La carta dice (donde debería decir: puede hacer ud lo que quiera con les referéndum, que yo lo prohibiré, como es mi obligación, con toda la fuerza de la ley):
"Estimado President,
En respuesta a su carta en la que me plantea la necesidad de abordar un proceso de negociación para la celebración de una consulta en Cataluña, y sin perjuicio del exhaustivo análisis que exige el informe jurídico y político que me ha enviado con posterioridad, paso a manifestarle mi criterio respecto a las cuestiones que plantea. [Puedes leer el contenido íntegro de la carta enviada por Rajoy a Mas aquí]
Siempre he sido -y creo haberlo demostrado-una persona comprometida plenamente con el diálogo como forma de resolver las diferencias políticas o de cualquier otra índole.
Este compromiso con el diálogo adquiere su verdadero sentido desde la exigible lealtad institucional y desde el respeto al marco jurídico que a todos nos protege y que a todos nos vincula, en especial a quienes ejercemos responsabilidades de Gobierno. Por mi parte, el diálogo no tiene fecha de caducidad cuando se trata de atender al interés general de los españoles y, por ello, de todos los catalanes.
En este sentido, considero que el mejor servicio a la legitimidad democrática que usted invoca es precisamente respetar ese marco jurídico en el que los gobiernos hallan su fundamento y legitimidad y los ciudadanos encuentran la garantía para la convivencia y la concordia.
Estoy convencido de la extraordinaria relevancia que Cataluña tiene para el conjunto de España y de la riqueza, pluralidad y singularidad de la sociedad catalana. Pienso asimismo que los vínculos que nos mantienen unidos no pueden desatarse sin enormes costes afectivos, económicos, políticos y sociales. Y por supuesto, quiero también transmitirle la firme convicción de mi Gobierno de que hemos de trabajar en el fortalecimiento de esos lazos y huir de los enfrentamientos. Debemos hacerlo desde la lealtad recíproca y el fomento de la corresponsabilidad en las dos direcciones.
Convencido de que juntos ganamos todos y separados todos perdemos, le invito a que ejerzamos responsablemente nuestra función como gobernantes democráticos con lealtad hacia los ciudadanos y las instituciones que representamos en estos momentos de dificultad económica y social que padece nuestra sociedad.
Fmdo: Mariano Rajoy
Hoy está bien, a pesar de su barroquismo, la "Carta del Director" de PJ Ramírez. Entresaco unos párrafos:
Es un secreto a voces que Rajoy eligió a Jesús Posada para la Presidencia del Congreso por tratarse del único dirigente popular que supera su propia maestría en el arte de la parálisis política. Posada está ahí, expuesto en su sillón, al modo en que lo estaba Landelino, con la consigna de no hacer nada –excepto bloquear las iniciativas de la oposición– y hasta ahora ha cumplido a rajatabla.
Esperar que quien en casi dos años de mandato no ha tomado ni una sola iniciativa, no ha hecho ni una sola manifestación de peso o impacto en defensa de los valores constitucionales, fuera a ocuparse de garantizar que el hemiciclo estuviera en condiciones de ser utilizado puede parecer una ingenuidad. Pero es el gestor de la barraca y tenía el deber de asegurarse del buen término de las obras, de forma que sus Otilios, con todo el pedigrí de una de las grandes constructoras españolas, no pudieran ni dejarle el techo como un gruyère ni, en compensación, escayolar la huella de los balazos del 23-F. El «puedo decirle que la orden que se dio fue la de respetar al máximo lo que había» que esbozó Posada sólo es propio de Pepe Gotera al despertarse de la siesta.
Si la reacción del que es su mayor amigo dentro del Gobierno –en el caso de que tuviera alguno– es representativa de la del presidente, démonos por fotuts. Lo último que se debe hacer ante un depredador como el nacionalismo es dar muestras de sentirse intimidado por sus demostraciones callejeras. Y la persona más inapropiada para exhibir tal miopía es un ministro de Asuntos Exteriores que acaba de sacar tanto pecho en relación a Gibraltar. Cualquiera diría que si pudiera rehacer el Tratado de Utrecht, Rompetechos Margallo recuperaría el Peñón y cedería Cataluña.
Cuidado. Todas las líneas rojas han sido ya desbordadas. Rajoy puede reiterar impunemente que cobrando una nómina de 21.000 euros al mes Bárcenas «ya no estaba en el partido» –nadie se va a rebelar en el PP como nadie se rebela en el PSOE por los ERE–, pero hasta los más serviles empiezan a dudar de que Cataluña siga estando en España cuando se permite a sus autoridades utilizar las competencias y medios cedidos por el Estado para empeñarse en destruirlo. Una cosa es ponerse de perfil ante un escándalo de financiación ilegal y sobresueldos y otra hacerlo cuando está en juego la propia existencia de España.
Claro que hay que reformar la Constitución, pero en el sentido apuntado por el Consejo de Estado, o sea en el sentido opuesto al que propugna Rubalcaba. La pasividad del Ejecutivo se percibe ya como negligencia dolosa y las reuniones secretas entre Rajoy y Mas los asocia como corresponsables de lo que está en marcha. De nada servirá ya el escaqueo de una carta en la que falta el monosílabo esencial o que el jefe del Gobierno alegue como su clon de la Carrera de San Jerónimo que «se dio la orden de respetar al máximo lo que había». El público les perseguirá a los dos a gorrazos si esto termina como las peores historietas del tándem chapucero.