"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 10 de mayo de 2020

España invertebrada (I y II)

Leyendo “España invertebrada” , de Ortega y Gasset. Título de por sí meritorio, impactante, imposible de negar su actualidad. 
¿Tiene el contenido esa vigencia?
Por tercera o cuarta vez me asomo a este libro, por ver si encuentro la idea “gancho” que hay detrás de la teoría - pues de una teoría se trata - sobre esta invertebración. Palabra muy acertada para un título inolvidable, porque España sigue invertebrada. Leer sin prisas a OyG es un placer que no da ningún escritor de hoy. La riqueza, y el cuidado con que escoge el vocabulario, es sencillamente impresionante. Sus ideas fluyen a través de una prosa rica, clara, y potente. Se puede decir lo mismo de los escritores de esa generación y de la anterior, Unamuno, por ejemplo. Es como si hubiéramos perdido capacidad explicativa, riqueza lingüística.
¿Cual es la idea gancho
Castilla hizo a España como nación. Nación es un proyecto ilusionante de vida en común. En un momento histórico, la unión de las coronas de Castilla y Aragón forman a España, bajo el genio militar de Isabel y Fernando. Nace un proyecto del que surge un Imperio, Imperio admirado y temido en el mundo. Éste crece y llega a su culmen con Felipe II, hacia 1580, en que empieza la lenta decadencia. Bajo la decadencia deja de estar viva la proyección de futuro, en cuya creencia - y no la nostalgia de pasado - funciona una nación. Por ejemplo, Ortega hace notar que leyendo los tratados de Felipe III se nota la sequedad de la fuente de la que manaba esa ilusionante proyección. 
Entra en juego el particularismo, en que poco a poco, regiones y sectores sociales se desenganchan de la proyección común, y se centran en sí mismos, reivindicando intereses particulares sin tener en cuenta el resto de las piezas componentes. Nacionalismos, pero no sólo eso: sectarismo económico, social, cuerpos sociales de profesionales, militares... se enfrentan unos a otros porque ya no creen en el proyecto colectivo.
pero cuando sucede esto es porque antes ha fallado el centro, que es el que mantenía viva la llama de la ilusión de futuro, y deja de hacerlo. Todos y cada uno se afanan en crear mitos históricos que tratan de explicar el creciente subjetivismo agraviado. el centro se particulariza también, y sólo piensa en conservar el poder. Es una decadencia del centro a la periferia. “Castilla hizo España y Castilla La ha deshecho”.
Dato importante, el libro está escrito en 1921 en periódicos, y reeditado en 1926 (ya como libro) y de nuevo en 1934: dos años antes de la guerra civil.
Seguiré hablando del libro.
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Masa y aristocracia. Una sociedad que funciona es una sociedad jerarquizada en “arriba” y “abajo”, en donde éste acepta completamente que debe ser dirigido por el primero. Cuando las masa empiezan a cuestionar, quizás con razón, la dirigencia de los de arriba, es una sociedad fallida, porque la masa tiene propensión al particularismo y la disgregación. Quizás la aristocracia se ha beneficiado de demasiado tiempo en el poder, y ha iniciado su propio proceso de disgregación, lo que acelera la “rebelión de la sociedad masas” (no quiere decir los pobres, sino lo suyo inconscientes de que deben ser dirigidos), e intenta imponer su ocurrencia. 
Una de la situación rebeliones más notables es la de la Ilustración, que quiso imponer sobre la sociedad una impronta moral y jurídica, su impronta, cuando lo primero que ha de existir es la sociedad. Imponer una determinada ética quizás destruya una de las verdades históricas más constantes: que la sociedad ha de ser jerárquica si quiere existir. Una moral que quiere liquidar eso disuelve la sociedad como tal. 
La relación masa-poder es, cuando las cosas funcionan, naturales. El de abajo acepta que debe ser mandado por hombres que saben mandar y le conviene. 
Esto se repite en todos los ámbitos sociales. El mejor industrial es dirigente y modelo de los trabajadores, a la vez jerarquizados según su capacidad técnica y de liderazgo. No es abuso de poder, sino eficiencia social. 
España - dice Ortega - es hoy (1921) todo lo contrario. “Por una extraña y trágica perversión del instinto encargado de la seguridad valoraciones, el pueblo español, desde hace siglos, detesta todo hombre ejemplar... cuando se deja conmover por alguien, se trata, casi invariablemente de algún personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios”.
“El dato que mejor define la peculiaridad de una raza es el perfil de los modelos que elige”. A esto lo llama el autor aristofobia.
Que cada uno intente aplicar esta idea a la España de cien años después...
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La última parte del libro es tan fascinante como, posiblemente, errónea. Hemos visto que la clave, la idea “gancho”, es esa relación entre masa y jerarquía que a través de los siglos se ha manifestado de muy diversas maneras. En España falla esa relación. La masa siempre ha odiado y descabalgado al hombre destacable. Pero lo ha hecho siempre, desde la Edad Media. Ortega achaca el principio de esa decadencia - pues según él, España ha sido siempre decadente - a la decadencia de los visigodos, pueblo viejo y sin las ambiciones de los francos, que fue incapaz siquiera de crear un feudalismo. 
Y esto para OyG no es ninguna ventaja, contra lo que algunos piensan. De aquí se deriva una flaqueza que explica por qué España fue la primera nación de Europa en formarse - la monarquía  no tuvo que luchar contra los señoríos feudales para alzarse con el poder -. Vinieron épocas de brillantez y de conquista, pero, ¿quien creó el Nuevo Mundo? El pueblo, pues todo lo que se ha hecho en España lo ha hecho el pueblo, no los dirigentes, que fueron los quería hicieron la conquista de América en Inglaterra, por ejemplo. 
La conclusión es que España es decadente desde la Edad Media, pues a la brillantez del Imperio le faltó clase dirigente (¿?). 
España padece un mal endémico que la rebelión permanente de sus masas contra sus más eximios personajes, a los que persiguen y debelan por sistema. 
Yo creo que el Imperio, tan temido y respetado en su máxima cumbre, debe ser considerado un ejemplo de que España tuvo grandes dirigentes, que luego decayeron. Y el siglo XVIII no puede ser menospreciado tampoco. España tenía una riqueza, fruto de su comercio con sus tierras americanas, cuyos habitantes eran considerados como unos españoles más. España era todavía temida por su poderío en el mundo. 
No todo fue decadencia.
Pero la concepción de la masa rebelde contra sus líderes sociales naturales, creo que en acertado.

2 comentarios:

Pablo dijo...

Eso pasa solo aquí??? Estoy anonadado. El siglo de oro holandés termina con "el año del desastre" 1672 si no recuerdo mal en el los hermanos de Witt que al frente de la facción que representaba los intereses de los comerciantes, o sea, la clase que generaba la riqueza, son salvajemente asesinados por una turba "popular" cuidadosamente preparada por la facción "popular" u orangista. Si alguna vez en la historia una nación gozó del gobierno de "los mejores" al gusto platónico, esa fue la república neerlandesa. Acabó con "los mejores" destripados, castrados y decapitados. A eso nosotros no hemos llegado aún, verdad?

www.MiguelNavascues.com dijo...

No, no, ya dice al principio que el mal es en toda Europa