Como han visto hace un par de post, en otras latitudes todavía se sueña con la Libertad. En cambio aquí, en la afamada acampada, ni una sola vez he visto una comisión, subcomisión o grupo de trabajo en favor de la simple y llana libertad. Es todo un símbolo. Este país, ya lo he dicho muchas veces, no ama la libertad. Este país es ante todo y sobre todo,
justiciero, inquisidor y, por ende, socialista. Le importa un carajo la libertad mientras se sueñe que se puede controlar la vida de los demás.
Este país es de los jorje-javieres y belenes-estebanes porque así es el pueblo. Si la acampada Puerta del Sol hubiera sido por la Libertad y los derechos humanos, nadie les hubiera prestado atención. Pero como ha sido para decidir qué debemos sentir, pensar, hacer con el sexo, con nuestro cuerpo, nuestros bienes, y nuestros hijos, ha recibido la reverencia de los medios (analfabetos, ¡y algunos insisten!) y de la izquierda social, cuyo sentimientos viene de ahí mismo, de la envidia. Unamuno decía que la Inquisición fue creada a la demanda del pueblo, que era envidioso de la suerte de los judíos.
En realidad era envidioso de la fortuna de los demás, lo que hacía que todo triunfador pareciera ser judío.
Me dirán que los derechos humanos no corren peligro, pero que hay 5 millones de parados. Precisamente ese es el problema: pensar, o sentir, que una cosa es opuesta a la otra. Que la libertad es la causa del malestar económico. Es, reconozcámoslo,
profundamente español.
Al pueblo español le gusta, o prefiere, que al vecino le vaya mal, antes que le vaya bien y si a él mismo le toca estar por debajo. No le gusta los ricos, salvo si son del toreros y futbolistas. Entonces sí. Todo lo que sea de origen excéntrico se acepta.
Los asaltacalles han tenido éxito (de medios, porque son cuatro gatos) porque han pregonado lo que gusta oír: nada de libertad, sino control, control control, incluso del lenguaje, que les parece demasiado libre. Han demostrado una vocación de burócratas sensacional, probando con ello la envidia insana que sienten a los burócratas que nos oprimen.

Todo español quiere ser funcionario, lo cual es justo, porque aparentemente se puede. Pero no funcionarios cono abogados del estado, que exige años de sacrificio. Quieren se funcionarios como sea, ya. Y si no se puede por el "cuarto turno", se inventa un "quinto turno". Los socialistas ganan elecciones porque crean funcionarios.
Prueba incontestable: mientras el empleo cae de 20,4 millones a 18,1, los asalariados públicos (ojo, no incluye empresas publicas y otras menudencias), suben de 2,8 a 3,2 millones (INE). Olé.
Por eso digo que es un tinglado profundamente de izquierdas, el de los
transmaricabollos. De izquierda española, que es peor. La izquierda española es inculta, en el peor sentido: no conoce a sus clásicos, y menos ahora. En realidad se ha quedado sin clásicos, pero no han intentado sustituirlos.
Ni siquiera ha intentado nadie llenar el vacío ideológico, algo bien tentador y noble. Cuando Tony Blair, un adalid de izquierda liberal, llegó al poder, Bono, ese
erudito en caballos de pura sangre, le llamó "
Gilipoggllas". ¿Alguien ha hecho confesión de renovación? NADIE. Se han quedado colgados de la brocha marxista, sin saberlo además.
A mí todo esto me parece tremendo, porque dice que para ganar elecciones con este pueblo no hace falta hacer gesto de renovación.
Y que los desarrapados quieran disimularlo, es de una hipocresía monumental. Ni por asomo ha circulado una idea simplemente liberadora. Todas apuntan a la asfixia, es decir, a izquierdas. ¿Hay una izquierda liberal en España? Yo no la he conocido. Ni creo que llegue a conocerla.