"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
domingo, 31 de julio de 2016
Milton Friedman, liquidador de Keynes
sábado, 30 de julio de 2016
Mega optimismo sin base
El PIB español. Un rayo de esperanza
Eclesiastés
Todo es vanidad
1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.(Reina-Velera)
viernes, 29 de julio de 2016
Cosmopolitismo versus nacional(ismo)
EEUU y la inversión
Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa... Pero no tanto
TThe International Monetary Fund’s top staff misled their own board, made a series of calamitous misjudgments in Greece, became euphoric cheerleaders for the euro project, ignored warning signs of impending crisis, and collectively failed to grasp an elemental concept of currency theory.
This is the lacerating verdict of the IMF’s top watchdog on the fund’s tangled political role in the eurozone debt crisis, the most damaging episode in the history of the Bretton Woods institutions.
It describes a “culture of complacency”, prone to “superficial and mechanistic” analysis, and traces a shocking breakdown in the governance of the IMF, leaving it unclear who is ultimately in charge of this extremely powerful organisation.
"In an astonishing admission, the report said its own investigators were unable to obtain key records or penetrate the activities of secretive "ad-hoc task forces". Mrs Lagarde herself is not accused of obstruction.
“Many documents were prepared outside the regular established channels; written documentation on some sensitive matters could not be located. The IEO in some instances has not been able to determine who made certain decisions or what information was available, nor has it been able to assess the relative roles of management and staff," it said.
The report said the whole approach to the eurozone was characterised by “groupthink” and intellectual capture. They had no fall-back plans on how to tackle a systemic crisis in the eurozone – or how to deal with the politics of a multinational currency union – because they had ruled out any possibility that it could happen.
“Before the launch of the euro, the IMF’s public statements tended to emphasise the advantages of the common currency," it said. Some staff members warned that the design of the euro was fundamentally flawed but they were overruled.
“After a heated internal debate, the view supportive of what was perceived to be Europe’s political project ultimately prevailed,” it said.
This pro-EMU bias continued to corrupt their thinking for years. “The IMF remained upbeat about the soundness of the European banking system and the quality of banking supervision in euro-area countries until after the start of the global financial crisis in mid-2007. This lapse was largely due to the IMF’s readiness to take the reassurances of national and euro area authorities at face value,” it said.
The IMF persistently played down the risks posed by ballooning current account deficits and the flood of capital pouring into the eurozone periphery, and neglected the danger of a "sudden stop" in capital flows.
Overall, the conclusion I draw is that the Fund’s involvement in the Euro Area crisis programs has been a qualified success.
Indiscutible
LOCOMOTORAS DE DISCORDIA'ABC' - 2016-07-29La hostilidad entre políticos solo es el reflejo de los odios que unos cultivan y otros toleranHERMANN TERTSCHERA el día de ayer uno muy especial para los maltratados nervios de los españoles. Ellos ya empiezan a notar claramente, pese a las celebradas cifras de la EPA y del PIB, los inquietantes indicios de que España puede estar en el umbral de otro batacazo monumental. Político, económico y en su convivencia. Y tienen miedo. Lo que no parece importar demasiado a ninguno de los contendientes en los navajeos de estos pasados meses.Todos parecen empeñados en ganar en el jueguito que tanto admiraban algunos en aquel guardián de discoteca griego con conocimientos contables que se llamaba Yanis Varoufakis. Él jugaba a lo grande en esa teoría de los juegos en la que se decía un gran experto. Presumía de que Angela Merkel acabaría asustándose y dejaría paso a su locomotora griega en el cruce. Y entonces tendría razón y habría ganado. Como se sabe, no fue así, la locomotora de Merkel pasó por encima a la griega de Varoufakis y de su jefe Alexis Tsipras. Y este ahora sobrevive, sin locomotora propia, escondiéndose de noche de los votantes de su partido y presentado cuentas por la mañana ante los contables extranjeros.Pues, pese a sus resultados poco reconfortantes para aquel matón de camiseta, nuestros políticos están empeñados en emularlo. Llevan siete meses apostando a ver qué conductor de locomotora se asusta antes. Siguen sin corregir rumbo y es previsible que todas las locomotoras de juguete choquen y estallen en la cabeza al españolito de a pie. Ese que no acaba de creerse el espectáculo de egoísmo, mezquindad, falta de patriotismo y pasión cainita que se ha apoderado de todos los políticos en un espectáculo que parece una grotesca traca final en que se escenifica en clave de negra humorada el hundimiento de un sistema que nos había concedido estabilidad política y paz civil. Mariano Rajoy dijo ayer que intentará sumar lo que no ha sumado. Quiere hacer lo que todos quieren impedirle. Todo menos irse. Y la alternativa es profundizar en el lodo. Las terceras elecciones acabarán por destruir los aprecios que se mantienen vivos y dispararán la discordia.Es posible que el día en que algunos decidieron usar de nuevo la guerra entre españoles para ganar elecciones se diera ya un paso irreversible. Se comenzó a despreciar el pacto de buena fe de hace cuarenta años. Ya nadie parece saber qué es eso de la buena fe. La hostilidad entre políticos solo es el reflejo de los odios que unos cultivan y otros toleran. Y ahora estalla la siguiente carga que es el nuevo paso de la sedición de una clase política golpista catalana alimentada y mimada desde Madrid. Financiada y protegida en su impunidad, pese a la cada vez mayor contumacia en el delito.Ayer se atrevía el PP a publicar un tuit que parecía una provocación gratuita: «El Estado vigila para que ni un euro de los españoles vaya al proceso independentista». No hay necesidad de insultar a la gente con mentiras tan obscenas. Cuando el proceso golpista en la Generalidad gasta ingentes cantidades de dinero para la destrucción de España. Otro tuit, este de Rajoy, anunciaba también ayer: «El Gobierno seguirá actuando con firmeza y proporcionalidad para garantizar el cumplimiento de la ley en Cataluña». ¿De verdad que necesitan ofender con frases en las que no hay verdad ninguna? ¿Qué proporcionalidad frente al golpe de Estado en marcha? ¿Qué firmeza en defensa de la ley cuando no se cumple ninguna y todas sus violaciones han sido impunes hasta hoy? Nadie sabe cómo acabará esto. Muchos creemos que no puede ya acabar bien. Pero los españoles se merecen, en estos momentos de discordia y zozobra, algo de verdad y un mínimo de respeto. Nadie parece querer darlos.© 2011 Kioskoymas. Todos los derechos reservados
jueves, 28 de julio de 2016
Nuevo enfoque keynesiano para la economía mundial
Habrán visto que Bruselas no multa a España por su déficit galopante. Ambrose Evans-Prichard nos informa que, gracias al Brexit (la excusa perfecta), la moda ha cambiado: se acabó la austeridad y el austerismo. Todos lo países importantes se ha lanzado a una inconfesable política keynesiana del gasto, a tipos de interés cero.
Entonces, debo reconocer, si soy coherente, que me he equivocado en mi pesimismo, y que la segunda mitad de este año va a ser la bomba. Gasto público directamente financiado con dinero barato es como droga en vena. Aumentará la economía sí o si, el empleo, y por supuesto, las bolsas.
Unos países, como EEUU, necesitan inversión pública. Otros, como España, no. Pero el efecto mundial será una bomba de optimismo, y unos ordenada y otros desordenadamente crecerán.
Eso sí, jamás confesaran que hasta ahora lo han hecho mal. Seguirán hablando de la necesidad de controlar la deuda, o se inventaran otra milonga, pero el euro se salvará por segunda vez, y nosotros de paso.
Draghi puso la primera piedra con su "What ever it takes" de hace justo cuatro años. El relevo ahora lo toman los gobiernos. Desesperados (la peor manera de decidir las cosas) pero es que la criatura se les va por el desagüe.
Ahora, a rezar para que el crecimiento y La Paz social sean suficientes para frenar los populismos en Europa, y para que ese PIB crezca más que lo hace el déficit. A ver si nos da para unos años de vacas gordas después de siete de vacas flacas y apestosas. Lo necesitamos, aunque sea no confesado abiertamente. Estábamos al borde de la desesperación. Ojalá sea cierto.
Pokémon
Futuros a PIB
miércoles, 27 de julio de 2016
Español español
"Hoy estoy guarnía. Y lo que más me gusta de estar guarnía es poder decir que estoy guarnía... Es una expresión que me encanta... como tantas otras que son tan nuestras. Como cuando una se harta de comer y acaba engollipá o cuando riegas las macetas más de la cuenta y las dejas enguachinás... Yo nunca pido churros, sino calentitos... de niña nunca iba a las atracciones, sino a los cacharritos... a los amigos pesados se les dice jartibles y cuando me tangaba del colegio lo que hacía era rabona.
"A lo largo de mi vida he conocido a más apollardaos que tontos y a más esnortaos que despistaos... pero nunca a ningún antipático, sólo a malajes o saboríos... Aquí lo mucho es una jartá o una pechá, y lo poco es una mijita... y la gente no pasea, da vuertas... Lo que está muy sucio está empercochao y lo que limpias a fondo lo dejas escamondao... Si se te va la olla te quedas majarón, y si das mucho la lata te llaman pejiguera...
"Los borrachos, que son papaos, no deambulan, sino que dan camballás... y la gente no odia la mentira, sino el falserío... Lo roto está descuajeringao y lo pasado de fecha revenío... los cobardes son jiñaos y lo muy visto está mu manío...
"Por expresiones como estas, y las miles que se quedan en el tintero, cada vez me gusta más el andalú... y quien diga que hablamos mal que aprenda a entendernos y verá como le coge el gusto.
Buenas tardes
"Y que conste que lo que acabo de soltar no es ninguna tontería, sino una
chuminá.
NO, NI NÁ: Tres negaciones, para una afirmación rotunda."
¿Somos tontos? O nos quieren tomar por tontos?
Lo que dice es muy razonable. Ya he explicado los motivos para mostrase optimista cuando se tiene un puñado de acciones y quieras que suban antes de vender. Es lo malo, de dedicarte a esto, que tus intenciones son transparentes.Lo cierto, en cualquier caso, es que hay tres grandes elementos de discrepancia entre el precio de las acciones y el éxito de la economía en general. Primero, los precios de las acciones son un reflejo de los beneficios, no de los ingresos totales. Segundo, también reflejan la disponibilidad de otras oportunidades de inversión (o la falta de estas). Finalmente, la relación entre el precio de las acciones y las inversiones reales que amplían la capacidad de la economía se ha vuelto muy tenue.
En cuanto al primer punto: evaluamos el éxito de la economía por la medida en que genera un aumento de los ingresos de la población. Pero las acciones no reflejan los ingresos generales; solo reflejan la parte de los ingresos que se traduce en beneficios. Esto no tendría importancia si el porcentaje de beneficios de los ingresos totales fuera constante; pero no lo es.
El porcentaje de beneficios de los ingresos nacionales varía, pero durante los últimos años ha sido bastante más alto que a finales de la década de 1990, cuando las acciones se pusieron por las nubes; es decir, se ha producido un gran aumento de los beneficios sin que haya tenido lugar una expansión económica de escala similar, lo que significa que la relación entre beneficios y prosperidad es escasa, en el mejor de los casos. Lo cierto es que esto no es una fiesta, como en 1999.
En cuanto al segundo punto: cuando los inversores compran acciones, compran también un porcentaje de beneficios futuros. El valor que eso represente para ellos depende de las demás opciones que tengan para convertir el dinero actual en ingresos futuros. Y, hoy en día, esas opciones son bastante malas, ya que los tipos de interés de los bonos del Estado a largo plazo no solo son muy bajos vistos en perspectiva, sino que son cero o negativos si se tiene en cuenta la inflación. Así que los inversores están dispuestos a pagar mucho por los ingresos futuros, de ahí el elevado precio de las acciones a cualquier nivel de beneficios.
¿Pero por qué están tan bajos los tipos de interés a largo plazo? Como explicaba en mi última columna, la respuesta es básicamente la debilidad del gasto en inversión, a pesar de la bajada de los tipos de interés a corto plazo, lo que indica que dichos tipos tendrán que seguir bajos durante mucho tiempo.
Sin embargo, puede parecer que esto plantee una paradoja. Si el sector privado no considera que tenga muchas oportunidades de inversión buenas, ¿cómo pueden ser tan altos los beneficios? La respuesta, diría yo, es que actualmente parece que los beneficios suelen guardar poca relación con la inversión en nuevas capacidades. En lugar de eso, los beneficios provienen de alguna clase de poder del mercado (la posición de la marca, las ventajas de una red consolidada o un buen monopolio a la antigua usanza). Y las empresas que obtienen beneficios gracias a ese poder pueden, al mismo tiempo, tener acciones con precios altos y pocos motivos para gastar dinero."
martes, 26 de julio de 2016
España va bien... Gracias a Keynes. Déficit se despendola
España va bien... Gracias a Keynes. España crece porque el tras CCAA, municipios), siguen gastando en incumpliendo cada vez más con los objetivos de la UE. No solo nos penalizarán, es que por la regla de oro metkeliena del austerismo, nos van a meter un paquete de unos 10 mm de €.
Esto es lo que se lee en un artículo de LD, de D Soriano, que deja poco lugar a las dudas. El freno y marcha atrás de la economía española, embalada, va a ser de órdago. De enero a mayo, ya nos hemos endeudado en lo que habíamos prometido para el total de año
ahí está ahí está la calle de Alcalá, que viene y va. Keynes tenía razón: a veces un impulso fiscal hace crecer. Pero luego hay que devolver.
Esto es consecuencia directa de tantas elecciones, que llevamos siete desde 2015. La deuda real no es de 100% del PIB, es del 130% según las cuentas consolidadas del cuadro del BdE.
España va bien.
Curva de Phillips
Nacionalismos versus cosmopolitismo
Voters deserve responsible nationalism not reflex globalism
Larry SummersJuly 10, 2016
It is clear after the Brexit vote and Donald Trump’s victory in the Republican presidential primaries that voters are revolting against the relatively open economic policies that have been the norm in the US and Britain since the second world war.
Populist opposition to international integration is on the rise in much of continental Europe and has always been the norm in Latin America. The question now is what should be the guiding principles of international economic policy? How should those of us — who believe that the vastly better performance of the global system after the second world war than after the first world war is largely due to more enlightened economic policies — make our case?
The mainstream approach starts with a combination of rational argument and inflated rhetoric about the economic consequences of international integration. Studies are produced about the jobs created by trade agreements, the benefits of immigration and the costs of restrictions. In most cases the overall economic merits are clear. But there is a kind of Gresham’s Law of advocacy whereby bolder claims drive out more prudent ones. Over time this has caught up with the advocates of integration.
While there is a strong case that the US is better off than it would have been if the North American Free Trade Agreement had been rejected, the most extravagant predicted benefits have not materialised. And it is fair to say that claims that China’s accession to the World Trade Organisation would propel political liberalisation have not been borne out. The willingness of people to be intimidated by experts into supporting cosmopolitan outcomes appears for the moment to have been exhausted.
The second plank of the mainstream approach is to push for stronger policies to resist inequality, cushion disruptions and support the poor and middle class, and then argue that if domestic policies are right, the pressure to resist globalisation will reduce. The logic is right and certainly measures like government assurance of mortgages and the interstate highway system were part of the political package that permitted the US to underwrite an open global system.
But the last eight years have seen America at last adopt universal health insurance, expand a variety of support programmes for the poor and bring unemployment below 5 per cent with trade becoming ever less popular. It is not that strong domestic policies are unnecessary to undergird global integration. It is that they are insufficient.
A new approach has to start from the idea that the basic responsibility of government is to maximise the welfare of citizens, not to pursue some abstract concept of the global good. People also want to feel that they are shaping the societies in which they live. It may be inevitable that impersonal forces of technology and changing global economic circumstances have profound effects, but it adds insult to injury when governments reach agreements that further cede control to international tribunals. This is especially the case when, for reasons of law or practicality, corporations have disproportionate influence in shaping global agreements.
If Italy’s banking system is badly undercapitalised and the country’s democratically elected government wants to use taxpayer money to recapitalise it, why should some international agreement prevent it from doing so? Why should not countries that think that genetically modified crops are dangerous get to shield people from them? Why should the international community seek to prevent countries that wish to limit capital inflows from doing so? The issue in all these cases is not the merits. It is the principle that intrusions into sovereignty exact a high cost.
What is needed is a responsible nationalism — an approach where it is understood that countries are expected to pursue their citizens’ economic welfare as a primary objective but where their ability to harm the interests of citizens elsewhere is circumscribed. International agreements would be judged not by how much is harmonised or by how many barriers are torn down but whether citizens are empowered.
This does not mean less scope for international co-operation. It may mean more. For example, tax burdens on workers around the world are a trillion dollars or more greater than they would be if we had a proper system of international co-ordination that identified capital income and prevented a race to the bottom in its taxation. Taxes are only the most obvious area where races to the bottom interfere with the achievement of national objectives. Others include labour and financial regulation and environmental standards.
Reflex internationalism needs to give way to responsible nationalism or else we will only see more distressing referendums and populist demagogues contending for high office.
Se suicida Europa?
Las discusiones, al Congreso
Arcadi EspadaSolo hay una manera democrática, transparente y definitiva de exhibir la irresponsabilidad de pedro sánchez castejón y Albert Rivera, y es llevándolos al parlamento a que digan con solemnidad que prefieren la ausencia de gobierno a un gobierno encabezado por la lista más votada, claramente más votada, por los españoles y la única con la que puede formarse una mayoría de gobierno. Pero el presidente Rajoy, aconsejado por sus temibles asesores, parece preferir la repetición de la maniobra de diciembre y eludir el debate de investidura si no tiene garantizados los votos necesarios para seguir siendo presidente. Como en diciembre vuelve a oírse el peregrino argumento: a la investidura se va a ser investido. El argumento, de una insoportable tosquedad, refleja bien el papel del parlamento: un lugar con trampa, donde los resultados están amañados, al que no se acude a argumentar ni a convencer sino solo a sancionar. Rajoy, con su actitud remisa, no descubre nada nuevo sobre el funcionamiento parlamentario; pero la exhibición no deja de resultar obscena.
MAGIA
'ABC' - 2016-07-26DAVID GISTAUUN hijo se me acerca inexorablemente a la edad en la que sólo ciertos desengaños pueden demostrar que su inteligencia progresa adecuadamente. Dicho de otro modo. Si al final de la próxima Navidad sigue creyendo que los regalos son consecuencia de la magia y no del trabajo, si aún piensa que un camello masticó apio en nuestro salón mientras un barbado ser mitológico deglutía turrón de chocolate sentado en mi sillón de leer, no me quedará más remedio que sacarlo yo mismo a empujones de su Disneylandia mental para que no demore por más tiempo su resignación a las prosaicas miserias terrenales. Aquí quedaría fenomenal una «punch-line» graciosa si dijera que mi hijo tiene treinta y tantos años, como Rivera.Como Rivera, sí. Ay, Rivera. Treinta y tantos años y aún cree que los reyes dejan regalos y hacen magia. Que se les puede incluso transferir las responsabilidades de adulto, como las que uno asume voluntariamente cuando pide un mandato popular y, una vez concedido éste, no sabe qué hacer con él. Más lágrimas se derraman por las plegarias atendidas, y Rivera pidió ser Suárez, un personaje vertebral, central, alrededor del cual pivotara todo. Pero sin delegarlo, sin transferirlo, sin despejarlo a córner, sin pedir luego que sea otro el que se haga cargo de la tarea.El nuestro es un pueblo providencialista que siempre se sintió cómodo confiando más en la magia que en el mérito –de ahí la importancia cultural de la lotería– y delegando en la infalibilidad de un ser tutelar –«Vivan las caenas»–, ya fuera éste un rey absolutista, un dictador o un Estado proveedor....
EL ABSURDO SUICIDA'ABC' - 2016-07-26HERMANN TERTSCHSE han abierto los amplios salones europeos de unos pueblos avejentados, débiles, consentidos y disipados a una tropa de muy saludables guerreros del desierto desbordantes de hormonas e instintos vitales. Se nos dice que hay que hacerles sitio porque ellos lo necesitan y porque aquí también los necesitamos. Como se han invitado unos a otros y se ha corrido la voz, ellos son ya muchos más que los miembros del servicio de la finca. Los organizadores de este alegre y bienintencionado encuentro multicultural tan enriquecedor han prometido que con la llegada de los invitados se arreglarán muchos problemas de la casa. Ante todo, esa maldita falta de personal que hay aquí dada la costumbre de no tener hijos que te fastidien las salidas nocturnas y la «realización personal». Ellos, fíjense cómo son, se realizan teniendo hijos a mansalva.Como todos los humanos valemos lo mismo, se ha deducido que todo lo que hacen unos y otros vale lo mismo, todas las culturas, todas las tradiciones, las ideologías, artes, creencias, religiones. Como se suele decir en España: «Todas las ideas son respetables». Aunque al decirlo nadie suele reparar en que todos los crímenes, todas los males, todas las perversiones, todas las tiranías parten de ideas y son todo menos respetables.En todo caso, aquí en la Casa Europa vale ya la máxima de que respetamos todo menos a nosotros mismos. Y desde luego que nos humillen, vejen, aterroricen y destruyan. Los medios de la prensa solo emiten programas de consuelo con formato de informativos para fomentar la armonía y limar las pequeñas diferencias o malentendidos que pudieran surgir. Los encargados de las noticias han sido bien adiestrados en dar solo pábulo a las noticias que generen empatía, emociones y sentimientos positivos hacia los recién llegados. Incluido el perdón preventivo que consiste en ignorar convenientemente cualquier tipo de emoción negativa o agresión que se haya podido registrar por parte de los invitados. Aquellos periodistas que intenten crispar exponiendo los posibles conflictos con muertos o sin ellos no tienen cabida en la profesión en una sociedad bienintencionada como la nuestra.Así están las cosas, Europa juega a la Viridiana de Buñuel con unos mendigos con hacha. Es el suicidio más absurdo, el absurdo suicida. La mayoría de los millones de musulmanes que han venido o vendrán no quieren matarnos. Aunque los haya que sí y no pocos. Pero de no darse un golpe de timón esa mayoría nos destruirá aunque no quiera. Sin un giro radical en la forma de controlar la inmigración y exigir la integración y expulsión de los que se nieguen a integrarse, las sociedades europeas estallarán en divisiones y enfrentamientos y se hundirán las instituciones democráticas del sistema político más próspero, generoso y libre jamás habido.Voters deserve responsible nationalism not reflex globalism
Larry SmmersJuly 10, 2016
It is clear after the Brexit vote and Donald Trump’s victory in the Republican presidential primaries that voters are revolting against the relatively open economic policies that have been the norm in the US and Britain since the second world war.
Populist opposition to international integration is on the rise in much of continental Europe and has always been the norm in Latin America. The question now is what should be the guiding principles of international economic policy? How should those of us — who believe that the vastly better performance of the global system after the second world war than after the first world war is largely due to more enlightened economic policies — make our case?
The mainstream approach starts with a combination of rational argument and inflated rhetoric about the economic consequences of international integration. Studies are produced about the jobs created by trade agreements, the benefits of immigration and the costs of restrictions. In most cases the overall economic merits are clear. But there is a kind of Gresham’s Law of advocacy whereby bolder claims drive out more prudent ones. Over time this has caught up with the advocates of integration.
While there is a strong case that the US is better off than it would have been if the North American Free Trade Agreement had been rejected, the most extravagant predicted benefits have not materialised. And it is fair to say that claims that China’s accession to the World Trade Organisation would propel political liberalisation have not been borne out. The willingness of people to be intimidated by experts into supporting cosmopolitan outcomes appears for the moment to have been exhausted.
The second plank of the mainstream approach is to push for stronger policies to resist inequality, cushion disruptions and support the poor and middle class, and then argue that if domestic policies are right, the pressure to resist globalisation will reduce. The logic is right and certainly measures like government assurance of mortgages and the interstate highway system were part of the political package that permitted the US to underwrite an open global system.
But the last eight years have seen America at last adopt universal health insurance, expand a variety of support programmes for the poor and bring unemployment below 5 per cent with trade becoming ever less popular. It is not that strong domestic policies are unnecessary to undergird global integration. It is that they are insufficient.
A new approach has to start from the idea that the basic responsibility of government is to maximise the welfare of citizens, not to pursue some abstract concept of the global good. People also want to feel that they are shaping the societies in which they live. It may be inevitable that impersonal forces of technology and changing global economic circumstances have profound effects, but it adds insult to injury when governments reach agreements that further cede control to international tribunals. This is especially the case when, for reasons of law or practicality, corporations have disproportionate influence in shaping global agreements.
If Italy’s banking system is badly undercapitalised and the country’s democratically elected government wants to use taxpayer money to recapitalise it, why should some international agreement prevent it from doing so? Why should not countries that think that genetically modified crops are dangerous get to shield people from them? Why should the international community seek to prevent countries that wish to limit capital inflows from doing so? The issue in all these cases is not the merits. It is the principle that intrusions into sovereignty exact a high cost.
What is needed is a responsible nationalism — an approach where it is understood that countries are expected to pursue their citizens’ economic welfare as a primary objective but where their ability to harm the interests of citizens elsewhere is circumscribed. International agreements would be judged not by how much is harmonised or by how many barriers are torn down but whether citizens are empowered.
This does not mean less scope for international co-operation. It may mean more. For example, tax burdens on workers around the world are a trillion dollars or more greater than they would be if we had a proper system of international co-ordination that identified capital income and prevented a race to the bottom in its taxation. Taxes are only the most obvious area where races to the bottom interfere with the achievement of national objectives. Others include labour and financial regulation and environmental standards.
Reflex internationalism needs to give way to responsible nationalism or else we will only see more distressing referendums and populist demagogues contending for high office.
lunes, 25 de julio de 2016
Jajajajajajaja
domingo, 24 de julio de 2016
El exceso de capitalización bursátil en dos imágenes
Que Dios confunda a todos
El dinero a disposición de los golpistas de Franco resurge con irónica belleza en la última operación de condena decretada en Madrid por la alcaldesa Carmena. La comisión ad hoc que preside Francisca Sauquillo ha propuesto 27 cambios en el callejero. En la relación hay muchos asuntos interesantes. La historia es difícil. La historia moral es dificilísima. Fíjate, mi liberada, si es que has conseguido llegar hasta aquí, en el nombre de Juan Pujol. Fue un periodista importante, un gran corresponsal de guerra en Abc, al que Fernández Flórez, que era un agudísimo crítico, puso como ejemplo de narrador. De Pujol habla también Augusto Assía en el capítulo Los corresponsales en el extranjero de la Enciclopedia del periodismo. Este párrafo: "Julio Camba, Gaziel, Ramiro de Maeztu, Salvador de Madariaga, Eugenio Xammar, Ramón Pérez de Ayala, Juan Pujol, Corpus Barga, Manuel Aznar, José Pla, Fernando Ortiz Echagüe constituyeron el más extraordinario plantel de corresponsales que, a la vuelta de la primera guerra mundial, poseía país europeo alguno». Observa al lado de quién está Pujol en el párrafo de Assía. Sí, Corpus Barga, otro gran periodista y autor de unas memorias, en especial su primer volumen, maravillosas. Corpus tomará posesión de la que hoy es la pintoresca plaza Juan Pujol, en Malasaña. Está bien así. Un rato cada uno. Se me ocurre que la comisión podría haber inventado el lapidario rotativo. Diez años, o mejor los 15 de la generación orteguiana, para cada uno. Ahora todo es digital y ya no hay que hacer tarjetas ni tarjetones ni sobres ni los Saluda que tanto gustan en Madrid. Ahora 15 años Corpus. Luego Gaziel. Luego Aznar. Luego Camba.
El castigo a Pujol es interesante, sobre todo, por otra cuestión. La cuestión es Juan March, el financiador principal de la rebelión franquista. Pujol trabajó para él, estrechamente. March no tiene calle en Madrid. Pero tiene una fundación. A diferencia de otras fundaciones de onomástica delicada, la Fundación Francisco Franco, sin ir más lejos, la Fundación March está honorablemente cosida al establishment. He visto que un Ernesto Moreno rescata en la web Drugstore un párrafo pasmoso (bueno, pasmoso: meramente socialdemócrata) de un editorial de 1980 del diario El País: "Esta fundación, que ahora vuelve la vista atrás, hace balance y puede enaltecerse de la densidad y calidad del trabajo realizado, que con toda seguridad hará pervivir el nombre de su fundador más allá de cualquier leyenda, de cualquier mito o polémica". Eso es. Repítelo conmigo despacito, el sic ya lo pongo yo: «...hará pervivir el nombre de su fundador más allá de cualquier leyenda [sic], de cualquier mito [sic], de cualquier polémica [sic, sic]. El País atina. Solo se trata de eso. De comprar la memoria. A Juan Pujol, el cortesano, no le alcanza.
En la lista de la comisión hay muchos más intersticios en los que fijarse. Te gustará saber que el teniente Castillo tendrá calle. Es pedagógico observar que si esa víctima del terrorismo fascista ha pasado las aduanas de la memoria se debe al asesinato que se ha interpretado como su réplica: el de José Calvo Sotelo, diputado de la derecha, víctima del terrorismo socialista pocas horas después del asesinato del teniente. Esta secuencia especular de la historia española la quebró el franquismo cuando llenó las calles de placas alusivas a Calvo Sotelo (la de Barcelona la sustituyó el alcalde Serra por la de Francesc Macià, golpista delirante, y por esas dos razones presidente de la Generalidad), sin que la memoria del teniente se evocara en lugar público. Ahora hay en Madrid una oportunidad de corregir la práctica simétrica. Si bien es verdad que Tierno Galván mandó quitar el Paseo Calvo Sotelo, sobrevive una mínima calle Calvo Sotelo (producto de la incorporación de Aravaca a la municipalidad de Madrid) en un margen de la carretera de La Coruña. Será interesante ver qué hacen con la calle la comisión y la alcaldesa. Otro añico del mismo espejo está en la propuesta de quitarle calle a Millán Astray y dársela a la Inteligencia, una tierna pompa que recuerda los días prometeicos en que se daban honores a la Electricidad. Se le quita la calle al militarote para que su faz feroz y tuerta no asuste a los niños, pero ahí queda oblicua su invectiva: el ¡Muera la inteligencia! que le espetó al viejo, valiente y digno Miguel de Unamuno. En ese caso la operación Castillo no ha podido practicarse, porque al parecer, con la ley de Memoria Histórica en la mano, ¡Unamuno no puede tener una calle! por su apoyo de primera hora al golpe militar.
La farsa principal de este cuento lapidario, tan hipócrita, es que se haga en nombre de La Memoria. Cuando se hace en nombre de La Bondad. De lo que se entendía por La Bondad en las primeras décadas españolas del siglo veintiuno después de Cristo.