"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 23 de abril de 2023

Desorientación

Dentro de pocos años tendremos un grave problema de suministro de energía. Se ha iniciado una carrera alocada hacia una ilusoria abundancia de energía limpia, cuando hoy por hoy no hay visos de que nuestra tecnología puede hacer, sin traumas, la transición de la energía de combustión a otra considerada limpia (que no lo sería si se computara el coste y contaminación de baterías, coches eléctricos, molinillos, etc, que se ocultan cuidadosamente). La Transición soñada de 


Energía nuclear & Combustión>>>> energía limpia 


No existe. No sé si existiría dentro de unos años, pero engañarse sobre esto implicará una caída morrocotuda de la oferta energética y, por ello, de la oferta industrial y de servicios, que ya está en el punto de mira por su propia contaminación. El precio energético subirá a la estratosfera. 

Entre que se elabora un cuento de hadas para adormecernos, se decide cerrar ya centrales nucleares y cualquier medio existente. También se empieza a demoler pantanos, acosar a los agricultores... lo que producirá sin duda una caída y encarecimiento de alimentos. No será un mundo amable.

En esta apología de la confusión, Alemania cierra sus últimas centrales nucleares mientras que quema cada vez más carbón. Espera que ese carbón sea sustituido por lo “nuevo”. Lo nuevo no está ni se le espera. El cierre de centrales nucleares implica la pérdida de un capital humano no recuperable a corto y medio plazo.

Mientras, Francia da un giro de 180º y diseña un plan para una Francia autóctona en nucleares, como lo fue en el pasado, con lo cual contraviene la agenda europea de sus socios, tanto o más que Alemania con su carbón. No importa porque cada cual ha interpretado los Solemnes Acuerdos libremente. 

En otras palabras, estos y otro países, como Polonia y Finlandia, han emprendido una reinversión en energía nucleares, no se creen ya que la transición sea viable y no traumática. Traumática lo va a ser, en todos los sentidos. Cerrarán industrias, aumentará el paro, el coste de la vida subirá y será inalcanzable a muchas familias de clase baja. boenes hoy considerados como gratis, como alimentos y medicinas, serán lujos sólo accesibles q unos pocos. La clase media dejará de existir. Los que tengan patrimonio que ni se hagan muchas ilusiones de su valor. No habrá lugar donde guardar el dinero. ¿Oro, bitcoins? Para qué, si no habrá en qué gastarlo. Ni coches,  ni yates, ni joyas...

Los que lo pasarán peor son los países emergentes. Los poseedores de energía serán los mejor parados.Para empezar, dejarán de recibir el capital de los países ricos, pues la caída de la renta de estos contraerá el ahorro transfronterizo que les financia. No habrá nadie que se salve. Eso sí, el aire estará igual de sucio, pues se recurrirá a todo lo que sea que de calor. ¿Habrá una guerra por la conquista de fuentes energéticas? Si se contrate mucho la oferta, no es descartable que haya un conflicto por recuperar el nivel de antaño. Lo que no hará es aumentar la disponibilidad libre de todos, pues los que tienen excedente neto se cerrarán para no dilapidar ni una gota.

Cuando veía las películas de Mad Max me reía, pues no podía creer que eso sucediera. 

No se ha contado con la naturaleza humana expuesta a circunstancias extremas.

martes, 18 de abril de 2023

¿Desinflación sin recesión?





Desde la post guerra, como se puede ver en los gráficos de arriba, todos los intentos de la FED de acabar con la inflación han acabado en una recesión, a veces leve y otras veces profunda y duradera. Una de las más severa fue la de 1981, cuando Paul Volker, presidente de la FED, se enfrentó a una inflación de dos dígitos. Consiguió bajarla a un 4%, pero provocó una recesión penosa, agravada además por una apreciación del dólar. 
En 2008 se produjo la llamada Gran Recesión, pero en realidad fue causada por una grave crisis financiera que hizo temer un nuevo 1929. Se pudo recortar su duración porque la FED (y demás bancos centrales, pues fue mundial) inyectaron liquidez con métodos no vistos hasta entonces: la Expansión Cuantitativa del balance de la FED mediante la compraventa masiva de deuda pública. En el gráfico, el activo de la FED, que era una cantidad casi constante hasta la crisis de 2008.



Desde entonces, ningún banco central ha conseguido volver a un nivel normal de sus activos frente al Tesoro. Además, cuando vino la pandemia, se volvió a comprar deuda para paliar el efecto contractivo de ésta. 
Sabemos que en su reciente lucha contra la inflación, los bancos centrales han conseguido eludir la recesión, pero tampoco han logrado grandes avances contra la inflación. Por ende, es más realista esperar que venga un recesión, o bien que la inflación no sea dominada: entre estas dos posibilidades nos movemos en una zona de incertidumbre muy amplia, de la que sólo se puede inferir que el crédito a hogares y empresas se ha contraído y, además, ha subido el tipo de interés cargado. Comoquiera que las rentas salariales y los márgenes empresariales no se han podido repercutir a precios  y salarios, la contracción de consumo e inversión es probable. 
En todo caso, la pendiente de la curva de rendimientos está más negativa que nunca en el pasado, lo cual señala a que el mercado, ante la subida de tipos oficiales, está regresando a la renta fija, en particular a la pública. El vuelco de la pendiente de la curva ha sido siempre un heraldo de las recesiones, que puede decirse que están originadas en la política monetaria restrictiva del banco central. 
Lo malo de hoy es que la inflación no ha sido dominada, pese a la subida en flecha de los tipos de interés. 
En otras palabras, las rentas están constreñidas por el alza de costes financieros, marcadamente créditos a tipo ajustable, y la caída de la renta real por culpa de la inflación.
Los bancos centrales siempre esperan que los ajustes de mercados a la restricción monetaria y crediticia se logre vía precios, no vía cantidades. Pero esto se ha demostrado siempre una ilusión abstracta que no tiene asiento en la realidad. Siempre hay que contar con ajustes de cantidades y empleo - aunque no se puede pronosticar cuánto. La razón es que hay un amplio margen para la incertidumbre que impide que las expectativas prevean con alguna certeza los precios y salarios óptimos. Los empleados siguen forzando al alza sus peticiones salariales y las empresas sus precios, aunque empiece a subir el paro y se contraiga la oferta de bienes y servicios... más cuando en la realidad se negocian en términos nominales, no reales. Sólo a través de un proceso de prueba y error, perturbado además por los errores inevitables de previsión, se llega a unan constelación de precios-salarios que permita relanzar el crecimiento sin inflación. 
Es decir, primero se desata la inflación, los bancos centrales suben los tipos, pero hasta que no se produce una recesión y un aumento del desempleo la inflación no cede. Cuando lo hace, el banco central recorta los tipos, y la curva de rendimientos vuelve a inclinarse hacia arriba. Esta secuencia es inevitable, por muy flexibles que sean los mercados. 
Este procesos circular se ve agravado cuando la subida de tipos desencadena una crisis bancaria. Ésta, a su vez, puede desencadenar algo más serio que una recesión: la carrera generalizada hacia la liquidez, si no es atendida por el banco central, puede llevar a la quiebra al sistema bancario, como sucedió en 1929 (y 2008 y 2023). En 1929 no se sabía nada del efecto contracción de la liquidez en los mercados. En 2008, la FED sabía lo que debía hacer (inyectar más liquidez) pero el BCE no. Por eso la contracción se prolongó mucho más en Europa (2012) que en EEUU (2009-10).
Lo malo es que ahora nos dirigimos a una zona desconocida, con riesgos no valorados de inflación, subida en tipos y caída del crédito, contracción y desempleo, sin que se pueda aventurar qué graduación podemos aplicarles. 
La mini crisis bancaria de marzo nos ha dado un aviso. Se ha taponado, impidiendo un corrimiento general. Pero no tenemos confianza en que el riesgo haya desparecido, en un entorno en el que el crédito está cayendo, y hay agentes endeudados a tipos de interés variables revisables al alza; es decir, posibles impagos a entidades. Quizás solventes, pero la solvencia se mide en situaciones normales de liquidez. Cuando hay riesgo de carreras hacían la liquidez, la solvencia más exquisita de una entidad puede virar hacia una crisis de liquidez que la obligue a vender sus activos, cuyo valor no es ya lo que se había estimado y computado, pues todo el mundo está vendiendo.


sábado, 15 de abril de 2023

Economía descacharrada

La peor herencia que va a dejar Sánchez es la económica, es decir, una economía descacharrada, con una deuda inmensa - que seguirá creciendo hasta el último día - y unos resortes para sostener la economía privada cegados y imposible de volver a disponer de ellos.
Aparte de la deuda (que puede entrar en una crisis de impago, cuyo valor caería entonces al suelo), Sánchez ha legislado frenéticamente en los mercados de todo tipo, desde la cesta de la compra a la propiedad inmobiliaria y los alquileres. Esto se va a convertir, si su heredero no revierte las leyes, en  contracción de la oferta e, inevitablemente, en mercados en negro que harán subir los precios reales por encima del los precios políticos dictados por unos iluminados. Por no hablar de la obscena y aspaventosa, vergonzosa y pervertida, fuera de toda justificación ideológica persecución de Ferrovial, de la que han tomado buena nota los posibles inversionistas extranjeros, flanco que al parecer le importa una higa a nuestros infames gobernantes. 
Cuando se penaliza la oferta, sea de alimentos o sea de casas, los productores y propietarios buscan esconderse, y no tienen más remedio que meterse en una alcantarilla para no entrar en el radar del gobierno, ocultando bienes y precios ofertados. A algunos se les perseguirá, y algunos les crujirán, pero no a todos. Pagarán los más transparentes, pero los otros escaparán al radar. En todo caso, habrá menos oferta - de pisos, por ejemplo, de inversión, por ejemplo - y se buscará afanosamente pagar en negro, por supuesto a precios más altos que los decretados a capón, y muchos se quedarán donde estaban, en casas de sus padres, en el extraradio, u otra solución insatisfactoria para todos, inquilinos y propietarios. La inversión inmobiliaria caerá, lo que propiciará la subida de precios a largo plazo.
Es decir, se penalizan actividades normales con un sobreimpuesto que tendrá consecuencias serias a corto y largo plazo para la sociedad. A todo esto, la inflación amenaza más que nunca, y los salarios pierden poder adquisitivo. Esto último no es responsabilidad directa del gobierno, aunque sí por la emisión de deuda que ha de comprar el BCE y le pone trabas a éste para combatir la inflación.
Mientras llegan el momentum electoral, la deuda seguirá aumentando, porque hay que seguir dinero entre los holgazanes clientelares en un fuga sin fin hacia el abismo. 
Esto no ha acabado. Faltan todavía más de nueve meses para las elecciones, y además el resultado no está claro. 
Algunos dicen que como la deuda es, mayoritariamente, interna, es un activo de los que la han comprado, bancos principalmente. Pero es así sólo en el caso de se mantenga y no se venda, porque su valor de mercado puede caer estrepitosamente. No está garantizado que ese riego sea remoto. En realidad el precio de la deuda está artificialmente alto porque el BCE ha comprado mucha para bajar los tipos de interés. El BCE no tendría por qué venderla, pero cuando lo ha hecho para parar la inflación se han visto que las deudas  de unos países valen más que otras.
En todo caso, la deuda seguirá creciendo para pagar a los cientos de miles de funcionarios creados para crear votantes y tener una base impositiva nada despreciable. 
Suerte al que venga. Mucha suerte. 

jueves, 13 de abril de 2023

Gráfico. Hay que cambiar los manuales

¿Como interpretar este gráfico?



La línea negra es un índice de los depósitos de liquidez que la banca tiene en la FED, relativo al PIB nominal. Se ve como este índice era muy bajo hasta que llegó la Gran Recesión del 2008. La incertidumbre desató la demanda de liquidez en todos los sectores, incluido el bancario. Pero después de superadas la crisis, siguió subiendo la demanda de liquidez, y no sólo porque las autoridades obligaran a subir los coeficientes obligatorios: el índice siguió subiendo, lo que obligó a la FED a bajar los tipos de interés (línea roja) a cero, para evitar una deflación. 
Luego vino la subida del tipo de la FED, a la vez que caía de nivel la demanda de liquidez, recuperando una cierta normalidad. Poco después vino la pandemia, que hizo subir fuertemente la demanda de liquidez, por lo que hubo que volver a bajar el tipo de interés para rescatar a la economía de una fuerte recesión, debida a la contracción de la actividad, que hubiera sido sin duda más intensa y prolongada sino es por la reacción de la FED. 
Pero la salida de la pandemia no podía dejar de originar un proceso inflacionista, que los bancos centrales fomentaron a interpretar dicho proceso como transitorio. Tardaron demasiado en reaccionar. 
Lo hicieron subiendo virulentamente los tipos, sin conseguir, hasta ahora, hacer mucha mella en la inflación, como se aprecia en la curva de trazos: la inflación es hoy mucho más alta que el tipo de interés, es decir, en términos reales es negativo. 
Un tipo de interés negativo ha sido, en el más pasado, un fenómeno muy raro, como se ve en el gráfico, salvo el proceso de “Stagnation” (inflación sin crecimiento) de 1970-80, rápidamente corregido con los altos tipo de interés de la FED en los ochenta. De ahí en adelante la inflación no volvió q dar sustos durante tres décadas. Los bancos centrales se pusieron la medalla, cuando en realidad había factores circunstanciales, como la globalización, que colaboraron en ello.
Los tipos de interés negativos han sido, sin embargo, lo normal desde la Gran Recesión de 2008 hasta la pandemia. Si observamos el gráfico desde 2008, vemos que en la última década hay una evidente anormalidad, sin que sea posible definir las causas. Un tipo de interés permanentemente negativo; una volatilidad inusitada de la demanda de liquidez bancaria; una, en fin, curva de tipos muy aplanada como se ve en el siguiente gráfico, que es el spread entre el tipo a largo y el tipo a corto (10 años - 3 meses).



No se explica tamaño contrasentido, pero es para sospechar que estos tres factores monetarios no han sido precisamente una anclaje orientación para los agentes, más bien todo lo contrario. 
La única alternativa para indagar es meter en el análisis los grandes desequilibrios financieros que se han hecho evidentes en la reciente mini crisis bancaria, que ha puesto a la luz que hay dudas sobre la estabilidad y la confianza de ciertos valores - o de todos los valores - que ofrecen los mercados financieros cuando los bancos centrales han subido los tipos para cercenar la inflación. Eso es lo que parece haber detrás de las sospechas sobre el apalancamiento oculto de la banca, cuyos depósitos ya no son de las familias, sino de grandes empresas que pueden en un minuto liquidarlos y crear un pánico contagioso, como pasó en el Silicon Valley Bank, el primer “Run” que dio la voz de alarma: no eran depósitos de siempre, sino de fuertes empresas  por ello muy volátiles. Lo que parece explicar lo errático que se ve en el gráfico y el consecuente cambio de ritmo de la FED en su lucha anti inflación, visible en su moderado incremento del tipo de interés  por el miedo a provocar una carrera imparable de depósitos. 
En suma, hay un “Trade-Off” entre regulación y política monetaria, o, en otras palabras, entre el tipo de interés óptimo de la economía real y el óptimo de la economía financiera. 
La gran estabilidad de precios de la década llamada “The Great Moderation”, con 3% de crecimiento y 2% de inflación, que se atribuía al bien hacer de los bancos centrales, quedó en evidencia en el estallido de 2008, llamado la Gran Recesión, pero que podría haberse llamado la Gran Desnudez en que, repentinamente, quedó el sistema financiero...
Al estallar la crisis, quedó en evidencia la falta de regulación de las autoridades sobre los bancos y demás entidades. La gran expansión de las operaciones transfronterizas habían conectado los centros financieros de Mundo, tanto en su capacidad de captar el ahorro y llevarlo a cualquier esquina de mundo, como para que cualquier sospecha se transmitiera en el ancho mundo. De repente, la Fe en la autorregulación que predicaban los liberales, y que guió la desregulación de Reagan & Thatcher, cayó estrepitosamente. Se intentó parchearla con una nueva regulación, centralizada en normas emanadas por el BIS, con las llamadas Basilea I, II, y III... que dejaron las cosas en el aire pese al aumento de los ratios de solvencia, liquidez, etc. 
En realidad hay una contradicción entre la regulación estricta y el objetivo político de mantener los tipos de interés muy bajos, para que todo el mundo tenga acceso a la propiedad y el “progreso“.  Eso fue la raíz de las hipotecas suprimes, que el gobierno americano impulsó con fuerza y subvencionó para extender el crédito a todo ser bípedo. Disipado el humo de la gran explosión, todo quedó en nada nuevo. La banca siguió inventando nuevos instrumentos para ampliar su margen del pasivo al activo, acuciada además cuando la curva de tipos se hizo plana, estrechando a casi cero sus márgenes operativos. Había que inventar para sobrevivir. Resultado: la crisis bancaria, que deja un mal sabor de boca sin saber bien si es algo más que unas mala digestión. Los bancos centrales han mostrado una vigorosa reacción al riesgo, metiendo dinero a los bancos bajo sospecha. Pero la política antiinflacionista de subida de subida de tipos se ha puesto en cuestión.

miércoles, 5 de abril de 2023

¿AI como amenaza?

He estado leyendo cosas sobre la Inteligencia Artificial, IA, que, según dicen algunos, es una amenaza latente para el ser humano y su civilización. Esto no se concreta más allá de una amenaza holística, y no se puede dilucidar si el riesgo es un mal uso de la nueva capacidad, o es más grave y, como sugieren otros, la IA superará al cerebro humano y lo esclavizará.

De esta Segunda amenaza nos tranquiliza lo que dice el neurólogo Yuste en El Mundo: el cerebro humano será el que domine la IA. Lo cual reduce el riesgo a un mal uso de esta nueva tecnología, algo que ya ha pasado con la informática desde que se generalizó su uso y contribuyó no poco a nuestro bienestar, aunque sabemos que se ha usado ilegalmente en múltiples ocasiones. 

No descartemos que la IA sea el fin apocalíptico de la inteligencia humana, pero de momento seamos optimistas y pensemos que la IA va ser un nuevo invento capital que nos va a resolver muchos problemas y va a abrir ventanas insospechadas en todas las áreas, empezando por la alimentación y la medicina y salud; aunque como el Windows, los “malos” lo usarán para fines perversos. Podemos conjeturar que los costes de producción generales caerán, lo que significa un aumento de productividad y una caída general de los precios.

Hay una fricción posible, a corto plazo, entre el empleo y la difusión de la IA, que exigirán una adaptación de los nuevos desempleados a esta nueva tecnología, como hace tres décadas tuvimos que adaptarnos al desarrollo de la informática moderna. No sólo nos adaptamos: Empezamos a usarla en nuestra vida privada, y nos aportó muchas cosas. Eso sí, la IA posiblemente aumentará la brecha salarial, ya considerable, entre los que se adapten y los trabajadores no cualificados. Eso exigirá asistencia pública para subsidiar la adaptación de los capaces y el sostén de los incapaces, exactamente como ahora.

Otro punto de fricción es el que sugiere Yuste: la AI, por lo menos ahora, consume mucha energía, y eso va a casar mal con los programas de eliminar las fuentes de energía contaminantes, sobre todo porque se pretende hacerlo a una velocidad demasiado ambiciosa para la oferta tecnológica alternativa disponible. En todo caso, la IA subirá la demanda energética y subirá el precio de la energía, sea cual sea la fuente. Un nuevo problema en el laberinto en que estamos metidos. pero este laberinto no lo ha causado el avance tecnológico.

lunes, 3 de abril de 2023

La inflación de Niño Becerra

Hay en las redes sociales un Economista de gran repercusión, pues lo que dice tiene amplio eco en la prensa (no sé en Tv). Muchas veces coincido con él. Es verdad que en su heterodoxia da en el clavo algunas veces, aunque creo que por cada vez que acierta, da algunos palos de ciego. Por ejemplo, cuando habla de la inflación actual, sobre la que dice que no es una inflación monetaria, sino de aumento de la subida los precios de las materias primas.

Niño Becerra ha colgado recientemente un hilo en Twitter en el que se desmarca de la fórmula actual contra la inflación, centrada en los aumentos de los tipos de interés. "Siguen los avisos sobre nuevos aumentos de tipos de interés, cuando ESTA inflación, la que estamos padeciendo es una inflación de oferta, NO se arregla con aumentos de tipos, lo que pasa es que lo que habría que hacer para frenarla es más complejo y tiene 'efectos políticos'", arranca el economista.

A partir de aquí Niño Becerra desgrana su fórmula contra la escalada del IPC: "El precio del MWh tiene que bajar, y modificar el sistema de cálculo de su precio ayudaría muchísimo. El precio del petróleo tiene que bajar, y constituir centrales internacionales de compra del mismo modo que existen cárteles de venta también ayudaría. Tiene que descender el consumo de ciertos bienes; para eso sería fundamental instaurar impuestos progresivos sobre el lujo en función del valor". 


Siento decirle al simpático Niño Becerra, con todos los respetos, que la inflación es siempre un problema de origen monetario. Siempre. La inflación de cualquier economista respetable se debe a un aumento de la cantidad de dinero y la velocidad de circulación del dinero, en el intento frustrado de los distintos sectores de recuperar su renta perdida por aumento de los precios y costes. 
Es claro que, el incendio la inflación actual se origina por aumento del precio de las materias primas, sobre todo energéticas, entre otras causas por la guerra de Putin. Esto no fue inflación, sino un cambio radical en las rentas reales, a favor de los productores de esas MP y en disfavor de los demás: otros productores y consumidores. En ese momento lo normal es que los tipos del de interés subieran, porque también ellos querrían recuperar su renta perdida vía subida de tipos de interés.
Esto es la primera reacción, que de momento no es inflacionaria, porque no se han puesto en marcha los demás sectores. Pero estos ven que han perdido capacidad adquisitiva, e intentarán reaccionar como los productores de MP.
Esta reacción es la que debe ser evitada por el banco central subiendo el tipo de interés inmediatamente, cosa que no hicieron ni la FED, ni el BCE, ni el Banco de Inglaterra. Sólo lo hicieron cuando el  incendio ya se había propagado, por que ellos dieron carrete manteniendo demasiado tiempo los tipos de interés cero requeridos durante la pandemia. Gracias a eso los efectos contractivos de la pandemia fueron intensos pero breves. Podrían haber sido catastróficos. Lo malo es que la FED y cía dictaron demasiado tiempo tipos de interés muy bajos que dieron alas a la inflación. 
La inflación es, exactamente, la velocidad de aumento del nivel de precios. No es un cambio relativo en unos precios respecto a otros. Es la estéril lucha de cada sector por mantener su renta, que no subiría si el banco central no lo alimentara aumentando la oferta de dinero. Si se sigue aumentando la oferta monetaria, es como un fuerte viento se levante y se propague el incendio.
¿Deben entonces los que han sufrido una pérdida de renta al principio? Pues sí. En el mercado mundial se ha producido una contracción de la oferta de MP, y hay que aceptar esa transferencia de renta, porque si se permite la inflación, es como un incendio en un bosque: cuanto más se espera apagarlo, más se propaga y más difícil es sofocarlo. 
Con medidas fiscales NO se puede apagar, porque eso puede cambiar los predios relativos, peo no la inflación. Es más, las medidas tomadas en Europa incentivan la demanda y por ello la inflación. Mientras la política monetaria sea laxa, los distintos sectores intentarán mantener/aumentar su renta, de manera estéril porque los demás van a hacer lo mismo mientras puedan (mientas haya liquidez excesiva). 
De modo que se puede decir: los bancos centrales hicieron bien en bajar los tipos de interés en la pandemia, pero tardaron demasiado en subirlos, lo hicieron cuando la inflación ya había cobrado fuerza. Cuando más se espera, más duro es sofocarla. En el gráfico se ilustra lo que digo.



La FED puso los tipos a cero por la irrupción de la pandemia. Luego tardaron el subirlos, cuando ya el PIB (línea roja) se estaba recuperando. Por tardar demasiado, se vio obligado a subirlos muy deprisa, pues la inflación se le iba de las manos. El PIB se ha moderado algo en el último años, pero todavía sigue creciendo. Sólo cuando llega una recesión, la inflación baja. Siempre ha sido así. Que la inflación siga fuerte cuando ya han caído los precios energéticos demuestra que la causa no es el cambio de precios relativos iniciales.
Estoy sin embargo de acuerdo con Niño Becerra, cuando dice que los gobiernos tenían que unirse y haber creado un monopolio mundial de demanda energética, para que los países no fueran cautivos precio-aceptantes de una oferta monopolizada.

sábado, 1 de abril de 2023

Tierra a la vista

En el gráfico adjunto, puede verse como los mercados ven cada vez más probable una recesión en USA. 



Fíjense en la línea azul, que es el diferencial entre el tipo a 3 meses y el tipo de los bonos a 10 años. Normalmente suele ser positiva. Desde que la FED empezó a subir su tipo de interés a un día, la curva de tipos se ha ido aplanando y, luego a ser crecientemente negativa. Eso se interpreta como que el mercado de corto plazo ha subido con el de la FED, pero no así el tipo a largo. Ergo los operadores señalan gritos que esperan que el tipo de interés  corto tenga que bajar, porque la economía se va a contraer en unos meses. 
Siempre que ha habido una posición negativa de este tipo, ha venido una recesión. 
Fíjense en la trayectoria opuesta de las dos curvas. La FED empieza a subir tipos tras su “error” de permitir que la inflación subiera, y cuando se puso a la tarea de subir el tipo oficial, pronto los mercados de la deuda a largo plazo empezaron a poner en duda que pudiera seguir mucho tiempo. 
¿Por qué? Porque saben que todo proceso antiinflacionista de subir los los tipos tiene un límite: la recesión siempre ha venido tarde o temprano y la FED se ha visto obligada a bajar tipos. Las recién crisis bancaria nonja hecho más que acelerar el proceso de la línea azul.
Es decir, recesión a la vista.
Esto demuestra que los bancos centrales no operan con información al momento, sino con retraso. No puede saber el momento óptimo para frenar la inflación (subiendo tipos) o la recesión (bajándolos). Siempre actúa, inevitablemente, con retraso. De ahí que hayan recesiones cuando sube los tipos y aumento de inflación cuando tiene que bajarlos. 

martes, 28 de marzo de 2023

El hombre no tiene Naturaleza, sino Historia

Hace décadas, casi todos, inconscientemente, creíamos en el futuro. Lo veíamos como algo amable y seguro. Esa es la clave para que una sociedad se mantenga a medida que se suceden las generaciones. 
Lamentablemente, ese paso de las generaciones con el tiempo no es inocuo. Decía Ortega y Gasset que el relevo generacional tiene efectos irreversibles. “Pasan dos o tres generaciones, y todo han cambiado“. 
Los tiempos pasados sólo se recuperan por la traidora nostalgia, que deforma la imagen. No vale aplicar estas ensoñaciones a los tiempos presentes. Son otros tiempos, otras sensibilidades, otros valores. 
No me atrevo a analizar los valores de hoy, que desde luego, a primera vista, no me gustan. 
Quizás los analizo con la nostalgia inevitable, y esto no me permite ser objetivo. 
Pero sí creo, desde mi elevada edad que, objetivamente, puedo decir que antes, no sé hasta cuando - Quizás hasta el cambio de milenio -, había más optimismo frente el futuro, que no se rompía con los cambios generaciones. Ese optimismo, no hace mucho,  se transmitía de padres a hijos. Esa cadena se rompió... en la generación milenial, generación perdida. Lo malo es que la siguiente también está perdida. Y nosotros, los de pasado, quizás un poco responsables de lo que hoy ocurre, también sufrimos de ese roedor que es el descreimiento del futuro.
El futuro se hace realidad en la esperanza, en la mirada hacia adelante, en el optimismo irrazonable pero fundado. A nosotros nos educaron cartesianamente, como si con la razón podías alcanzar el paraíso. Pero esa Razón entronizada por Descartes - pionero de la Ilustración - fracasó estrepitosamente sin el sustento del sentido vital, quizás la creencia irracional en un mundo mejor. Ese mundo mejor se lo fabricaba cada uno como podía, con los mimbres que la vida ponía en sus manos. 
La razón es sólo la sierva devota que te da argumentos ad hoc para justificarte. Pero por sí misma no te da vida. Por el contrario, te la corroe tenazmente. Desde hace tiempo, se ha intentado imponer la sola razón como guía espiritual, y no ha llegado muy lejos, aparte de corroer toda creencia, religiosa o no, incluso la que fue pilar indiscutible para llegar hasta aquí. Eso lo dijeron muchos, como Shopenhauer, para quien el carácter era el destino,  la Voluntad la impulsora, y la razón mera sierva. Ortega y Gasset, que interpuso la “Razón Vital”, menos racional y más servidora de nuestra caída involuntaria en este mundo, en el que somos náufragos obligados a bracear, con escasos medios para no ahogarnos. El cúmulo de “razones vitales” para mantenerse a flote y llegar a la orilla (razón, deseo, ilusión, creencia...), eran más sólidas antes que ahora; se han ido asfixiando poco poco y se ha sustituido por baratijas. Baratijas tóxicas, letales, sin pies ni cabeza, que son la base de una nueva “cultura”, no sé si el canto del cisne de la nuestra. No creo que llegue muy lejos, después de llevarse por delante todos los signos de nuestra civilización. ¿Es este el periodo de liquidación final de una nave que salió de puerto hace algunos siglos?
No sé precisar exactamente cuantos. La nave se llama Civilización Occidental, algo muy despreciado, odiado, o perseguido, según las latitudes, en todo caso no reconocido, negada su paternidad de lo que llamamos Democracia, Libertad, y sus sucesoras. Creo, me han dicho, que todo comenzó a edificarse sobre Roma. ¿Cuando empezó la deriva?
Decía Ortega (de nuevo OyG): “El hombre no tiene naturaleza, sino historia”. Me inclino a creerlo, al menos para el hombre social.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Powell cambia de tono y de rumbo

Riesgo sistémico y política monetaria 

Ante la minicrisis bancaria (llamémosla así), Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha cambiado de tono en el rigor que mostraba hasta ahora contra la inflación. Y ni sólo en el tono, sino también en el rumbo, pues ante la sucesiva crisis de varios bancos, ha prestado a estos nada menos que 160 mm de $ para rescatarlos (subiendo su balanza hasta 8,4 billones), ante el riesgo de un posible corrimiento de todos los depósitos bancarios y una crisis sistémica, quizás mundial. Como decía su antecesor Alan Greenspan, “la política monetaria tiene que ser una gestión de riesgos”.
Esencialmente, es lo que ha hecho Powell. Entre el riesgo de inflación y el riesgo de una crisis sistémica, Powell, acertadamente, ha elegido la senda del menor riesgo. Ha subido los tipos de interés solo 25 puntos básicos hasta el 4,75%, lo que es más que una señal de cautela, por otra parte lo que se esperaba tras la mini crisis bancaria.
Ahora bien, y Powell lo ha remarcado: muy posiblemente la crisis, aunque controlada con las generosas medidas de la FED, hará que la banca conceda menos créditos, lo que recortará la oferta monetaria y subirá el coste del préstamo. 
Es así porque la creación de dinero en el mundo actual está en manos de los bancos cuando conceden créditos. Generalmente se cree que los bancos generan dinero a través del multiplicador sobre los depósitos, pero eso es erróneo. Los bancos no esperan a que lleguen los depositantes a abrir una cuenta: conceden préstamos según sus valoración de riesgo y rentabilidad, y luego van al mercado interbancario a cubrir su descubierto de liquidez generado. En este mercado, el interbancario, la FED es un oferente y demandante más de liquidez, pero no un participante cualquiera, sino el que puede estirar su demanda/oferta de dinero a voluntad para controlar el tipo de interés fijado en sus reuniones periódicas. 
Por lo tanto, al suavizar la subida de tipos, está mandando un mensaje de que se propone moderar la curva ascendente del coste de la liquidez. Seguramente la banca, ante la tormenta pasada, evaluará sus riesgos y elevará sus ratios de capital y liquidez, es decir, aumentará el tipos de sus préstamos y por ende sus márgenes de negocio. 
El mismo Powell ha manifestado que la mini crisis ayudará en la lucha contra la inflación, lo que aduce como una razón más para cambiar de rumbo su política de subida de tipos. Si todo va como él sugiere, la crisis bancaria está sofocada, pero la banca será más cauta en sus operaciones de préstamo, lo que redundará en menos oferta monetaria y un enfriamiento de la inflación.
¿Tendrá razón? No podemos más que desearlo. Pero nada es seguro en el sistema bancario, todo lo contrario. La estructura actual de las finanzas es inherentemente proclive a los vaivenes. Como dice Martin Wolf, “la banca de hoy está diseñada para quebrar, y eso hace”. 
Hubo un tiempo no tan lejano en que, como El historiador Gorton dice, un banco se regulaba por la regla de las “tres 3”: tomaba prestado al 3%, prestaba al 6%, y cerraba la  oficina las 3h. Desde la famosa desregulación liberal, esto ha cambiado completamente. 
La competencia interbancaria y la desregulación suicida han impulsado el estrechamiento de los márgenes, la búsqueda de nuevos mercados, la aparición de la banca de inversión (no controlada por las autoridades), y la invención de nuevos instrumentos imposibles de valorar, cuya opacidad innata estuvo en la base de la grave crisis de 2008, en la que se empezó a tomar conciencia de que las finanzas no se autoregulan, como se creía. El caso es que hoy el regulador, por muy buenas inspecciones que lleve a cabo, está en un bosque oscuro que no le deja tomar decisiones de política monetaria libres de riesgos sísmicos. 
En otras palabras, tal como es el sistema del presente, la estabilidad bancaria es dependiente de la política monetaria, pues la regulación actual lo ha querido así, con la intención de que el ahorro llegue a Las cuatro esquinas de la tierra. De ahí se desprende que cuando el Banco Central (BC) intenta contener la inflación y sube los tipos de interés, se puede desatar una búsqueda general de liquidez que haga caer los precios de los activos  en los mercados, lo que significa una caída de los activos y una automática subida de tipos de interés. Por eso Powell no ha subido los tipos hasta el 5% (sino al 4,75%), pensando en que de hecho ya la mini crisis ha tenido un efecto contractivo. 
Esto no elude la cuestión de fondo, que la banca tiene una adicción de la banca a los tipos fijados por el BC; mejor dicho, de todos los bancos centrales del mundo, pues hoy una fallo en una punta del globo puede hacer temblar a la banca mundial, tan entrelazada. 
El sistema bancario debería estar a resguardo de los cambios en política monetaria. Sobre todo, como esta vez, de los cambios consecutivos de unos tipos de interés cero% a una inflación y subida de los tipos. Porque en la fase de tipos cero y una curva de interés plana, los bancos se encontraron con un estrechamiento de márgenes que les impulsó a buscar rentabilidad en activos de alto rendimiento muy volátiles, que por necesidad serían los primeros que sufrirían la subida de tipos de interés. Por ejemplo, es lo que hizo el Silicon Valley Bank: cuando la curva de interés era plana, captó depósitos de grandes corporaciones, tan elevados que no entraban en el seguro de depósitos, e invirtió en activos rentables, como préstamos a “startup”, muy prestigiosas empresas de capital riesgo en tecnología. 
Pero la subida de tipos de la FED y la caída de la oferta monetaria obligó a las empresas depositantes a retirar sus cuentas, a la vez que los activos caían en bolsa. Así, un banco que estaba aparentemente en regla, se topó con un problema de liquidez que le auguraba una quiebra. Respecto a las demás entidades caídas, ídem. Es posible que afloren más casos.
La FED indemnizó, a través de la FDIC, a todos los depositantes en su valor total, lo que contradice la ley que protege sólo a los depósitos inferiores a 250 mil $, lo que da una idea de la dimensión del riesgo; o del miedo.
Después vinieron otros bancos y otros rescates. Se vieron involucrados bancos pequeños, regionales, de poco riesgo, también cumplidores de las ratios exigidas, pero que hubo que salvar con un total de 160 mm $, lo que es un buen pellizco de inyección de liquidez. 
Hay sobre la mesa algunas propuestas para modificar la regulación a una más efectiva. La más interesante es quizás la de Mervin King, ex gobernador del Banco de Inglaterra, en la que los bancos tendrían que cubrir el 100% de sus depósitos con altivos líquidos. ¿Recortaría eso le riesgo de contagio, permanente pesadilla del BC? En todo caso, por la parte del activo, inevitablemente, se asistiría a una caída de los préstamos y mayores tipos de interés; pero a la banca no le interesa, naturalmente, ver caer sus activos (ni a los políticos, que desean la extensión del crédito barato). Prefieren la situación actual del polizón, cargar a la FED y al Tesoro el rescate último del séptimo de caballería. Así, la banca gana las tasa de beneficio sin pagar seguro de riesgos sistémicos. ¡Hasta han llegado a pedir humildemente la cobertura pública del 100% de los depósitos de la clientela! Es decir, riesgo cero y que la inflación suba si lo quiere... Supondría una dependencia aún mayor, porque la banca iría a por el máximo rendimiento sin medir los riesgos, algo inconcebible. De eso a  nacionalizar la banca...
Pueden apostar, por estos motivos no confesados,  que no se hará nada. 
Por lo tanto, mientras los BCs sigan subiendo tipos – Mientras la inflación no baje lo suficiente- Habrá riesgo sistémico incontrolable.
De todas maneras, recordemos lo que decía Walter Bagehot en su inmortal libro “Lombard Street”, que cuando hay un pánico, el Banco Central debe poner toda la carne en el asador.

Tamames y la Economía

La economía de Tamames no tiene padre ni madre conocidos. Su método es ostentosamente inexistente, a menos que no sea la acumulación de datos con una etiqueta. 
Eso pensábamos los que estábamos orgullosos de nuestra cátedra, la de teoría económica, porque nos decían que nosotros éramos los científicos.
Con el tiempo, nos dimos cuenta que el método científico del que nos jactábamos era un fracaso total, pese a a las toneladas de matemáticas que se vertieron en la economía académica. En la Economía no cabe la matemática y no ha lugar para el método científico acuñado por Karl Popper: deducción, hipótesis, contrastación empírica o falseamiento de argumentos. La economía del siglo XX ha sido un camino de fracaso no reconocido, del que se han salvado muy pocos. Al fin al cabo se vive bien y con prestigio, aunque la economía matemática y la econometría hayan sido tan estériles como laboriosas. 
Así que lo siento mucho, pero la historia, la sociología, “y los Tamames” tienen mucho que decir todavía, gracias a la inanidad de la teoría económica matematizada. 
También es verdad que detrás de los argumentos de Tamames hay un esquema, o varios, robados a los insignes economistas de la academia, pero yo no se lo reprocho, porque eso le ha dado consistencia a su obra.
Es lo que pensé ayer al oírle en la moción de censura contra el gobierno “Frankeisten” de Sánchez, en la que Tamames estuvo muy buen, pese a su temblorosa voz. 
No sólo hizo un alegato contra este gobierno, sino que también contra gobiernos anteriores, que han dejado pasar reformas estructurales claves, entre otras, la dimensión anémica de las empresas pequeñas españolas o PYMES. 
Las pequeñas empresas españolas, como dijo Tamames, aparte de pagar unos impuestos abusivos desincentivadores para su renovación, tiene un tara legislativa absurda que las impele a no pasar el 49 trabajadores, porque con 50 se meten un un bosque espeso de regulaciones, arbitrios ad nominem, mas fiscalidad, y un largo etc que reduce drásticamente su interés en crecer y crear empleo. 
Y como siempre ha dicho en las sucesiones ediciones de su “Estructura económica de España”, la empresa esta para crecer y ampliarse, renovarse y contratar mas gente, lo que vendría muy bien a la economía española en muchos sentidos. 
Es decir, en España hay una barrera artificial, invisible pero enorme, que protege a las grandes empresas de posibles competidores que les obligaría a bajar precios. Ese es el desarrollo natural de la empresa, que cuando nace es pequeña, pero aspira a aumentar su volumen de negocio y ganar las economías de escala que aparecen cuando se crece. Así es posible que haga más amplio el mercado, más competitivo y más a favor de los consumidores. En cambio, las empresas que han llegado a ser monopolistas y controlar el precio, no tienen ningún interés en que entren en su coto nuevos competidores. Le interesa más dominar el precio y olvidarse de la oferta, y hará prácticas dirigidas a dilatar lo más posible esa situación óptima para ella, pero no para el conjunto de la sociedad.
La imposición de una normativa sobre las PYMES totalmente retrógrada y paralizante, pese a que se promulgue en nombre del progresismo, es, como tantas  otras cosas arrastradas del pasado, lo que ha impulsado sin criterio alguno este gobierno, en esto como en tantas cosas. 
No es que esto no se tenga en cuenta en la Economía aplicada, que desciende del empíreo  de los dioses para decir algunas cosas sensatas que salen cuando se tienen los pies en la tierra. Los académicos, por el contrario, prefieren crear “dogmas matemáticos” con mucho aire enrarecido alrededor. Y la verdad es que siguen dominando las cátedras y la opinión preferente de los organismos estatales y los foros mundiales. Sus absurdas teorías siguen siendo la base sobre la que se edifica la economía mundial. Sin posar la tierra, de avión en avión y de foro en foro.
Tamames se permite además, mezclar en su argamasa argumentos históricos, y siempre he pensado que la economía sin “contrastación” histórica no puede llegar a conclusiones válidas. Encima es un hombre cultivado y añoso, lo que lo dota de una palabra fácil, acompañada, sin abusar, de anécdotas muy bien colocadas. 
Por eso no se puede perder de vista a los Tamames. 

miércoles, 15 de marzo de 2023

Inestabilidad e incertidumbre

Los bancos centrales han levantado opiniones crecientes de desaprobación desde que en 2008 iniciaron el QE (adquisición de títulos de deuda pública) a cambio de dinero, para estimular la demanda y así afrontar el riesgo de deflación. Algunos consideraron ese periodo de tipos de interés ultra bajos como una frivolidad que dañaría irremediablemente su prestigio, aparte de impulsar la inflación. 
Yo no diría que los bancos centrales son los únicos culpables de la desorientación actual, de la desconfianza creciente que despiertan ahora. Los gobiernos contribuyeron a ese desmadre emitiendo deuda sin tasa más allá de toda prudencia, deuda que tuvieron que comprar los bancos supervisores para mantener bajo el tipo de interés a largo plazo. Estas decisiones dispararon la inflación tras la pandemia, que se está intentando combatir con poco o nulo éxito y efectos colaterales sobre los mercados. 
Una complejidad nueva se ha presentado recientemente: las desordenadas quiebras de entidades financieras por el súbito miedo un posible contagio del pánico. Este nuevo frente suscita dudas en que los BC puedan afrontar la inflación con un condicionante de riesgo sistémico, aún remoto, que de aflorar obligaría a alterar, y revertir, la política antiinflacionista. Según Willem Buiter.  

“Cuando ocurre una crisis de liquidez de mercado y/o liquidez de financiamiento en un momento en que la inflación está por encima del objetivo, la tensión entre los objetivos de los bancos centrales (estabilidad de precios y estabilidad financiera) es inevitable. En tales casos, creo que la estabilidad financiera debe ser lo primero, porque es una condición previa para la búsqueda efectiva de la estabilidad de precios.”

El gráfico de abajo es una imagen bastante inquietante.




Representa el spread (o diferencial) del rendimiento del bono del Tesoro americano de vencimiento a 10 años con el ídem del tipo de interés oficial a vencimiento a un día al que la FED presta mercado interbancario a los bancos. 
Este spread es una de las medidas que refleja la pendiente de la curva de interés, siendo ésta la gráfica formada por los tipos de interés de los bonos del Tesoro a sus diferentes vencimientos. Cuánto más inclinada hacia arriba sea la curva, mayor será el spread reflejado en la gráfica. Cuanto más negativa sea la pendiente, menor será dicho spread. En el gráfico es claro que ha alcanzado la posición más negativa desde 1980.
La interpretación económica es clara: un nivel alto en el diferencial refleja tipos a corto bajos y a largo altos. Esta es la posición normal de la curva, y dice que ese diferencial refleja, aproximadamente, el margen de beneficio de la banca (y demás intermediarios) en sus operaciones de pasivo y activo. Esencialmente, la banca suele tomar prestado dinero a corto, a bajos tipos, y prestar a un tipo de interés más alto y a largo plazo a proyectos de inversión real, lo cual es inherentemente inestable para cada entidad y para todo el mercado financiero si no se ataja pronto esas ventas a pérdidas. 
El volumen de inversión real de las empresas crece hasta que su rendimiento marginal esperado se iguala con el tipo de interés que le carga la banca. Y no sólo la inversión; también determina el nivel de actividad y empleo. 
Una simple regla empírica: la FED nunca ha logrado contener la inflación sin causar antes una recesión. El caso más patente fue la recesión de 1980, cuando la FED tuvo que atajar una inflación de dos dígitos provocando una recesión, como se ve en la zona gris de entonces, duradera y profunda. Nunca ha habido un ajuste “suave” de la inflación. De momento, hoy, la recesión se ha evitado, pero la amenaza de crash financiero sigue presente. En 1980 no se produjo una crisis financiera sistemática…
Como vemos en el gráfico, precisamente ahora se observa una curva negativa, “invertida”, y, en el pasado, esta señal ha precedido en unos meses a casi todas las recesiones ( las zonas en gris son los periodos recesivos). Una curva invertida es generalmente debida a una subida de tipos de la Reserva Federal y a una caída de los tipos a largo, señalando un pesimismo en las expectativas que generalmente se cumple cuando se declara la recesión, que a priori no se sabe si será breve o larga, profunda o leve.
Observemos, también, que esta posición pesimista de la curva de tipos de hoy llega a unos niveles negativos nunca alcanzados desde 1980, lo cual significa claramente una seria tensión financiera, pues las entidades financieras se estarían endeudando a tipos similares o más altos que a los que presta, lo que presiona a la baja su margen operativo. El tipo de interés a largo tan bajo quiere decir que las expectativas de beneficio y de rentas es pesimista y, por ende, no hay demanda de crédito para invertir y consumir o, alternativamente, que se espera una caída de los tipos a corto. Pero recientemente se ha presentado otro problema: la quiebra de algunos bancos en distintos países, y severas caídas bursátiles, lo que de golpe ha hecho surgir, como en 2008  con la caída de Lehman Brothers (o 1929) el fantasma de quiebras bancarias en cadena, o por decirlo claramente, un posible riesgo sistémico. Es evidente que esto no sólo va a condicionar la política antiinflacionista, sino posiblemente hacerla girar 180º. No se descarta que estos episodios se repitan, pues desde 2008 hemos vivido más de una década con inflación cero y tipos de interés planos y cercanos a cero.
Con  los tipos de interés cero en 2009-2019, el margen operativo de la banca se comprimió a mínimos, lo que la impulsó a buscar rendimientos más altos en préstamos de alto riesgo y de volatilidad potencial muy grande. Así metió en sus activos títulos muy volátiles, que se intuía iban a dar problemas cuando subieran los tipos. Se intuía, pero no se pudo hacer nada con la desregulación actual.
 De ahí viene los problemas presentes de liquidez a corto plazo (que tarde o temprano se convierten en problemas de solvencia), con ventas generalizadas que no hacen más que agudizar el problema. Otra señal de alarma es la subida en flecha del tipo de descuento de la FED, lo que dice que la demanda de fondos de la banca ha tenido que acudir a la ventanilla de descuento, pese la sobre prima y el coste de imagen que supone.




Según Link, de Blackrock, 

“Las instituciones financieras con grandes cantidades de activos poco líquidos o difíciles de vender en sus balances podrían convertirse en víctimas del «efecto dominó» de la crisis de SVB. «Años de tasas más bajas tuvieron el efecto de impulsar a algunos propietarios de activos a aumentar sus compromisos con inversiones ilíquidas, intercambiando menor liquidez por mayores rendimientos. Ahora existe el riesgo de un desajuste de liquidez para estos propietarios de activos, especialmente aquellos con carteras apalancadas», traslada Fink a los inversores de Blackrock.” 

Por su parte, John Cochrane tiene razón cuando apunta a la deficiente regulación y supervisión como impedimento de la política monetaria, 

“SVB fracasó, básicamente, porque financió una cartera de bonos y préstamos a largo plazo con depósitos no asegurados propensos a correr. Las tasas de interés subieron, el valor de mercado de los activos cayó por debajo del valor de los depósitos. Cuando la gente quiere recuperar su dinero, el banco tendría que vender a precios bajos y no habría suficiente para todos. Los depositantes corrieron para ser los primeros en sacar su dinero. En mi post anterior expresé mi asombro de que el inmenso aparato regulador bancario no se percatara de este enorme y elemental riesgo. Se necesita poner 2+2 juntos: muchos depósitos no asegurados, gran exposición al riesgo de tasa de interés. Pero 2+2=4 no es matemática avanzada.

¿Cuán extendido está este problema? ¿Y qué extendida está la falla regulatoria? Uno pensaría, mientras se pone el paracaídas antes de saltar de un avión, que la Fed habría comprobado que subir las tasas de interés para combatir la inflación no hundiría a muchos bancos.

Los bancos pueden informar el "valor en libros" "mantenido hasta el vencimiento" o el valor nominal de los activos a largo plazo. Si un banco compró un bono por $ 100 (valor en libros) o si un bono promete $ 100 en 10 años (valor de retención hasta el vencimiento), básicamente, el banco puede decir que vale $ 100, aunque el banco solo pueda vender el bono por $75 si necesitan detener una carrera. Entonces, una forma de plantear el problema es, ¿cuánto más bajos son los valores de mercado que los valores contables?”

Como dice Martin Wolf

“La banca de hoy esta designada para quebrar, y lo hace”. 

Es un riesgo permanente que está ahí, inoportuno, oculto, que condiciona la política antiinflacionista, pues siempre que se suben los tipos de interés y se restringe el dinero puede generarse un pánico que amenaza a las entidades más sanas: Una vez que la mayoría ha decidido aumentar sus tenencias de liquidez, vende sin tasa y los precios se derrumban.
Citemos a Greenspan, 

“En realidad, la política monetaria requiere gestionar los riesgos”.

¿Pero quién genera esos riesgos? No será casualmente la desregulación casi total digna de otros tiempos menos revueltos? Esto transluce una zona oscura, inaprensible, en la información, que se requeriría para hacer una política monetaria precisa y sin riesgos sistémicos. Hemos aprendido que eso, en este mundo complejo, no existe. Lo que se adivina es que el tipo de interés de la economía real es muy distinto que el de equilibrio de las finanzas, y sólo cuando se alinean hay paz... El error básico ha sido confundirlos a ambos.
La FED, de momento, no ha modificado su discurso oficial de seguir luchando contra la inflación, es decir, de seguir subiendo tipos. Pero el gráfico y el pequeño - o no tan pequeño - temblor de los mercados por la caída del SVB, Signature, Credit Suisse… (aún no estancado) ponen en cuestión el margen de que disponen la FED y el BCE para seguir impertérrito ante un posible movimiento sistémico difícil de parar una vez desencadenado. La economía USA va bien hasta ahora, pero el gráfico dice que las expectativas son de recesión en unos meses. En el mejor de todos los escenarios, se esperaría que la FED siga subiendo tipos, hasta que llegue una recesión manejable y cambie de modo de pensar. Pero a esa recesión se puede adelantar una Crisis financiera.
Hubo un tiempo en que los bancos eran los únicos intermediarios y estaban muy regulados y supervisados por su banco emisor. Tenían menos posibilidad en meterse en grandes riesgos y grandes endeudamientos. Además, había más información sobre su estado. El historiador Gorton dice que antes de la liberación de los ochenta, un banco se reglaba por la regla de las “tres 3”: tomaba prestado al 3%, prestaba al 6%, y cerraba la  oficina las 3h. Desde la famosa desregulación liberal, esto ha cambiado completamente. La competencia interbancaria y La desregulación suicida han impulsado el estrechamiento de los márgenes, la búsqueda de nuevos mercados, la aparición de la banca de inversión (no controlada por las autoridades), y la invención de nuevos instrumentos imposibles de valorar, cuya opacidad innata estuvo en la base de la grave crisis de 2008. 
El, BCE, por su parte,  ha subido sus tipos al 3,5%, pero ha dejado bien claro que no se cree sus propias previsiones económicas hechas antes de la tormenta. Quizás ese o menos malo podían hacer para preservar su mermada confianza en su lucha antiinflacionista. Es urgente activar un marco regulatorio para desligar los avatares de la economía de la volatilidad inherente de las finanzas. 
Sin embargo, es difícil pensar que la desregulación pueda dar marcha atrás hacia la inocencia de otros tiempos. El propio sector sufriría, y los efectos secundarios serían poco apetecibles, como el encarecimiento severo del coste financiero. Sí, la financiación desregulada ha hecho disponible el ahorro mundial al alcance de todo de todo el globo, pero a cambio de un riesgo constante, agazapado, de quiebra sistémica. Además, las propuestas que están sobre la mesa irían en contra de la capacidad de la banca de conceder crédito (por ejemplo, ratio de liquidez/depósitos = 100%), que se vería más limitado que hoy. Eso enfriaría el nivel de competitividad interbancario, pero que a la postre sea el estado quien tenga que salvar a los bancos destruye casi del todo el argumento de la competitividad. Quizás sea mejor más estabilidad y menos competitividad.
La financiación des regulada a favorecido la difusión del ahorro por todo el mundo, pero la estimación del riesgo no se ha caracterizado por su acierto. Repetidamente el estado ha tenido que correr a sofocar el incendio.
Quiero resucitar una larga cita de Robert Skidelsky, biógrafo de Keynes, sobre el riesgo y la incertidumbre:
 
“Muchos comentaristas han supuesto que Keynes tenía poco o nada que decir sobre la inestabilidad financiera. Esto es falso: la inestabilidad de la inversión como causa de la crisis es un tema continuo en sus escritos: la incertidumbre que opaca el futuro, claramente identificada. 
Con la misma claridad, Keynes identifica el conocimiento probabilístico del futuro como el "supuesto tácito" clave detrás de la teoría clásica del mercado autorregulado (Keynes, 1973C, p. 112). Si supiéramos lo que traerá el mañana, nunca, suponiendo un comportamiento racional, habría una crisis financiera o económica. La opinión de Keynes de que la incertidumbre sobre el futuro es la causa principal de la crisis financiera puede contrastarse con la opinión convencional actual de que el reciente colapso bancario fue causado por la "valoración errónea del riesgo". Detrás de esto se encuentra la noción de que los riesgos pueden tener un precio correcto, pero que los mercados se vieron impedidos de descubrir estos precios correctos por fallas en la información o en los incentivos. La clave para la prevención de nuevas crisis sería, por lo tanto, una mejor “gestión del riesgo” por parte de los bancos y de los reguladores: más transparencia, mejores modelos de riesgo y, sobre todo, mejores incentivos para evaluar correctamente los riesgos que se corren. 
No se cuestiona la opinión de que las inversiones pueden, en principio, tener un precio correcto y que, en promedio, se cumplirán las expectativas. El argumento parece estar entre aquellos que dicen que los riesgos siempre tienen un precio correcto en promedio (los teóricos del mercado eficiente) y aquellos que conceden que los shocks exógenos, la información imperfecta y/o los incentivos incorrectos pueden hacer que los precios del mercado se desvíen temporalmente de los precios correctos dados por 'fundamentos'. 
Por el contrario, Keynes hizo una distinción clave entre riesgo e incertidumbre. El riesgo se da cuando las probabilidades pueden ser conocidas (medidas); la incertidumbre existe cuando no se pueden conocer (o medir), es decir, cuando el futuro es incognoscible. Su idea original fue que la teoría clásica del mercado autorregulado se basaba en la afirmación epistemológica de que los participantes del mercado tienen información perfecta sobre eventos futuros. Admita esto y se sigue el supuesto de pleno empleo - niéguese y se derrumba. La economía de Keynes, por otro lado, es aquella en la que nuestro conocimiento del futuro es "generalmente muy escaso y a menudo insignificante" y las expectativas están frecuentemente sujetas a decepción (Keynes, 1973A, pp. 194, 293-4). Esto hace que la inversión sea “un tema peculiarmente inadecuado para los métodos de la teoría económica clásica” (Keynes, 1973C, p. 113). Los modelos macro que suponen que tenemos probabilidades calculables son irrelevantes para el funcionamiento real de las economías.

Sin embargo, a día de hoy esos modelos son la base de la política monetaria y financiera de hoy. Friedman podría haber descubierto la verdad del mundo real, pero era más cómodo basarse en modelos clásicos, tan fríos y bellos como incómodos. La realidad es mucho más prosaica y desapacible, y cuando se intenta obviarla, saca la cabeza. 

sábado, 11 de marzo de 2023

El caso SVB. ¿Un nuevo 2008?. El desequilibrio inherente del sistema financiero es la causa de todas las crisis

El caso SVB. ¿Un nuevo 2008?. El desequilibrio inherente del sistema financiero es la causa de todas las crisis

Desde la crisis de 1929, se establecieron reglas estrictas a la actividad financiera para que las entidades fueran razonablemente estables. Había una regulación y supervisión que acotaba su campo de actividad. Toda  esta red de seguridad fue desmontada en 1980, cuando Reagan y Thatcher llegaron al poder y se decidió desregular los mercados, incluso los financieros. 
Desde entonces, las crisis han sido recurrentes.
Se ha querido ocultar la verdadera situación de los bancos. Desde la crisis anterior, en 2008, los bancos han sufrido por los tipos de interés cero o negativos, y la curva de interés plana. Esta curva es la esencial fuente del negocio bancario, que normalmente se endeuda a tipos bajos a corto lazo y presta. Tipos largos a largo. Ha pasado más de una década sin poder hacer negocio “normal”, por la caída en picado de los tipos de interés a niveles muchas veces negativos. 
Esta nueva crisis de ventas masivas de títulos, contagiada a todos los mercados del mundo a causa de las dudas suscitadas por la caída y liquidación del SVB (Silicon Valley Bank), pone en evidencia que los inversores se retiran y venden, temiendo que los bancos no estén patrimonialmente seguros: que estén más endeudados de lo que se reconoce y que sus activos, que han empezado a caer en bolsa, estén sobrevalorados. 
La caída de los mercados bursátiles ha dado ya la vuelta al mundo, pese a las medidas en EEUU para proteger a los acreedores del SVB. Hay que ver si este tsunami se para o... Los bancos centrales ya están revisando su política esperada de subidas de tipos para cortar la inflación. En realidad, el golpe que se avecina es el que se va a encargar de frenar la inflación, que pasará a segundo plano en las preocupaciones de los bancos centrales. Lamentablemente no se podrá evitar la recesión.

El viernes 10 de marzo se tambalearon las bolsas mundiales, por el santo temor que despertó la quiebra del Silicon Valley Bank. Este banco tenía un agujero de solvencia que obligó a las autoridades a intervenirlo, sanearlo, para que el lunes los depositantes puedan recuperar su dinero... la intervención ha sido contundente, por lo que ha levantado la sospecha de que la FED va a sentir miedo en su lucha contra la inflación…
El Silicon Valley Bank financiaba nuevos proyectos startup en la zona más tecnológica de EEUU, con su leyenda de revitalización del capitalismos americano. 
Pero las leyendas no valen de nada cuando llega el pánico. En todo caso, las leyendas aumentan las posiciones insolventes con demasiado apalancamiento, algo que se escapa a la vigilancia y regulación de la FED, como pasa con todos los bancos de inversión, operantes no sometidos a las reglas de la banca de depósitos que se financian en el mercado interbancario, en el que la FED tiene el papel de último recurso: es el que interviene comprando o vendiendo cuando el tipo de interés del mercado se aleja del anunciado y deseado por la FED.
Lo malo de este “mercados en las sombras” (y de gran parte del mercado en realidad), es que para las autoridades es imposible detectar desequilibrios agudos que puedan desencadenar una crisis sistémica que arrastre a todos los mercados. 
Es decir, lo que pasó en la crisis del 2008, que empezó con la crisis del NorthenRock y luego contagió a otros bancos en el mundo hasta que en EEUU Se dejó caer “Lehman Brothers”, que fue el pistoletazo de salida a la crisis más grave desde la de 1929. 
El organismo creado en los años de las turbulencias de 1929, FDIC (seguro de depósitos), se ha hecho cargo del SVB, pero algunos sospechan que su caída puede contagiar a otros que puedan estar en posiciones patrimoniales, o de liquidez, arriesgadas, hasta ahora ocultas por lo que hemos visto de la falta regulación y supervisión. Es una zona operativa de alto apalancamiento, invertido en instrumentos  muchas veces sobrevalorados en la fase anterior de euforia, por lo que basta una chispa para que se desencadene el pánico, las prisas por vender títulos y las caídas en los mercados bajo la presión vendedora. 
Es en estos momentos muy volátiles cuando el banco central debe empezar a pensar en inyectar liquidez para cerrar la sangría de las cotizaciones bursátiles y la consiguientes subida de la curva de tipos de interés, porque esos movimientos conjuntos de desaparición del dinero, subida de tipos y contagio de todo el sistema, acabarán en deflación y depresión de la economía real, que es lo que pasó en 1929, cuando la FED creyó una buena idea subir los tipos de interés para “purgar” los excesos del pasado. 
Milton Friedman, en su investigación histórica, demostró que la culpa de la intensidad de la enorme crisis mundial de entonces fue la restricción monetaria de la FED, presuntamente ejemplar, pero en verdad letal. 
De ese caso, que sólo se empezó a resolver cuando en 1932 ganó Roosevelt las elecciones presidenciales, y una vez en el poder decretó la suspensión del patrón oro y, por ende, la salida del dólar de dicho patrón. El dólar se devaluó más de un 30%, y eso permitió bajar los tipos de interés internos y aumentar el dinero en circulación. En 1934 empezaron a verse los resultados de una política de inyección masiva de liquidez.
En 2008 asistimos a una crisis similar en sus raíces. Entidades muy apalancadas, con activos de sobrevalorados, entrelazados en una tupida red de desequilibrios letales potencialmente, fuera del radar de las autoridades monetarias y financieras. Lo que pasa es que en 2008 estaba como presidente de la FED Ben Bernanke, académico estudioso de los hechos de 1929, por lo que sabía en que consistía el extraño juego de la deflación de activos y su contagioso al resto de la economía. 
Aunque Bernanke estuvo demasiado tiempo remiso a tomar decisiones, quizás porque querían “cargarse de razón” y que el Tesoro y otros pesos pesados compartieran su responsabilidad. En el gráfico vemos...




... que la FED no bajó decisivamente su tipo de interés oficial hasta bien entrada la recesión (zona gris). Primero intentó quedarse en el 2%, pero la caída del Banco Lehman le abrió los ojos y bajó al 0,5%, inaugurando así un largo periodo, hasta la Pandemia, de tipos cero o negativos... No hubo deflación, pero sí un largo periodo de pesimismo, déficit de inversión, y curvas de interés muy planas, lo cual indica que inflación no había ni se la esperaba. Con todo, mayoría de los historiadores están de acuerdo en que pudo haber sido más grave que 1929.
¿Puede repetirse otro evento como el 1929-2098? desde luego que sí, pues los bancos centrales están intentando reducir una tasa de inflación y subiendo tipos escalonadamente, por lo que si hay más entidades en posiciones delicadas y activos dudosos, entrará en conflicto el deseo de enfriar la inflación con la necesidad de inyectar liquidez para paliar un pánico sistémico. Por lo tanto, la FED y sus colegas esperarán un tiempo  para ver si la amenaza de deflación se concreta, Y sólo entonces dejaran de subir los tipos y luego emprenderán la desescalada. Seguro que la FED tiene preparado tal escenario, aunque no lo podrá encima de la mesa mientras la inflación siga fortaleciéndose. 
Pero por este lado, hay que decir que tienen cada vez más las manos atadas. En realidad se sabe bien que las crisis son consecuencia de una burbuja anterior, que se pincha por la subida de tipos del banco central, subida que se pretende rutinaria, pero nunca lo es. Los endurecimientos de políticas monetaria de la FED siempre han precedido las recesiones. 
El problema insoluble es que el tipo de interés de equilibrio financiero y equilibrio de la economía real rara vez son lo mismo, y a veces discrepan notablemente. El tipo de equilibrio de la economía está aproximadamente en el 5%, que permite una  tasa de crecimiento real del 3% y una inflación de 2%. Es el óptimo que persiguen los bancos centrales cuando dicen que su objetivo de inflación es del 2%. El financiero es muy difícil de precisar, simplemente porque hay una desinformación “sistémica” constante. La FED intenta quitarse por el tipo óptimo para la economía real, pero es perfectamente compatible con la formación de burbujas y posteriores crisis.
Ahora es pronto para saber cual será e lo efecto de la intervención del SVB por el FDIC. De momento, hay quien opina, como Mohamed El Erian, 

“Dado que el rescate relacionado con EE. UU. SVB va más allá de lo que muchos esperaban, los mercados lo ven como algo más que proteger los depósitos y los pequeños inversores.
El movimiento inmediato en los bonos a 2 años apunta a la opinión de que, al tratar esto como una amenaza sistémica, el Fed también se retirará de su batalla imflación.”
Este es el riesgo en el que estamos. Nuevas expectativas de la FED echando el freno y vuendise impelido a abandonar su rigor inflacionista, por el miedo a un riesgo sistémico. Por cierto, ¿no sugiere la contundencia en la salvación del SVB información privilegiada sobre el estado real del sistema financiero?

En resumen, una situación nueva para los bancos centrales, pillados a contra pie en su estrategia antiinflacionista, que se da de bruces con los desequilibrios financieros, hoy oscurecidos, pero que pueden aflorar en cualquier momento, como hemos visto en la caídas de Silicon Valley Bank. Una situación paradójica, pero no nueva, pues siempre antes de las caídas se ha asistido a una burbuja embriagadora que ha llevado al paroxismo del apalancamiento y a la minusvaloración de la liquidez, hasta que la FED sube tipos. Tarde o temprano alguien se pilla los dedos. Tarde o temprano, otros caen en el lazo de la insolvencia, desatada por la falta de liquidez, porque la falta de liquidez prolongada lleva a la insolvencia. 
La demanda de liquidez frente a una oferta constreñida por la FED… 
El caso SVB nos coloca en una posición nueva sobre el inmediato pasado, que quizá dé lugar a caída de mercados, subidas de tipos de la deuda, desplome de la demanda... en todo caso, los mercados habían estado recientemente subiendo a posiciones sobrevaloradas.

martes, 7 de marzo de 2023

Los chicos y las chicas

Los chicos y las chicas

Mañana hay una manifestación de, creo, feministas, aunque no sé exactamente cuáles, porque ahora hay varias hornadas de feminismo. El de ayer ha sido sobrepasado por el nuevo de hoy. Están bastante enfrentados. Irene Montero es muy criticada por el feminismo de ayer y antes de ayer. 

Arcadi Espada les dedica un artículo magistral. Me permito transcribir un párrafo que levantará ampollas.

“El mujerío (sic) vive de las mujeres en una proporción incomparablemente mayor de lo que lo ha hecho cualquier forma de proxenetismo. Su sostenido chantaje esteriliza la conversación que trata de llegar a la verdad y al acuerdo y no hay mejor ejemplo posible, en la ruina cognitiva española, que la llamada ley del sí es sí, falsedad proteica que arranca de su propio coloquial enunciado y cuyo único objetivo veraz es la liquidación de la presunción de inocencia del varón. Un objetivo que, por cierto, permanecerá intacto, ahora con el apoyo también de la derecha. El mujerío, donde se alistan indiferenciados un gran número de eunucos morales...”

Quizás escueza a los ojos. Échese gotas antes de leerlo, si es que se considera “concernido” por el “concerniente”. Por cierto, yo veo muchos eunucos morales por la calle....

En resumen, parece ser que el feminismo ha roto y sigue rompiendo barreras que no son tales, sino piezas de la naturaleza humana, de la que ha tiempo hemos perdido la huella.


viernes, 3 de marzo de 2023

Inflación y tipo de interés

La inflación española ha vuelto a despuntar en febrero. Eso es malo, pero lo peor es que la inflación subyacente alcanza un 7,7% interanual (de febrero a febrero), lo que no deja de cuestionar la eficacia del BCE en su política monetaria antiinflacionista. Como vemos en el gráfico, del INE, la inflación del IPC anual parece haber alcanzado un suelo, mientras que la subyacente da muestras de aceleración desde noviembre, momento en el que ambas se cruzan y la subyacente rebasa al IPC total. 




La inflación subyacente es más importante a largo plazo, pues está depurada de los precios más volátiles, y por lo tanto indica la inflación que se mantendrá o subirá cuando los precios básicos (energía, materias primas) vuelvan a subir. En otras palabras, es difícil que bajemos del 7,7% subyacente de febrero: lo probable es que la inflación mantenga ese suelo y lo supere. 
Es verdad que el BCE no puede reducir la inflación de manera tajante sin provocar una fuerte recesión en Europa. “Sólo” necesita crear sólidas expectativas de que en un periodo razonable lo conseguirá. Pero si hubiera conseguido generar esas expectativas, estaríamos ahora hablando de una moderación paulatina del IPC, lo cual no ocurre.
Además, los gobiernos miembros de BCE no están ayudando precisamente al BCE a bajar la inflación, todo lo contrario, sobre todo el de España. Con sus políticas de subvenciones y bonificaciones fiscales al consumo, están creando un exceso de demanda que el BCE intenta limitar, como ha dicho la presidenta del BCE, Christine Lagarde. 
Realmente no sorprende que la inflación se muestre reacia a ceder, pues aunque el BCE ha subido sus tipos de interés desde que estaban en el -0,5% de 2019, hasta el 3% de hoy, como vemos en la imagen (el importante es el tipo llamado “fixer rate tenders”, que es el que paga la banca al BCE por sus préstamos en operaciones repos a un día, la expresión máxima de liquidez). 




Estos datos dan una imagen de las dificultades encontradas para el BCE para atajar la inflación. En poco tiempo ha tenido que elevar los tipos, que estaban en negativo, para contener una inflación desbocada, en un contexto de actividad no plenamente satisfactoria, con empresas todavía dañadas por la pandemia. Veníamos de una deflación que bajó  tanto los tipos de mercado que luego normalizarlos no era fácil sin ahondar en una recesión. El BCE ha reaccionado tarde al brote inflacionario, que interpretó como transitorio. Error que cometieron todos los bancos centrales.  Así que partió de una nivel de tipos negativos y reaccionó cuando la inflación ya había alcanzado velocidades muy elevadas. Eso le exigía más firmeza para que el mercado creyera en su política contractiva, lo que no sucede del todo. 
Sí nos fijamos en los tipos  de interés del BCE, resulta que hoy, los tipos reales (deflactados por la inflación) son más negativos que cuando en 2019 se empezó a subirse. Es decir, la financiación hoy es más barata que cuando empezó a brotar la inflación, que ha subido más deprisa que los tipos de interés. Sigue siendo muy rentable endeudarse y especular con la inflación, pues la deuda contraída disminuye en términos reales, mientras que el activo adquirido sube de valor por la inflación. Que es lo que siempre, en todas las épocas,  ha alimentado la inflación. Sobre todo en mercados con claro signo social, como el inmobiliario.
Mientras el tipo de interés real sea negativo, la inflación no cederá, porque apenas hay riesgo en endeudarse y esperar a que los precios suban. Esto mina la credibilidad del BCE en sus promesas de enfriar la inflación. La subida más rápida de la inflación subyacente que el total del IPC lo confirma... Lo que hace más difícil la labor del BCE, que se va a ver en la tesitura de tener que alargar en el tiempo sus previsiones de moderación. Lo que no dejará de minar su credibilidad.
Por eso suscribo lo que dice Paul Krugman sobre la prudencia con la que se debe actuar ante la enorme incertidumbre que tenemos delante:

“Entonces, ¿qué sabemos sobre la inflación y el estado general de la economía?

Es probable que la inflación subyacente haya bajado desde principios de 2022; realmente se tiene que trabajar duro para encontrar medidas que no digan eso. Pero no sabemos cuánto ha bajado.
Sin embargo, la inflación aún se encuentra significativamente por encima del objetivo del 2 por ciento de la Reserva Federal.
La inflación elevada no es un misterio: la economía todavía parece estar funcionando bien, a pesar de una serie de aumentos de tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Hasta el momento no hay evidencia de que la inflación se esté afianzando, por lo que tendremos que pasar por un período prolongado de alto desempleo para que vuelva a bajar. No digo que no pueda suceder, pero por lo que puedo decir, no hay evidencia que respalde los temores de una estanflación al estilo de los años 70.
Dada esta imagen, no veo cómo la Fed puede evitar seguir subiendo las tasas de interés hasta que sea más o menos inequívoco que la inflación está bajo control. Por otro lado, no parece haber ninguna razón para entrar en pánico. La Reserva Federal se está abriendo camino a través de una densa niebla de datos, y esto me sugiere que debería evitar movimientos drásticos en cualquier dirección.

Y por nuestra parte, los observadores económicos pueden querer respirar hondo y enfriar parte de la retórica. La verdad sobre la inflación se ha vuelto más difícil de discernir, y esa niebla no es algo que un choque de egos vaya a despejar.”

Un discurso que ciertamente no es audaz, pero es que no son tiempos para la audacia.En otras palabras, debemos asumir que viviremos algún tiempo con inflación varios puntos por encima del 2%, nos guste o no. En España (y otros países europeos), esto será más patente por los palos en las ruedas de la incontinente política fiscal de déficit y deuda.

jueves, 2 de marzo de 2023

Ferrovial

No son los impuestos, imbécil

Ferrovial y su abandono de Madrid como sede social no es por eludir impuestos. Es por no poder estimar con cierta seguridad cuál será el marco jurídico del año, y al año que viene, etc. Y eso es culpa del gobierno, que cambia todos los años el marco jurídico sin que el empresario puede fijar sus expectativas jurídicas mínimas. Para rematar bien la faena, los ministros de ramo ya han amenazado a Luis del Pino, por su “Olvido de lo que le debe a España” en su larga carrera. Con permiso, ¿este gobierno corsario, con patente de corso, tiene en cuenta lo que España le debe a Ferrovial? 

El empresario es un factor de producción generalmente desdeñado en la opinión pública. Tampoco es que la Economía académica marque con precisión su impagable función, salvo como un factor residual después de descontar la inversión. Creo que los mejores economistas de hoy, con el cerebro machacado por los modelos de Equilibrio General, de un solo agente universal que es el consumidor pero también el inversor, tampoco se molestan mucho en hurgar en la función empresarial. 

Sin embargo, el empresario es una función tan crucial para la marcha de la economía, que el mismo Lenin, fundador del Comunismo en la tierra, tuvo que recurrir a los empresarios para hacer funcionar “aquello” que se había atascado por culpa de su aberrante política. Eso sí, avisando que en cuanto se pusiera en marcha la producción, mandaría matar a los “burgueses“ obligados a gestionar “aquello”.

Y, ¿que era  eso tan delicado que los burócratas no podían levantar?

El empresario es el que decide cuánto capital invertir - inmovilizar - en los próximos años, que tenga la suficiente rentabilidad para pagar a los prestamistas y dejar un margen de beneficio empresarial. Una función que el obrero no puede hacer, como demostró Lenin. Tiene que ser un especialista que no abunda. Para que esa función sea satisfactoria, es necesario reducir la incertidumbre que pesa sobre el futuro a la mínima expresión. Especialmente la incertidumbre jurídica, que puede emborronar totalmente la estimación del beneficio por encima del tipo de interés pagado por la deuda. Inmovilizar tiene unos costes. Una inversión alternativa, sea del mismo empresario, sea de otro, que no podrá acceder a los fondos que se han comprometido ya. si se equivoca reiteradamente quebrará. Lo suyo es que los acreedores liquiden y decidan el destino de lo que quede. Menos en España, claro, país donde nos gloriamos de muchas empresas zombies quebradas, pero sostenidas en parihuelas por manipulación del estado. Por ejemplo, el Pís, ese periódico al que ya nadie cree pero siguen manteniéndolo a flote,¿por? Quí lo sà.

Lenin logró por unos buenos años de cosecha y empresarial con su implantación de la Nueva Economía Política, que se vino abajo cuando  enfermó y murió. La Nueva Política Económica fue reemplazada por el Primer Plan Quinquenal de Stalin en 1928.En efecto, los burgueses fueron fusilados. Luego ya fusilaron a sus propios compañeros, pero es otra historia. 

Es lo que pretende el siniestro juego de este gobierno, aún que de momento solo con la ruleta rusa. 

No duden que habrá más multinacionales que huyan buscando climas jurídicos más templados, aunque sea al norte.  

Aquí, desde el bachillerato, nos enseñan que el empresario es un piojo sanguinolento chupa-sangres, y lo mejor es exterminarlo, después de expropiarlo, claro.

No son los impuestos.