"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 29 de julio de 2016

Indiscutible



LO­CO­MO­TO­RAS DE DIS­COR­DIA
'ABC' - 2016-07-29
La hos­ti­li­dad en­tre po­lí­ti­cos so­lo es el re­fle­jo de los odios que unos cul­ti­van y otros to­le­ran
HER­MANN TER­TSCH
ERA el día de ayer uno muy especial para los maltratados nervios de los españoles. Ellos ya empiezan a notar claramente, pese a las celebradas cifras de la EPA y del PIB, los inquietantes indicios de que España puede estar en el umbral de otro batacazo monumental. Político, económico y en su convivencia. Y tienen miedo. Lo que no parece importar demasiado a ninguno de los contendientes en los navajeos de estos pasados meses.
Todos parecen empeñados en ganar en el jueguito que tanto admiraban algunos en aquel guardián de discoteca griego con conocimientos contables que se llamaba Yanis Varoufakis. Él jugaba a lo grande en esa teoría de los juegos en la que se decía un gran experto. Presumía de que Angela Merkel acabaría asustándose y dejaría paso a su locomotora griega en el cruce. Y entonces tendría razón y habría ganado. Como se sabe, no fue así, la locomotora de Merkel pasó por encima a la griega de Varoufakis y de su jefe Alexis Tsipras. Y este ahora sobrevive, sin locomotora propia, escondiéndose de noche de los votantes de su partido y presentado cuentas por la mañana ante los contables extranjeros.
Pues, pese a sus resultados poco reconfortantes para aquel matón de camiseta, nuestros políticos están empeñados en emularlo. Llevan siete meses apostando a ver qué conductor de locomotora se asusta antes. Siguen sin corregir rumbo y es previsible que todas las locomotoras de juguete choquen y estallen en la cabeza al españolito de a pie. Ese que no acaba de creerse el espectáculo de egoísmo, mezquindad, falta de patriotismo y pasión cainita que se ha apoderado de todos los políticos en un espectáculo que parece una grotesca traca final en que se escenifica en clave de negra humorada el hundimiento de un sistema que nos había concedido estabilidad política y paz civil. Mariano Rajoy dijo ayer que intentará sumar lo que no ha sumado. Quiere hacer lo que todos quieren impedirle. Todo menos irse. Y la alternativa es profundizar en el lodo. Las terceras elecciones acabarán por destruir los aprecios que se mantienen vivos y dispararán la discordia.
Es posible que el día en que algunos decidieron usar de nuevo la guerra entre españoles para ganar elecciones se diera ya un paso irreversible. Se comenzó a despreciar el pacto de buena fe de hace cuarenta años. Ya nadie parece saber qué es eso de la buena fe. La hostilidad entre políticos solo es el reflejo de los odios que unos cultivan y otros toleran. Y ahora estalla la siguiente carga que es el nuevo paso de la sedición de una clase política golpista catalana alimentada y mimada desde Madrid. Financiada y protegida en su impunidad, pese a la cada vez mayor contumacia en el delito.
Ayer se atrevía el PP a publicar un tuit que parecía una provocación gratuita: «El Estado vigila para que ni un euro de los españoles vaya al proceso independentista». No hay necesidad de insultar a la gente con mentiras tan obscenas. Cuando el proceso golpista en la Generalidad gasta ingentes cantidades de dinero para la destrucción de España. Otro tuit, este de Rajoy, anunciaba también ayer: «El Gobierno seguirá actuando con firmeza y proporcionalidad para garantizar el cumplimiento de la ley en Cataluña». ¿De verdad que necesitan ofender con frases en las que no hay verdad ninguna? ¿Qué proporcionalidad frente al golpe de Estado en marcha? ¿Qué firmeza en defensa de la ley cuando no se cumple ninguna y todas sus violaciones han sido impunes hasta hoy? Nadie sabe cómo acabará esto. Muchos creemos que no puede ya acabar bien. Pero los españoles se merecen, en estos momentos de discordia y zozobra, algo de verdad y un mínimo de respeto. Nadie parece querer darlos.

© 2011 Kioskoymas. Todos los derechos reservados

jueves, 28 de julio de 2016

Nuevo enfoque keynesiano para la economía mundial

Habrán visto que Bruselas no multa a España por su déficit galopante. Ambrose Evans-Prichard nos informa que, gracias al Brexit (la excusa perfecta), la moda ha cambiado: se acabó la austeridad y el austerismo. Todos lo países importantes se ha  lanzado a una inconfesable política keynesiana del gasto, a tipos de interés cero. 

Entonces, debo reconocer, si soy coherente, que me he equivocado en mi pesimismo, y que la segunda mitad de este año va a ser la bomba. Gasto público directamente financiado con dinero barato es como droga en vena. Aumentará la economía sí o si, el empleo, y por supuesto, las bolsas. 

Unos países, como EEUU, necesitan inversión pública. Otros, como España, no. Pero el efecto mundial será una bomba de optimismo, y unos ordenada y otros desordenadamente crecerán. 

Eso sí, jamás confesaran que hasta ahora lo han hecho mal. Seguirán hablando de la necesidad de controlar la deuda, o se inventaran otra milonga, pero el euro se salvará por segunda vez, y nosotros de paso. 

Draghi puso la primera piedra con su "What ever it takes" de hace justo cuatro años. El relevo ahora lo toman los gobiernos. Desesperados (la peor manera de decidir las cosas) pero es que la criatura se les va por el desagüe. 

Ahora, a rezar para que el crecimiento y La Paz social sean suficientes para frenar los populismos en Europa, y para que ese PIB crezca más que lo hace el déficit. A ver si nos da para unos años de vacas gordas después de siete de vacas flacas y apestosas. Lo necesitamos, aunque sea no confesado abiertamente. Estábamos al borde de la desesperación. Ojalá sea cierto. 

Pokémon

 A riesgo que me llamen gilipollas, he de confesar que todavía no he entendió lo que es Pokémon. He preguntado, me han explicado, pero a las primeras palabras he bostezado como una vaca y no he conseguido seguir el hilo. He intentado leer algo de lo que se habla tanto, y se me ha caído la cabeza en el regazo. Nada. 
Dentro de poco no entenderé nada de lo importante del presente. Hay un lío de juego informático  para niños y acciones que suben y bajan que por la radio han comentado tres tios muy enterados, y tan enterados estaban, que no les he entendido. Ah, sí, eran periodistas, o sea, divulgadores. Pero el periodista ahora se ha pasado a las trincheras del experto, al que se llama urgentemente cuando hay que divulgar algo. 
Debe ser que a mí Pokémon me resulta una palabra desagradable. Y eso me frena. Es como si me mencionaran un anagrama de siglas. ¿Tiene algo que ver con Putin? ¿O Trump, o el Brexit? se me desencaja la mandíbula del bostezo. Incluso mi Santa me ha echado una bronca porque yo decía Poquemón, y me ha dicho que el acento lo pongo mal, y es con K (no sé cómo se ha enterado que yo le ponía "qu"). Pero muy seria, eh, no se crean...
Puta post modernidad...

Futuros a PIB

Scott Sumner, el fundador y líder indiscutible de la escuela Market Monetarist, lleva tiempo proponiendo crear un mercado de futuros donde se cotice el PIB nominal esperado. La FED, siguiendo sus teorías simplistas, anunciaría un crecimiento idóneo del PIBN, un 5% por ejemplo, y el mercado, con sus cotizaciones, le avisaría de que se está desviando del objetivo, lo que se solventaría con una corrección al alza o a la baja de la cantidad de dinero emitido. 
Por ejemplo, el objetivo del PIBN sería de u crecimiento del 5%. Si la cotización del bono PIBN fuera del 1,04  (crecimiento del 4%), la FED debería aumentar su base monetaria para que el mercado subiera a 1,05. Y viceversa. El mercado sería el canario de la mina que avisa cuando hay gas grisú. 
En Cullen Roche tenemos un refutación estruendosa de esa teoría, por lo demás hecha par ingenuos. Las dos razones que esgrime Roche  para desmontar la ilusión son: 

1) Un mercado de futuros de este tipo no sería un mercado de futuros, y además sería suceptible de manipulación. (ver Hillary Till).  Para que un mercado de futuros funciones, tiene que cumplir una condiciones: una demanda privada de cobertura contra un riesgo, un pool de especuladores que están dispuestos a ganar dinero especulando contra las expectativas de los demás, y no debe haber injerencia de los poderes públicos. Es que claro que en este caso habria continuas tentaciones de que la FED puede secretamente comprar y vender  posiciones que le favorezcan y "dirigir" el precio del mercado al 1,05% pronosticado. 

2) Pero hay otra razón más de peso. La post crisis ha demostrado que las acciones de la FED no se traducen una a una en reacciones de la economía real. El canal de tras misión no es tan sencillo. Cada dólar nuevo emitido por la FED no es un dólar nuevo gastado en consumo o inversión. Ergo, no hay una relación directa, sino más bien tortuosa, entre la base monetaria y el PIB. Esto parece que a Scott ni se le mete en la cabeza. Para que el dinero llegue al público la banca debe crear crédito. El dinero se genera de crédito. El dinero es endógena, en el sentido de que no obedece al banco central, sino a las condiciones crediticias, expectativas de beneficio, "animal spirits", etc. 

¡Qué magnífico sería poder predecir el futuro tan fácilmente! Pero la economía tienes eso: no existen atajos. 

miércoles, 27 de julio de 2016

Español español

De un amiga gaditana (Mamen, mil gracias) me llega esto, toda una lección de castellano versión sureña. Disfruten (mis lectores de EEUU y Rusia, triplemente más numerosos que los España, no se desanimen. Es un slang de una zona de España). 

"Hoy estoy guarnía. Y lo que más me gusta de estar guarnía es poder decir que estoy guarnía... Es una expresión que me encanta... como tantas otras que son tan nuestras. Como cuando una se harta de comer y acaba engollipá o cuando riegas las macetas más de la cuenta y las dejas enguachinás... Yo nunca pido churros, sino calentitos... de niña nunca iba a las atracciones, sino a los cacharritos... a los amigos pesados se les dice jartibles y cuando me tangaba del colegio lo que hacía era rabona.

"A lo largo de mi vida he conocido a más apollardaos que tontos y a más esnortaos que despistaos... pero nunca a ningún antipático, sólo a malajes o saboríos... Aquí lo mucho es una jartá o una pechá, y lo poco es una mijita... y la gente no pasea, da vuertas... Lo que está muy sucio está empercochao y lo que limpias a fondo lo dejas escamondao... Si se te va la olla te quedas majarón, y si das mucho la lata te llaman pejiguera...

"Los borrachos, que son papaos, no deambulan, sino que dan camballás... y la gente no odia la mentira, sino el falserío... Lo roto está descuajeringao y lo pasado de fecha revenío... los cobardes son jiñaos y lo muy visto está mu manío...

"Por expresiones como estas, y las miles que se quedan en el tintero, cada vez me gusta más el andalú... y quien diga que hablamos mal que aprenda a entendernos y verá como le coge el gusto.

Buenas tardes

"Y que conste que lo que acabo de soltar no es ninguna tontería, sino una
chuminá.

NO, NI NÁ: Tres negaciones, para una afirmación rotunda."

¿Somos tontos? O nos quieren tomar por tontos?

Demasiados interesados en convencernos que invirtamos en bolsa. Irritante. La bolsa es un juego que se basa en invitar a los pardillos cuando las cosas están calientes, para que suban un poco más las cotizaciones y entonces los expertos venden lo que habían comprado un poco antes. Esto se basa en laasimetría  en la información entre los dos tipos básicos de jugadores, los expertos, y los pardillos. Los organismos como la CNMV no sirve de nada porque se basan en que cualquiera ciudadano tienen el mismo acceso a la información disponible, lo cual es manifiestamente falso. Pero pasemos. El mundo ha sido siempre así y lo que hay que hacer es no hacerles caso. No compren sellos, estampitas, ni bonos, ni acciones. 
Y menos cuando las cosas están así: las bolsas están muy altas. No hay inflación. Los tipos de interés están bajísimos. Ergo, cualquier cosa que compre tienen una alta probabilidad de desmoronarse. Yo me mantendría en liquidez, a menos que disponga de información privilegiada que existir no existe, pero haberla, hayla. 
El punto clave es que últimamente hay gente empeñada en decir, como aquí, que la bolsa se EEUU está muy alta porque se espera un gran crecimiento. Entonces el que no compra acciones americanas es tonto. 
Hace poco citaba un gran artículo de Krugman que mostraba que la relación entre la bolsa y la economía real no es fiable. Citó de la traducción de El País sus argumentos más importantes,

Lo cierto, en cualquier caso, es que hay tres grandes elementos de discrepancia entre el precio de las acciones y el éxito de la economía en general. Primero, los precios de las acciones son un reflejo de los beneficios, no de los ingresos totales. Segundo, también reflejan la disponibilidad de otras oportunidades de inversión (o la falta de estas). Finalmente, la relación entre el precio de las acciones y las inversiones reales que amplían la capacidad de la economía se ha vuelto muy tenue.

En cuanto al primer punto: evaluamos el éxito de la economía por la medida en que genera un aumento de los ingresos de la población. Pero las acciones no reflejan los ingresos generales; solo reflejan la parte de los ingresos que se traduce en beneficios. Esto no tendría importancia si el porcentaje de beneficios de los ingresos totales fuera constante; pero no lo es.

El porcentaje de beneficios de los ingresos nacionales varía, pero durante los últimos años ha sido bastante más alto que a finales de la década de 1990, cuando las acciones se pusieron por las nubes; es decir, se ha producido un gran aumento de los beneficios sin que haya tenido lugar una expansión económica de escala similar, lo que significa que la relación entre beneficios y prosperidad es escasa, en el mejor de los casos. Lo cierto es que esto no es una fiesta, como en 1999.

En cuanto al segundo punto: cuando los inversores compran acciones, compran también un porcentaje de beneficios futuros. El valor que eso represente para ellos depende de las demás opciones que tengan para convertir el dinero actual en ingresos futuros. Y, hoy en día, esas opciones son bastante malas, ya que los tipos de interés de los bonos del Estado a largo plazo no solo son muy bajos vistos en perspectiva, sino que son cero o negativos si se tiene en cuenta la inflación. Así que los inversores están dispuestos a pagar mucho por los ingresos futuros, de ahí el elevado precio de las acciones a cualquier nivel de beneficios.

¿Pero por qué están tan bajos los tipos de interés a largo plazo? Como explicaba en mi última columna, la respuesta es básicamente la debilidad del gasto en inversión, a pesar de la bajada de los tipos de interés a corto plazo, lo que indica que dichos tipos tendrán que seguir bajos durante mucho tiempo.

Sin embargo, puede parecer que esto plantee una paradoja. Si el sector privado no considera que tenga muchas oportunidades de inversión buenas, ¿cómo pueden ser tan altos los beneficios? La respuesta, diría yo, es que actualmente parece que los beneficios suelen guardar poca relación con la inversión en nuevas capacidades. En lugar de eso, los beneficios provienen de alguna clase de poder del mercado (la posición de la marca, las ventajas de una red consolidada o un buen monopolio a la antigua usanza). Y las empresas que obtienen beneficios gracias a ese poder pueden, al mismo tiempo, tener acciones con precios altos y pocos motivos para gastar dinero."

Lo que dice es muy razonable. Ya he explicado los motivos para mostrase optimista cuando se tiene un puñado de acciones y quieras que suban antes de vender. Es lo malo, de dedicarte a esto, que tus intenciones son transparentes. 
Otra cosa opuesta es que cuanto la bolsa esta alta, cuanto más alta esté, más riesgo de corrección. En la imagen, el Nobel de capitalización de la empresa cotizantes  
Dividido por el PIB nominal. 

 

Este indicador, que relaciona la bolsa con la economía real, está en su segundo máximo histórico. Es fácil ver que todo máximo ha sido seguido de una corrección posterior. El máximo absoluto fue el de 2000, el de la euforia del Dot-Com. La corrección fue tremenda, de más de un 50%. Tampoco fue maca la de 2008, de más del 40%,  y eso que la burbuja era inmobiliaria. 
¿Quiere esto decir que hay una corrección inminente? Nadie lo sabe. Lo que sí se sabe es que no hay inflación, por lo que no espero que la economía crezca mucho; lo tipos de interés son verdaderamente disuasorios, y no veo nada alternativo al sinero para invertir. De momento. Es mi más sincera opinión. 

martes, 26 de julio de 2016

España va bien... Gracias a Keynes. Déficit se despendola

España va bien... Gracias a Keynes. España crece porque el tras CCAA, municipios), siguen gastando en incumpliendo cada vez más con los objetivos de la UE. No solo nos penalizarán, es que por la regla de oro metkeliena del austerismo, nos van a meter un paquete de unos 10 mm de €. 

Esto es lo que se lee en un artículo de LD, de D Soriano, que deja poco lugar a las dudas. El freno y marcha atrás de la economía española, embalada, va a ser de órdago. De enero a mayo, ya nos hemos endeudado en lo que habíamos prometido para el total de año 

 

ahí está ahí está  la calle de Alcalá,  que viene y va. Keynes tenía razón: a veces un impulso fiscal hace crecer. Pero luego hay que devolver. 

Esto es consecuencia directa de tantas elecciones, que llevamos siete desde 2015. La deuda real no es de 100% del PIB, es del 130% según las cuentas consolidadas  del cuadro del BdE.

España va bien.  


Curva de Phillips

El especialista  en FED watching Tim Duy lleva varios artículos anticipando que la reunión de julio  del FOMC -inminente- no decidirá una subida de tipos de interés. Hay varios indicadores que señalan un fortalecimiento de la economía USA, pero la inflación más observada (el índice del deflector del consumo, PCE) sigue por debajo del 2%. 
Es curioso el gráfico que ofrece de la correlación inversa tasa de desempleo - aumento salarial, es decir, un Cueva de Phillips como un piano de cola. 

 
 O sea, "la Meigas no existen, pero haberlas, haylas". En el gráfico, los puntos morados (que no se ve muy bien, la verdad), que corresponden a 2016, están por debajo de la función que une los puntos de toda la serie. La presión salarial no justifica uno aumento de los tipos de interés. 
Otro argumento curioso es el general descenso en su tono Hawkish de los miembros del FOMC, Que representa en el siguiente gráfico según el peso de cada uno en la opinión pública. 

 
Las ocas del Capitolio han hablado. 

Nacionalismos versus cosmopolitismo

Una buena combinación de estados nacionales de plena capacidad y una cooperación internacional es la solución más realista al exceso d intencionales o.

Voters deserve responsible nationalism not reflex globalism

Larry Summers

July 10, 2016

It is clear after the Brexit vote and Donald Trump’s victory in the Republican presidential primaries that voters are revolting against the relatively open economic policies that have been the norm in the US and Britain since the second world war.

Populist opposition to international integration is on the rise in much of continental Europe and has always been the norm in Latin America. The question now is what should be the guiding principles of international economic policy? How should those of us — who believe that the vastly better performance of the global system after the second world war than after the first world war is largely due to more enlightened economic policies — make our case?

The mainstream approach starts with a combination of rational argument and inflated rhetoric about the economic consequences of international integration. Studies are produced about the jobs created by trade agreements, the benefits of immigration and the costs of restrictions. In most cases the overall economic merits are clear. But there is a kind of Gresham’s Law of advocacy whereby bolder claims drive out more prudent ones. Over time this has caught up with the advocates of integration.

While there is a strong case that the US is better off than it would have been if the North American Free Trade Agreement had been rejected, the most extravagant predicted benefits have not materialised. And it is fair to say that claims that China’s accession to the World Trade Organisation would propel political liberalisation have not been borne out. The willingness of people to be intimidated by experts into supporting cosmopolitan outcomes appears for the moment to have been exhausted.

The second plank of the mainstream approach is to push for stronger policies to resist inequality, cushion disruptions and support the poor and middle class, and then argue that if domestic policies are right, the pressure to resist globalisation will reduce. The logic is right and certainly measures like government assurance of mortgages and the interstate highway system were part of the political package that permitted the US to underwrite an open global system.

But the last eight years have seen America at last adopt universal health insurance, expand a variety of support programmes for the poor and bring unemployment below 5 per cent with trade becoming ever less popular. It is not that strong domestic policies are unnecessary to undergird global integration. It is that they are insufficient.

A new approach has to start from the idea that the basic responsibility of government is to maximise the welfare of citizens, not to pursue some abstract concept of the global good. People also want to feel that they are shaping the societies in which they live. It may be inevitable that impersonal forces of technology and changing global economic circumstances have profound effects, but it adds insult to injury when governments reach agreements that further cede control to international tribunals. This is especially the case when, for reasons of law or practicality, corporations have disproportionate influence in shaping global agreements.

If Italy’s banking system is badly undercapitalised and the country’s democratically elected government wants to use taxpayer money to recapitalise it, why should some international agreement prevent it from doing so? Why should not countries that think that genetically modified crops are dangerous get to shield people from them? Why should the international community seek to prevent countries that wish to limit capital inflows from doing so? The issue in all these cases is not the merits. It is the principle that intrusions into sovereignty exact a high cost.

What is needed is a responsible nationalism — an approach where it is understood that countries are expected to pursue their citizens’ economic welfare as a primary objective but where their ability to harm the interests of citizens elsewhere is circumscribed. International agreements would be judged not by how much is harmonised or by how many barriers are torn down but whether citizens are empowered.

This does not mean less scope for international co-operation. It may mean more. For example, tax burdens on workers around the world are a trillion dollars or more greater than they would be if we had a proper system of international co-ordination that identified capital income and prevented a race to the bottom in its taxation. Taxes are only the most obvious area where races to the bottom interfere with the achievement of national objectives. Others include labour and financial regulation and environmental standards.

Reflex internationalism needs to give way to responsible nationalism or else we will only see more distressing referendums and populist demagogues contending for high office.

Se suicida Europa?

Algunos párrafos de la prensa de hoy 

Las discusiones, al Congreso

Arcadi Espada

Solo hay una manera democrática, transparente y definitiva de exhibir la irresponsabilidad de pedro sánchez castejón y Albert Rivera, y es llevándolos al parlamento a que digan con solemnidad que prefieren la ausencia de gobierno a un gobierno encabezado por la lista más votada, claramente más votada, por los españoles y la única con la que puede formarse una mayoría de gobierno. Pero el presidente Rajoy, aconsejado por sus temibles asesores, parece preferir la repetición de la maniobra de diciembre y eludir el debate de investidura si no tiene garantizados los votos necesarios para seguir siendo presidente. Como en diciembre vuelve a oírse el peregrino argumento: a la investidura se va a ser investido. El argumento, de una insoportable tosquedad, refleja bien el papel del parlamento: un lugar con trampa, donde los resultados están amañados, al que no se acude a argumentar ni a convencer sino solo a sancionar. Rajoy, con su actitud remisa, no descubre nada nuevo sobre el funcionamiento parlamentario; pero la exhibición no deja de resultar obscena. 

MA­GIA
'ABC' - 2016-07-26
DA­VID GIS­TAU
UN hijo se me acerca inexorablemente a la edad en la que sólo ciertos desengaños pueden demostrar que su inteligencia progresa adecuadamente. Dicho de otro modo. Si al final de la próxima Navidad sigue creyendo que los regalos son consecuencia de la magia y no del trabajo, si aún piensa que un camello masticó apio en nuestro salón mientras un barbado ser mitológico deglutía turrón de chocolate sentado en mi sillón de leer, no me quedará más remedio que sacarlo yo mismo a empujones de su Disneylandia mental para que no demore por más tiempo su resignación a las prosaicas miserias terrenales. Aquí quedaría fenomenal una «punch-line» graciosa si dijera que mi hijo tiene treinta y tantos años, como Rivera.
Como Rivera, sí. Ay, Rivera. Treinta y tantos años y aún cree que los reyes dejan regalos y hacen magia. Que se les puede incluso transferir las responsabilidades de adulto, como las que uno asume voluntariamente cuando pide un mandato popular y, una vez concedido éste, no sabe qué hacer con él. Más lágrimas se derraman por las plegarias atendidas, y Rivera pidió ser Suárez, un personaje vertebral, central, alrededor del cual pivotara todo. Pero sin delegarlo, sin transferirlo, sin despejarlo a córner, sin pedir luego que sea otro el que se haga cargo de la tarea.
El nuestro es un pueblo providencialista que siempre se sintió cómodo confiando más en la magia que en el mérito –de ahí la importancia cultural de la lotería– y delegando en la infalibilidad de un ser tutelar –«Vivan las caenas»–, ya fuera éste un rey absolutista, un dictador o un Estado proveedor....

EL AB­SUR­DO SUI­CI­DA
'ABC' - 2016-07-26
HER­MANN TER­TSCH
SE han abierto los amplios salones europeos de unos pueblos avejentados, débiles, consentidos y disipados a una tropa de muy saludables guerreros del desierto desbordantes de hormonas e instintos vitales. Se nos dice que hay que hacerles sitio porque ellos lo necesitan y porque aquí también los necesitamos. Como se han invitado unos a otros y se ha corrido la voz, ellos son ya muchos más que los miembros del servicio de la finca. Los organizadores de este alegre y bienintencionado encuentro multicultural tan enriquecedor han prometido que con la llegada de los invitados se arreglarán muchos problemas de la casa. Ante todo, esa maldita falta de personal que hay aquí dada la costumbre de no tener hijos que te fastidien las salidas nocturnas y la «realización personal». Ellos, fíjense cómo son, se realizan teniendo hijos a mansalva.
Como todos los humanos valemos lo mismo, se ha deducido que todo lo que hacen unos y otros vale lo mismo, todas las culturas, todas las tradiciones, las ideologías, artes, creencias, religiones. Como se suele decir en España: «Todas las ideas son respetables». Aunque al decirlo nadie suele reparar en que todos los crímenes, todas los males, todas las perversiones, todas las tiranías parten de ideas y son todo menos respetables.
En todo caso, aquí en la Casa Europa vale ya la máxima de que respetamos todo menos a nosotros mismos. Y desde luego que nos humillen, vejen, aterroricen y destruyan. Los medios de la prensa solo emiten programas de consuelo con formato de informativos para fomentar la armonía y limar las pequeñas diferencias o malentendidos que pudieran surgir. Los encargados de las noticias han sido bien adiestrados en dar solo pábulo a las noticias que generen empatía, emociones y sentimientos positivos hacia los recién llegados. Incluido el perdón preventivo que consiste en ignorar convenientemente cualquier tipo de emoción negativa o agresión que se haya podido registrar por parte de los invitados. Aquellos periodistas que intenten crispar exponiendo los posibles conflictos con muertos o sin ellos no tienen cabida en la profesión en una sociedad bienintencionada como la nuestra.

Así están las cosas, Europa juega a la Viridiana de Buñuel con unos mendigos con hacha. Es el suicidio más absurdo, el absurdo suicida. La mayoría de los millones de musulmanes que han venido o vendrán no quieren matarnos. Aunque los haya que sí y no pocos. Pero de no darse un golpe de timón esa mayoría nos destruirá aunque no quiera. Sin un giro radical en la forma de controlar la inmigración y exigir la integración y expulsión de los que se nieguen a integrarse, las sociedades europeas estallarán en divisiones y enfrentamientos y se hundirán las instituciones democráticas del sistema político más próspero, generoso y libre jamás habido.

Voters deserve responsible nationalism not reflex globalism

Larry Smmers

July 10, 2016

It is clear after the Brexit vote and Donald Trump’s victory in the Republican presidential primaries that voters are revolting against the relatively open economic policies that have been the norm in the US and Britain since the second world war.

Populist opposition to international integration is on the rise in much of continental Europe and has always been the norm in Latin America. The question now is what should be the guiding principles of international economic policy? How should those of us — who believe that the vastly better performance of the global system after the second world war than after the first world war is largely due to more enlightened economic policies — make our case?

The mainstream approach starts with a combination of rational argument and inflated rhetoric about the economic consequences of international integration. Studies are produced about the jobs created by trade agreements, the benefits of immigration and the costs of restrictions. In most cases the overall economic merits are clear. But there is a kind of Gresham’s Law of advocacy whereby bolder claims drive out more prudent ones. Over time this has caught up with the advocates of integration.

While there is a strong case that the US is better off than it would have been if the North American Free Trade Agreement had been rejected, the most extravagant predicted benefits have not materialised. And it is fair to say that claims that China’s accession to the World Trade Organisation would propel political liberalisation have not been borne out. The willingness of people to be intimidated by experts into supporting cosmopolitan outcomes appears for the moment to have been exhausted.

The second plank of the mainstream approach is to push for stronger policies to resist inequality, cushion disruptions and support the poor and middle class, and then argue that if domestic policies are right, the pressure to resist globalisation will reduce. The logic is right and certainly measures like government assurance of mortgages and the interstate highway system were part of the political package that permitted the US to underwrite an open global system.

But the last eight years have seen America at last adopt universal health insurance, expand a variety of support programmes for the poor and bring unemployment below 5 per cent with trade becoming ever less popular. It is not that strong domestic policies are unnecessary to undergird global integration. It is that they are insufficient.

A new approach has to start from the idea that the basic responsibility of government is to maximise the welfare of citizens, not to pursue some abstract concept of the global good. People also want to feel that they are shaping the societies in which they live. It may be inevitable that impersonal forces of technology and changing global economic circumstances have profound effects, but it adds insult to injury when governments reach agreements that further cede control to international tribunals. This is especially the case when, for reasons of law or practicality, corporations have disproportionate influence in shaping global agreements.

If Italy’s banking system is badly undercapitalised and the country’s democratically elected government wants to use taxpayer money to recapitalise it, why should some international agreement prevent it from doing so? Why should not countries that think that genetically modified crops are dangerous get to shield people from them? Why should the international community seek to prevent countries that wish to limit capital inflows from doing so? The issue in all these cases is not the merits. It is the principle that intrusions into sovereignty exact a high cost.

What is needed is a responsible nationalism — an approach where it is understood that countries are expected to pursue their citizens’ economic welfare as a primary objective but where their ability to harm the interests of citizens elsewhere is circumscribed. International agreements would be judged not by how much is harmonised or by how many barriers are torn down but whether citizens are empowered.

This does not mean less scope for international co-operation. It may mean more. For example, tax burdens on workers around the world are a trillion dollars or more greater than they would be if we had a proper system of international co-ordination that identified capital income and prevented a race to the bottom in its taxation. Taxes are only the most obvious area where races to the bottom interfere with the achievement of national objectives. Others include labour and financial regulation and environmental standards.

Reflex internationalism needs to give way to responsible nationalism or else we will only see more distressing referendums and populist demagogues contending for high office.

 





lunes, 25 de julio de 2016

Jajajajajajaja

El ABC, inefable  decano de la prensa española, publicó esta foto (cola de espera para coger el transbordador)  como una huida masiva de Reino Unido al Continente por culpa del Brexit. Como si fuera la caída del muro de Berlín, mismamente. 
¿Hay un periódico más estupido y divertido a la par? 
 
 

domingo, 24 de julio de 2016

El exceso de capitalización bursátil en dos imágenes

(Artículo para Inbestia). He vuelto a leer tres veces el muy buen artículo de Niko, y creo que no hay tanta divergencia con lo que digo. El habla de Amazon como ejemplo de una empresa que se está haciendo con el mercado de otras, gracias a Internet. Estoy de acuerdo, además soy un usuario creciente de Amazon. Pero el crecimiento de Amazon no es indicio del crecimiento del mercado real ni, por ende, de justa valoración de la bolsa. Al revés, como dice Krugman, los beneficios crecientes se debe  que hay cada vez menos empresas y más monopolios, que se llevan los beneficios. Al fin y al,cabo, yo soy un cliente de Amazon que solo piso librerías para mirar, ojear e informarme, y luego vengo a casa y oops! 
Pero eso no quiere decir que el mercado en su conjunto se esté ampliando. Estoy de acuerdo en que las acciones de Amazon suben porque sus beneficios aumentan en flecha, pero yo estoy hablando de la valoración bursátil total, que  mí me parece exagerada. Por otra parte, las acciones de Amazon, en caso de una caída de la bolsa, sufriría como las demás, como siempre ha pasado. Quizás sudor tan menos, pero si hay crisis bursátil todas las acciones sufren, sean buenas empresas o no. 
Ahora voy a explicar por que vengo avisando de una situación inaoatenible, cada vez más arriesgada.
En la gráfica pueden ver, en escala logarítmica, la capitalización accioneial de la empresas cotizantes en EEUU. 

 

La escala semi logarítmica no quiere decir más que nos permite una visión más homogénea de lao altibajos de una serie tan larga. Vemos que, cada vez que hay recesión (franjas grises) es precedida de una corrección bursátil. Cierta vez leí a Hugo Ferrer que "si no hay recesión, no hay que temer una caida de la bolsa". Yo creo, y el gráfico me da la razón, que la relación causa efecto es al revés: primero hay turbulencias financieras, que se traducen en correcciones bursátiles, y luego hay recesión. Por supuesto, estoy convencido de que hay una misma causa común, que es el empeoramiento de las expectativas, pero el orden lógico es financiero-económico simplemente por la velocidad con la que se hacen deshacen posiciones en los mercados financieros no en comparación con los reales. Para mí es un dato fundamental. 
Obsérvese que que cada vez que se llega a un máximo de capitalización, viene un corrección, debido posiblemente que la FED sube tipos, lo que enfría la bolsa y la economía. 
Obsérvese también que estamos en un máximo histórico. 
Ergo, yo no puedo más que deducir que estamos más cerca de una corrección que hace meses... Que se puede producir o no, pero que es más probable que hace meses. 
Eso es lo que quería decirle a Niko, que seguro él ya ha tenido en cuenta. Matizaciones: la FED no va subir tipos, lo que hace probable que dure la sobre valoración. Pero hay otros riesgos de otras partes del mundo, que pueden incidir en las expectativas. 
Ahora otro gráfico, muy elocuente, que compara la evolución de la capitalización (esta vez escala normal) con la tasa de empleo (empleo dividido por población en edad de trabajar): 

 

Cada vez hay más intercambio de acciones en bolsa para una tasa de empleo cada vez más ridícula. Otro signo de que algo va mal en la conexión financiación-inversión real-empleo. 
Debo decir una vez más que no pretendo corregir a los expertos como Niko. Solo quiero que exponer mi punto de vista de que la subidas bursátiles no indican siempre buenos tiempos. Depende. 

Que Dios confunda a todos

Ah! Los vericuetos y complejidades de los rojos cambiando nombres a las calles! ah! Dedicar tanto esfuerzos neuronal a la venganza! Ah, la venganza, la envidia y el rencor, alma de nuestro país! Unamuno, ese anciano que se enfrentó con riesgo de su vida a Millán Astray y una panda de falangistas dispuestos a comérselo, no puede tener calle, pero March, que financió la guerra de Franco, puede tener una honorable fundación. Son como Stalin tuneando las fotos en que aparecían compañeros caídos en desgracia y por ende ajusticiados. 
Que Dios confunda a todos, si es que queda algo por confundir. De Arcadi Espada, hoy: 

El dinero a disposición de los golpistas de Franco resurge con irónica belleza en la última operación de condena decretada en Madrid por la alcaldesa Carmena. La comisión ad hoc que preside Francisca Sauquillo ha propuesto 27 cambios en el callejero. En la relación hay muchos asuntos interesantes. La historia es difícil. La historia moral es dificilísima. Fíjate, mi liberada, si es que has conseguido llegar hasta aquí, en el nombre de Juan Pujol. Fue un periodista importante, un gran corresponsal de guerra en Abc, al que Fernández Flórez, que era un agudísimo crítico, puso como ejemplo de narrador. De Pujol habla también Augusto Assía en el capítulo Los corresponsales en el extranjero de la Enciclopedia del periodismo. Este párrafo: "Julio Camba, GazielRamiro de MaeztuSalvador de MadariagaEugenio XammarRamón Pérez de Ayala, Juan Pujol, Corpus BargaManuel AznarJosé PlaFernando Ortiz Echagüe constituyeron el más extraordinario plantel de corresponsales que, a la vuelta de la primera guerra mundial, poseía país europeo alguno». Observa al lado de quién está Pujol en el párrafo de Assía. Sí, Corpus Barga, otro gran periodista y autor de unas memorias, en especial su primer volumen, maravillosas. Corpus tomará posesión de la que hoy es la pintoresca plaza Juan Pujol, en Malasaña. Está bien así. Un rato cada uno. Se me ocurre que la comisión podría haber inventado el lapidario rotativo. Diez años, o mejor los 15 de la generación orteguiana, para cada uno. Ahora todo es digital y ya no hay que hacer tarjetas ni tarjetones ni sobres ni los Saluda que tanto gustan en Madrid. Ahora 15 años Corpus. Luego Gaziel. Luego Aznar. Luego Camba.

El castigo a Pujol es interesante, sobre todo, por otra cuestión. La cuestión es Juan March, el financiador principal de la rebelión franquista. Pujol trabajó para él, estrechamente. March no tiene calle en Madrid. Pero tiene una fundación. A diferencia de otras fundaciones de onomástica delicada, la Fundación Francisco Franco, sin ir más lejos, la Fundación March está honorablemente cosida al establishment. He visto que un Ernesto Moreno rescata en la web Drugstore un párrafo pasmoso (bueno, pasmoso: meramente socialdemócrata) de un editorial de 1980 del diario El País: "Esta fundación, que ahora vuelve la vista atrás, hace balance y puede enaltecerse de la densidad y calidad del trabajo realizado, que con toda seguridad hará pervivir el nombre de su fundador más allá de cualquier leyenda, de cualquier mito o polémica". Eso es. Repítelo conmigo despacito, el sic ya lo pongo yo: «...hará pervivir el nombre de su fundador más allá de cualquier leyenda [sic], de cualquier mito [sic], de cualquier polémica [sic, sic]. El País atina. Solo se trata de eso. De comprar la memoria. A Juan Pujol, el cortesano, no le alcanza.

En la lista de la comisión hay muchos más intersticios en los que fijarse. Te gustará saber que el teniente Castillo tendrá calle. Es pedagógico observar que si esa víctima del terrorismo fascista ha pasado las aduanas de la memoria se debe al asesinato que se ha interpretado como su réplica: el de José Calvo Sotelo, diputado de la derecha, víctima del terrorismo socialista pocas horas después del asesinato del teniente. Esta secuencia especular de la historia española la quebró el franquismo cuando llenó las calles de placas alusivas a Calvo Sotelo (la de Barcelona la sustituyó el alcalde Serra por la de Francesc Macià, golpista delirante, y por esas dos razones presidente de la Generalidad), sin que la memoria del teniente se evocara en lugar público. Ahora hay en Madrid una oportunidad de corregir la práctica simétrica. Si bien es verdad que Tierno Galván mandó quitar el Paseo Calvo Sotelo, sobrevive una mínima calle Calvo Sotelo (producto de la incorporación de Aravaca a la municipalidad de Madrid) en un margen de la carretera de La Coruña. Será interesante ver qué hacen con la calle la comisión y la alcaldesa. Otro añico del mismo espejo está en la propuesta de quitarle calle a Millán Astray y dársela a la Inteligencia, una tierna pompa que recuerda los días prometeicos en que se daban honores a la Electricidad. Se le quita la calle al militarote para que su faz feroz y tuerta no asuste a los niños, pero ahí queda oblicua su invectiva: el ¡Muera la inteligencia! que le espetó al viejo, valiente y digno Miguel de Unamuno. En ese caso la operación Castillo no ha podido practicarse, porque al parecer, con la ley de Memoria Histórica en la mano, ¡Unamuno no puede tener una calle! por su apoyo de primera hora al golpe militar.

La farsa principal de este cuento lapidario, tan hipócrita, es que se haga en nombre de La Memoria. Cuando se hace en nombre de La Bondad. De lo que se entendía por La Bondad en las primeras décadas españolas del siglo veintiuno después de Cristo.


sábado, 23 de julio de 2016

Burrez de la clase política

En El Mundo, Vidal Foch  nos quiere demostrar la razón del porqué la clase política es tan analfabeta. 

Podrían buscarse respuestas en tiempos muy lejanos, porque la Historia de España ofrece material abundante para justificar cualquier desgracia del presente. Del hito más cercano, sin embargo, no hace tanto. Ocurrió hace menos de dos décadas, en 1999, y apenas se recuerda el incidente: Josep Borrell, que había ganado las elecciones primarias en el PSOE, fue forzado a dimitir por lo que entonces se llamaba el aparato del partido.

Se consideró intolerable que en la delegación barcelonesa de Hacienda hubiera corrupción mientras él era ministro del ramo. Imagínense, con lo que había visto antes y ha visto después el PSOE. Se le acusó de perseguir a los famosos que defraudaban, ¿qué dirían ahora de Montoro? Se le tildó de arrogante, y en eso el aparato tenía un punto de razón: Borrell, cuyo expediente académico no admite comparación con el de ningún otro político y cuya inteligencia resulta a veces excesiva para la normal convivencia (algunos de sus rasgos pueden recordar al Sheldon Cooper de la serie Big Bang), tiende a la impaciencia e incluso a la crueldad con los idiotas presuntuosos. En cuanto a arrogancia, sin embargo, España estaba a punto de asistir a la segunda legislatura de Aznar y de aprender lo que vale un peine. Decían que no servía para dar mítines, y luego hemos tenido que soportar a oradores tan bobos como Rajoy y Sánchez.

No está mal. Pero yo creo más en la explicación subterránea, que es lo que mueve las sociedades, las placas tectónicas. Las placas tectónicas se mueven lenta pero constantemente, y cuando quieres darte cuenta te han quitado todo, aunque aparentemente sigues viviendo en el mismo decorado. 
Las placas tectónicas son las generaciones. Decía Ortega y Gasset: "cambian dos generaciones, y ya nada es igual". Dos generaciones, dos, y Borrell ha desaparecido del mapa (y muchos otros) y te despiertas con la sonrisa profiden de Pablo Iglesia, PI. 
Se suele creer que el tiempo es unidireccional. Qué va. El tiempo va  a lo loco pero despacio. O deprisa a veces. El genoma no cambia apenas, pero la sociedad sí. De repente se cansa de la democracia y el bienestar y quiere emociones fuertes. Y cambia los nombres. Antes democracia significaba defensa de la libertad individual, ahora PI se cree demócrata. 
Cada generación tiene su afán, pero no sabe bien cuál es. Nunca se sabe, ni a posteriori, pasado el tiempo. No sabemos individualmente lo que queremos, conque a nivel colectivo... Sí creemos que lo sabemos, pero es mentira. Somos corchos en la corriente. La corriente nos domina. Flotamos. 
Hace treinta años una generación decidió (¿?) la desregulación y la globalización. Treinta años después, hay gente son futuro pero no sabe de dónde le ha venido el golpe. Hoy, una generación cree de nuevo que el mundo se puede dominar, moldear, que todos sean felices. Tienen soluciones universales para todos los problemas. Unos creen que es el liberalismo, otros que es el socialismo, otros el cristianismo, etc. Otros, por lo visto, es que la solución es Borrell. 
Yo creo en las soluciones parciales a determinados problemas, con cautela, sin mucha fe. Creo en la prueba y el error y la rectificación. Pero, si se fijan, esto último es muy raro. Socialmente la rectificación es muy mal vista. Esto lo considero uno de los grandes problemas del genoma nuestro: no sé muy bien por qué, pero la rectificación es muy difícil, si no imposible. 
Eso que decía Popper, que la sociedad debería probar cosas reversibles, pues resulta que nunca son reversibles. 
Por ejemplo, el euro ha sido un fracaso, pero cuanto más fracasa más se empeñan en defenderlo.
No solo el euro, la UE es un fracaso total, pero ahí estamos, defendiéndola, y uno de sus máximos defensores es Borrell. Así que no creo que la inteligencia de Borrell fuera suficiente para frenar los cambios tectónicos.

viernes, 22 de julio de 2016

Capital y financiación

In the tranquil view which the modern theory of value presents us there is one dark spot which disturbs the harmony of the whole. This is represented by the supply curve, based upon the laws of increasing and diminishing returns. That its foundations are less solid than those of the other portions of the structure is generally recognised. That they are actually so weak as to be unable to support the weight imposed upon them is a doubt which slumbers beneath the consciousness of many, but which most succeed in silently suppressing. From time to time someone is unable any longer to resist the pressure of his doubts and expresses them openly; then, in order to prevent the scandal spreading, he is promptly silenced, frequently with some concessions and partial admission of his objections, which, naturally, the theory had implicitly taken into account. And so, with the lapse of time, the qualifications, the restrictions and the exceptions have piled up, and have eaten up, if not all, certainly the greater part of the theory. If their aggregate effect is not at once apparent, this is because they are scattered about in footnotes and articles and carefully segregated from one another. (Piero Sraffa, op. cit.)

El capital ha significado en economía el monto de medios de producción producidos: es decir, todo lo que se produce para producir otros bienes. El capital aporta una serie de ventajas, que se resumen en que con el tiempo se abarata el coste de producción y se mejora su calidad. Sobre todo, la inversión incorpora la innovación tecnológica que es la base de los saltos adelante en calidad de vida u disponibilidad de más recursos para atender las necesidades más perentorias. 
El capital es un desvío temporal que permite luego aumentar la eficiencia de la producción. 
En economía hay una tendencia muy fuerte, irresistible, a considerar capital todo lo que se puede acumular para usar en el futuro. Así, sería capital el dinero, las acciones, los bienes físicos instrumentales, ytodo lo que no es vendido en el periodo usual de producción ni es un ser humano. 
Capital, por una parte, y trabajo, por otra, serían los dos factores únicos de producción. Combinados segó la tecnología disponible, transforman las materias primas y los bienes intermedios en nuevo capital u en bienes de consumo. 
Es decir, se suele dar por supuesto que el capital es agregarle y convertible a una cifra. Esto es una falacia que fue desentrañada por Piero Sraffa, un italiano con pleno derecho a estar en primera línea de la historia económica, aunque poca gente le ha hecho caso. Sraffa acabó sus días en Cambridge, porque Keynes le invitó. Allí hizo trabajos imperecederos, pero la verdad, poco o nada fácil de ser utilizados. 
Sin embargo, sus críticas a la economía usual fueron demoledoras. Se pueden considerar como las críticas de Hume a la razón, demoledoras definitivamente, pero que es mejor guardar en el cajón si no queremos volvernos locos. 
Sraffa escribió u artículo inmortal en 1926, "The Law of Return under Perfect Competition". El el que trituraba sin piedad la lógica neoclasica de la curva de oferta. 
La curva de oferta neoclásica, de pendiente positiva (es decir, que es más alta cuanto mayor es el precio) se deducía de un tinglado lógico-matemático en el que no voy a entrar, pero cuya elemento esencial era la ley de los rendimientos decrecientes. Eso es, cuanto as se intensificaba el uso de las instalaciones para aumentar el nivel de producción, el incrementos de costes era mayor que el incremento de ingresos -que era el previo, fijado por el mercado). 
La empresa racional llevaría la producción hasta que el incremento de coste se igualara al incremento de ingreso por unidad: ergo, la curva de coste marginal es la curva de oferta de la empresa. 
Ese es el ABC que se enseña en todas las universidades, pero es una falacia como un templo. 
Sraffa demostró que la empresa no se enfrenta a un precio dijo cuando aumenta la producción: las de,as empresas reaccionarán y moverán los precios. Esto destruye el supuesto de que el aumento del ingreso por aumentar una unidad la producción es el precio fijo. 
Segundo, el supuesto de que los rendimientos son decrecientes para una dotación de capital depende de suponer que el capital es una sustancia homogénea, divisible, cuando en realidad los bienes de capital son heterogéneos y de vidas útiles muy diferentes. La empresa se forma con una dotación muy superior a la que predicaban los neoclasicos, por lo que los rendimientos rápidamente decrecientes pueden ser verdad para una empresa concreta, pero para una industria es absurdo: en realidad tardan en aparecer, porque lo que hay es un dotación con suficiente capacidad para que los incrementos de costes por unidad sean decrecientes durante largos periodos. Lo más normal es que haya rendimientos crecientes de escala, es decir, costes decrecientes con aumentos de producción. Asesinato de la curva de oferta de pendiente positiva. Muerte del las dos hojas de la tijera (demanda, oferta) que Marshall consagró como la base de la economía. 
La gran aportación de Sraffa fue demostrar que el capital es un conjunto heterogéneo e imposible de agregar, de cosas tan opuestas como una plataforma petrolífera y un silo de trigo. Y, sobre todo, que capital no es capital financiero. 
El capital financiero define la propiedad del capital físico, y desde luego es fundamental su capacidad para dirigir el ahorro de todos hacia la inversión productiva. Pero suele confundirse una bolsa muy alta en valoración con un gran estado de la inversión. Esto es falso, como expliqué en el post anterior
El nivel de la bolsa es sobre todo, y casi nada más, que efecto de la especulación en el mercado secundario. Es decir, cambio de propiedad de unos títulos que ya ha financiado la inversión de la empresa que las emitió. Por eso no computa como PIB. No es valor añadido: si alguien compra unas acciones o bonos, no está invirtiendo (lo que es una mala expresión), sino habiendo un simple cambio contable con el que poseía los títulos. La bolsa sube más deprisa cuanto a más velocidad se hacen estas operaciones, y cuantas más veces cambian de mano por unidad de tiempo. Una subida en flecha de la bolsa no significa más que una especulación desenfrenada de títulos ya existentes. 
(Hay gente como el gurú Daniel Lacalle que confunde esto con un gran auge del PIB. Hay mucha gente de bolsa que confunde las dos cosas.)
El gráfico que publicaba ayer demuestra el gran auge de la especulación sobre la inversión real: capitalización bursátil sobre inversión real en EEUU (escala semilog).

 

Como vemos, el nivel actual de este indicador está mucho más alto que el anterior máximo, el previo a la crisis de 2000, lo que no es tranquilizante. 
Sin embargo, esta euforia genera más euforia. No estoy prediciendo un gran colapso, pero si la probabilidad de un corrección. 

jueves, 21 de julio de 2016

Realmente brillante

En David Glasner tenemos una pequeña joya que aclara definitivamente el porqué la Hipótesis de la Eficiencia del Mercado (EMH) es una trola a la que se aferran los académicos para hacernos comulgar con ruedas de molino. Porque si la EMH es falsa, o mejor dicho, imposible, toda la teoría neoclásica se viene abajo. Especialmente esa teoría que practican los Market Monetarist (MM, e podríamos traducir por dinero y mercados) como Scott Sumner & co, que son simplistas imitadores de Friedman + Lucas, y no se dan cuenta que estos no se pueden mezclar bien. Al menos Friedman tenía un concepto del ser humano realista, aunque no siempre. (Pido perdón por adelantado a mi amigo Marcus Nunes, quien seguro que no es tan dogmático).

Primero cito a Glasner, un texto que merecería ser acuñado en letras de oro por su precisión y claridad, y luego doy mi opinión.. Solo advierto que todo empezó con una crítica de Summer a Glasner por un comentario de éste, laudatorio, a un texto de Krugman, criticando el optimismo de las bolsas. Sumner se empeña en defender su idea de EMH, a lo que Glasner responde aplastantemente a Sumner. Para el que no quiera leer los prolegómenos, he destacado en negrita lo esencial. 

What’s Wrong with EMH?

Scott Sumner wrote a post commenting on my previous post about Paul Krugman’s column in the New York Times last Friday. I found Krugman’s column really interesting in his ability to pack so much real economic content into an 800-word column written to help non-economists understand recent fluctuations in the stock market. Part of what I was doing in my post was to offer my own criticism of the efficient market hypothesis (EMH) of which Krugman is probably not an enthusiastic adherent either. Nevertheless, both Krugman and I recognize that EMH serves as a useful way to discipline how we think about fluctuating stock prices.

Here is a passage of Krugman’s that I commented on:

But why are long-term interest rates so low? As I argued in my last column, the answer is basically weakness in investment spending, despite low short-term interest rates, which suggests that those rates will have to stay low for a long time.

My comment was:

Again, this seems inexactly worded. Weakness in investment spending is a symptom not a cause, so we are back to where we started from. At the margin, there are no attractive investment opportunities.

Scott had this to say about my comment:

David is certainly right that Krugman’s statement is “inexactly worded”, but I’m also a bit confused by his criticism. Certainly “weakness in investment spending” is not a “symptom” of low interest rates, which is how his comment reads in context. Rather I think David meant that the shift in the investment schedule is a symptom of a low level of AD, which is a very reasonable argument, and one he develops later in the post. But that’s just a quibble about wording. More substantively, I’m persuaded by Krugman’s argument that weak investment is about more than just AD; the modern information economy (with, I would add, a slowgrowing working age population) just doesn’t generate as much investment spending as before, even at full employment.

Just to be clear, what I was trying to say was that investment spending is determined by “fundamentals,” i.e., expectations about future conditions (including what demand for firms’ output will be, what competing firms are planning to do, what cost conditions will be, and a whole range of other considerations. It is the combination of all those real and psychological factors that determines the projected returns from undertaking an investment, and those expected returns must be compared with the cost of capital to reach a final decision about which projects will be undertaken, thereby giving rise to actual investment spending. So I certainly did not mean to say that weakness in investment spending is a symptom of low interest rates. I meant that it is a symptom of the entire economic environment that, depending on the level of interest rates, makes specific investment projects seem attractive or unattractive. Actually, I don’t think that there is any real disagreement between Scott and me on this particular point; I just mention the point to avoid possible misunderstandings.

But the differences between Scott and me about the EMH seem to be substantive. Scott quotes this passage from my previous post:

The efficient market hypothesis (EMH) is at best misleading in positing that market prices are determined by solid fundamentals. What does it mean for fundamentals to be solid? It means that the fundamentals remain what they are independent of what people think they are. But if fundamentals themselves depend on opinions, the idea that values are determined by fundamentals is a snare and a delusion.

Scott responded as follows:

I don’t think it’s correct to say the EMH is based on “solid fundamentals”. Rather, AFAIK, the EMH says that asset prices are based on rational expectations of future fundamentals, what David calls “opinions”. Thus when David tries to replace the EMH view of fundamentals with something more reasonable, he ends up with the actual EMH, as envisioned by people like Eugene Fama. Or am I missing something?

In fairness, David also rejects rational expectations, so he would not accept even my version of the EMH, but I think he’s too quick to dismiss the EMH as being obviously wrong. Lots of people who are much smarter than me believe in the EMH, and if there was an obvious flaw I think it would have been discovered by now.

I accept Scott’s correction that EMH is based on the rational expectation of future fundamentals, but I don’t think that the distinction is as meaningful as Scott does. The problem is that in a typical rational-expectations model, the fundamentals are given and don’t change, so that fundamentals are actually static. The seemingly non-static property of a rational-expectations model is achieved by introducing stochastic parameters with known means and variances, so that the ultimate realizations of stochastic variables within the model are not known in advance. However, the rational expectations of all stochastic variables are unbiased, and they are – in some sense — the best expectations possible given the underlying stochastic nature of the variables. But given that stochastic structure, current asset prices reflect the actual – and unchanging — fundamentals, the stochastic elements in the model being fully reflected in asset prices today. Prices may change ex post, but, conditional on the realizations of the stochastic variables (whose probability distributions are assumed to have been known in advance), those changes are fully anticipated. Thus, in a rational-expectations equilibrium, causation still runs from fundamentals to expectations.

The problem with rational expectations is not a flaw in logic. In fact, the importance of rational expectations is that it is a very important logical test for the coherence of a model. If a model cannot be solved for a rational-expectations equilibrium, it suffers from a basic lack of coherence. Something is basically wrong with a model in which the expectation of the equilibrium values predicted by the model does not lead to their realization. But a logical property of the model is not the same as a positive theory of how expectations are formed and how they evolve. In the real world, knowledge is constantly growing, and new knowledge implies that the fundamentals underlying the economy must be changing as knowledge grows. The future fundamentals that will determine the future prices of a future economy cannot be rationally expected in the present, because we have no way of specifying probability distributions corresponding to dynamic evolving systems.

If future fundamentals are logically unknowable — even in a probabilistic sense — in the present, because we can’t predict what our future knowledge will be, because if we could, future knowledge would already be known, making it present knowledge, then expectations of the future can’t possibly be rational because we never have the knowledge that would be necessary to form rational expectations. And so I can’t accept Scott’s assertion that asset prices are based on rational expectations of future fundamentals. It seems to me that the causation goes in the other direction as well: future fundamentals will be based, at least in part, on current expectations.

¿Que tenemos aquí? Pues la evidencia de que la escuela neoclásica, y su hija putativa la austríaca, se basan en un ser humano perfecto y clarividente. Es capaz de prever el futuro dentro de un rango de probabilidades, lo que hace que sus errores se compensen con el tiempo y se corrijan. Como dice David, si el hombre fuera clarividente, no existiría el futuro, porque sería el presente,... Y no habría problema económico (porque el problema económico es en esencia intertemporal, es proyección al futuro, proyección que se basa en la que hacen los individuos, pero es obviamente imposible que acierten a coordinarlos, sobre todo en el conjunto de todos las proyecciones: sería como que un mono con un ordenador escribiera Hamlet a la primera). 

Es decir, la EMH lleva a la paradoja que no hace falta que corramos riesgos (en sentido Nurksiano), porque el mercado no yerra sistemáticamente, anticipa el futuro, ergo, no hay futuro. Pero los errores res no se corrigen por arte de magia o de mercados, porque las velocidades comparadas de los mercados de factores, financieros, y bienes, son muy distintas. Es especialmente trágico que mientras el precio de una acción pueda duplicarse en una hora, la inversión que ha financiado sea en realidad iliquidable. 

Si así fuera, no habría crisis, retrocesos, guerras incluso, porque si una guerra fuera prevista, seguramente se evitaría compensando económicamente a los que se supone ganarían. Se apunte que sería suficientemente racionales.

Lo que no dice nadie, ni los austriacos, no los neoclásicos, ni nadie, salvo Keynes, es si somos todos igual de inteligentes, o unos más que otros. Y eso me parece importante, porque en un plano realista, unos dominarán el mercado y además, intentarán dominar al regulador para que regule a su favor. Eso es básicamente lo que pasa, y se supone que la democracia debe paliar esto. Keynes creía en las élites como algo inevitable, pero que deberían liderar por el bien común. Los otros dicen que todos somos iguales, y que si alguien es tonto, que se joda. Es lo mejor para todos, afirman. 

Como alguno leerá sesgado, aclaró que creo los mercados necesarios. Simplemente no espero milagros de ellos. 

Gracias, Glasner.