"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 21 de junio de 2016

Austria: otro paso hacia el precipicio

Tan ensimismados estamos en poner a parir el Brexit, que no hemos visto que por el este de Europa aparece otra amenaza mucho peor, no sólo de ruptura, en Austria, done el investido presidente va a ser  acusado de haber hecho ta más, con lo ue el cargo vendría a caer en el candidato Hofer, tachado de fascista. A Europa le crecen literalmente los enanos. Repito: Brexit, Austria, Le Pen, Podemos, son manifestaciones del descontento, que no se pueden meter debajo de la alfombra de Europa con la etiqueta que se les quiera poner de heterodoxos. Estos heterodoxos están cogiendo impulso, y acabarán con  Europa si esta no rectifica a tiempo. 

De Hermann Tertsch, ABC, 21 de junio

LAS elec­cio­nes pre­si­den­cia­lesaus­tria­cas ten­drán pre­vi­si­ble­men­te que ser anu­la­das an­te la cer­te­zade ma­si­vas irre­gu­la­ri­da­des en elre­cuen­to del vo­to por co­rreo. Sinpre­juz­gar la de­ci­sión del al­to
tri­bu­nal, en la pri­me­ra se­sión dela vis­ta por la de­nun­cia pre­sen­ta­da por el par­ti­do de­re­chis­ta FPÖ que­dó ayer cla­ro que en mu­chosco­le­gios elec­to­ra­les se abrie­ron losso­bres la no­che an­te­rior y no a lasnue­ve de la ma­ña­na co­mo pre­véla ley elec­to­ral. En al­gu­nos se lle­góa con­tar los vo­tos por co­rreo ya eldía de las elec­cio­nes. Con­vie­ne re­cor­dar que fue el vo­to por co­rreoel que dio la vic­to­ria al can­di­da­tode los Ver­des, Ale­xan­der van derBe­llen, por de­lan­te del can­di­da­todel FPÖ, Nor­bert Ho­fer. La di­fe­ren­cia fi­nal de vo­tos fue de tan so­lo 31.026. En nin­gún ca­so se ha de­nun­cia­do ni in­di­ca­ción de fal­si­fi­ca­ción o
ma­ni­pu­la­ción del sen­ti­do del vo­to.Pe­ro es di­fí­cil ya que Van der Be­llen pue­da ju­rar el car­go en ce­re­mo­nia pre­vis­ta pa­ra el pró­xi­mo 8de ju­lio.
Pues ya ven, no era una pa­ta­le­ta de los «neo­na­zis» que no sa­ben per­der y que po­co me­nos quequie­ren con­ver­tir con Nor­bert Ho­fer a Aus­tria en una Hitler­lan­dia,se­gún la ri­dí­cu­la y pri­mi­ti­va ca­ri­ca­tu­ra que im­po­ne esa ver­dad re­ve­la­da de la so­cial­de­mo­cra­cia, esecon­sen­so de la ideo­lo­gía de la bon­dad ofi­cial. Qui­zás no re­cuer­denya la sor­na y el des­pre­cio de losme­dios aus­tria­cos y eu­ro­peos por­que «los ul­tras» pre­ten­dían unare­vi­sión del re­cuen­to. Es­tos días seve un nue­vo des­plie­gue del afánjus­ti­cie­ro del con­sen­so so­cial­de­mó­cra­ta eu­ro­peo con el Bre­xit.Los bri­tá­ni­cos que, por mil ra­zo­nes, crean que su fu­tu­ro se­rá me­jor fue­ra de la UE son una es­pe­cieul­tra­in­su­lar pa­re­ci­da al FPÖ aus­tria­co, fas­cis­tas pri­mi­ti­vos con­tralos que to­do es­tá per­mi­ti­do. To­dova­le en to­da Eu­ro­pa la opi­nión
que no cua­dra con lo que opi­nanlos par­ti­dos tra­di­cio­na­les, la Co­mi­sión Eu­ro­pea y las éli­tes en los pe­rió­di­cos biem­pen­san­tes. Con la ex­cu­sa de la lu­cha con­tra el «po­pu­lis­mo» se pro­cla­ma cen­su­ra­blecual­quier ver­dad inopor­tu­na.Quien se atre­va a de­cir que pa­gaca­da vez más im­pues­tos por­que elEs­ta­do per­mi­te unas bol­sas de be­ne­fi­cen­cia que au­men­tan sin con­trol es un na­zi. Quien re­co­no­ce encual­quier rin­cón de Eu­ro­pa queno quie­re una so­cie­dad mul­ti­cul­tu­ral en la que las le­yes y la cons­ti­tu­ción, la igual­dad de las mu­je­resy el res­pe­to a los cris­tia­nos so­loten­gan vi­gen­cia en cier­tos ba­rrioses un ul­tra te­rri­ble. Quien vi­vía enun pue­blo pa­cí­fi­co ale­mán ha­ceun año y hoy sus hi­jas no pue­densa­lir de una ca­sa que va­le la ter­ce­ra par­te, por­que tie­nen en­fren­teun re­fu­gio con 300 hom­bres mu­sul­ma­nes, no tie­ne de­re­cho ni a la­men­tar­se si no quie­re ser ta­cha­dode hitle­riano. Fa­chas. Co­mo quie­nes han pe­di­do siem­pre inú­til­men­te que en Es­pa­ña se apli­ca­ran
las le­yes pa­ra im­po­ner la igual­daden­tre es­pa­ño­les y la vi­gen­cia de laCons­ti­tu­ción en to­do su te­rri­to­rio.Fa­chas cris­pa­do­res. Quien quie­rate­ner opi­nión pro­pia y exi­ja elcum­pli­mien­to de las le­yes pa­ra to­dos es un ex­cén­tri­co a com­ba­tir.So­lo hay un po­pu­lis­mo que dis­fru­ta de la to­le­ran­cia in­fi­ni­ta de la so­cial­de­mo­cra­cia, el de ex­tre­ma iz­quier­da. To­do lo im­pla­ca­ble e in­qui­si­to­rial que es con quie­nes re­cuer­dan so­be­ra­nía, le­yes y pro­pie­dad, es sua­ve, apa­ci­gua­do­ra yman­sa con los enemi­gos de la li­ber­tad y las le­yes. Así, en Ma­dridlos neo­co­mu­nis­tas de Po­de­mosdes­plie­gan sus pan­car­tas sin re­ca­to ni con­trol. Y ame­na­zan a cual­quie­ra que se lo ha­ga no­tar. Ellosse sa­ben ya por en­ci­ma de la ley. Ylo ha­cen no­tar a to­dos. Pe­ro losma­los son los fa­chas. Asú­man­lo. Sitie­nen opi­nión pro­pia, cá­llen­la.Pe­ro si son de los que no quie­ren opue­den, pier­dan el mie­do a ser lla­ma­dos fa­cha. Es la úni­ca for­maaquí de ser li­bre.

lunes, 20 de junio de 2016

El Brexit como advertencia

A dos días del referéndum, el incendio del Brexit parece apagarse: las encuestas se han dado la vuelta desde el asesinato de la pobre Jo Cox. Las dos semanas anteriores, parecía que el ascenso en las encuestas del voto por la ruptura con la UE iba a ser ya inalcanzable, y los mercados no dejaron de mostrar su inquietud. A los mercados financieros no les gusta la incertidumbre; viven del riesgo que se puede encorsetar en una probabilidad, la cual a su vez se puede compensar con otro riesgo inverso en uno de los innumerables mercados derivados,  en los que Londres es la primera plaza del mundo. Pero de repente, el Brexit se convirtió en un evento difícil de calibrar en términos de riesgo. 
En buena parte la culpa fue de la ignominiosa campaña del miedo desatada por el gobierno de Cameron, flanqueado sin fisuras por el Banco de Inglaterra, y la salida del Canciller del Exchequer, Osborne, que amenazó ridículamente con presentar uno nuevo presupuesto de recortes drásticos y subidas de impuestos si salía el Sí. Muchos de sus propios parlamentarios le dijeron que no iban a votar tal cosa. El FMI y, por supuesto, las institucionales más europeas y de los principales países, incluido el gobierno de España, amenazaron con graves consecuencias económicas, calculadas con una inaudita precisión, en miles de millones de euros hasta la última unidad. 
Toda esta panoplia de argumentos amenazantes tuvo un efecto boomerang, bien aprovechado por el bando contrario, que en poco tiempo ganó claras posiciones en las encuestas. El brutal asesinato de la parlamentaria Cox enderezó las cosas, aparte de que las casas de apuestas nunca dejaron de posicionarse en contra del Brexit. 
En España nadie ha entendido nada del Brexit, tan embebidos estamos por la doxa europeista, tras la cual nadie se molesta en indagar los matices, si no es para condenar de raíz la "heterodoxia", seguramente debida a la excentricidad típicamente inglesa de querer salirse del "paraíso" europeo. Sin embargo hay amenazas por todas partes; por ejemplo en Austria, a la que nadie presta atención, pero donde está a punto de ser investido el candidato de extrema derecha Hofe (ver post siguiente). Pocos analistas españoles han penetrado en el fondo de la cuestión: hay que ir a los mejores columnistas británicos (Ambrose Evans-Prichard, Wolfgang Münchau, por el lado del Brexit; Martín Wolf,  Jeremy Warner, por el lado opuesto), o incluso economistas de renombre d EEUU, como Paul Krugman. Supongo que también sería fácil encontrar en Francia buenos análisis y valoraciones sobre el Brexit. 

 

El Brexit es un asunto complejo, y no sólo económico, aunque sus consecuencias lo sean. Para entenderlo, hay que enmarcarlo en el extendido malestar social y político surgido de la crisis y, sobre todo, de la post crisis, en la que Europa ha demostrado su fracaso en recuperar una mínima recuperación económica y moral. Europa no ha dado la respuesta correcta, y se ha enfangado en la postura de no enmendarla. El malestar creciente ha ido directamente contra las instituciones nacionales, sin que éstas puedan ser culpadas de la crisis y sus secuelas. El resultado ha sido una inestabilida politica creciente, y un sordo resquemor contra el tinglado de la UE, detrás del cual la gente adivina que se esconden  intereses nacionales concretos. En realidad la crisis ha dejado una Europa dividida en dos: el Norte y el Sur, los acreedores, entre los que descolla Alemania, y los deudores, con Grecia a la cabeza, a la que siguen de cerca Italia, España, Portugal, Irlanda. ¿Hasta que punto la doxa oficial europea -del austerismo como fuente de virtud-, es la causa, o al revés, los desequilibrios son debidos al predominio de intereses espureos que fluyen de Alemania, no lo sabemos. Debemos evitar las teorías conspiratorias, y por eso es mejor atenerse a la teoría de Keynes: los políticos son esclavos de ideas periclitadas que tiempo atrás formuló un economista ya muerto. No hay maldad en los políticos, es una cuestión de torpe elección entre las teorías menos arriesgadas para su posición. Entre ellos se trasmiten con fricción esa torpeza, y la UE es una red de intereses creados por la que se difunden esas ideas pretéritas y que la crisis ha hecho caducar. 
El Brexit es la manifestación de ese malestar profundo que recorre Europa, en versión británica, porque en cada país ha tomado la forma que corresponde a su cultura. En el Brexit, es el temor a que Europa controle cada vez más las decisiones democráticas del parlamento británico, lo cual tiene cierta lógica, viendo la creciente falta de democracia en las decisiones cumbres de Europa, en las que Gran Bretaña tiene cada vez menor cuota de decisión, aunque solo sea por la ampliación de la UE. Así lo expresa Ambrose Evans-Prichard, una de las voces más autorizadas en favor del Brexit. Naturalmente, esto no agota el debate, y así tenemos el análisis de Jeremy Warner en contra, basándose en las consecuencias a corto plazo y en que RU ha demostrado saber mantenerse influyente en la UE a la vez que ha mantenido su soberanía monetaria. 
Para mí el mejor y más ponderado análisis es el de Paul Krugman, que pese a declararse en contra de Brexit, dice comprender las razones para rebelarse contra las disfunciones de la UE: precisamente merece la pena destacar de su argumentación: 

More important, however, is the sad reality of the E.U. that Britain might leave.

The so-called European project began more than 60 years ago, and for many years it was a tremendous force for good. It didn’t only promote trade and help economic growth; it was also a bulwark of peace and democracy in a continent with a terrible history.

But today’s E.U. is the land of the euro, a major mistake compounded by Germany’s insistence on turning the crisis the single currency wrought into a morality play of sins (by other people, of course) that must be paid for with crippling budget cuts. Britain had the good sense to keep its pound, but it’s not insulated from other problems of European overreach, notably the establishment of free migration without a shared government.

You can argue that the problems caused by, say, Romanians using the National Health Service are exaggerated, and that the benefits of immigration greatly outweigh these costs. But that’s a hard argument to make to a public frustrated by cuts in public services — especially when the credibility of pro-E.U. experts is so low.

For that is the most frustrating thing about the E.U.: Nobody ever seems to acknowledge or learn from mistakes. If there’s any soul-searching in Brussels or Berlin about Europe’s terrible economic performance since 2008, it’s very hard to find. And I feel some sympathy with Britons who just don’t want to be tied to a system that offers so little accountability, even if leaving is economically costly.

The question, however, is whether a British vote to leave would make anything better. It could serve as a salutary shock that finally jolts European elites out of their complacency and leads to reform. But I fear that it would actually make things worse. The E.U.’s failures have produced a frightening rise in reactionary, racist nationalism — but Brexit would, all too probably, empower those forces even more, both in Britain and all across the Continent.

Obviously I could be wrong about these political consequences. But it’s also possible that my despair over European reform is exaggerated. And here’s the thing: As Oxford’s Simon Wren-Lewis points out, Britain will still have the option to leave the E.U. someday if it votes Remain now, but Leave will be effectively irreversible. You have to be really, really sure that Europe is unfixable to support Brexit.

So I’d vote Remain. There would be no joy in that vote. But a choice must be made, and that’s where I’d come down.

Efectivamente, Europa fue un proyecto muy positivo, que luego fue desviado de su línea del sentido común y la prudencia hacia un rapto de los poderes de decisión nacionales a un magma burocrático disfuncional. Esa es la razón última del Brexit, y si el día 23 de junio felizmente gana el Remain, no habrá servido de nada si lo líderes europeos no toman nota de de la gran responsabilidad que cae sobre ellos y no enmiendan el camino hacia la pobreza y el malestar en los que estamos inmersos. Porque el Brexit es eso, un aviso tras el cual vendrán otros, e intentar sofocarlos con amenazas, pero sin soluciones viables, como se ha hecho con Grecia, retrasarán la caída, pero no la evitarán.
La historia, decía Marx, se manifiesta en tragedia y se repite en comedia. Esperemos que sea así, y que está repetición de la crisis de los años treinta, la Gran Depresión, que tantas remembranzas ofrece a lo que está pasando ahora, no acabe siendo una tragedia europea. Sería amargamente irónico que un proyecto nacido para eludir para siempre la belicosidad entre los paises europeos, fuera la causa de tensiones sociales incontenibles que diera origen a la dislocación política de entonces. 
Esa fue el leit motiv constante de Keynes, desde que en 1919 escribió "Las consecuencias económicas de La Paz", donde advertía que la carga de las indemnizaciones sobrev Alemania iban a originar una sociedad rota y una profunda crisis en centro Europa que traería otra guerra. Para Keynes el papel de un gobierno es 

Politics was, for Keynes, a branch of practical ethics: it was the science of how governments should behave. The purpose of government was not to bring about states of affairs ‘good intrinsically and in isolation’, but to facilitate the pursuit of such goods by members of the community. The presumption was that the more prosperous and contented a community is, and the fairer its social arrangements, the better will be the states of mind of the inhabitants. Politics should be so arranged as not to distract people unduly, and certainly not continuously, from the cultivation of good states of mind. (R. Skidelsky, "The return of de Master""
 
 De lo que es obvio que la UE se aleja cada vez más. 

domingo, 19 de junio de 2016

Keynes y Burke. Política, Ética y Bienestar

De "Keynes: The Return o The Master", R. Skidelsky. ¿No se lee claro, entre líneas, algunas recomendaciones que estarían totalmente vigentes en nuestro mundo de hoy? En todo caso, un cúmulo de reflexiones sugerentes de dos cumbres de la filosofía. 

Politics was, for Keynes, a branch of practical ethics: it was the science of how governments should behave. The purpose of government was not to bring about states of affairs ‘good intrinsically and in isolation’, but to facilitate the pursuit of such goods by members of the community. The presumption was that the more prosperous and contented a community is, and the fairer its social arrangements, the better will be the states of mind of the inhabitants. Politics should be so arranged as not to distract people unduly, and certainly not continuously, from the cultivation of good states of mind. 

Ignoring the claims of Hume, the undergraduate Keynes commended Burke as the first utilitarian political philosopher –the first to espouse consistently the ‘greatest-happiness’ principle. But he emphasized that Burke regarded this as a political, and not an ethical, principle, and he agreed with Burke on this point. The object of politics is social contentment. Keynes emphasizes such goods as ‘physical calm’, ‘material comfort’ and ‘intellectual freedom’. Throughout his life he was personally affected by what he called ‘bad states of nerves’ produced by disturbing public events. His political goods were thus designed to minimize the occurrence of such disturbances. He writes that ‘the government which sets the happiness of the governed before it will serve a good purpose, whatever the ethical theory from which it draws its inspiration.’ 

In Burke’s thought, expediency takes precedence over ‘abstract right’. Keynes quoted with admiration Burke’s stand against the coercion of the American colonies: ‘The question with me’, Burke had said, ‘is not whether you have a right to render your people miserable, but whether it is not your interest to make them happy. It is not what a lawyer tells me I may do, but what humanity, reason, and justice tells me I ought to do.’ 

This position, in Keynes’s view, put Burke into the ranks of the ‘very great’. Prudence in face of the unknown is the key to Keynes’s philosophy of statesmanship. It insulated him from the extremism of the revolutionaries who were prepared to wade through blood to attain utopias. Less obviously, it protected him against the extremism of the reactionaries who were prepared to risk revolution rather than make timely concessions. It set him on his collision course with the Ricardian school, with their indifference to the ‘short-run’ consequences of their laissez-faire policies. Societies, Keynes would have said, can tolerate only a moderate amount of social damage before they turn sour. His own lifetime amply proved the truth of this proposition. He was the philosopher of an embattled, not triumphant, liberalism. The undergraduate Keynes criticized Burke not for his ‘method’, which he regarded as correct, but for his assumption that the best results are to be had, on the whole, from sticking to tradition, even if this is based on prejudice. This was the classical liberal criticism of conservatism. To maintain social peace, Burke was willing to leave prejudice undisturbed, thereby sacrificing truth and rationality to expediency. The nearest he came to forsaking his own maxim was when he protested passionately against the violence of the French Revolution. For on this occasion, wrote Keynes, ‘he maintained that the best possible course for a rational man was to expound the truth and take his chance on the event.’ What Keynes was arguing against Burke (and in the spirit of Mill) was that, ‘whatever the immediate consequences of a new truth may be, there is a high probability that truth will in the long run lead to better results than falsehood.’ The politics of lying, as Keynes would later say of Lloyd George, was self-defeating even in its own terms. Keynes had in his sights the windy trash politicians shout when rousing their peoples for violence and war. ‘Rocking the boat’ in such circumstances was not a vice but a duty. Truth-telling was thus an important element in Keynes’s philosophy of practice. His commitment to it is the most important example of long-run perspectives in his thinking. And Keynes displayed a number of these Burkean moments of truth-telling in his own life, notably in his eloquent and devastating attack on the Treaty of Versailles in his The Economic Consequences of the Peace (1919). 

Keynes was not the most ‘collegiate’ of men. He believed one had a duty to use one’s intelligence to speak out against falsehood and self-deception...

... If Burke’s mistrust of reason pushed Keynes away from political conservatism, another set of arguments in Burke, concerning property rights, pushed him away from socialism. Burke defended property rights on two grounds. First, redistribution of wealth would make no real difference to the poor, since they greatly outnumbered the rich. But, in addition, it would ‘considerably reduce in numbers those who could enjoy the undoubted benefits of wealth and who would confer on the state the [cultural] advantages which the presence of wealthy citizens always brings’. Keynes felt that this double argument ‘undoubtedly carried very great weight: in certain types of communities it is overwhelming, and it must always be one of the most powerful rejoinders to any scheme which has equalization as its ultimate aim’. However, Burke carried his defence of existing property rights to extremes which conflicted with his own principle of expediency. He was so concerned to defend the ‘outworks’ of the property system that he did not see that this might endanger the ‘central system’ itself. Keynes believed that there could be no absolute sacredness of contract. It was the ‘absolutists of contract’, he would later write ‘who are the parents of Revolution’ –a good Burkean attitude, but one that Burke himself often ignored. Later in life Keynes got involved in an argument with his French friend Marcel Labordere, who objected to the phrase ‘euthanasia of the rentier ’ in the General Theory . The rentier , Labordere pointed out, was useful not only for his propensity to save, but because ‘stable fortunes, the hereditary permanency of families, and sets of families of various social standings are an invisible social asset on which every kind of culture is more or less dependent.’ Keynes replied, ‘I fully agree with this and I wish I had emphasized it in your words. The older I get the more convinced I am that what you say here is true and important. But I must not allow you to make me too conservative.’ Labordere brought Keynes up against the civilizing face of what he called ‘usury’. Keynes just had to live with the tension, rationalizing his animus with the thought that the English dividend-drawing class were insufficiently ready to use their unearned gains to enjoy the good life. In his political philosophy, Keynes married two key elements of Burkean conservatism –contentment and avoidance of risk as the purpose of government –to two key elements of reforming liberalism –a commitment to truth-telling and a belief in the possibility of rational individual judgement. He rejected those elements in Burke which may be called ‘unthinking conservatism’ and those elements in socialism which aimed at building new societies on scientific principles. Keynes offered a sympathetic summing-up of Burke’s legacy:

His goods are all in the present –peace and quiet, friendship and affections, family life and those small acts of charity whereby one individual may sometimes help his fellows. He does not think of the race as marching through blood and fire to great and glorious goods in the distant future; there is, for him, no great political millennium to be helped and forwarded by present effort and present sacrifice… This may not be the right attitude of mind. But whether or not the great political ideals which have inspired men in the past are madness and delusion they have provided a more powerful motive force than anything which Burke has to offer… For all his passions and speech-making, it is the academic reasoner and philosopher who offers us these carefully guarded and qualified precepts, not the leader of men. Statesmen must learn wisdom in the school of Burke; if they wish to put it to great and difficult purpose, the essentials of leadership they must seek elsewhere. Keynes was twenty-two when he wrote this essay. The Burkean precept that Keynes took most to heart was the doctrine of prudence. Two examples of how it influenced him must suffice. The first comes from 1937, when Hitler and Mussolini were starting to rampage over Europe, and war seemed the only way of stopping them. This conjuncture finds Keynes writing: 

It is our duty to prolong peace, hour by hour, day by day, for as long as we can. We do not know what the future will bring, except that it will be quite different from anything we could predict. I have said in another context that… in the long run we are all dead. But I could have said equally well that… in the short run we are still alive. Life and history are made up of short runs. If we are at peace in the short run, that is something. The best we can do is put off disaster, if only in the hope, which is not necessarily a remote one, that something will turn up… Britain should build up its naval strength and wait for the dictators to make mistakes.

¿Por qué de fútbol, por qué de putas? La invasión de la imbecilidad

Vamos a velocidad de crucero a una Sociedad Ideal. A una sociedad sin putitas y sin fútbol, con un Hombre Nuevo (probablemente castrado, al menos mentalmente), y, por supuesto, sin moral, ya innecesaria en una sociedad perfecta, sin conflictos. Será una sociedad sin estado, también por supuesto, pues no habrá ni buenos ni malos. No habrá "Educación para la ciudadanía". El Hombre será liberado de los impulsos al mal, y los seres indefensos o como la mujeres y los niños podrán ir libres por las calles. Si es que hay niños. 
Todo esto me lo sugiere la cantidad de mamarrachadas que se han dicho con lo de De Gea y su empapelamiento sin pruebas- por una acción que, si lo he entendido bien, es legal- (claro que en un sociedad muy imperfecta que hay que mejorar, por ejemplo restringido la libertad de que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera. Eso es "neoliberalismo", y ya sabemos a lo que conduce). Legal y además, sin más pruebas más que unas filtraciones policiales, como si viviéramos en el franquismo (otro al que no gustaban las putas, por cierto). 
Por cierto, esas feministas, como Carmena, que se rasgan las vestiduras con el tema, se podían preguntar por qué los homos van de putos. También hay putos, mal llamados chaperos, señoras. Ah! Y señoras que también usan el servicio. Bah! serán burguesas, especie en extinción. 
Quizás no sea muy moral dicha acción, la del tal De Gea, pero la moral es una cuestión privada mientras no choque con la ley, aunque en la Sociedad Ideal la identificación  de moral (de izquierdas, por supuesto) y ley será total. Gran Hermano se está frotando las manos. Gracias a ello viviremos como en algo tiempos no lejanos en ue en EEUU había Estados donde te condenaban por acostarte con una mujer. Viviremos mejor, indudablemente. 
Lo mismo parece pensar Arcadi Espada, en su magnífico artículo del que destaco un párrafo dedicado a tanto imbécil suelto que hay por ahí, peligrosos por otra parte, porque sueñan con una Sociedad Ideal tipo la de Mao, o la de Alemania del Este, donde las debilidades de los "ciudadanos" eran registradas minuciosamente por la STASI, gracias el espionaje sistemático de unos a otros, la esposa al esposo, los hijos a los padres, etc. Espionaje obligatorio, remunerado con favores mezquinos, abochornantes en una sociedad imperfecta como la nuestra. 

"El último asunto llegó fulgurante a la mesa y se ha quedado en ella. No sé si es el más relevante ni el más urgente ni el más sencillo de tratarse. Pero es hijo directo de la indignación, y la indignación es la mejor benzina de la máquina del escritor. El asunto es que un futbolista va de putas. Abro el periódico y lo primero que leo, como siempre, es el artículo de tu entrañable amiga Lucía Méndez. Como tú, manifiesta una cierta tendencia a observar la vida con los prismáticos del revés. Y así asegura, vía Bourdieu, vía muerta, que las putas y el fútbol forman parte del capital simbólico de los hombres. Qué gratuita ofensa al fútbol femenino, la verdad. Páginas más allá aparece Pedro Sánchez. No se siente cómodo. El futbolista que fue de putas es un futbolista de la selección española. La selección está jugando un importante campeonato y el seleccionador ha decidido mantenerlo en el puesto, porque le parece el mejor. La incomodidad de Sánchez no es noticia. Vive en ella. Incómodo con su partido. Incómodo con su aliado Rivera. Incómodo con su liado Iglesias. Incómodo con su adversario Rajoy. Y lo más grave, esta incómoda sensación de estar incómodo consigo mismo. Creí haber superado todas las pruebas pero estaba en la contraportada Alberto Garzón, la más genuina criatura de la cultura homomatriarcal, diciendo que los liberales son unos macarras: "Aceptar la prostitución permite la mercantilización del cuerpo. Desde el punto de vista liberal aceptar la prostitución es coherente". Garzón prefiere que el macarra sea el Partido."

Mira por dónde, tanta izquierda anti franquista ha venido a poner su huevo en la playa del catolicismo franquista, al que quieren exterminar. Es curioso, ¿no?  En fin, yo, como los simios esos, ni veo ni oigo ni hablo. No cero que nunca hayamos sido más imbéciles. Que va a resultar que Franco era menos malo que la democracia, después de todo. 
Los que me leen saben que soy euroescéptico. Pues bien, ante la amenaza de la invasión de la imbecilidad, prefiere mil veces soportar la bota del euro en lo que me quede de vida.franci tenía razón: somo ingobernables pero con una tendencia a decir a los dmeas lo que  deben pensar y hacer. 

La caída del imperio sin rostro humano

Por mera casualidad, he leído esta mañana una riada de artículos que reflexionaban "profundamente" sobre la razón, el porqué, de una España y una Europa que se entregan a los bárbaros, que están votando a los bárbaros. Brexit, Podemos, luego Le Pen, etc, fuerzas centrífugas que están corroyendo los huesos del imperio. Si el imperio, como dice Simon Heffer ,

But dominating everything is a wider, connected truth: which is that all empires fail. They fail because of over-reach, and because they seek to control people determined to control themselves. The EU is an empire, albeit one not achieved by military conquest; and the signs of its decay have been obvious since long before the current, and insoluable, crisis of the euro. What has happened in Greece – and another instalment of debt repayment is about to destabilise it and the eurozone again – is indicative of why the EU cannot go on like this. Our leaving would not be the cause of that decay and failure; it would merely accelerate it. It should be abundantly clear that there is no point in asking what will become of us if we leave: we shall be quite all right, not least because of the huge trade surplus other EU nations have with us and their urgent need to carry on trading with us. The real question is, what will become of the EU?

Denmark, Sweden and Finland would be the next to seek a way out. Holland will become restless. In France, Marine Le Pen’s Front National will become more militant in its demands for France to leave. French popular support for that policy will ensure Mme Le Pen wins the first round of next year’s presidential election, and does (from Brussels’ point of view) embarrassingly well in the second, in which an establishment candidate will beat her, inheriting an angry and divided nation. Mrs Merkel could be out of her Chancellery by the end of next year; Greece will then be out of the euro, as the bailouts dry up; both Spain and Italy face separatist movements, the former in Catalonia, the latter as the north argues to break away from the south. All over Europe, peoples starved of democratic rights, – and living under an overpriced cartel with high unemployment, low growth and falling real wages – will look at the opportunity the United Kingdom had, and ask for something similar themselves.


Europa es un imperio sin emperador en las caras de las monedas, pero nunca deja de ser imperio por eso. Y el imperio se deshace, se craquela. 
Todos esos ensayistas se preguntan y no aciertan, ¿por qué, por qué? Es fácil, más para ellos que son, muchos de ellos, historiadores, como los que cita Jon Juaristi en su artículo. Pero los historiadores no saben leer la historia. No saben seleccionar las variables relevantes, se pierden en consideraciones morales, creen los votantes son racionales y deberían no votar a los bárbaros (UP). 
Permítanme, sellos ensayistas, señores historiadores, que relean la historia del derecho, no del revés. La cuestión fundamental no es la ética. La cuestión fundamental es que hay una crisis económica que produce un general malestar, una ansiedad y un rencor que, combinado con el cambio generacional, desemboca en el fatídico ascenso de grupos que quieren acabar con las instituciones vigentes y empezar de cero. Desgraciadamente, es su gran oportunidad. Hitler lo consiguió hace ochenta años. Y Europa toda se desintegró, y acabó en una guerra de unos contra otros. 
Porque lo que está pasando ya pasó en Europa, y para que no volviera a pasar se creó un nuevo imperio sin emperador, que ha fracasado sin apelación posible en sus principales objetivos. Si sus principales objetivos eran crear una paz duradera, ha fracasado. Y ha fracasado doblemente, porque las institucionales que crearon para raptar la soberanía de sus países miembros han ampliado la crisis y luego han sido incapaces de resolvera. El malestar se ha prolongado casi una década, desde aquel agosto de 2007 que empezó a derrumbarse todo el tinglado de las subprimes. 
¿Ven como es fácil? Las disfunciones europeas que Uds, ensayistas, historiadores, políticos, periodistas, no quiere ver, porque lo han apostado todo a la carta europea, y no quiere abrir los ojos a otra cosa, son la causa directa de que 5 millones voten a Podemos, no porque sea Podemos, sino porque esto es España. En Francia se trata de Marie Le Pen. En Gran Bretaña, del Brexit. Así de fácil. Sí no, ¿por qué iba a darse este fenómeno en tantas latitudes, por casualidad? 
Hay más complejidades, claro. Explican los matices, las diferencias, pero no son lo esencial. En 1930 hubo el mismo proceeso en Europa, una enorme, salvaje y aniquiladora crisis, y los valores se fueran a tomar viento. Votaron a Hitler, votan hoy a Podemos. 
También se encuentra uno con unas risas a costa de los ingleses, tratados como los más tontos del continente, porque se quieren ir de un imperio que se cae. Entonces se preguntan, ¿pero cómo se quieren ir del futuro? -porque par uds, ¡el futuro es Europa! Pero veo más racionalidad en los partidarios del Brexit que en los eurófilos, que no saben ver que la moneda única es una losa fúnebre: no tiene en su haz la cara de un emperador... Los ingleses ven que el poder de decisión se aleja cada vez más de su Parlamento, porque Europa va invadiendo competencias, inevitablemente, y cuanto peor le salen las cosas más invasora se vuelve la burocracia europea, que algunos acusan de neoliberal y otros de intervencionista, pero que en realidad es simplemente ineficaz, aunque todavía no ha alcanzado su máximo nivel de ineficacia. Ahora se ha reafirmado en su intención de ir rápidamente hacia el objetivo máximo: la Unión Política total, un gobierno europeo con plenos poderes, lo cual es la lógica implacable de estos tinglados: si se equivocan no rectifican, sino que aplastan más. 
A pesar de ello, el imperio sin rostro humano se cae. 
Lo que no está claro es cuando. Nunca está claro. ¿Cuándo murió el imperio romano? No se sabe a ciencia cierta; lo que sí podemos conjeturar es que el Brexit, de producirse, será un estacazo que aceleraría la rebelión de otros países, como dice Heffer en el texto citado. 
Pero lo probable es que no se produzca. Las encuestas han cambiado la tendencia tras el asesinato de Jo Cox, y, demás, las casas de apuestas, que fallan menos que las encuestas, dan claro vencedor al Remain. Aun así, si gana el Remain, nada será igual. Aquí no vale ganar por los pelos. Recuerden en referendum francés de 1992 por el euro. Ganaron los europeistas, pero por tan poco margen que se desencadenó la tormenta contra el franco y otras monedas que aniquiló al SME (no sin antes haber producido una crisis económica en toda Europa). 
Así que ganará el Remain, las bolsas se podrán ciegas, pero Cameron quedará muy tocado, y el RU ya no será igual en sus negociaciones en Europa, porque los que han perdido serán suficientemente fuertes para exigir que los fingers burocráticos no entren en su parlamento. 
Todo esto se resolvería con un impulso económico, que derrotaría a los bárbaros. Pero es justo en lo que ha fracasado Europa, en su promesa de crear prosperidad y trabajo. Sus modelos económicos han fracasado. En EEUU, se ha cambiado de modelo y han salido más airosos de la crisis (y, po cierto, el GB con su esterlina). Y si no se rectifica pronto, si no se abandona ese modelo, el imperio seguirá su caída irremisiblemente. 
Así, que para favor, ensayistas, españoles, historiadores, periodistas, ¡y políticos! pónganse al día. Dejen de jugar a las cábalas electorales, dejen de exigir un parlamento eficaz, un gobierno eficaz, cuando es imposible. No entra en los esquemas mentales de estos pobres políticos. Dejen de creer que todo es un juicio ético. Los hombres no se rigen por una razón infalible que no existe. Las sociedades menos. Primero, averigüen cuales son las razones de la estabilidad. No crean un la historia tiene un hilo conductor hacia el bie supremo, que el "progreso" es infalible. Y al menos dejen de creer que Europa es la perfección suprema. Un día se erró profunda y lamentablemente con el Tratado de Maastricht, y mientras ese error no se atienda, el pobre imperio seguirá cayendo. 

sábado, 18 de junio de 2016

Keynes en vivo y en directo

No se pierdan este rarísimo vídeo  de Keynes hablando en directo, congratulándose del abandono del patrón-oro. Mi Enorme gratitud a LK, quin añade:
The Eurozone and EU are the new “gold standard” and “gold cage” of today. If he were here today, I’d like to think Keynes would have been pro-Brexit.

There is also an amusing footnote to this 1930s piece of history. 

Ludwig von Mises, prize buffoon of the Austrian school, made a prediction about what would happen after the UK abandoned the gold shackle:
“In September 1931, Ursula Hicks (wife of John Hicks) was attending Mises’ seminar in Vienna when England suddenly announced it was going off the gold exchange standard. Mises predicted the British pound would be worthless within a week, which never happened. Thereafter, Mises always expressed deep skepticism about the ability of economists to forecast.” (Skousen 2009: 286, n. 2).
Mises’ prediction was falsified. By contrast, Keynes was vindicated in predicting that British trade would benefit from abandoning the gold exchange standard and from the currency depreciation that resulted.

Tonto sin remedio

Zapatero, el anterior líder  del PSOE, ha sido un verdadero Nerón, o Caligula, emperadores romanos siniestramente inmortales por su maldad. Su sucesor en el cargo, Pedro Sánchez, no pasará a la historia por lo tonto que es. Es tan tonto que en un concurso de tontos quedaría segundo. Él viñetista Puebla del ABC le ha retratado perfectamente en toda su esencia de hoquedad. Salvador Sostres rematar la jugada limpiamente.

 
Salvador Sotres
Pe­dro no se sien­te có­mo­do
'ABC' - 2016-06-18
El candidato socialista dijo ayer que no se siente cómodo viendo a De Gea como portero de España, por unas remotas acusaciones que relacionan al deportista con un director de vídeos pornográficos. Nada ha sido de momento probado, pero Pedro Sánchez ha instalado ya su paredón y se ha puesto a disparar. La izquierda que Sánchez es y representa nunca se ha sentido cómoda con la presunción de inocencia y ha preferido siempre el linchamiento. Sánchez está más cómodo con la insidia que con el talento, con la propaganda dogmática que con el esclarecimiento de la verdad. Por eso es cínico que se llame progresista. Por eso es pernicioso el uso que hace de la democracia. Por eso no tenemos una izquierda civilizada. Por eso cada voto que reciba será una amenaza para la libertad.


viernes, 17 de junio de 2016

Krugman y el Brexit

Excelente artículo de Paul Krugman sobre el Brexit. Expone fríamente las posibles consecuencias económicas, por lo que él votaría BRemain. pero luego analiza las razones por las que se ha llegado a esto. Se ha llegado por el fracaso de la UE, como explico aquíaquí, y aquí, donde analizo las razones de las dos posturas, Brexit o BRemain, basándome en opiniones ponderadas y significativas. No he visto en España hacer un esfuerzo así de frío análisis; todo ha sido partidista según lo que dijera el partido al que apoya el medio y el periodista de turno. Una vergüenza. Para llorar. No me extraña que el 26 tengamos que elegir entre la nada y el vacío. Es lo que hay en el cerebro achicharrado de nuestros políticos, que alimentan a estos medios, que a su vez susurran gilipolleces al oído de los políticos. Por cierto que sigo viendo una carga explosiva enorme a esas dos fechas, el 23 y el 26. Pero en España solo hablamos del 26. El 26 será muy distinto según lo que ocurra el 23. Pocas veces se ha daso tal conjunción de riesgos. Por cierto, Brexit no es de derechas retrógrada: muchos dicen defender al democracia británica, y les creo. Ambrose EP, por ejemplo. 
En todo caso, Creo que Krugman consigue una síntesis perfecta. 

More important, however, is the sad reality of the E.U. that Britain might leave.

The so-called European project began more than 60 years ago, and for many years it was a tremendous force for good. It didn’t only promote trade and help economic growth; it was also a bulwark of peace and democracy in a continent with a terrible history.

But today’s E.U. is the land of the euro, a major mistake compounded by Germany’s insistence on turning the crisis the single currency wrought into a morality play of sins (by other people, of course) that must be paid for with crippling budget cuts. Britain had the good sense to keep its pound, but it’s not insulated from other problems of European overreach, notably the establishment of free migration without a shared government.

You can argue that the problems caused by, say, Romanians using the National Health Service are exaggerated, and that the benefits of immigration greatly outweigh these costs. But that’s a hard argument to make to a public frustrated by cuts in public services — especially when the credibility of pro-E.U. experts is so low.

For that is the most frustrating thing about the E.U.: Nobody ever seems to acknowledge or learn from mistakes. If there’s any soul-searching in Brussels or Berlin about Europe’s terrible economic performance since 2008, it’s very hard to find. And I feel some sympathy with Britons who just don’t want to be tied to a system that offers so little accountability, even if leaving is economically costly.

The question, however, is whether a British vote to leave would make anything better. It could serve as a salutary shock that finally jolts European elites out of their complacency and leads to reform. But I fear that it would actually make things worse. The E.U.’s failures have produced a frightening rise in reactionary, racist nationalism — but Brexit would, all too probably, empower those forces even more, both in Britain and all across the Continent.

Obviously I could be wrong about these political consequences. But it’s also possible that my despair over European reform is exaggerated. And here’s the thing: As Oxford’s Simon Wren-Lewis points out, Britain will still have the option to leave the E.U. someday if it votes Remain now, but Leave will be effectively irreversible. You have to be really, really sure that Europe is unfixable to support Brexit.

So I’d vote Remain. There would be no joy in that vote. But a choice must be made, and that’s where I’d come down.


A los economistas, de Nietzsche


Desconfío de todos los sistemáticos, e incluso los evito. La voluntad de sistema es una falta de probidad. 

F. Nietzsche