David Glasner había iniciado un debate a propósito de la discusión a muerte entre Hayek, por un lado, y Keynes-Sraffa por otro, sobre la naturaleza del tipo de interés "natural". Es decir, un debate que sigue vivo en el presente entre los clásicos-monetaristas y keynesianos. Phil Pilkington tiene una buena respuesta.
Estos debates son minoritarios: quiero decir, no interesan a la mayoría de la gente. Lo que
pasa es que una vez más se demuestra que teorías abstrusas y desconocidas llevan a consecuencias muy serias sobre la realidad, porque, como decía Keynes, "Los políticos aplican sin saberlo unas ideas expresadas por unos economistas muertos desde hace mucho tiempo y cuyo nombre, por lo general, ignoran."El tipo de interés natural lo "inventó" el sueco Wicksell: para él era sencillamente el tipo de interés (real) que igualaba el ahorro y la inversión y, por ende, a la economía. El tipo de interés real se calcula deflactando (restando) al tipo nominal la inflación de precios había hasta el vencimiento.En 1930 se produjo la Gran Depresión. Keynes se concentró en buscar una respuesta a esa crisis de intensidad nunca vista, que afectó al mundo entero. En esos años, Hayek fue invitado por la London School of Economics a dar unas conferencias sobre su teoría de ciclos. Sraffa fue uno de sus críticos contemporáneos.
La crítica de Sraffa a Hayek fue que el tipo de interés natural no existía.
"The starting-point and the object of Dr. Hayek's inquiry is whathecalls"neutralmoney"; thatistosay,akindofmoney which leaves production and the relative prices of goods, includ- ing the rate of interest, " undisturbed," exactly as they would be if there were no money at all. This method of approach might have something to recom- mend it, provided it were constantly kept in mind that a state of things in which money is " neutral " is identical with a state in which there is no money at all: as Dr. Hayek once says, if we " eliminate all monetary influences on production . . . we may treat money as non-existent ."
El tipo de interés natural debería ser, según Hayek, aquel que relaciona el deseo de una mercancía hoy con su deseo en el futuro. Por ejemplo, el deseo de consumir trigo hoy o guardarlo un año para consumirlo después. Eso determinaría el tipo de interés (recompensa) por no comerme el trigo hoy. En una economía con muchas mercancías, las preferencias presentes y futuras de cada una determinarían para cada una un tipo de interés... Que no tendría que ser igual para todas. Ergo, no hay un tipo de interés natural, sino tantos como mercancías.
Hayek lo tomó como pieza clave de su teoría de ciclos. Los ciclos se producían porque el banco central bajaba los tipos de interés por debajo del natural.
¿Y que significa natural?
"His statement might now be translated back into ordinary language as follows :-" In order that the sum of money borrowed for investment should be equal to the sum of money saved, bank loans must increase neither more nor less than the amount that is deposited with them as savings." And finally, to complete the picture, we should add two modifications which Dr. Hayek has introduced in the (later) German version of his book.' The first is an exception: the banks must not lend more than has been deposited with them as savings " or at most such amounts in addition which, though saved, have not been invested "
Es decir, la oferta monetaria no debe ser mayor que el ahorro, para lo cual los bancos no deben ofrecer más dinero a estamos que los depósitos bancarios. El famoso condicionante austriaco del equilibrio de Activo bancario = Pasivo bancario = ahorro total = inversión total deseada.weo, como dice Robertson, ¿quién garantiza que los planes de ahorradores e inversores coincidan?
Thus, to borrow a distinction due to Mr. Robertson, savings may be the " induce- ment" but cannot in general be the " source " of investmen
En todo caso, en Hayek el exceso de oferta monetaria incitaba una demanda de inversión por encima del equilibrio (es decir, por encima del ahorro), lo que traía excesos de demanda, etc. Al final la inversión era excesiva para el volumen de ventas, lo que obligaba a desinvertir, y venía la contracción. Había que dejar que la economía se "purgara" del exceso de capital instalado, y eso se conseguía antes y mejor si el tipo de interés volvía a su nivel "natural". La economía, guiada por una inteligencia invisible, sabía qué inversiones había que liquidar y cuáles podrían ser todavía rentables, y estas quedaban en pie. Sabiduría que otros ponían en duda, por lo que llamaban a esos (los austriacos) liquidacionistas, porque no se enteraban que por el desagüe se iba el agua sucia, pero también el bebé. Hayek, Mises y Schumpeter fueron, en efecto, liquidacionistas durante la Gran Depresión: no encontraron el tipo de interés natural, pero si la manera de justificar que la economía debía de "desengrasarse" perder exceso de peso.
Para Hayek, para evitar ciclos y desequilibrios, el dinero debía ser neutral, y esto sólo se consigue si el dinero funciona como si no lo hubiera, es decir, como en una economía de trueque. Así, la armonía que se supone existe sin dinero, con un tipo de interés natural igual para todos los bienes, se traslada a la economía monetaria. No hay más que obligar a los bancos que presten lo que tiene de pasivos en depósitos.
¿Y si hacemos de una de las mercancías el numerario, es decir, la unidad de cuenta en la que se miden todo los precios? Pues, aparentemente, las cosas seguirán igual: el numerario tendría su propia tasa de preferencia presente-futuro, que no tendría por qué coincidir con las de las demás.
Hayek admitió esta crítica, pero insistió en que había un tipo de interés natural único, a lo que Sraffa contestó:
Dr. Hayek now acknowledges the multiplicity of the "natural" rates, but he has nothing more to say on this specific point than that they "all would be equilibrium rates." The only meaning (if it be a meaning) I can attach to this is that his maxim of policy now requires that the money rate should be equal to all these divergent natural rates.
Sraffa era amigo de Keynes, y éste no siguió este camino, aunque si tomó parte del argumento sraffiano. Si introducimos no sólo el numerario, sino la liquidez (un bien extraño, distinto a los demás, cuya virtud es la plena liquidez), entonces el tipo de interés ( o una parte) es la tasa compensatoria por no gastar este dinero hasta el futuro. Pero esta tasa está implícita en el dinero, pues el dinero no rinde un tipos de interés: su
beneficio es la liquidez y cómo se valora esa liquidez. El tipo de interés de un activo es, en parte, la recompensa por cambiar dinero por un bien con menos liquidez. La "prima de liquidez" es, por eso, un componente del tipo de interés de todos los activos y bienes. Cuando se decide invertir en un activo o comprar un bien, se pierde liquidez en proporción a la posible venta, por lo que se pide una compensación a cambio. Esta prima de liquidez no es estable y, probablemente, se mueve en la misma dirección que los demás componentes, como la prima de riesgo de capital (o de pérdida de valor en el futuro).

Cuando sucede una crisis general y cunde la desconfianza, la estimación (o prima) por la liquidez aumenta, como aumentan los tipos de los demás activos. Todos prefieren liquidez a otra cosa, por lo que venden activos y bienes: los precios de estos caen, por lo que sus tipos de interés suben. El valor del dinero aumenta por efecto de la caída general de precios de todo los demás bienes. Esto lo hace aún más estimado y más demandado. Entonces es cuando se pueden ver frustrados los intentos del Banco Central de que la gente cambie su valoración de la liquidez.
Para Keynes, el tipos de interés natural, que había asumido en sus anteriores trabajos, deja de terer sentido en su última obra, "La teoría General".
Lo que lleva a cuestionar si se puede analizar la esencia del tipo de interés sin introducir el dinero. Sin dinero no hay manera de comparar los precios relativos de las mercancías. Sin dinero no hay transferencias de información (precios) de un mercado a otro, o al menos es mucho más lenta y costosa. Es decir, la información es mucho más costosa y la incertidumbre mayor (incertidumbre es ausencia de información). Sin dinero no se puede hablar de un tipo de interés único. Al menos
Wicksell había hablado e del tipo de interés real en el sentido del tipo nominal deflactado por un índice de precios representativo. Parecía que pisaba el suelo.
Ahora veamos las consecuencias de una y otra teoría en la realidad. En 1929, la FED decidió seguir la teoría de la purga, lo que agudizo la caída de los pecios de bienes activos. La producción cayó cerca de un 30% en tres años y el paro subió otro tanto. ¿Dónde estaba el tipo de interés natural? Nadie lo encontraba. La contracción fue mundial, gracia al patrón-oro que tanto alaban los austriacos. El golpe fue tan desasosegante que las sociedades occidentales se vieron sacudidas por un terremoto político. Salvo EEUU y Reino Unido, los demás países dieron la espalda a las instituciones liberales, y abrazaron el comunismo y el fascismo. Hay que decir que las primera sacudidas se originaron en La Paz de Versailles, funesto dierre de la Primera Guerra Mundial.
Comparemos esa tremenda crisis con la actual, siguiendo la batuta de los austriacos liquidadionistas como baremo para valorar las políticas que se han seguido. Según sus teorías, y sus bramidos, las políticas han sido excesivamente permisivas,
lo que debería haber traído una hiperinflación, que no ha tenido lugar. Es decir, pepeiemor advirtieron que el QE de los bancos centrales iba traer una hiperinflación (a lo Tanzania) y una devaluación (debasement) de la moneda.
Lo que se ha visto es que cuanto más agresiva ha sido la política monetaria, antes se ha salido de la crisis, y antes se ha eludido el riesgo de deflación. Cosa que no ha sucedido en Europa, particularmente en España, que avanza hacia una inflación negativa.