Miguel García-Baró y Olga Belmonte tienen un apreciable artículo en "El Mundo", en el que nos intentan convencer que la asignatura de filosofía (que ahora se pretende liquidar) es esencial para la formación de los alumnos.
Bueno, no tanto. No creo que todo lo que no es conocimiento técnico-científico esté en la filosofía.
Yo fui un estudiante apasionado de la filosofía. Una alma atribulada como la mía era propicia a caer en sus redes. Fui un buen estudiante en esa materia, porque la devoraba, aunque en el bachillerato de entonces creo que no se llegaba a ella nada más que en el último curso. Para mí fue un descubrimiento, así como la historia de la religión.
Después he seguido siempre leyendo filosofía (y religiones), pero siguiendo el ejemplo de
André Gide, cuando en sueños Dios le ofrecía saberlo todo de golpe o luchar por sí mismo, aún sabiendo que nunca iba a saber la Verdad. Y Gide, naturalmente, eligió lo segundo, rogando que por favor no le diera nunca la solución. Con el tiempo aprendí a amar ese estado de búsqueda por sí mismo. Como dice
Jünger, "El sentido de la vida es adquirir una idea de lo que es la vida".
Sin embargo, no creo que lo que enseña la filosofía esté sólo en ella. Hay otra cosas sutiles que están en la literatura, en la historia, y en cualquier materia que invite a reflexionar. Por otro lado, la filosofía no es necesariamente objetiva. Recomiendo leer "El Sentimiento Trágico de la Vida" de
Unamuno, el mejor libro
sobre filosofía en la historia jamás escrito. Ahí Unamuno demuestra que todo sistema filosófico tiene detrás una pasión humana lacerante, y que no sirve para alcanzar la verdad, pero todos demuestran que hay un anhelo humano por hacerse preguntas que no responden las ciencias materiales. Esas preguntas van dirigidas a los sacerdotes o a los filósofos, que hay que leer teniendo en cuenta que fueron hombres que sufrieron por hacerse esas preguntas, aunque no hay respuestas al final. Lo primero que deberia enseñar la filosofía es que no es un recetario de soluciones -como ese detestable libro "más Platón y menos Prozac"- como si leer a Platón fuera a curarte una depresión. Cuando estas deprimido de verdad, no puedes sujetar un libro, y menos de Platón. Para leer a los grandes hay que estar lleno de entusiasmo y de deseo.
Una cosa que no se puede negar es ese anhelo. Y ese anhelo debe ser atendido, pero no necesariamente con una asignatura obligatoria. Es más, creo que es perjudicial la obligatoriedad de una materia que a muchos les repugna. No nos hagamos ilusiones sobre esto: obligar a quién no lo desea a estudiar y aprobar cosas que "no le caben en la cabeza" me parece uno de los mayores errores de nuestro sistema. El que no tenga afán de aprender, que se vaya a formación profesional. El roce con la vida enseña muchas más cosas que tener los ojos nublados sobre un libro al que se odia.
Desgraciadamente, ese anhelo se desdeña hoy, como, por cierto, lo hacen los autores del artículo, por querer mostrarse políticamente correctos. No hay corrección política que valga; y la obligatoriedad lo que hace es entramar cadenas sobre la libertad creativa. Lo que demuestra que, llámese filosofía, teología, historia, en incluso matemáticas, todas las asignaturas están ideologizadas. Ideologizadas: es decir, que dan una solución y siempre es política.