Piensen en lo arraigado que están creencias contradictorias, como el amor a la naturaleza, la admiración por científicos como Hawkins, y la frivolidad con la que se mira la plaga del hambre, como una cosa del destino o de la distribución de la renta.Aunque la ciencia ha dado cumplida respuesta a las objeciones de apariencia científica de los ecologistas a los organismos genéticamente modificados (OGM), también conocidos como transgénicos, desde Greenpeace y otras asociaciones ecologistas llevan décadas ocupándose de crear un clima de terror entre los consumidores que ha provocado numerosas prohibiciones y trabas a su investigación y uso en los campos.
Los ecologistas son muy propensos a envolverse en el manto de la ciencia cuando consideran que conviene a sus intereses, como en el caso del cambio climático, y a ignorarla por completo cuando no lo hace, como es el caso de los transgénicos. Pero ahora tendrán más complicado hacerlo. Más de un centenar de premios Nobel, 109 en el momento de escribir estas líneas, han firmado una dura carta abierta en la que exigen a Greenpeace que cese en su oposición a los transgénicos en general, y más en concreto al arroz dorado.
La carta recuerda que, cada año, entre 250.000 y medio millón de niños en los países pobres se quedan ciegos por falta de vitamina A, y la mitad de ellos mueren de esa enfermedad menos de un año después. Sumando niños y adultos, UNICEF calcula que mueren por esta enfermedad entre uno y dos millones de personas cada año. Esta enfermedad podría prevenirse gracias a un organismo transgénico, el llamado arroz dorado.
A finales de los años 90, dos científicos europeos, Ingo Potrykus y Peter Beyer, desarrollaron una variedad de arroz –un alimento en el que se basa la dieta en muchos países pobres– que incluía entre sus nutrientes la provitamina A o betacaroteno, un compuesto químico que nuestro cuerpo transforma en vitamina A, gracias al uso de genes provenientes de bacterias y otras plantas, como el maíz o los narcisos. Lo llamaron arroz dorado por su color, por otra parte muy apropiado para hacer una paella. Aunque originalmente su creación contenía un porcentaje demasiado pequeño de provitamina, con el paso de los años se ha mejorado hasta conseguir que 144 gramos de este arroz basten para ingerir la dosis diaria necesaria en una dieta sana.
Los argumentos contra Greenpeace
En su carta, los científicos recuerdan que "las agencias científicas y regulatorias de todo el mundo han dictaminado de forma repetida y consistente que los cultivos y alimentos mejorados con biotecnología son tan seguros, si no más, que los provenientes de otras formas de producción", sin que se haya registrado jamás un solo caso de animales o seres humanos con problemas de salud provocados por su consumo. Además, explican que son menos dañinos para el medio ambiente y denominan su uso "agricultura de precisión", puesto que los transgénicos son un desarrollo más avanzado y preciso que las antiguas formas de desarrollo de nuevas variedades de cultivos.
Los firmantes instan en su carta a Greenpeace a abandonar su campaña contra el arroz dorado en concreto, y contra los cultivos y alimentos mejorados mediante biotecnología en general, y a los gobiernos a ignorar esa campaña y hacer todo lo que esté en su mano para oponerse a las acciones de Greenpeace y facilitar el acceso de los agricultores a todas las herramientas de la biología moderna, especialmente las semillas mejoradas mediante biotecnología. "Se debe frenar la oposición basada en emociones y dogmas que van en contra de los datos. ¿Cuántos pobres deben morir en el mundo antes de que consideremos esto un "crimen contra la humanidad"?"
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
jueves, 30 de junio de 2016
Sí, es posible acabar con el hambre el el mundo
Yahve
Asombroso. Ahora entiendo por qué han perdido las elecciones. Les han calado."Ya sabéis que yo soy mucho de amor y eso, pero no me resisto a añadir algo también necesario para este momento. Ante cualquier conflicto interno, desde la Secretaría de Organización se buscará en un primer momento la solución mediada, amorosa, consensuada y de sentido común. En caso de que la vía del amor y los cuidados se demuestre inútil, se actuará de manera contundente, decidida, concreta y grave contra quienes no comprendan (hablo en general; no de este órgano) que las guerras internas nos desangran, nos queman y nos hartan. Para que crezca el amor no sólo hay que regarlo sino también extirpar las malas hierbas de las violencias enquistadas. Sé que no hará falta, pero siempre es bueno tener un plan B cuando el amor no gana".
miércoles, 29 de junio de 2016
Reflexiones sobre la nada
Los mercados desorientan
martes, 28 de junio de 2016
La UE y sus "referendums". No es lo mismo la unión hace la fuerza que la la unión a la fuerza
Una historia para no sentirse orgullosos. Referendums perdidos y repetidos y vueltos a repetir hasta que sale lo que manda el señorito. Eso sí, Suecia, sin derecho reconocido, se salió del euro por referéndum. Y es que un Tratado internacional no es ley...Los otros referéndums que hicieron temblar a Europa
El «no» más sonoro fue sin duda el que cosechó la Constitución Europea, rechazada en dos referendos que se celebraron, hace precisamente diez años, en Francia y Holanda, dos países «fundadores» considerados desde siempre a la vanguardia de la construcción de Europa.[para nuestra verguenza] Los españoles fueron los primeros en votar, el 20 de febrero de 2005, la nueva constitución para Europa y en aprobarla por un rotundo 76,7% de votos favorables, pero su apoyo no sirvió de nada. Contra todo pronóstico, el 29 de mayo de ese año los ciudadanos franceses rechazaban el ambicioso tratado constitucional por un claro 54,9% de votos negativos. Un par de días después, los holandeses hacían lo mismo por un contundente 61,5%, resultado que daba la puntilla definitiva a la nonata Constitución europea. Los franceses ya habían avisado años atrás de sus reservas respecto a la marcha del proyecto europeo, porque en septiembre de 1992 aprobaban por muy estrecho margen, apenas el 51,1%, el Tratado de Maastricht, que contenía el gran diseño para la moneda única. Fue el famoso «petit oui», que provocó escalofríos. [y la crisis y hundimiento del entonces acuerdo de estabilidad cambiaría el SME].Ese mes de junio el pueblo de Dinamarca había votado en contra de la ratificación del tratado. El escollo danés se salvó negociando condiciones especiales para el país, como su exclusión de la moneda única, lo que hizo posible repetir la consulta, un año después, y obtener esta vez un resultado positivo que permitió la entrada en vigor del Tratado de Maastricht y el comienzo del viaje hacia la unión económica y monetaria. Los daneses serían convocados nuevamente a las urnas por su gobierno en septiembre del año 2000 para decidir si el país debía finalmente adherirse al euro, pero el resultado fue negativo (53,2% en contra de la moneda única). También en Suecia fue sometida a consulta, en 2003, la incorporación a la unión monetaria, pese a que este país nunca obtuvo en Maastricht el derecho a quedar excluido de ella (al contrario que el Reino Unido). Los suecos dijeron «no» al euro, por un 56,1% de votos contrarios. Por su parte, el pueblo noruego dijo «no» a la adhesión a la UE en dos ocasiones: en 1972, lo que provocó la dimisión del entonces primer ministro, el laborista Trygve Bratteli, y después en 1994. Por el contrario, Austria, Finlandia y Suecia aceptaron en referéndum la adhesión a la Unión Europea en 1994.Más adelante, Irlanda necesitó de dos citas plebiscitarias (en 2001 y 2002) para que sus ciudadanos ratificasen el Tratado de Niza, que modificaba el reparto de poder en las instituciones comunitarias con vistas a la ampliación. En 2003, Hungría, Lituania, Polonia, República Checa, Estonia y Letonia afirmaron su incorporación a la UE también mediante consultas a la población.La consecución del Tratado de Lisboa, firmado en diciembre de 2007 como sustituto de la malograda Constitución europea que reformaba las instituciones de la Unión, dio pie a numerosas negociaciones. Irlanda volvería a votar en contra en 2008 de la ratificación de este Tratado, con el 53,4 % de los votos, pero lo terminó aprobando en una segunda consulta, con el 67,1 % de «síes», en octubre de 2009.Una de las últimas consultas que atañen a la Unión la celebró Suiza, un país no comunitario que en 2014 decidió limitar la entrada de trabajadores de la UE y fijar cuotas anuales. Con anterioridad, en 1992, ya había rehusado en referéndum su adhesión al Espacio Económico Europeo (EEE) y, sin embargo, se manifestó a favor en 2005 de la ampliación de la libertad de circulación para los nuevos socios de la Unión.El Reino Unido secundó mediante un plebiscito en 1975 permanecer en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE)...
Un poco de historia
En 1963, Noruega y el Reino Unido solicitaron su entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE). Cuando Francia rechazó la solicitud del Reino Unido, se suspendieron las negociaciones de adhesión con Noruega, Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido. Esto ocurrió dos veces.[2]
El gobierno noruego completó sus negociaciones de los términos para el ingreso de Noruega en la Comunidad el 22 de enero de 1972. Tras una abrumadora mayoría parlamentaria en favor de la adhesión a la CEE en principios de 1972, el Gobierno decidió someter la cuestión a un referéndum popular, programado para el 24 y el 25 de septiembre.[3] El resultado fue que el 53,5 % votó en contra del ingreso y 46,5 % a favor.[2]El Gobierno de Noruega del Partido Laborista liderado por Trygve Bratteli dimitió por el resultado del referéndum, y un Gobierno de coalición liderado por Lars Korvald le sustituyó.[4]
Noruega entró en un acuerdo comercial con la Comunidad a raíz de los resultados del referéndum. El acuerdo comercial permaneció en vigor hasta que Noruega se unió al Espacio Económico Europeo en 1994.
El 28 de noviembre de 1994, se celebró otro referéndum, el margen de rechazo disminuyó pero ofreció el mismo resultado: 52,2 % se opuso a la integración y el 47,8 % voto a favor.[5]Actualmente no hay planes para presentar otra solicitud de adhesión.
The EEA has a large number of technical advantages. The first is that it exists. It does not need to be invented. There are draft treaties. The EU cannot really deny Britain this option; it would be a hostile act if they did.
It would be the least damaging to the British economy and would best minimise the transitional costs of Brexit. No British company would have to leave Europe. No City firm would have to transfer employees to Dublin or Paris. The City of London would keep its EU passport, the ability to do business throughout the Union from London. The Norway option is the economically most benign of all. It is economically almost neutral.
It would also reduce Scotland’s appetite for another independence referendum. That desire could be reduced if the EU made it clear to Scotland, as I expect it will, that if it were independent it would have to apply for membership under Article 49 of the Lisbon Treaty. This means it would not inherit any of Britain’s opt-outs. In particular, Scotland would be expected to join the eurozone.
¿Los mercados eficientes?
Hay gente que cree todavía en la eficacia de los mercados. Cuando digo gente, digo mucha. No todos conscientemente, claro. La "avanzadilla" académica, la que teoriza el tema, sí lo cree conscientemente, y lo defiende militantemente. El líder máximo es Eugene Gama, premio Nobel de economía hace pocos años por eso. No hay más que decir que Eugene cree que la crisis financiera de 2008 fue una demostración de la eficiencia de los mercados.
Claro que depende a qué llames "eficiencia". En ese caso eficiencia es que los mercados siempre cotizan la mercancía (una acción, un ABS) en su precio de equilibrio. Equilibrio no quiere decir aquí "estabilidad", sino que si X vale A y un minuto después vale A/100, es porque ha salido nueva información que ha hecho a los participantes revaluar el valor de X. Tanto A como A/100 son de equilibrio, o al menos siguen la senda que lleva al equilibrio. Infumable.
La crisis del 2008 es una prueba viviente de que los mercados se equivocan, y con gran frecuencia. Otro ganador del premio Nobel -curiosamente el mismo año que Fama- fue Robert Shiller, que no cree en la eficacia de los mercados. Cree, al contrario, en la sobrevaloración o infravaloración de los mismos, porque los mercados tienden a excederse en un sentido o en otro. Una burbuja es un exceso de valoración, que no puede ser eficiente porque todo el mundo apuesta a que los precios van a subir constantemente. Eso no es eficiencia, obviamente. Cuando esa burbuja se financia con deudas crecientes por parte de los adquirentes, y de los bancos que prestan a los adquirentes, es difícil ver la racionalidad del asunto. Si encima hay intermediarios que se quitan el riesgo de encima mediante la instrumentos que permiten revender sus activos a otros, con una valoración AAA, cuando el contenido es mucho menos, ¿dónde está la eficacia?
Para que hubiera eficacia tendría que haber información asequible pero, como decía Keynes, del futuro apenas vislumbramos, en trazos gruesos, algunas impresiones imposibles de concretar. Los modelos estadísticos de probabilidades se basan en datos del pasado que ya no son válidos en el momento presente. En realidad, esos modelos son justificaciones Ad Hoc para poder seguir un día más ganando con la especulación. Todo lo que sube baja, pero nadie sabe cuándo va a pasar. Para qué hablar del chartismo.
Luego están los comerciales, cuyo trabajo consiste en colocar esos instrumentos a gente que no tiene ni idea, pero que ve una quimera si se endeuda al tipo de interés taaannn bajo que rige hoy. ¡Adelante!
Pues en que los mercados son eficientes se basa tota la ideología del euro.
lunes, 27 de junio de 2016
¿Cuánto de miedo al Brexit ha habido en el voto español?
"Como dijo Franco, Francisco, cuando lo de Carrero, no hay mal que por bien no venga. Porque, igual que el aleteo de una mariposa en Borneo puede provocar un terremoto en Australia, la muy contrastada idiocia ontológica de David Cameron ha obrado el milagro meter el miedo en el cuerpo a la España frívola y bullanguera, esa misma España que acaba de verle las orejas al lobo, aterrador viernes negro del Ibex 35 mediante. Así, gracias al supremo tonto con balcones a la calle que a estas horas andará haciendo las maletas en el 10 de Downing Street, el sistema, mal que bien, ha salvado los muebles. Un sistema, el aquí siempre tan denostado, que no es otro más que la democracia representativa, la forma más admirable y civilizada que jamás haya conocido la Humanidad para procurarse el gobierno de lo común.
Gracias, David, mil gracias. Sin tu supina, prodigiosa, descomunal estupidez, providencial bálsamo que ha hecho despertar a los españoles del sueño de los justos en la última fracción de segundo previa a despeñarse con todo el equipo abismo abajo, ahora mismo ya estaría el alcalde de Éibar proclamando la Tercera República en el balcón del Ayuntamiento. ¿Qué habría sido hoy de este país si los cielos, siempre compasivos, no nos hubieran regalado al lerdo de Cameron al otro lado del Canal de la Mancha? El de Pontevedra y su Guardia de Corps correrán a colgarse la medalla que solo el necio de David merece, porque él y solo él ha hecho méritos sobrados para lucirla en el pecho, o mejor más cerca de alguna víscera menos noble."
Mujeres al teléfono
Resultados sorprendentemente buenos para todos
domingo, 26 de junio de 2016
Primeras consecuencias del Brexit
1. La salida de Reino Unido se produce en un momento de crisis existencial del proyecto europeo, sacudido por las secuelas económicas, políticas, sociales y financieras derivadas de la Gran Recesión, por un anémico crecimiento postrecesivo y agravadas por la avalancha de refugiados procedentes de la situación existente en Oriente Medio. En este contexto, el adiós a Europa tiene implicaciones de una extraordinaria gravedad. Este es el aspecto relevante con independencia de cuál sea el impacto del Brexit sobre la economía de Gran Bretaña. La manifestación inmediata de ello es la pésima evolución de los mercados de capitales, lo que forzará a una acción rápida del BCE para, por ejemplo, mantener bajo control las primas de riesgo y la estabilidad financiera.
2. La economía británica es una potente fuente de demanda de los bienes y servicios producidos por los países continentales. Las importaciones británicas representan un 8% del PIB de Holanda, un 12% del irlandés, un 4% del checo, un 3% del danés, un 7% del belga o un 2,3% del español por citar algunos ejemplos. Si la Unión Europea decide castigarlos con una nueva versión del napoleónico bloqueo continental o se produjese una fuerte caída de los flujos comerciales británico-continentales, el efecto negativo sobre buena parte de las economías continentales sería muy significativo, sobre todo, en un escenario de bajo crecimiento en Europa.
3. Britania es el segundo contribuyente neto al presupuesto comunitario detrás de Alemania. Aporta el equivalente al 0,5-0,6% de su PIB a las arcas de la UE lo que representa aproximadamente el 7% de aquel. Su salida de las instituciones continentales se traducirá bien en un recorte proporcional de los gastos bien en un aumento de las contribuciones procedentes de otros Estados. En las actuales circunstancias económicas y políticas europeas, ambas medidas serían difíciles de acometer.
4. La salida del Reino Unido altera de manera sustancial el equilibrio de poderes en la UE. Bajo las actuales reglas de votación del Consejo Europeo, los Estados más liberales -Britania, los Nórdicos y Holanda- suponen el 25% del voto en ese órgano. Este grupo ha sido paladín de la oposición a numerosas iniciativas intervencionistas y del impulso a la agenda reformista de la UE. Junto a Alemania llegan al 35%. Es decir, la minoría suficiente para bloquear cualquier propuesta iliberal. Esa capacidad de veto desaparece con lo que los Estados con mayor propensión al estatismo tendrían mayoría. En una Europa muy estatizada, necesitada de reformas contra su esclerosis y con una creciente resistencia a aplicarlas, la pérdida del contrapeso británico sería una verdadera tragedia.
5. El adiós de Gran Bretaña a la UE alimenta las fuerzas euroescépticas de izquierdas y de derechas cuya fuerza es ya significativa en muchas naciones del continente. Hay pues serias posibilidades de un contagio político con un elevado potencial centrífugo. Esto conduciría en el extremo a que otros Estados decidiesen seguir el ejemplo británico y, en todo caso, a intensificar las presiones populistas dentro de ellos para satisfacer unas demandas que resultan incompatibles con el marco institucional vigente en la UE. En este contexto, las presidenciales francesas del año próximo adquieren un tinte dramático. El Brexit introduce a Europa en una espiral desestabilizadora de muy difícil control.
6. Por su historia, por su red de relaciones globales, por su potencia diplomática y económica, Gran Bretaña es un sofisticado soft power y un nada despreciable poder militar.El abandono británico de la UE supondría sin duda alguna una pérdida de su ya mermada capacidad de influencia en la escena internacional. En términos geopolíticos y geoestratégicos, en un mundo inestable e incierto, esto es un grave e insoluble problema. Europa que es un gigante económico en horas bajas se transformaría en un enano político a escala mundial.
7. El Reino Unido es uno de los principales socios comerciales de España, uno de los principales destinos de la inversión española en el mundo y un inversor relevante en España. En consecuencia, al menos en el corto plazo, el Brexit tiene un impacto negativo sobre las compañías con fuertes intereses en Reino Unido, que se están viendo afectadas con mucha intensidad y cuyo comportamiento bursátil está acusando de manera intensa el Brexit.
La caja de Pandora
La previsión muestra un panorama complicado sobre la fruta que debe llevar la voz cantante en un hipotético cóctel de frutos rojos y morados tras el 26 de junio aunque aparentemente correspondería a la berenjena. Esta mezcla se quedaría al borde de lograr el monopolio del mercado con una previsión de compra conjunta entre las 166 y las 174 unidades, frente a las 176 necesarias para alzarse con el control de la frutería en una primera ronda de negociaciones tras la compra del 26J.
Mientras tanto, el zumo de naranja rebajado con agua se situaría en la horquilla que va entre las 153 y las 161 unidades. Sin embargo, destacadas personalidades de la patronal del líquido elemento barajan la posibilidad de que los empresarios de la fresa no se opongan a este zumo, con el fin de lograr la estabilidad en el mercado. Una maniobra que permitiría al agua hacerse con el control de la frutería en una segunda ronda de negociaciones.
sábado, 25 de junio de 2016
Münchau: el Brexit. Causas, consecuencia
"The case for Remain in the UK boiled down to an intellectually dishonest claim that Britain would be worse off economicallyotherwise. It was backed by the near-consensual agreement of macroeconomists who, despite the many insights they have to offer, were guilty of overreach.
The failures of macroeconomic models in the past few decades have been monumental. Worse still, the profession has done nothing of substance to mend its ways. The fear-based Remain campaign was the pinnacle of the profession’s intellectual arrogance. Politically, the reliance on a campaign based on economic fears constituted a monumental misjudgment. The British electorate rejected the fear argument, and rightly so.
But beyond the tactical issues, the fundamental problem of the Remain proposition is that Britain left the EU a long time ago. The Remain argument was indeed a hard one to defend. The divorce proceedings started in the early 1990s, during the time of the Maastricht treaty, when John Major, then Conservative prime minister, declared “game, set and match” when he negotiated an opt-out from monetary union.
Gordon Brown, as chancellor of the exchequer, was influential in Britain’s decision to exercise the opt-out. Tony Blair, then Labour prime minister, yielded reluctantly but later defended the decision. David Cameron was elected Conservative leader after giving a Eurosceptic speech to a Tory party conference. If you are a genuine supporter of EU integration, you do not need enemies with friends like these. This was not really a contest between Leave and Remain. It was a choice between two variants of Euroscepticism.
The referendum outcome reflects a much overlooked aspect of the political economy of the modern EU: it is not sustainable for a member state of the EU to be part of the single market but permanently not part of the eurozone.
The euro has changed the nature of European integration in the most profound ways. Nobody can pretend any longer that the EU is a common market. I am not talking about member states that are not yet ready to join the euro — or even about member states that leave their intentions couched in some constructive ambiguity. Britain is different because not only did it formally exercise the opt-out but also because both government and opposition have consistently stated their intention of never joining the euro.
The unsustainability of a position outside the eurozone but inside the EU is neither formal nor legal but political. The creation of the euro created a disconnect between the debates in the eurozone and the UK. Soon after, interests started to diverge. Alienation set in. Euroscepticism spread.
Even the single market is no longer a force for unity but division. The eurozone also needs further integration of the single market. It needs a banking union. It needs a common labour market. Britain needs neither. Britain’s interest in market integration was mainly to foster its specific commercial interests, such as those of the City of London as the eurozone’s offshore financial centre. As a national economic strategy, this can hardly be a sustainable proposition. And it is not acceptable for the other member states.
What is going to happen to the EU now? I am torn between fear of disintegration and a hope that Brexit might catapult the EU towards solving some of its problems. It is possible, just possible, that the Brexit vote might drive the rest of the EU member states towards decisions they should have taken 10 years ago, such as the establishment of a fiscal union and a proper banking union. If not, the eurozone will crumble. And the EU will lose much of its political life force, even if it formally remains in place.
I fear that they might be tempted to follow their political instinct to do something cosmetic or superficial, such as a promise to step up co-operation on foreign and security policy, but without any real political changes. This will solve nothing and will be as ineffective as an economic fear campaign.
Danger lies ahead for Britain and Europe. I am relatively optimistic that Britain will eventually adjust to its new position. I am less optimistic about the rest of Europe, given the appalling political leadership in virtually all the large countries. They now have what is probably a final opportunity to solve the problem — or face very unpleasant consequences."
viernes, 24 de junio de 2016
Excesos mercado: la plaga de nuestro tiempo
At the European level, in other words, I would argue that Brexit just brings to a head an abscess that would have burst fairly soon in any case. (Paul Krugman).
That said, I’m finding myself less horrified by Brexit than one might have expected – in fact, less than I myself expected. The economic consequences will be bad, but not, I’d argue, as bad as many are claiming. The political consequences might be much more dire; but many of the bad things I fear would probably have happened even if Remain had won.
But those worries wouldn’t have gone away even if Remain had won. The big mistakes were the adoption of the euro without careful thought about how a single currency would work without a unified government; the disastrous framing of the euro crisis as a morality play brought on by irresponsible southerners; the establishment of free labor mobility among culturally diverse countries with very different income levels, without careful thought about how that would work. Brexit is mainly a symptom of those problems, and the loss of official credibility that came with them. (That credibility loss is why the euro disaster played a role in Brexit even though Britain itself had the good sense to stay out.)
At the European level, in other words, I would argue that Brexit just brings to a head an abscess that would have burst fairly soon in any case.
The political challenge in many countries going forward is to develop a “responsible nationalism”. It is clear that there is a hunger on the part of electorates, if not the Davos set within countries, for approaches to policy that privilege local interests and local people over more cosmopolitan concerns. Channeling this hunger constructively rather than destructively is the challenge for the next decade. We now know that neither denying the hunger, or explaining that it is based on fallacy is a viable strategy.
Brexit. Pistoletazo de salida a lo desconocido
jueves, 23 de junio de 2016
Giro de 180 en el progresismo sobre la inmigración
I am getting sick of these people. I see them on Facebook and Twitter and their arguments are pathetic.
Some of them appear to be living in a quasi-Marxist internationalist fantasy world. The motto of the pro-EU left may as well be: “We want to destroy Europe in order to save it!”
The EU and Eurozone are outrageous, catastrophic neoliberal disasters. They have caused tremendous suffering. The EU is a corporate tyranny of unelected and incompetent neoliberal lunatics. They are basically destroying Europe as we speak.
If the people of Europe want a supra-national state, let them have it in the future by democracy after the present EU and the ideology of neoliberalism have been torn to shreds.
As far as I am concerned it’s time to make fun of the pro-EU left. Merciless ridicule, derision and scorn is what they deserve.
In that spirit, here is a quick effort: