ofensiva separatista desatada, ha desembocado en la desastrosa situación actual, en la que un ególatra carente de moral y patológicamente obsesionado por mantenerse en La Moncloa a toda costa está dispuesto a desguazar la Nación y desmontar el Estado.

No hay salida posible a semejante catástrofe que no sea traumática porque cuarenta y cuatro años de Autonomías han creado una clase política cuyo modus vivendi está indisociablemente ligado a un modelo territorial disfuncional, divisivo, financieramente insostenible e ineficiente y una sociedad infectada con el virus identitario hasta el punto de que asistimos a espectáculos tan grotescos como la existencia de corrientes de opinión crecientemente agresivas que demandan una comunidad leonesa diferenciada o la resurrección del bable como lengua oficial en Asturias. El hecho de que a raíz de la decisión del Gobierno de imponer una financiación “singular” para Cataluña análoga al cupo vasco, los presidentes autonómicos de las restantes Comunidades únicamente afirman enojadamente que no tolerarán ningún perjuicio resultante para “la suya” con absoluta pérdida de la perspectiva nacional, nos da la medida del nivel de confusión conceptual en el que nos hallamos.

Si el diagnóstico es incorrecto, el paciente no se cura. Es desolador escuchar a altos responsables del principal grupo de oposición insistir en que el Estado de las Autonomías es un “modelo de éxito”. Por desgracia, son una exigua minoría en España a estas alturas de la película de terror en la que estamos atrapados los que perciben con claridad la naturaleza y alcance de este error fundamental y se atreven a denunciarlo.



viernes, 16 de agosto de 2024

Política, preeminente de la economía

He sido economista “malgré moi”. Siempre he pensado que la economía oficial, o académica, adolece de lagunas inquietantes que impiden llegar a conclusiones válidas. Creo que el origen del mal es el afán de hacer de ella un imposible: una ciencia exacta con metodología rigurosa de formulación matemática y contrastación empírica. 
Eso le ha hecho partir del supuesto nefasto que las cosas no cuantificables, como la política, no entraban en el campo económico. El resultado ha sido la inanidad. 
Como explica Acemoglu, el historiador y economista en su obra magna, “Why Nations Fail” (que cito a continuación), el economista no debe dejar de tener en cuenta cosas como la naturaleza humana y la política. Desgraciadamente la economía ha seguido el camino equivocado del rigor matemático, en contra de la humilde metodología de Adam Smith, que no se equivocó en su enfoque.



“Defenderemos la idea de que, para comprender la desigualdad del mundo, tenemos que entender por qué algunas sociedades están organizadas de una forma muy ineficiente y socialmente indeseable. Algunos países logran adoptar instituciones eficientes y alcanzan la prosperidad, pero, por desgracia, son un número reducido de casos. 
La mayoría de los economistas y los encargados de formular políticas se han centrado en «hacerlo bien», mientras que lo que se necesita realmente es una explicación de por qué los países pobres «lo hicieron mal». En general, su situación no se debe a su ignorancia ni a su cultura. Como mostraremos, los países pobres lo son porque quienes tienen el poder toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien, no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito. 
Para comprenderlo, tenemos que ir más allá de la economía y el asesoramiento experto sobre lo mejor que se puede hacer y, en su lugar, debemos estudiar cómo se toman realmente las decisiones, quién las toma y por qué estas personas deciden hacer lo que hacen. Éste es el estudio de la política y los procesos políticos. 
Tradicionalmente, la economía ha ignorado la política, pero la comprensión de la política resulta esencial para explicar la desigualdad del mundo. Tal y como señaló el economista Abba Lerner en la década de 1970: «La economía ha ganado el título de reina de las ciencias sociales eligiendo como campo los problemas políticos resueltos». Defenderemos la idea de que lograr la prosperidad depende de la resolución de algunos problemas políticos básicos. 
Y es precisamente porque la economía ha asumido que los problemas políticos están resueltos por lo que no ha sido capaz de aportar una explicación convincente a la desigualdad mundial. Para explicar la desigualdad mundial, todavía es necesario que la economía comprenda que los distintos tipos de Estados y acuerdos sociales afectan a los incentivos y a los comportamientos económicos. Pero también es necesaria la [comprensión de] la política.”

jueves, 15 de agosto de 2024

Independentistas asfixiados

Me alegro infinito saber por este artículo de Joan López de que el veneno del nacionalismo catalán está en extinción. Lo hubiera estado hace tiempo si los políticos de Madrid no se hubieran dedicado a darles oxígeno en las ocasiones anteriores que estuvieron asfixiados. Pero eso sucedió, empezando especialmente con Zapatero (ese oscuro y tenebroso lacayo de Maduro), que les regaló un estatuto que fue el principio del process y del fallido golpe de estado de 2017. 
Toda la vida, desde el régimen de la Restauración (1876) dándoles oxígeno en vez meterlos en la cárcel, dándoles ventajas económicas como el arancel Cánovas, para que pudieran vender en España sus tejidos, mucho más caros que lo ingleses. ¿Nos lo han agradecido alguna vez? NO. Los hemos mantenido sanos y fuertes para que siguieran amenazando, eso sí, poniendo la mano “egipciana” donde siempre caía algo. La olimpiada de Barcelona, por ejemplo. 
Así que me temo que ahora será igual, o peor. Porque es Sánchez, mediante su peón Illa, quien los ha sofocado. Si es listo, no apretará del todo pero los mantendrá ahí, jadeando, mientras presume de su “pacificación” de Cataluña. Y me parecería muy bien, pero es Sánchez, el golpista, que de una tacada se ha apoderado de las “provincias” y ha dado un gigantesco paso hacia el poder absoluto. ¿Y la oposición? Ni se la ve ni se la espera. Seguro que está maquinando estrategias para atraerse a Puigdemont, que es su máxima esperanza, porque considera que “es de derechas” y se pueden entender. Todavía no distinguen bien un partido burgués de unos alucinados carlistas que un día bajaron del monte. Sánchez tiene mucho que hacer todavía, pero la senda hacia el poder absoluto se le ha ensanchado mucho.

martes, 13 de agosto de 2024

Excelente, y sin embargo…

Excelente, y sin embargo melancólico artículo de Antonio Elorza, en un día agosteño de playa y sol que casi nadie se va a molestar en leer. Yo lo cuelgo aquí como testimonio de que un día hubo alguien clarividente. Magistral. Hace un resumen del asombroso camino de Sánchez en seis años, y resulta que sí, que nos lleva una ventaja abismal en ese extraño proceso que Elorza define bien:
“Si conjugamos al desarrollo de estas aventuras privadas con las aparentemente alejadas de su política de Estado, existe base para pensar que Pedro Sánchez está construyendo una esfera propia de privilegio, absurda en su configuración externa, pero afincada sobre un entramado de intereses muy sólido, cuyo eje es la afirmación paso a paso, golpe a golpe de su poder.” 
Por este sendero de “gloria” no va a quedar ni las raspas de un Estado que desde su promulgación pedía a gritos el asalto de unos y otros. Al final, la cucaña la ha conquistado, como no podía ser de otra forma, un psicópata. A cada uno su victoria. Los demás hemos perdido todos, Rey incluido. 
Todo apunta a que Sánchez ha ganado en su magnífica carrera hacia la posesión del Estado como parte de su patrimonio. Como los reyes absolutistas, que no distinguían entre nación y resto de sus posesiones… Lloremos.