¿Caras de preocupación? |
Todos los días los periódicos nos sirven una generosa ración de novedades sobre la asfixiante corrupción. Lo de asfixiante no lo digo porque me den bascas y haga mohines de hartazgo, sino porque me gustaría que los que están en el frente - periodistas, jueces, víctimas- me dieran una narrativa clara y coherente de los hechos, causantes, culpables, etc.
Pero también tengo una curiosidad insaciable por la verdad, por dilucidar este maremagnum, por recubre tramas principales y subtramas, en fin, por aclararme y poder decidir qué parte del magma me interesa, entenderlo, y hacer una buena comida con los amigos para afinar hipótesis entre bocado y trago.
Y una de estas tramas, que el señor del plasma consiguió congelar gracias a una tremenda conspiración de silencio, es el caso Bárcenas, ese nombre que Rajoy ni siquiera se atreve a pronunciar, sólo lo hace como "el señor del que ud habla".
Creo que en el caso Bárcenas consiguieron darle la vuelta y convencer a periodistas domesticados y bien alimentados, que Bárcenas era Judas Iscariote en persona. Los votantes del PP estaban deseando por esto. Así, el impoluto partido, paladín de la honestidad, quedaba como víctima de un sucio traidor que se había llevado la pasta de "propios"y "extraños" a Suiza. Ahora bien, en Suiza, hay una cuenta a nombre de Bárcenas de un montante que hace prácticamente imposible creer que ese señor, él sólo, hubiera montado una trama por la que sableaba a los "cotizantes" al partido a cambio de concesiones de obras faraónicas que llenan España de cadáveres insepultos de pesadillas sólo concebibles bajo los efectos de alucinógenos. Entre otras razones porque las concesiones no estaban en sus manos: las daban los altos cargos, los alcaldes, etc, que sabían el dinero que entraba por esa concesiones, o por lo menos lo sabía el alto cargo que le daba la orden de firmar.
Es imposible que Bárcenas, desde su despacho de Génova, hiciera fluir el dinero como un mago de dentro afuera y de fuera a dentro, al menos en esas cantidades, sin conocimiento de la cúpula, o parte de ella.
"Nosotros, el PP, no sabíamos lo que hacia este señor, que si está en la cárcel será por algo. Pero apenas le conocíamos, en realidad le habíamos despedido, pasaba por aquí, aúnque sí, le pagábamos una indemnización "en diferido", es decir, con retenciones, perfectamente legal". Y mientras, decenas de millones duermen en una caja suiza sin saber de quién son ni de quién no son, ¿por incompetencia del juez? O por fuerzas que juegan a la sombra, y congelan o destruyen la información?
Ahora vuelven a emerger,como cadáveres de ahogados que salen a flote, cositas de Bárcenas, y que demuestran que sus famosos se van corroborando por esas cositas que salen. Me acuerdo de un capítulo de Los Soprano en que se dedican una noche a cambiar cadáveres de sitio, pues la propiedad en la que estaban enterrados ha cambiado de manos, y van en la noche buscando cadáveres -¿era aquí? - desenterrarlos y trasladarlos a varios kilómetros, a otra propiedad de un pariente, de momento confiable. Se entienden que encargar el capo, nada menos que Toni Soprano, y su sobrino. No es una operación que se pueda delegar. Porca miseria.
Si, de vez en cuando, cuando menos te lo esperas, emergen cadáveres del barrizal. Rajoy de ser un experto en esto, porque ha manejado la crisis catalana a base de expedientes -cadáveres - sobre los Pujols, los Mas, etc. Mientras, los suyos, sus muertos, están, o estaban, bien amarrados al fondo. Porque el goteo de noticias sigue: ahora la reforma de la sede de Génova, 1,7 millones en B. ¿La puntita del iceberg? El otro día, Angel Acebes, relacionado con los famosos papeles. Nada, una fruslería: le encargaron que buscara dinero para capitalizar Libertad Digital. La intención era buena, pero el método... El fin no justifica los medios... Aparte de que echa una mancha sobre un periódico cuya esencia es la desaparición del estado y de las ayudas públicas. Sí encima es en B... ¿Otro a puntita del iceberg?
Y me pirro por saber. Vendo mi alma al diablo por saber. Quiero tener mi propia narrativa, saborearla, y contarla.